miércoles, febrero 05, 2014

Héctor Julio Cedeño Negrín desde Cuba: MARIEL, LA ÚLTIMA QUIMERA DE LA TIRANIA CASTRISTA

Tomado de http://nuevoaccion.com

MARIEL, LA ÚLTIMA QUIMERA DE LA TIRANIA CASTRISTA

Por Héctor Julio Cedeño Negrín
Periodista Independiente de Cuba
5 de febrero de 2014


Fidel Castro nos obligó constantemente a soñar sus sueños. Aquellos sueños esquizofrénicos de transformar a Cuba, en la campeona de los campeones, en todos los renglones de la vida. Tanto en la producción de azúcar, la de café o la de níquel, como en la mejor cosechadora de arroz, de frijoles o de naranjas. La ganadería prodigiosa del mundo, la reina en embalsar agua, la de mejor educación en el planeta, la potencia médica mundial. La ciento por ciento alfabetizada, la insuperable en el combate a la pobreza, la indigencia y el, etcétera, etc. Pero verdaderamente, lo único que cosechamos, fueron fracasos.  

Hoy hemos cambiado el tercer lugar que ocupábamos en la Latinoamérica de los años cincuenta, por el antepenúltimo lugar, en casi todos los estudios hechos, en estos años del siglo XXI. Cuando Fidel Castro irrumpió en la  Habana, aquel fatídico 8 de enero de 1959, ordenó paralizar todo el maravilloso desarrollo conseguido en los cincuenta y seis años de república. El pasado republicano nos colocó entre los primeros países del mundo, en varios renglones del progreso social. Pero como decía Carlos Puebla, “llegó el Comandante y mandó a parar”.

La camorra ítalo-norteamericana tenía un plan insuperable para Cuba; lavar miles de millones de dólares y convertir a la isla, en un paraíso turístico. El mayor y mejor equipado de Las Américas. Verdaderamente, no habría que criticar a Fidel Castro por ahuyentar los intereses mafiosos, pero aquella idea podía haberse modificado y traducida en la inversión de capitales legítimos, porque aquel era, un proyecto genial para el desarrollo de nuestro país y estaba en el momento adecuado.

Pero aquellos gobernantes sin luz ni visión de futuro, que son los mismos que desgobiernan hoy el país, prefirieron perder la gran oportunidad para desarrollar la nación. Continuaron con las prehistóricas doctrinas del monocultivo de la caña, el precario cultivo de la tierra y la producción industrial de la miseria. Cuba se encontraba, en el mejor lugar del planeta y en el momento ideal de su historia, para convertirse en la vanguardia mundial, de la llamada  industria sin chimeneas o sin humo.

Pero la “comandantería”, revolucionaria y comunista, prefirió considerarse enemiga de los Estados Unidos de América y  construir una revolución antinorteamericana a unas pocas millas de la costa estadounidense, con cohetes atómicos y todo. Los millones de dólares, que ganamos con aquella política aberrada, los debemos hoy, hasta el último centavo. El imperio sigue ahí, inconmovible, cada vez más poderoso. Nosotros convertidos en un pueblo, cada día más miserable. Mucho más menesteroso, que aquel prospecto de la era batistiana.

Nos peleamos con los Estados Unidos y al día de hoy, nuestros incalificables líderes, que se consideraron como los “machazos” de la película. Pasan la vida corriendo tras el imperio, tratando  denodadamente de besarles el trasero, a los gobernantes norteamericanos. Suplicándoles por Dios y por la Virgen, que les levanten el “Bloqueo”, como le llaman al embargo. 

Raúl con su decolorado comportamiento; “Míster President, I am Castro” es una vergüenza para sus propio acólitos, tanto, que el muerto vivo tuvo que intervenir, para tratar de salvar la honrilla. Vergüenza al mismo tiempo para sus contertulios de la América Latina. Demuestra que son personas sin la menor dignidad y execrables lame botas carentes de decoro.

Ahora intentan, subsanar sus errores, pero sin el adecuado arrepentimiento; primero fue Fidel con la bobada del petróleo imaginario. Ahora es Raúl, con la quimera del Mariel. Pero todas esas presunciones, no son más que artificios, para embelesar a los empresarios norteamericanos y que ellos mismos, presionen al gobierno estadounidense y al Presidente Barack Obama, para que les levanten el embargo y se apresten a invertir en Cuba.  

Pero, los empresarios, los geólogos, los economistas y hasta los políticos estadounidenses, saben perfectamente, que con los gobernantes cubanos no se pueden hacer negocios, porque ni pagan ni son confiables y conocen además, que en el territorio de Cuba, en sus costas y en sus mares adyacentes, existe menos petróleo, que el que cabe en una botella de whisky. Los inversionistas norteamericanos, no vendrán, pueden tenerlo por seguro. 

Para los empresarios norteamericanos tiene mucha mayor importancia, la industria petrolera mejicana, abierta hoy a la inversión privada, la industria canadiense o la brasileña, que lo que pudiera representar el espejismo, de la industria petrolera cubana. 

La idea de Mariel, se parece cada vez más a una utopía. Mariel valdría la pena, como puerta de entrada al comercio y a la inversión en territorio nacional, pero para nada, como un puerto internacional para el trasiego de mercancías. La costa sur occidental de Cuba y ni siquiera la costa central pueden recibir  barcos de gran calado y tonelaje. Tal vez la sur oriental, especialmente la bahía de Guantánamo. 

Parece que Cuba, podría ser utilizada como puente para el comercio entre los Estados Unidos, Europa y Canadá, con el área del mar Caribe, la América Central y el norte de Sur América, pero para eso no basta ni remotamente, el puerto del Mariel y su desarrollo, sino muchos miles de millones para desarrollar toda una infraestructura de puertos, carreteras y vías férreas, en las costas norte, sur y el resto de la isla. Un plan demasiado ambicioso y muy riesgoso para realizar bajo el auspicio de una tiranía comunista.

Cuba no es China, ni significa nada para el comercio internacional, ya no producimos, ni azúcar siquiera. Salvo que exportemos hambre, miseria y necesidades, no le veo el sentido. Esa tontería de la llave del golfo, es una configuración geográfica, para ser utilizada por los poetas. 

Mucha mejor valía hubiera tenido por ejemplo, el descartado Canal Vía Cuba, que seccionaba la isla por la mitad y la abría a la navegación de norte a sur y viceversa, sin tener que bojear el largo caimán. El Canal Vía Cuba podría acoplarse hoy, con la ampliación del Canal de Panamá. 

Pero Cuba podrá ser mirada con nuevos ojos, cuando se inserte completamente, en la economía de mercados. Ese será precisamente su futuro, aunque tengamos que esperar, por la muerte de los tiranos o nos decidamos por fin, a derrocarlos por la fuerza. 

Veremos cómo podrá utilizarse esa inversión para que pueda servir en el futuro y quienes están dispuestos a arriesgar su capital, en tal empresa. A no ser que los tiranos profundicen en las reformas y aclaren el nebuloso estatus de la “proclamada zona especial” y lo extiendan al resto de la isla. 

Luego de reconocer toda una serie de preceptos, derechos y libertades para los cubanos y los inversores. Tales como la vigencia plena de todos los derechos humanos, la presencia de un verdadero estado de derechos, el reconocimiento de la propiedad privada en todos los sentidos y la restauración de una serie de conceptos, cuya negación hasta el día de hoy, resultan  anacrónicos y son un obstáculo, para estimular la inversión extranjera.  

Estamos exactamente a la mitad de la era republicana de Cuba, cincuenta y seis años de República, con períodos autoritarios, pero con democracia efectiva y los cincuenta y seis años que cumpliremos, bajo una feroz tiranía totalitaria y comunista. Los últimos cincuenta y seis años, han anulado uno por uno, los anteriores. Hoy podemos decir entonces, que nos encontramos en un punto similar al del año  1902, aunque en muchos renglones, nos encontramos mucho más lejos. Este análisis prefiero dejarlo para otros, mucho más versados que yo, en este tema. 

Puede ser que Mariel sea simplemente un programa para el entretenimiento de los cubanos. Promesas para un falso futuro y que los tiranos puedan terminar sus días, sentados cómodamente en el poder. No creo que ese proyecto se convierta en algo diferente, a lo que han sido hasta hoy, todas  las fantasías anunciadas, por la tiranía castrista, a lo largo de estos más de cincuenta y cinco años.