MÁS EMBARGO Y MENOS RELAJO
Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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La historia de las relaciones entre los Estados Unidos y el régimen comunista de Cuba durante los últimos cincuenta y cuatro años ha estado plagada de contradicciones. El péndulo de Washington se ha movido desde la confrontación armada de Bahía de Cochinos y la Crisis de los Cohetes hasta el apaciguamiento y la total inercia ante las aventuras imperialistas y el terrorismo castro-comunista en todos los continentes del mundo. Y aunque aquellos días de hostilidad manifiesta parecen haber sido relegados al olvido, quedan dos capítulos de esa confrontación, todavía sin decidir, que siguen envenenando las relaciones entre Washington, La Habana y esa otra parte de Cuba que es el exilio cubano. Me refiero al embargo fantasma y a la Ley de Ajuste Cubano devenida, por obra y gracia del oportunismo de falsos exiliados y de la desidia norteamericana, en ley del relajo cubano.
En febrero de 1962, el Presidente John Kennedy, en respuesta a la expropiación sin compensación de propiedades norteamericanas por el régimen comunista, firmó la Proclama Presidencial 3447 que impuso formalmente el embargo sobre el comercio entre Estados Unidos y Cuba. Pero, lo que fue sin dudas una reacción justificada de un gobierno en defensa de sus ciudadanos despojados de sus propiedades en forma arbitraria, ha carecido de la solidaridad internacional, de la voluntad política de los Estados Unidos para hacer respetar el embargo y de los mecanismos para hacer efectivas las sanciones contenidas en el mismo.
Es obvio que las víctimas de la tiranía comunista de Cuba no hemos disfrutado de la solidaridad de las víctimas del régimen racista de Sudáfrica. Las Naciones Unidas dieron su apoyo casi total al embargo que puso fin al régimen sudafricano. En contraste, el embargo comercial contra la tiranía castro comunista, el más prolongado que se conoce en la historia moderna, ha sido condenado 21 veces por las Naciones Unidas, sin tener en cuenta la naturaleza diabólica del régimen que ayudan a perpetuarse en el poder. Por su parte, muchos de los presidentes norteamericanos posteriores a Kennedy han contribuido a debilitar el embargo con concesiones unilaterales encaminadas a apaciguar a los terroristas cubanos.
Los hechos posteriores han demostrado que el embargo es un fantasma y una farsa cuya única función ha sido servir de excusa a la tiranía castrista para justificar su deplorable desempeño económico. Irónicamente, a pesar del embargo, los Estados Unidos están entre los cinco principales socios comerciales de Cuba con el 6.6 % de las importaciones procedentes de los EE.UU. Washington es además el primer suministrador de productos agrícolas de Cuba. EE.UU suministra el 96% del arroz y el 70% de los productos de carne avícola.
Otras importaciones a gran escala provenientes de EE.UU son el trigo, el maíz, la soya y sus derivados. Según el U.S-Cuba Trade and Economic Council, con sede en Nueva York, el régimen comunista ha comprado más de 3,500 millones de dólares en productos agrícolas norteamericanos desde que fue restablecido el comercio entre los dos países en el año 2001. Luego, el problema no es el embargo sino la falta de divisas para pagar al contado por las importaciones. Los comunistas cubanos quieren créditos norteamericanos que, como demuestra su deplorable historia crediticia, no pagarán y tendrán que ser pagados por los contribuyentes norteamericanos.
En cuanto a la Ley de Ajuste Cubano, su establecimiento en 1966 estuvo motivado por un sentimiento de compasión hacia personas que sufrían persecución política bajo una férrea tiranía comunista; así como para resolver la situación jurídica de 300,000 cubanos que ya vivían en los Estados Unidos. Sus primeros beneficiarios no vinieron a buscar fortuna sino a buscar libertad. No tuvieron la opción de regresar a Cuba en función de turismo al año y un día, como pasa en estos momentos, porque temían ser perseguidos o encarcelados. Sufrieron incluso la pérdida de familiares cercanos sin poder asistir a sus entierros.
Por estos días ocurre todo lo contrario. Reciben los privilegios de la Ley de Ajuste Cubano bajo la falsa presunción de que sufren persecución política cuando, en realidad, salen con el consentimiento de una tiranía que ha hecho de las remesas del exilio una de sus más lucrativas fuentes de divisas en su meta de mantenerse en el poder. Expertos en el tema como Manuel Orozco, de Diálogo Interamericano, estiman que los cubanos del exterior envían más de 1,500 millones de dólares anuales a sus familiares en la Isla.
Por su parte, la Administración Obama, siempre generosa cuando se trata de sus aliados en la izquierda, aumentó el pasado mes de marzo de 3 a 11 el número de aeropuertos norteamericanos en los cuales pueden despegar y aterrizar vuelos directos a Cuba. En otro gesto de apaciguamiento a los Castro, la Administración Obama permite ahora a cualquier ciudadano norteamericano (no tiene que ser cubano americano) que envíe hasta 2,000 dólares anuales a cualquier cubano que quiera iniciar un pequeño negocio dentro de la Isla. Una medida que, sin dudas, contribuye a dar viabilidad y credibilidad a los cambios cosméticos que pregona Raúl Castro.
Los cubanos llegados a Estados Unidos en las últimas tres décadas aportan también divisas a la tiranía castrista como parte de los más de 1 millón 700 Mil turistas que visitan la Isla todos los años. Los expertos estiman que, dentro de esas estadísticas, están los 400,000 cubanos que regresan a la Isla en calidad de turistas, algunos de ellos varias veces al año. En contraste con el número mayoritario de turistas, provenientes de países pobres y con monedas débiles, estos 400,000 cubano americanos y los 63,000 norteamericanos que visitan la isla todos los años se encuentran entres la fuentes más importantes de moneda dura de la tiranía.
Las otras dos fuentes principales de divisas son las exportaciones de níquel y el regalo de petróleo venezolano. Aunque las operaciones y exportaciones de níquel son un secreto mejor guardado que la salud del tirano mayor y los ingresos son determinados en gran medida por el nivel de los precios en el mercado mundial, los expertos calculan que el régimen recibe alrededor de 1,500 millones de dólares anuales por este concepto. Pero son definitivamente los 6,000 millones de dólares anuales generados por los barriles de petróleo venezolano, pagado con el trabajo esclavo de profesionales de la medicina y de la guardia pretoriana que prolonga la vida de la dictadura chavista, la principal fuente de divisas de la tiranía cubana.
En tal sentido, la muerte de Chávez y la incapacidad de sus herederos políticos para mantener la cohesión de las fuerzas oficialistas y gobernar a un país en franco deterioro económico constituyen una señal ominosa para el régimen comunista de Cuba. Desde el llamado período especial de los años 90 que siguió a la caída de la Unión Soviética el régimen de los Castro no confronta una situación tan precaria. Es altamente probable que por el abismo en que se precipite Nicolás Maduro caerán también sus amos cubanos. Y ese abismo se vislumbra cada día más cercano con la revitalización de una oposición que cuenta con el respaldo de la mayoría del pueblo venezolano.
Llegado ese momento la viabilidad económica del régimen comunista dependería principalmente de las remesas y de los viajes de los cubanos a la Isla. Y los cubanos, dentro y fuera de Cuba, que no estamos dispuestos a cambiar libertad por migajas de cambios cosméticos tendremos una decisión que tomar.
Mantenemos el silencio que hemos guardado hasta ahora ante la ignominia de quienes, habiendo sufrido los horrores del castrismo, son los principales violadores del embargo y financian su permanencia en el poder enviándole divisas desde el exterior. O ponemos los intereses de Cuba por encima de cualquier preocupación de provocar la antipatía de quienes persisten en el error, denunciamos su complicidad con el régimen y demandamos la derogación de esta Ley del Relajo Cubano que sería la última tabla de salvación de los monstruos que oprimen a nuestro pueblo.
Y a aquellos que argumentan que levantando el embargo, promoviendo las remesas y estimulando el turismo a la Isla de los cubanos en el exterior estaríamos acelerando una transición a la democracia les decimos que el cáncer del comunismo nunca se ha curado con pastillas sino con una cirugía mayor. Que las pastillas prolongan la agonía sin atacar la enfermedad mientras que la cirugía la erradica de manera permanente. En esta hora de Cuba se impone una cirugía mayor y no puede haber términos medios, consideración con los pusilánimes ni tolerancia con los apátridas.
1 Comments:
Mas embaqrgo, y menos quinta Columnistas.
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