Tomado de http://www.diariolasamericas.com
Esperando la Nochebuena
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..."No tuvimos turrones ni uvas, ni sidras, ni cervezas, pero esperamos la Nochebuena y el nuevo año en familia”
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Por Iván García Quintero
La Habana
dic 21 2013
Esta vez Eusebio pudo planificar con tiempo la cena de Navidad. “El año pasado, mis parientes en Miami andaban mal de dinero y sólo pudieron girarme 50 pesos convertibles. Con esa plata compramos dos piernas de cerdo y viandas para el 24 y 31 de diciembre. No tuvimos turrones ni uvas, ni sidras, ni cervezas, pero esperamos la Nochebuena y el nuevo año en familia”. Eusebio dispone de 200 pesos convertibles para gastos navideños.
“Para el 24 y el 31 vamos a comprar tres piernas de cerdo y un pavo. Las piernas, de unas 25 libras, nos costarán 60 cuc. El pavo, de 8 kilogramos, 52 cuc. Ocho turrones, cerca de 35 cuc.
En viandas, frijoles negros, sidras y uvas pensamos gastar 53 cuc. El ron y la cerveza van por cuenta de un primo que celebrará con nosotros. A última hora siempre se aparece un vecino o un pariente no esperado, pero repartiremos la comida y la bebida entre todos.
Lo pasaremos bien y a Dios le pediremos que en 2014 las cosas cambien en Cuba". Con esa buena onda, las familias preparan sus cenas del 24 y 31 de diciembre.
Los negocios particulares han sido líderes a la hora de crear un ambiente navideño, con árboles repletos de luces y los dependientes con gorros rojos. Los restaurantes y cafeterías del Estado en moneda dura también han sido decorados, aunque sus adornos no son tan llamativos como los de paladares y cafés privados.
(Eusebio Leal)
Mientras Eusebio este año puede contar en Navidad con una buena suma de dinero, Yaité, divorciada y madre de dos hijos, no tendrá Nochebuena y ni siquiera sabe si podrá adquirir unas libras de bistec de cerdo. “Al menos tengo un arbolito, regalo de una vecina que se fue pa'la yuma.
Mi vida ha sido un asco. No tengo suerte con los hombres, estoy criando sola a mis hijos. Algunos vecinos me han invitado a cenar con ellos. A pesar de los corruptos y de los sinvergüenzas, todavía queda algo de solidaridad en la gente. Ojalá que eso no se pierda”, dijo y continúa planchando un bulto de ropa por encargo.
Entre personas como Eusebio, que puede preparar una gran cena, y Yaité, que probablemente cene con sus vecinos, existe una franja ancha de ciudadanos que hacen lo imposible por celebrar una Nochebuena junto a familiares y amigos. La mayoría de la población suele comprar la carne de cerdo con antelación.
Ahora mismo, la libra vale 21 pesos en las carnicerías estatales y 24 en los agromercados particulares. Pero cuando se acercan las fechas, los precios se disparan y la carne de cerdo desaparece. Rogelio, criador de puercos, los vende a muy buen precio por estos días.
“He vendido puercos de 70 u 80 libras, que son los mejores para asar en púa, hasta en 120 pesos convertibles”. Mientras los cubanos de a pie sacan cuentas a punta de lápiz, la burguesía verde olivo celebra las Navidades por todo lo alto, con whisky, ron y cerveza de primera.
Según un trabajador de una finca propiedad de Guillermo García, comandante famoso por sus fiestas monumentales, “entre el 24 y el 31 de diciembre se asa una docena de puercos, y además de pavos y muslos de pollos cocidos al carbón, hay bebidas a granel y peleas de gallos”.
La Cuba del siglo XXI dista mucho de aquel discurso de igualdad y justicia que vendía Fidel Castro en enero de 1959. Cincuenta y cinco años después, la isla está rota.
Fragmentada en clases, unas más pobres que las otras, que subsisten robando en sus puestos de trabajo. Con negocios particulares o intentando trepar con un carnet rojo del partido por la complicada escalera que da acceso a los privilegios, autos y canastas de alimentos.
Ya estos guerrilleros y compadres no hablan de revolución para los humildes. En la capital, casi todos los barrios tienen las calles repletas de baches, cañerías destrozadas y latones desabordados de basura.
En contraste, hay grandes tiendas y hoteles adornados acorde al espíritu navideño.
Mientras muchos cubanos podrán celebrar la Navidad gracias a las remesas giradas por sus parientes al otro lado del charco, o por los ahorros de su trabajo mal pagado por el Estado, Habaguanex, la empresa que dirige Eusebio Leal, el historiador de La Habana, invita a esperar el 31 de diciembre con una opípara cena en la Plaza de la Catedral.
El cubierto vale 150 pesos convertibles. El salario anual de un obrero.
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