Juan González Febles desde Cuba: A diez años de aquella Primavera Negra transmutada en luz
A diez años de aquella Primavera Negra transmutada en luz
03/22/2013
En aquella etapa, el régimen militar fusiló luego de un brevísimo juicio sumario a tres jóvenes negros acusados del secuestro de la lanchita de Regla. Los fusilados no lastimaron a nadie, pero la decisión y la voluntad de “escarmiento ejemplarizante” del líder histórico, reeditó los peores momentos del despotismo ilustrado de los gobernadores coloniales españoles.Los tres jóvenes negros fueron supliciados luego que cada miembro en aquel entonces del Consejo de Estado, refrendó la matanza.
Desde aquellas penumbras, surgieron las Damas de Blanco y como resultado accesorio, la prensa nacional independiente tuvo exponentes que mantuvieron el servicio ciudadano de informar que prestaban antes de la oleada represiva, durante esta y aún después. Mantuvieron la actividad del periodismo libre en aquellos aciagos días, Fara Armenteros, Tania Díaz Castro, Luis Cino, Ernesto Roque que murió años después de desolación y tristeza, cuando el régimen militar le impidió viajar y reunirse con su familia en el exilio y su esposa, aquella inolvidable Ana Veitía.Ellos, entre otros que completarían la relación, mantuvieron al mundo informado de los avatares de aquellos aciagos días 18, 19, 20 y 21 de marzo y los que se sucedieron. Quizás en algún archivo de la emisora Radio Martí queden registros de aquellos días o en la fraterna Cubanet.
Recuerdo a la también inolvidable Rosa Berre, que contra la opinión de muchos por acá, decidió proteger a sus periodistas y tiempo después, asignó números en lugar de identidades. Lo hizo como expresó en aquellos días, “para no ayudar a esta gente” y proteger a sus valientes. Fue la primera vez que la policía de Seguridad del Estado confrontó la decisión de hombres y mujeres pacíficos y que los tribunales del régimen se vieron desafiados por ciudadanos pacíficos respaldados solamente por sus convicciones y sus derechos.
Cuentan que cuando agresivos y empistolados, los esbirros de la policía Seguridad del Estado se presentaron para arrestar a Ricardo González en su casa, Luís Cino que allí se encontraba en esos momentos, les salió al paso y les aclaró que él era tan responsable como Ricardo de lo que allí se hacía, que fue aquella revista D’Cuba. Quede escrito que és y cuánto admiramos al amigo y al periodista, que combina con acierto la cubanía, el valor y el talento profesional.
Lo más hermoso fue que se trató de hombres y mujeres afirmados en sus principios que no se aprestaron a huir cuando la represión arreció. Esto no los hace ni los hizo mejores.A fin de cuentas, todos tenemos derecho al miedo, porque todos somos humanos.
Sin duda razonable alguna, la joya primada de los anhelos de libertad y democracia lograda y gestada en aquellos días fueron las Damas de Blanco. Ellas, desde entonces, no han faltado en nuestras calles con sus demandas de libertad y sus gladiolos invencibles. Cada domingo puede vérselas en las calles, aunque esa Telesur que perdió con el Norte toda orientación, aún no se haya decidido a verlas.
Allí se empinó para la gloria Laura Pollán Toledo, la Dama de Cuba. En aquellos días surgió como líder y figura emblemática de Damas de Blanco y bajo su guía inolvidable, creció como líder la actual guía de nuestras valientes mujeres de blanco, Berta Soler.
Berta Soler sorprendió a muchos –no a todos- con su desempeño al frente de las Damas de Blanco en los escenarios internacionales. Adecuada y precisa, ha sabido enfrentar a las turbas y también como alternar con los diferentes especímenes del bestiario político internacional, con los que ha sabido lidiar con éxito.
Honor para todas y para todos los que se empinaron en aquellos días y para los que aún en nuestros días continúan afanados en dar a Cuba y al mundo el santo y seña de las palabras democracia y libertad. A los que murieron para la libertad a lo largo de estos últimos diez años como Orlando Zapata Tamayo, Laura Pollán, Oswaldo Payá, Juan Wilfredo Soto, entre otros, y para los que aún viven para ella.
j.gonzalez.febles@gmail.com
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