Tomado de http://www.elnuevoherald.com
Los dueños de otro tiempo
Por Raúl Rivero
Madrid
22 de diciembre de 2013
Madrid – Asediados por la policía, cercados, con una paliza o un calabozo a la vuelta de todas las esquinas, la oposición pacífica cubana, el periodismo independiente y los escritores sin amo, son los cubanos que celebran la Navidad y esperan el Año Nuevo en el vecindario más ingrato y hostil del país. Pero ese espacio sin mordaza es, por el momento, el único territorio verdaderamente libre del mapa de Cuba.
Ellos han creado, durante años de batallas y enfrentamientos directos y a cara descubierta con el régimen, un islote liberado que tiene presencia y vida en puntos diseminados por toda la geografía de la isla. Es un movimiento sin líneas fronterizas que hoy surge en Pinar del Río y mañana en Oriente, y cada día con más fuerza y mayor capacidad de convocatoria.
En esos ámbitos, los opositores y los activistas de derechos, los expresos políticos y, desde la primavera del 2003, las Damas de Blanco, recuperaron el derecho a expresar sus ideas políticas, a defenderlas y a divulgarlas, al tiempo que denuncian, con argumentos y detalles, tanto la acción represiva, la paralización y la deriva del desvencijado socialismo real hacia un concubinato barriobajero y desventajoso con los antiguos enemigos vilipendiados, los inversores capitalistas.
En esa misma plaza compleja y peligrosa esperan el 2014 los periodistas independientes. Son grupos de profesionales que redactan sus noticias, crónicas o artículos y los publican en sitios como Primavera Digital, un semanario con reseñas de los episodios de la vida diaria, la historia cotidiana, que ocultan o disimulan los panfletos oficiales. En esas páginas hay, además, opiniones críticas sobre el desempeño de toda la sociedad cubana. Toda.
Mientras los figurones de la literatura forcejean con los funcionarios y con sus miedos, la censura y la autocensura, decenas de autores agrupados en el Club de Escritores, una asociación sin recursos materiales y sin mandatos, hacen su obra en soledad, lejos de los barullos, más ajenos que nadie de las editoriales porque para las que funcionan en Cuba son el enemigo. Y, a lo mejor, para las del exterior sus piezas no alcanzan el nivel folklórico o la superficialidad que reclaman los especialistas.
Hay otro grupo humano dentro de Cuba, casi un centenar de presos políticos, que ha visto pasar el año viejo por los barrotes de las rejas y para el que la única fiesta posible es sentirse libre y sin perder la esperanza cuando el amanecer del día primero de enero sea una copia de los 365 amaneceres que pasaron.
Salud y poder para los que han alcanzado la libertad por cuenta propia.
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