El día que Fidel Castro sucumbió a la cocaína
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Ordenó a un general mantener contacto con los narcotraficantes y luego lo ejecutó por alta traición.
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Fidel Castro
Por Gabriel H. Pereyra
En julio de 1989 el gobierno de Fidel Castro ejecutó al general Arnaldo Ochoa y al coronel Antonio de la Guardia por delitos vinculados al narcotráfico. Hubo consternación y se instaló por un tiempo la discusión sobre la pena de muerte y los alcances de la misericordia y respeto de los de derechos humanos por parte de la revolución cubana, o sea, de la dictadura que lidera Castro.
Ochoa era un héroe de la revolución, había estado con Fidel en Sierra Maestra cuando los barbudos eran unos pocos soñadores contra la dictadura de Fulgencio Batista. Durante el juicio, que fue televisado y que duró más de un mes, el propio Ochoa pidió la pena de muerte por haber traicionado a la revolución y haber traficado con cocaína.
Ya entonces los más desconfiados señalaban que Ochoa se perfilaba como un hombre fuerte dentro del régimen y que podía hacer sombra a los hermanos Castro. Para cualquier analista imparcial el accionar de Ochoa y de otros militares cubanos se presentaba suicida en medio de un régimen policíaco como el cubano y la duda que quedó flotando fue que habían estado recaudando para la
corona. En Montevideo aparecieron pintadas bromeando con el hecho de que la revolución y la cocaína se mezclaran: “Ochoa, de tus manos tomamos la jeringa”.
(Arnaldo Ochoa en el Tribunal de Honor)
Pasados los años, algunos autores que escribieron sobre la vida de los narcotraficantes colombianos dieron cuenta del estrecho vínculo que estos mafiosos tuvieron con el régimen de Castro.Pero hace unos meses apareció un libro publicado por la editorial Debate en el que Ayda Levy, viuda de Roberto Suárez Gómez. el boliviano conocido como “el rey de la cocaína” en los 80 y 90, cuenta en detalle cómo se dio el vínculo del general Ochoa con los narcos de la región.
Suárez Gómez no tuvo la fama de otros narcos que actuaron de manera más resonante pero jugó un papel central en el inicio del tráfico de cocaína hacia Estados Unidos ya que poseía inmensas propiedades de territorio donde se cultivaba hojas de coca, la materia prima del adictivo polvo blanco.
Suárez Gómez provenía de una familia de multimillonarios con negocios en haciendas, caucho y ganadería y casi puso de rodillas a los pesados capos colombianos que le pedían precios más bajos
por la hoja o por la pasta base de cocaína. Suárez Gómez decía que el dinero que entraba por esta vía combatía la pobreza en Bolivia y propuso al gobierno de su país pagar la deuda externa.
(Arnaldo Ochoa detras de Fidel Castro)
En el citado libro su viuda cuenta relatos que lo vinculan con el asesino nazi Klaus Barbie, con el corrupto coronel estadounidense Oliver North y con el banquero de la mafia y vinculado al Vaticano, Roberto Calvi.
En uno de los capítulos Levy cuenta que Suárez Gómez y el narco colombiano Pablo Escobar viajaron a Cuba y se entrevistaron con el mismísimo Fidel Castro para cerrar un negocio: Cuba permitiría pasar por sus cielos y playas a aeronaves que llenaban con cocaína a los Estados Unidos. Los narcotraficantes le pagaban a Fidel un millón de dólares por día.
Levy cuenta que Fidel dispuso que el contacto directo con su marido lo estableciera el general Ochoa. Cuenta Levy que Fidel dijo: “Ochoa, me cuidas a estos señores con tu vida. A partir de hoy, ellos valen más para Cuba que Vasili Kuznetsov y el Sóviet Supremo juntos”. El líder cubano aludía a la decadente ayuda que los soviéticos le daban a Cuba por esos años.
En 1989 algo falló. No se sabe a ciencia cierta por qué, ya que en las dictaduras suele pasar eso, no se sabe casi nada, el gobierno puso a Ochoa y a otros militares en el banquillo. Según lo que ahora se empieza a conocer, Fidel sabía que Ochoa tenía contacto con los traficantes, él se lo había ordenado, a pesar de lo cual lo hizo ejecutar en una madrugada cubana acusándolo de haber violado los principios sagrados de una revolución que en algún momento aspiró a construir "el hombre nuevo".
(
Lea un tramo del mencionado libro aquí)
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Tomado de
http://www.la-razon.com
Roberto Suárez, el protegido de la dictadura y de la democracia incipiente
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‘El Rey de la Cocaína. Mi
vida con Roberto Suárez Gómez y el nacimiento del primer narco Estado’
es uno de los libros más vendidos en Colombia. En el texto, su viuda
cuenta detalles sobre el negocio del narcotráfico y los vínculos con el
poder de su antiguo compañero.
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La Razón
Por Rubén D. Atahuichi López
24 de marzo de 2013
Cuando en octubre de 1979 asistió en La Paz junto a su esposo a una cena en el Círculo de Oficiales del Ejército (COE), Ayda Levy no imaginó que aquella vez fuera el principio del fin. El empresario Roberto Suárez había comenzado peligrosamente a codearse con el poder político. Esa noche, la pareja fue la invitada del coronel Alberto Natusch Busch, el célebre golpista de Todos Santos...
Cuenta ella en su libro El rey de la cocaína. Mi vida con Roberto Suárez Gómez y el nacimiento del primer narco Estado, publicado en diciembre de 2012 (Debate), que en la comida alguien desconocido se sentó al lado suyo. Era Klaus Altmann (así lo cita a Klaus Barbie), con quien departió comentarios, como todos en la sala, sobre la grave situación que entonces vivía el país, presidido por Wálter Guevara.
Nacido en Bad Godesberg (Alemania) el 25 de octubre de 1913 y fallecido en Lyon (Francia) el 23 de septiembre de 1991, el hombre se convirtió en poco tiempo en el nexo de Suárez con los círculos del poder, hasta cuando éstos se cansaron de protegerlo o tratar con él. Oficial nazi, de la SS y la
Gestapo, aquél llegó a Bolivia a finales de 1955, entonces buscado por crímenes de guerra.
(El rey de la cocaína y el narco estado de los 80.)
Al terminar de leer el libro, la primera curiosidad que surge es saber de dónde Levy cuenta tantos detalles sobre las andanzas del “Rey de la Cocaína”, del que dice que muchas veces no sabía en qué menesteres estaba metido. Uno supone que rescató los escritos del texto de 500 páginas no publicado (Tesis coca-cocaína) con el que el susodicho fue enterrado en Cochabamba, en julio de 2000. Contactado con Levy a través de un mensaje directo en el Twitter (@LevyAyda), ella sólo atina a decir “me alegra que le gustara el libro”.
Muy develador, a pesar de su versión, el libro recorre en el presente breves saltos al pasado de los protagonistas y las circunstancias, además de oportunas notas de diarios influyentes del mundo, con detalles que incluso explicarían, por ejemplo, por qué Suárez no pudo ser detenido en mucho tiempo siendo entonces el hombre más buscado del país. Es que tenía fuertes vínculos con los gobiernos, de aquí y de allá, hasta negocios con el temido Cártel de Medellín, comandado esa vez por Pablo Escobar. Era el socio ilícito de varios presidentes del pasado.
Roberto, el menor de los cuatro hijos de Nicómedes Suárez Franco y Blanca Gómez Roca, había nacido el 8 de enero de 1932 en Santa Ana de Yacuma, Beni. Su padre “rey del ganado” y él “rey de la cocaína” luego de haber sido un próspero empresario, eran herederos de la estirpe del “rey de la goma”, Nicolás Suárez Callaú.
Durante siete meses antes del golpe de Luis García Meza (17 de julio de 1980), éste y Luis Arce Gómez, en la tarea logística; Altmann, en la operativa; y Suárez y otros empresarios cruceños, en la responsabilidad financiera, habían planificado la asonada, para evitar que Hernán Siles Zuazo asumiera la presidencia de la República, entonces a cargo de Lydia Gueiler Tejada. “Para alejarme de la incómoda situación en que de manera incomprensible nos había colocado Roberto, al aceptar colaborar con la flamante narcodictadura, decidí acompañar a mi hija (Heydi, Miss Bolivia), a las Filipinas”, cuenta Levy.
Narco Estado. En medio de su cumpleaños de ese año, el empresario ganadero y exportador de palmitos (¿esto lo sabíamos?) se separó de sus invitados del hotel Los Tajibos de Santa Cruz para reunirse con Altmann (éste le había regalado un pastor alemán de nombre Lobo). Al volver, el hombre se disculpó y alegó que había discutido con el alemán “asuntos de Estado”, comentario que causó risas en la sala. “Me contó que había recibido una invitación de parte de su primo, el coronel Luis Arce Gómez, para reunirse con él y el general Luis García Meza en La Paz en el curso de los próximos días”, recuerda la viuda.
Una semana después, Suárez viajó a la cita con el Alto Mando Militar y los líderes de los “partidos de centro y de derecha”. El operativo requería “nada menos que la friolera de cinco millones de dólares americanos”. “Para garantizar el éxito del sedicioso plan, Roberto estaba dispuesto a pagar cualquier precio”. Había nacido “el primer narco Estado”, como lo describe en el título de la obra Levy.
En un artículo que publicó el 1 de noviembre de 1998 El Nuevo Herald, que citaba a un libro escrito por Suárez desde la cárcel, el diario informó que García Meza y Arce Gómez fueron quienes pidieron al narcotraficante que propusiera “un plan a base de la producción y venta de cocaína para financiar programas estatales”. Yo fui “inducido a traficar cocaína no solamente por el gobierno de García Meza, sino por la Drug Enforcement Administration (DEA) y por la Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos”, admite el hombre, según citaba el periódico estadounidense.
En ese tiempo surgió “La Corporación”, llamada así el negocio de Suárez por la red de protección y silencio que había logrado de parte de autoridades del Gobierno, jefes militares, jueces, fiscales y hasta monjas y curas en todo el país, que sagradamente recibían un bono. Estados Unidos consideraba al emporio de Suárez como la “General Motors de la cocaína”, debido a su influyente y fuerte economía.
Afirma el libro que la alianza Suárez-García Meza-Arce Gómez sufrió fisuras por la “traición” de estos últimos. A través de Altmann y por presión del “omnipotente Departamento de Estado”, el dictador le comunicó que el Gobierno iba a publicar la lista de la DEA. Él era el primero de la lista, seguido por su hijo Roby...
Pero los tentáculos del Rey de la Cocaína trascendieron también al gobierno de Hernán Siles Zuazo, que asumió el 10 de octubre de 1982. El Presidente nombró a Rafael Otazo como jefe de la lucha antidroga y la primera misión de éste era “concertar una reunión con Roberto lo antes posible”. Logrado el contacto, el funcionario fue trasladado vendados los ojos en avión de El Alto hacia una hacienda en el Beni, donde lo esperaba Suárez, entonces buscado por la DEA.
“Como había ocurrido en anteriores oportunidades, esta vez (Roberto) tampoco negó su contribución económica al Estado. Sin pensarlo dos veces, se comprometió a hacerle llegar al Tesoro General de la Nación una suma mínima de diez millones de dólares mensuales”, narra Levy.
“Desafortunadamente, los índices inflacionarios estaban fuera de control. Los más de 150 millones de dólares no reembolsables, erogados por Roberto durante los 12 meses siguientes, no sirvieron más que para equilibrar una pequeña parte de la balanza fiscal y paliar de forma mínima el hambre del pueblo”.
No agresion. En 1962, en el segundo periodo de Víctor Paz Estenssoro, el líder histórico del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), “mi esposo fue elegido subprefecto de la provincia Yacuma”, cuenta la mujer. El hermano de aquél, Hugo, también fue colaborador del mandatario, como ministro de Agricultura.
Más de 20 años después, en agosto de 1985, cuando Paz Estenssoro asumió por cuarta vez el poder, la “antigua y estrecha relación de amistad” continuaba intacta, aunque se interponía la actividad ilícita de Suárez. Levy sintió entonces mayor preocupación sobre el Rey, hasta que —tras la muerte de uno de los socios de éste, el colombiano César Cano, el 11 de agosto— Roberto precipitó la decisión de abandonar el negocio y sus vínculos políticos.
A través de sus hermanos buscó “un pacto de no agresión” con el Gobierno. Mientras esperaba en Medellín los resultados, su hijo Roby le comunicó la buena nueva: “La única condición que puso el Presidente para no molestarlo es que no vuelva ni siquiera a mirar un gramo de cocaína. (...) Dicen (mis tíos) que también les ha pedido que no aparezca en la prensa por un buen tiempo”.Trato hecho para Suárez. “Decile a tus tíos que le aseguren al doctor Paz Estenssoro que no se arrepentirá (...)”, respondió el papá.
Antes, en la campaña electoral, ya había tenido “reuniones” con acólitos de Hugo Banzer Suárez. El famoso “narcovideo” (que nunca se esclareció en el Congreso Nacional) develó la trama, en la que se vio a dirigentes de Acción Democrática Nacionalista (ADN), Alfredo Arce Carpio y Mario Vargas Salinas, reunidos con Suárez. Levy ratifica la versión: “En honor a la verdad, debo confesar que ésa no fue la primera ni la última reunión que mi marido mantuvo durante su vida, antes y después de su paso por el narcotráfico, con presidentes, ministros, congresistas y candidatos de todos los partidos políticos, comandantes militares y policías”.
Aunque no precisa cuánto, otro libro se encarga de detallar el monto. “El Rey de la Coca reconoció haber contribuido con 200 mil dólares a la campaña electoral de Banzer”, señala Martín Sivak en su libro El dictador elegido, biografía no autorizada de Hugo Banzer Suárez (2001).
Durante su gobierno (1989-1993), Jaime Paz Zamora acuñó el eslogan “Coca no es cocaína” y hasta llevaba en la solapa de su traje una hojita de coca a los foros internacionales. Encarcelado Suárez en ese tiempo, la administración del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) negó a los hijos que aquél fuera atendido en una clínica privada, ante un infarto que había sufrido. Fue “por temor a que el Rey hablara con la prensa”, recuerda la viuda.
Aunque el gobierno de Paz Estenssoro se atribuyó la detención de Suárez, en 1988, Levy dice que éste se entregó. Previo compromiso con las autoridades la noche anterior, a las que les dio las “coordenadas”, el 20 de julio, soldados de la Unidad Móvil de Patrullaje Rural (Umopar) lo alcanzaron en El Sujo (Beni), donde los esperaba con chocolate caliente. Retirado tras años antes de la actividad, había decidido entregarse, cansado de pasar en uno y otro lado por evadir a las autoridades y la DEA. Estuvo tres años y medio recluido en la cárcel de San Pedro de La Paz.
En su tiempo logró producir 1.000 kilos diarios de cocaína en varios de sus laboratorios. Se dice que el negocio le permitió a Suárez acumular 3.000 millones de dólares. Levy afirma que su esposo pudo ser un gran político si es que no se metía en las redes del narcotráfico. “Quiso, y en gran manera, ayudar a los pobres y desamparados del país, usando los recursos que genera la hoja sagrada de los incas: la coca”.
Yo fui el Rey, extracto de un libro de su autobiografía
¿Por qué extrañarnos de que, si alguien se ve mezclado en el turbio mundo de las drogas, se tenga por sentado que lo único que busca es fortuna o poder? ¿Por qué parecernos raro que se niegue a priori la posibilidad de incursionar en el narcotráfico en aras de nobles ideales, con la motivación del amor a la patria y a la humanidad? ¿Por qué sorprendernos de que se dé categoría de dogma inconmovible a la idea de ser incongruente que un individuo, que haya alcanzado alto éxito en su vida privada, participe en el tráfico de sustancias prohibidas por devoción a su pueblo y a los pueblos del mundo?
La moral convencional y los intereses subyacentes desdibujan la realidad, mostrándola como una película de Hollywood, donde los buenos son siempre ellos y los irremediablemente malos somos siempre nosotros, los que no somos como ellos. No es sólo una enfermedad del pensamiento o un maniqueísmo sofisticador; es también un mañosa y premeditada distorsión de la verdad. Yo he escrito para confesarme ante mi pueblo y ante el mundo, con la esperanza de que mi experiencia contribuya a formar una nueva conciencia colectiva que ya se advierte venir y que algún día cambiará el planeta. Sé que no es fácil llegar a la comprensión y al sentimiento del pueblo. Un Antonio José de Sucre, un Andrés de Santa Cruz, un Gualberto Villarroel, tuvieron que morir para conseguir su reivindicación histórica. Empero, no me mueve un afán de justificación ni me preocupa restaurar mi imagen mancillada, porque no me interesa cómo aparezco ante los demás. Él será quien evalúe los actos de mi vida...
Carta a Reagan y el pago frustrado de la deuda
Roby, el primogénito de Roberto Suárez y Ayda Levy, fue detenido a principios de 1982 en Italia y luego trasladado a Suiza, donde fue recluido acusado de haber ingresado al país con documentación falsa. Aunque Estados Unidos quiso tenerlo entre sus enjuiciados, por tráfico de drogas del implicado, no pudo lograr su extradición debido a la ausencia de un acuerdo al respecto entre ambos países.
Ante ese extremo, el Parlamento suizo otorgó una y otra vez un plazo para la detención, con el objetivo de buscar una justificación concreta de Estados Unidos para una eventual extradición del boliviano. Como Washington no lograba convencer a Suiza, los plazos eran ampliados de forma continua. La madrugada del 15 de agosto de 1982, un comando de marines irrumpió en la cárcel de Bellinzona y secuestró a Roby, a quien luego trasladaron a Miami, donde le esperaba un juicio por narcotráfico.
La familia Suárez-Levy contrató un bufete de abogados estadounidenses para la defensa, al precio que éstos pidieron. Entretanto, el padre, Roberto Suárez Gómez, se mostró desesperado en el país, desde donde intentó cualquier plan con tal de liberar a su hijo, cuyo caso judicial estaba cifrado con el 80-205-Cr-EPC, en la Corte Federal del Distrito de la Florida.
A través de sus abogados John Spitler y Mitch Bloomberg hizo llegar al entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, una carta para intentar la liberación de su hijo. Dice Levy en el libro, que el mandatario sabía del contenido de la misiva por intermedio de un amigo de ambos. Aquélla, fechada en Camiri el 1 de septiembre de 1982, decía en parte: “Éstas son, señor Presidente, las dos condiciones a cambio de mi entrega voluntaria a las autoridades que usted indique. Ambas son lógicas y justas. La primera obedece a los sentimientos más profundos de un padre; la segunda se funda en que soy un boliviano que ama entrañablemente a su patria, se conduele con su crítica situación y, si mi libertad puede servir para ayudar a que mi pueblo salga de este estado, bienvenida la cárcel o la muerte”.
Incluso, en el final del texto, Suárez propuso pagar sin éxito la deuda externa de Bolivia en caso de que lograra la liberación de su hijo. Entonces, esa deuda alcanzaba a 3.500 millones de dólares. Roby, de 23 años, fue liberado el 19 de noviembre de 1982 por orden del juez Peter Palermo.
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Nota del Bloguista
EL NARCOTRÁFICO ES UN VIEJO NEGOCIO DEL CASTRISMO COMO LO DEMUESTRA EL EX DIPLOMÁTICO JUAN F. BENEMELIS. VEAMOS. ESTOS ARTICULOS SON DE JUAN BENEMELIS, UN DIPLOMATICO DE LOS CASTRO QUE DESERTO HACE AÑOS.
Tomado de
http://debates.1talk.net/El Cartel de La Habana (I)
¨Fidel
Castro siempre ha sostenido contactos y realizado transacciones con el
"bajo mundo". El área de la Sierra Maestra, donde se desarrolló la lucha
guerrillera contra el dictador Batista, era la principal zona
productora de marihuana de Cuba.
Castro no sólo permitió que en
los territorios bajo su control se continuase cosechando la droga, sino
que la utilizó para recoger fondos que le permitiesen adquirir
armamentos. Fue a través del bandolero Crescencio Pérez, por años
refugiado en esas serranías y ascendido a comandante guerrillero por el
propio Castro, que tuvo lugar esta fructífera transacción comercial.
En
julio de 1957, varios líderes de la oposición política opuestos también
a los métodos de Castro, visitaron a los rebeldes en la Sierra Maestra.
Luego de ese encuentro, Raúl Chibás, figura central de este Frente
Cívico Revolucionario, ofreció una conferencia de prensa en el Hotel
Sands de Miami Beach con portavoces de grupos anti-batistianos.
Ante
los líderes políticos y representantes de la prensa, Chibás expresó con
desilusión "la gente de Fidel ha organizado siembras de marihuana en
distintos puntos inaccesibles, y Fidel lo permite porque dice que la
marihuana excita la combatividad de las gentes. Desde la Sierra se
transporta la marihuana para los pueblos cercanos y se vende, y de este
modo recaudan dinero". ¨
.....
......
¿Cuál era el tipo de
relaciones que Castro mantenía con cuatro poderosos grupos de la mafia
norteamericana desde aquella época? Arthur M. Schlesinger, asesor
personal del presidente Kennedy, explica en su libro "Robert Kennedy and
his Time", cómo tales conexiones permitieron que Castro sobreviviera
fácilmente a los elaborados planes que la CIA acarició durante largo
tiempo para asesinarle. Sus nexos con la familia de Santos Trafficante,
entre otros, le mantenían informado sobre los planes de Washington.
En
un informe de la época, emitido por el Buró Federal de Narcóticos de
Estados Unidos, se especulaba ya sobre los tempranos orígenes de la
coalición de Castro con el tráfico de narcóticos en los Estados Unidos a
través de esas cuatro familias. Schlesinger comenta en su libro que, en
julio de 1961, el Buró conocía que Santos Trafficante, uno de los jefes
del crimen organizado con lazos en La Habana, representaba los
intereses de Castro en el narcotráfico hacia Estados Unidos.
Mediante
esos lazos ilegales, Cuba realizó durante la década de los sesenta una
serie de transacciones comerciales, muchas veces en alta mar, a través
de las que se adquirían semillas de arroz, pastos, semen congelado,
ejemplares vacunos y otros productos agrícolas de alto rendimiento.
Pero
éstos no serían los únicos vínculos que Cuba explotaría. En el verano
de 1960, Raúl Castro, ministro de defensa cubano, visitó Checoslovaquia
donde sostuvo largas entrevistas con su contraparte, el general Jan
Sejna. El resultado fue un acuerdo de asistencia mutua entre ambos
ministerios para la experimentación de la producción de drogas.
Este
acercamiento checo-cubano sucede al tiempo que la URSS comienza a
desarrollar una comunidad de inteligencia con el concurso de todos los
aparatos de espionaje del bloque soviético, en que ha de figurar
destacadamente el Departamento Z de la inteligencia checoslovaca. ¨
****
El Cartel de La Habana (II)
n
1961, la Unión Soviética solicitó los servicios de especialistas checos
para iniciar a Cuba en este campo, con instrucciones de prestar
atención especial al estudio del tráfico de drogas desde América Latina
hacia los Estados Unidos. El GRU y la KGB soviética, asistidos por el
Departamento Z de Checoslovaquia, y la Segunda Administración de
Espionaje, ayudaron a conformar los trabajos ilegales de Cuba,
incluyendo el narcotráfico.
Según el general Sejna, esta operación
recibió el nombre de “epidemia rosada”. De inmediato, los checoslovacos
comenzaron un programa de tecnología especial en su centro de
investigación secreta de Milovice para desarrollar las técnicas de
producción necesarias. Los resultados fueron luego facilitados a los
servicios cubanos que hasta el momento sólo conocían las crudas técnicas
usadas en América del Sur.
A pedidos del entonces premier moscovita
Jruschov, y con la intención de acelerar los ya coordinados planes de
inteligencia, el general soviético Nikolai Savinkin visitó a todos los
países del bloque comunista, entre ellos a Cuba, para precisar detalles
sobre el delicado componente del narcotráfico y disponer su despegue.
Una
noche de noviembre de 1960, fue ultimado a balazos en un pequeño hotel
de Ciudad México el nicaragüense Jail Zarruck, en lo que las autoridades
al principio calificaron de crimen pasional. Zarruck recién había
regresado de un viaje a La Habana. Con posterioridad se comprobó que el
asesino había sido Francisco Otero Lastra, conocido como "Paco el
cubano" en el vasto mercado negro latinoamericano, cuya relación con
Castro en la compra y venta de armas era sabida.
Esa misma semana,
agentes de la policía mexicana allanaron una casa ubicada en la calle
Berlín, donde encontraron paquetes de drogas junto a varios cargamentos
de ametralladoras, rifles M-1 y otros efectos militares provenientes de
Cuba. Fueron detenidos Trecy y Debrowsky, a quienes se le atribuyó el
envío de armas a la América Central para un movimiento castrista donde
debía figurar el asesinado Zarruck.
El caso no halló una explicación
más coherente hasta 1964. El 4 de junio de ese año, Otero Lastra fue
asesinado en la prisión de Lecumberri, México. Su viuda declaró a
periodistas que su marido había comprado armas para Castro con el dinero
de la venta de narcóticos, y que ello era del conocimiento de La
Habana. La policía mexicana consiguió pruebas de las actividades de
Zarruck y de Otero en el negocio de narcóticos y de armas que vinculaban
a funcionarios cubanos en México y en otras capitales del continente en
dicho tráfico.
Según el diario Wall Street Journal, en 1961 tuvo
lugar una entrevista entre el entonces capitán Moisés Crespo, Che
Guevara y un grupo de guerrilleros latinoamericanos en la que se
discutió la introducción de drogas en Estados Unidos con vistas a
levantar fondos para la guerrilla. Moisés Crespo había sido del círculo
íntimo del ex presidente cubano Carlos Prío, razón por la que conspira
contra Batista y se asila en los Estados Unidos en 1956, donde espera el
triunfo de la Revolución.
Su amistad con el comandante castrista
Efigenio Ameijeiras hace que lo licencien junto con éste, en 1967, a
raíz de un escándalo de consumo de drogas y marihuana. Crespo salió de
Cuba, vía Mariel, en 1980, y no tardó en vincularse al narcotráfico.
Murió en Miami en 1986.
......
¨En un audaz golpe de mano, el
Frente Revolucionario Democrático (FRD), organización de exiliados
cubanos dirigida por el ex-premier cubano Antonio de Varona, hacía
pública el 25 de septiembre de 1961 una información basada en documentos
secretos obtenidos de la embajada cubana en Montevideo.
En ellos se
revelaba un plan de Castro y del Che Guevara para infiltrar la Argentina
a todos los niveles, con el fin de preparar condiciones para el
derrocamiento del gobierno y hacer ascender a los peronistas y a la
izquierda al poder.¨
****
El Cartel de La Habana (III)
¨El
Che Guevara dirigía el establecimiento de centros de entrenamiento
guerrillero en Argentina, controlando así los brotes subversivos entre
Bolivia y Paraguay en los bordes fronterizos con Argentina. Los
documentos revelaron que los agentes de la inteligencia cubana que
trabajaban para el Che Guevara habían logrado integrar a este andamiaje a
los principales traficantes de cocaína del área con el fin de
establecer un corredor que facilitase el traspaso de armas y de hombres y
la búsqueda de fondos para las operaciones. El escándalo provocado por
la publicación de los documentos trajo como consecuencia la expulsión de
Cuba de la OEA en enero de 1962.
En abril de ese mismo año, agentes
del Servicio Federal de Narcóticos de los Estados Unidos, al mando de
Eugene J. Marshall, detuvieron al conductor de un pequeño camión
estacionado en una barriada del suroeste de Miami. En su casa se hallaba
su esposa; allí se hallaron pruebas que establecieron la conexión de la
pareja con los servicios secretos de Castro.
En un compartimiento de
doble fondo se halló, además, una cantidad enorme de cocaína pura. La
operación concluyó con el arresto de cuatro cubanos: José Barral, Mario
Delgado, José León y Gabriela Giralt; un quinto cómplice era el
norteamericano Rudolph Martínez. En sus declaraciones, los detenidos
admitieron su conexión con los servicios cubanos, señalando como enlace a
Juventino Guerra, otro cubano al servicio de Castro desde Nueva York,
detenido recientemente en esa ciudad por tráfico de cocaína pura. Los
cinco confesaron su participación en el narcotráfico entre Estados
Unidos y La Habana. ¨
....
.....
¨En junio de 1967, prestó
declaración ante una comisión especial de la OEA el venezolano Marcano,
quien daría pormenores de la subversión castrista en Venezuela. Marcano,
entrenado por los servicios cubanos de inteligencia y contra
inteligencia, participó en numerosos actos de sabotaje y terrorismo
contra su país.
De acuerdo con Marcano, siguiendo instrucciones de
los cubanos, en 1965 se supo en contacto en Colombia con el
contrabandista Luis Pérez Lupe, que tenía en sus manos casi todo el
comercio ilícito de mercancías, armas y drogas en la costa atlántica.
Pérez Lupe aceptó trabajar para La Habana y propuso hacer un puente
desde Aruba a las costas venezolanas, con el lanchero de bandera
venezolana Nelson Sosa, quien debía trasladar una carga de hombres y
armas.
Después, Marcano entró en Venezuela por Maicao, a través del
famoso "camino verde" usado por la inteligencia cubana, y que era
transitado, entre otros, por traficantes de drogas. Marcano destacó que
los cubanos estaban involucrados en el mercado negro que recorre por el
Amazonas hasta Manaos. Asimismo, los agentes de Castro organizaron el
concurrido corredor de Aruba; otro importante conducto clandestino
creado por los cubanos fue el de la costa atlántica colombiana, en el
que utilizaban barcos franceses que trabajaban en los bananares de Santa
Marta, los cuales podían trasladar hasta diez personas y hacer un viaje
sin escala a Hamburgo.¨
....
....
¨Los soviéticos orientaron a
los checos a introducirse en México y aprender los detalles operativos
de ese país, debido a que las más efectivas operaciones de narcóticos
ejecutadas por Cuba se realizaban allí aprovechando la corrupción
prevaleciente en los medios oficiales. El nombre secreto para esta
operación encubierta fue el de “Rin”, y el agente responsable en México
fue el mayor Jidrich Strnad, que actuaba bajo las órdenes del Coronel
Borsky.
Cuba y Checoslovaquia desarrollaron operaciones conjuntas,
como la de Chile, donde el agente checo Danislav Lhotsky estableció una
red experimental de producción y distribución de droga en concierto con
los cubanos. En 1967 Lhotsky recibió la condecoración Estrella Roja del
gobierno de su país.
En la primavera de 1967, el general soviético
Savinkin convocó una reunión de varios días en Moscú con la alta
dirigencia de los países miembros del Pacto de Varsovia, incluida a
Cuba. Entre los tópicos discutidos figuró el uso de los narcóticos como
arma de erosión contra el Occidente. A la reunión asistieron por
Checoslovaquia los generales Sejna, Bohimir Lomsky y el ministro del
interior, Josef Kudrna; la delegación cubana estuvo encabezada por el
Ministro de Defensa Raúl Castro.
Meses después, Raúl Castro se
dirigió a Praga donde sostuvo intensas reuniones con los altos jefes
militares y de inteligencia checos, entre ellos el general Sejna. Allí
se abordaron pormenores de la previa reunión en Moscú concernientes a la
futura expansión de la actividad narcotraficante y la coordinación de
los trabajos de investigación de drogas entre Cuba y Checoslovaquia. ¨
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