sábado, abril 06, 2013

Mats Lundhal: Tongolele en La Habana en 1951

 Tomado de http://www.diariodecuba.com

Tongolele en La Habana


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'La bailarina de la cara seria y las caderas sonrientes' fue protagonista junto a Tin Tan y Boris Karloff, la acusaron de espía de Stalin, fue alabada por Max Aub y Benny Moré, e impuso también en Cuba la tongomanía.
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Tongolele. (BELELU.COM)

Mats Lundhal
Estocolmo
 6 Abr 2013


"En 1951 Tongolele vino a La Habana, contratada por Alberto Ardura", cuenta Bebo Valdés. "Tongolele no usaba orquesta, solo ritmo, pero había muchos problemas con los tambores anteriormente. Ardura me llamó y me dijo: 'Bebo, mira a ver si tú puedes poner música al número de Tongolele'".

La ascendencia de Tongolele era cosmopolita. Existe una biografía suya —Arturo García Hernández, No han matado a Tongolele (México D.F., La Jornada Ediciones, 1998)— y la revista mexicana Somos le dedicó a ella un número especial en agosto de 2000. Su nombre de nacimiento fue Yolanda Ivonne Móntez Farrington y nació en Spokane, Washington en 1932. Su padre, Elmer Sven Móntez, descendía de padre español y de madre sueca. Su madre, Edna Pearl Farrington, de padre inglés y madre francesa. Su abuela materna, Molly (en realidad Maeva), tenía sangre tahitiana en sus venas. Yolanda estaba, pues, predestinada a una carrera dentro del género exótico. En 1946 comenzó su carrera de bailarina en 1946, en San Francisco, y ese mismo año se trasladó a México.  Allí debutó, en julio de 1947, en El Tívoli, lugar de moda, bajo el nombre artístico de Tongolele. Tenía en verdad 15 años de edad, 21 según la partida de nacimiento falsificada. Y el éxito obtenido la llevó a firmar su primer contrato cinematográfico ese mismo año. 

(Tongolele. (THECITYLOVESYOU.COM))

Tongolele participó en nada menos que 31 películas mexicanas, interpretándose a sí misma en la mayoría de ellas. En algunas aparecía acompañada por el apreciado cómico Tin Tan (Germán Valdés) como pareja de baile. En El rey del barrio (1949), en la cual Tin Tan hacía de rey ladrón con una conciencia muy amplia de tipo social, Tongolele interpretaba un baile de santería, simulando una ceremonia de ofrenda a Changó, dios del trueno.

Un año antes, el director Roberto Gavaldón había rodado en un tiempo récord de dos semanas y tres días Han matado a Tongolele, que protagonizaba ella. La trama se desarrollaba en el teatro de Folies Bergère de la Ciudad de México, en cuyo escenario cabía un espectáculo con música y bailes mexicanos, con flamenco y, claro está, con Tongolele. En otro plano de la trama, varias personas envidiosas intentaban asesinarla. La película se estrenó el 30 de septiembre de 1948, resultó muy apreciada por el público, detestada por los críticos, y para algunos constituyó la peor película del año. Sin embargo, con el tiempo ha llegado a ser una película de culto, y su título sirvió también para la biografía de la artista.

Hace unos años, el periódico La Prensa de Panamá calificaba a Tongolele de "ave de tempestades en un México de eternos contrastes donde mostrar el ombligo o mover las caderas como ella escandalizaba a la sociedad de finales de  los 40, etiquetándola como exótica, término que en Estados Unidos —su país de origen— equivalía a desnudista" ("Los bailes de Tongolele", 15 de junio de 2003).

La "tongomanía" que estalló con sus actuaciones contribuyó a debilitar el rancio tabú moral que prevalecía en México. En la España franquista, tan dada a lo beato, las autoridades multaban a quien la empleara por la exhibición del ombligo. Y un periodista mexicano de la prensa amarilla llegó a alegar que "Stalin envía a Tongolele", y exigía que todo el mundo se uniera contra el "mal" que ella significaba.

Pero Tongolele también tenía sus defensores. Uno de ellos, Benny Moré, que le cantaba en "Mangolele", un tema escrito por él mismo:

Me gustan todas
Me gustan todas
Las mangoleles me gustan ya
Me gustan todas
Me gustan todas
La Tongolele me gusta más.

Otro defensor de Tongolele fue el escritor español Max Aub, exiliado republicano en México, que escribió de ella en 1948:  "Muy corta. Muy pequeña, muy poca cosa. Pero en su pequeñez, en su reducido terreno, en su tamaño, es excelente. Tiene clase, personalidad, y… 'lo que hay que tener'. Y baila … muy bien —si a lo que hace en escena se le puede llamar bailar. Baila un baile tan antiguo como el hombre: el que remeda la rotación de la tierra, el baile de la semilla, el baile del vientre, el baile de la gravitación eterna".

Aub constataba que Tongolele tenía  "un cuerpo precioso… Pero además sabe para lo que sirve y no lo oculta… De color marfileño y curvas preciosas. Y con la música por dentro. Anda a compás, baila. Y baila como tiene que bailar, de dentro hacia fuera, siendo ella misma ritmo atrayente…".

Tongolele en Tropicana

Los detractores mexicanos de Tongolele le habían advertido que no fuera a Cuba: "¿Pero qué va a hacer Tongolele en Cuba? ¿Bailar? Es como tratar de vender helados en el Polo Norte. Gusta en México porque el público de aquí es complaciente y conformista. Allá es otra cosa. Danza y música son para los cubanos como un segundo idioma. Más aún: forman parte de su naturaleza. Son ellos que pasean por todo el mundo su calidad de hijos privilegiados de las musas Euterpe y Terpsícore. Nada tienen … [que] aprender de Tongolele. Su cadera, que acá asombra y desquicia, allá será una más. Cualquier cubana, si se lo propone, puede hacer lo que Tongolele…"

Pero ella no hizo caso de esas advertencias. Llegó a Cuba el 25 de febrero de 1951 para actuar en el Teatro Nacional y en Tropicana, y la prensa cubana no le dejaba ni a sol ni a sombra:

"Tongolele en el Teatro Nacional de Cuba. No se habla de otra cosa. Es la figura de la semana y lo será del año a juzgar por el entusiasmo que reina en el ánimo del público por asistir a sus presentaciones […] Tongolele impone modas. Su mechón blanco aparece ya en muchas cabezas femeninas. Es figura de la actualidad. Su fotografía aparece en todos los periódicos de La Habana. Tongolele es la atracción irresistible del momento".

Tongolele tenía una cara bonita enmarcada por un pelo negro rizado con un mechón blanco en la sien derecha. (La idea del mechón la tomó del torero Luis Procuna, pero el mechón de Procuna era auténtico.) Tenía una figura perfectamente esculpida de gran belleza, la cual conservó también en su madurez. En el escenario llevaba bikini, a veces con telas superpuestas por delante y/o detrás, a modo de sobrefalda cortita. Y dio su nombre al cristal grabado "de voluptuosas formas curvadas" que podría "servir cualquier finalidad desde la copa para un cóctel de gambas hasta un helado".

No era de extrañar que Tongolele tuviera éxito con el público de Tropicana. Fue en Cuba que le dieron el epíteto de "La bailarina de la cara seria y las caderas sonrientes". Entre bastidores las cosas eran más complicadas debido a que Tongolele traía a su propio coreógrafo, Héctor del Villar.

Héctor del Villar era cubano, pero trabajaba en México. Tongolele recordaba perfectamente, muchos años después y para su biógrafo, el ambiente tenso que allí reinaba: "muchos de mis compañeros del show, tanto en Teatro Nacional como en Tropicana, parecían poco amables y casi ni me hablaban".

Su debut en Tropicana no debió ser fácil, porque vino después de nada menos que Josephine Baker. Incluso en la noche de su debut, Josephine Baker hizo el primer show y Tongolele el segundo. Y todo le salió bien, hasta tal punto que no podía moverse por la ciudad sin que la gente se acercara a ella. Finalmente intervino la policía de La Habana. "La policía cubana me prohibió que anduviera por la calle o fuera a las tiendas, porque la gente que iba detrás de mí formaba un lío", recordaba luego.

La prensa cubana estaba cautivada por sus actuaciones: "Se mueve en un compás de la ola de los mares del Sur, donde aprendió esas danzas suyas únicas. Tongolele no es una bailarina africana ni cubana. Su ritmo de caderas lo heredó de su hermano el mar del Sur. Hay que verla. No se puede explicar el influjo magnético que ejerce en la conciencia popular. Hay que verla para admirarla, para no olvidarla jamás".

En Tropicana, Tongolele apareció en el espectáculo La Diosa Pantera, con arreglos musicales de Bebo Valdés, quien recordaría: "Bailaba cosas de indios, rumbas y eso. Hablé con Héctor del Villar que era el coreógrafo de Tongolele. Trabajábamos en Tropicana hasta las cuatro de la mañana, y luego yo me quedé con Del Villar y a veces un ratito con Tongolele. En tres días yo hice la música y él la coreografía de su número... El show no fue muy grande, pero tuvo mucho éxito…"

Al terminar su contrato en Cuba, Tongolele regresó a México. Los arreglos de Bebo le habían gustado tanto que, en 1952, le pidió que fuera a México para trabajar allí con ella. Bebo se marchó, pero el acuerdo no se materializó debido a que el representante de la artista, César "El Chato" Guerra, iba a pagarle poco: "No trabajé con Tongolele en México. Yo le  hice algunos arreglos a ella, pero nunca dirigí la orquesta del teatro donde actúaba. Lo que me querían dar era diez dólares. Yo dije que eso lo podía ganar en Cuba, y Cuba era mi país. Y no hubo negocio".

Bebo Valdés volvió a Cuba y Tongolele continuó sus actividades, no solo en México sino también en Europa y Estados Unidos, tanto en el escenario como en la pantalla. Los años 50 y 60 fueron décadas llenas de éxito para ella. Se convirtió en una institución. En 1952 participó en seis películas, a partir de entonces estuvo en el extranjero cuatro años hasta regresar en 1956, para participar en tres películas más. Al año siguiente abandonó de nuevo México y no volvió hasta 1964, como triunfadora después de una ausencia de siete años.

En La Muerte Viviente (Snake People), rodada en 1968, Tongolele aparecía junto a Boris Karloff, quien terminó su carrera cinematográfica con cuatro películas mexicanas de horror.  La trama de la película se situaba en una pequeña isla en medio del océano donde unas bellas jóvenes se transforman en zombis antropófagas de cara azul. Tongolele en el papel de Kalea, la bailarina con la serpiente, dirige los ataques contra unos agentes de policía demasiado entrometidos en su afán de investigar sus extraños ritos.

"La Muerte Viviente no asusta a nadie, pero el sudoroso vodú alucinógeno de esta farsa liviana de horror resulta divertido e innegablemente descabellado", escribe Fred Beldin en su reseña en All Movie Guide.En 1984 y 1985 Tongolele estuvo colaborando en un culebrón televisivo, La pasión de Isabela, que emitió 220 capítulos en la mejor franja horaria.

Tongolele es el contrapunto vivo del retrato de Dorian Gray, eternamente joven, eternamente bella y su forma de bailar es realmente sensual. Cuando parece que ya no va a poder levantar más la cadera, sorprende con otro poquito. Ha seguido bailando década tras década. Ha confesado que tiene un sueño: el de vivir más de cien años, como una de sus bisabuelas. Lo hará bailando.

Mats Lundahl (Helsingborg, Suecia, 1946) es autor de la biografía Bebo de Cuba. Bebo Valdés y su mundo (RBA Libros, Madrid, 2008).

Las citas de Tongolele y de prensa que aparecen en este artículo han sido tomadas de la biografía de la artista publicada por Arturo García Hernández.
'Señoras y señores, la escultural y exótica Tongolele...'


DDC | YouTube | 6 Abr 2013 - 1:43 pm. | 0
TONGOLELE


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Llega Tongolele a 78 años como la bailarina más famosa de América

    Conocida por su gran habilidad para la danza
    Desde niña descubrió su pasión por la danza y trabajó en el Ballet Internacional de San Francisco

CIUDAD DE MÉXICO.- Yolanda Montez "Tongolele", quien tuvo gran éxito teatral en los principales salones de la Ciudad de México durante la Epoca de Oro, llega a los 78 años como una de las más famosas bailarinas de América. 

Conocida por su gran habilidad para la danza, así como por su fuerte personalidad y exótica belleza, Yolanda sigue vigente en el mundo del espectáculo, al participar en exhibiciones privadas realizadas como parte del programa de actividades de la Cineteca Nacional en 2009. 

También el pasado año, "Tongolele" recordó en compañía del público Oaxaqueño, con una función estelar, la película "Han matado a Tongolele". 

Al acto asistieron Francisco Toledo, así como el escritor y periodista Iván Restrepo, quien leyó un ensayo enviado por Carlos Monsiváis, quien no pudo asistir por cuestiones de salud, en el que recordó la llegada, en 1957, de Tongolele a la escena nacional. 

Además, destacó su aportación a la historia del cine. La bailarina, quien enamoró a los oaxaqueños por su sencillez, fue reconocida por el público como una de las leyendas vivas de la Epoca de Oro del cine nacional. 

Yolanda Ivonne Montez Farrington, cuyo nombre también está inscrito en la historia del Tropicana, en Cuba, nació el 3 de enero de 1932 en Spokane, Washington, Estados Unidos. 

(Yolanda Montez Tongolele.ESPECIAL)

Desde niña descubrió su pasión por la danza y trabajó en el Ballet Internacional de San Francisco, California; en teatro y en cabaret, lo hizo como parte de una revista thaitiana. 

A los 15 años llegó a México y conmocionó al público, de ahí que su entrada al medio del espectáculo nacional fuera todo un suceso pues puso a temblar a la Liga de la Decencia y a las autoridades eclesiásticas. 

Con su danza, Montez marcó el nacimiento de las bailarinas exóticas en la Ciudad de México, en una etapa en que la Liga de la Decencia protestaba por el más mínimo síntoma de erotismo. 

Su nombre artístico "Tongolele" lo eligió después de una larga lista, mitad africano y mitad thaitiano. A pesar de que existieron muchas versiones sobre el origen del mismo, lo cierto es que fue ella misma quien lo creó, según ha afirmado. 

La bailarina destacó en 1947, cuando las estrellas del cine nacional eran figuras como Dolores del Río, Miroslava, María Félix, Susana Guízar, Charito Granados, María Elena Márquez, Emilia Guiú, Blanca Estela Pavón, Libertad Lamarque, Katy Jurado y Mapy Cortés. 

Ese mismo año aspiraban al estrellato como intérpretes musicales de rumbas y otros ritmos: Meche Barba, Ninón Sevilla y María Antonieta Pons, entre otras. 

Yolanda fue bautizada por el periodista mexicano Carlos Estrada Lang como "La Reina de las Danzas Thaitianas", ya que cada noche congregaba a un amplio público masculino que adoraba su perfecta silueta y sus movimientos felinos que marcaron una época México. 

En ese entonces, ya se empezaba a disfrutar la vida nocturna, la cual fue interrumpida en parte por la Segunda Guerra Mundial. En 1947 "Tongolele" rodó en México su primera película titulada "Nocturno de amor", en la que trabajó Miroslava Stern, Víctor Junco e Hilda Sour. 

En 1948 filmó "Han matado a Tongolele" y luego actuó en "El rey del barrio", "Mátenme porque me muero", "Chucho el remendado", "Sí, mi vida", "El mensaje de la muerte", "Había una vez un marido" y "El misterio del carro express", por citar algunos de sus trabajos. 

Años más tarde, en 1956, contrajo matrimonio en Nueva York con el cubano Joaquín González, quien la acompañó hasta su muerte y fue conocido como "El mago del tambor", por la forma tan magistral como tocaba la tumbadora y otros instrumentos de percusión. 

Para 1981 tuvo intervención musical en "Las fabulosas del reventón" y participó en "Las noches del Blanquita". Un año más tarde filmó "Las fabulosas del reventón 2". 

"Tongolele", quien se ha caracterizado además por su mechón de cabello blanco en la cabeza, ha dicho en reiteradas ocasiones que aún no ha pensado en colgar el bikini ni en dejar lo que ha sido su vida: el baile, por lo que aún hay artista para rato. 

La actriz, quien mantiene un cuerpo escultural debido a que baila todos los días, dijo que continúa aprendiendo y actualizando sus rutinas. Además de que también da clases a sus amigas, porque la hacen trabajar más y estar al día en las nuevas canciones. 

De "Tongolele", el escritor Carlos Monsiváis aseveró que la bailarina y actriz resultó un fenómeno de los años 40 y 50 porque rompió con los esquemas de una sociedad moralista, donde todavía existen muchos tabúes que ella supo abatir. 

Fue atacada por sus bailes e indumentaria, pero también recibió la defensa de personalidades como el escritor y periodista Luis Spota, quien luego de asistir a una audición manifestó que no vio nada censurable en su espectáculo y menos que ofendiera a la moral. 

Fue tal el impacto que causó y tan firme el propósito de los productores de conseguir éxitos taquilleros, que su inclusión en los repartos obligó a los argumentistas a hacer arreglos especiales a sus historias. 

A mediados de los años 60, la CBS grabó un acetato titulado "Tongolele canta para usted", el cual incluyó 10 canciones, tales como: "Insaciable", "No llores", "Sensación" y "Me quiero perder contigo". 

En 1976 su esposo Joaquín presentó problemas cardiacos, por lo que fue necesario colocarle un marcapasos, pero el 22 de diciembre de 1996 murió en la tranquilidad de su casa, acompañado de su inseparable esposa. 

Sus hijos gemelos Rubén y Ricardo nacieron en 1950 y al mes de haber dado a luz volvió a bailar, no obstante que estaba un poco pasada de peso. Tres meses después se presentó en el Tropicana, en La Habana, Cuba. 

Con el correr de los años surgieron muchas bailarinas que quisieron imitarla, pero sólo ella dominaba con excelencia esta disciplina, lo que la llevó por toda América y Europa. 

En 1984 incursionó en la telenovela "La pasión de Isabela", que constó de 220 capítulos de 30 minutos, y donde trabajó al lado de actores como Ana Martín, Héctor Bonilla, Silvia Derbez, Lilia Obregón y Manolo Fábregas. 

Ha sido inspiración de libros como: "Bellezas del cine mexicano (Beauties of mexican cinema), "Rumberas, exóticas y bailarinas", de Edmundo Pérez Medina, y "La diosa pantera Tongolele. Yo nací para bailar". 

En 2001 participó en la telenovela de Sergio Jiménez, "Salomé", donde se representó a ella misma, actuando al lado de Edith González, Niurka Marcos, Guy Ecker, Sebastián Ligarde, Maria Rubio, Patricia Reyes Espíndola, Leticia Perdigón y Aarón Hernán. 

En 2006, "Tongolele" ocupó su tiempo a la escultura y la pintura. Le gusta recrear imágenes africanas, especialmente. Según ha dicho, sus trabajos se han expuesto en tres ocasiones y los vende muy bien. 

Ese mismo año fue invitada por el músico y compositor Quincy Jones para participar en una película dedicada a la cantante cubana Celia Cruz, que se filmaría en 2007 y en la que también intervendría Vicente Fernández.