Paquito D'Rivera: «¡Y todavía hay gente que defiende a Fidel! Sobre todo aquí, en España»
Por Pablo Martínez Pita
Madrid
02/07/2014
Cuando uno lee que Paquito D’Rivera celebra sesenta años de carrera y, a continuación, su edad, 66, parece que algo no concuerda. Pero sí. Como un Mozart del jazz, era un niño cuando se subió por primera vez a un escenario, exactamente en junio de 1954, en una fiesta de fin de curso de primaria: «Me ponía a tocar al lado de mi padre, que era un modesto importador de instrumentos, con un saxofón de plástico. Como vio que había un interés real, me compró un saxofón curvo que todavía conservo. Y ese ha sido mi amor durante todos estos años».
Ha venido a España para actuar en Tarragona (jueves), Granada (viernes) y en el festival Clazz de Madrid (sábado), y la ocasión sirve para raelizar un encuetro digital con los lectores de ABC.es y hacer un recorrido por la historia de uno de los músicos fundamentales en la evolución del jazz latino. Por ejemplo, su primer y asombroso encuentro, en 1977, con otro icono del género: «Un día llegué a mi casa en La Habana y me encontré una nota que decía: “We had been looking for you. ¿Dónde estabas, coño? Firmado: Dizzy Gillespie”. Pregunté a un tendero y me dijo que había estado un negro gordo vestido de Sherlock Holmes, porque llevaba un abrigo de esos ingleses, una gorra de doble visera y una pipa, ¡y hacía un calor del carajo!».
«Un piquete bravo»
Fue su compañero Arturo Sandoval el que, al ver un tumulto en el puerto, se acercó a ver qué pasaba y se encontró al célebre trompetista llegando en barco junto a Stan Getz, Fatha Hines, David Amram... «Un piquete bravo», cuenta Paquito D’Rivera, con esa gracia y ese acento cubano que no l
e abandona a pesar de que se marchó de la Isla en 1981. «Arturo se le acercó y le dijo con su inglés de él: “I’m a trumpet player. You come with me”. ¡Y Dizzy le acompañó, sin saber si era un bandido o qué!».
(Paquito D'Rivera)
Fue después cuando la policía política política fue a buscarle -«yo me cagué»- y le llevaron a tocar con su grupo Irakere como teloneros de los jazzistas norteamericanos. «Fue el principio de una amistad muy bonita. Y fueron estos músicos los que hablaron en Nueva York de nosotros, y de ahí salió nuestra grabación en un sello norteamericano. Y ganamos un Grammy».
Se dieron así a conocer internacionalmente y se convirtieron en el primer grupo cubano de la era Castro en firmar con una discográfica estadounidense. De aquella banda guarda gratos recuerdos: «Empezamos a juntar elementos que no se habían mezclado nunca: la música afrocubana, el jazz y la clásica. Lo hicimos sin planearlo, y luego nos dimos cuenta de que tuvo una influencia enorme».
Chucho Valdés
Allí también estaba Chucho Valdés: «Cuando yo era un apestado en Cuba, él me invitó a formar parte de Irakere. Fue un gesto muy bonito y se lo agradeceré toda la vida. Esa fue una de las razones por las que yo luego grabé a Bebo después de treinta años fuera de los estudios. Por eso y porque era un gran músico, claro».
Estaba de gira con Irakere cuando, en España, decidió exiliarse: «Fue sumamente duro y triste. Perdí mi matrimonio y a mi hijo. Pero todo en la vida tiene un precio. Lo decidí cuando ocurrió lo del llamado éxodo del puerto de Muriel, cuando miles de cubanos huyeron a la Florida, y apareció una turba de gente armada con palos de golf. Fue una cosa bien fea. ¡Y todavía hay gente que viene a defender esto! Sobre todo aquí, en España (ríe). Le echan la culpa a la colonización española y al imperialismo americano. ¿Quién embargó a Venezuela? No hay bloqueo y se acabó la comida allí también».
¿Se llega a perder la esperanza de volver un día a su tierra? «Un poco. Supongo que aquí con Franco pasaba lo mismo, aunque aquello fueron 36 años, y aquí llevamos 55. Pero a veces me acuerdo de cuando Vargas Llosa me dijo que caería el Muro de Berlín y yo pensé que estaba loco». Sea como fuere, nunca pierde el humor: «Hay un chiste que dice que murieron Reagan y tantos otros, pero que en el siglo XXII todavía estarán los Castro y Alicia Alonso».
Múltiples proyectos
Para el concierto que dará en la capital, dentro del festival Clazz, en los Teatros del Canal, contará con dos quintetos, el Cimarrón, un grupo de cubanos afincados en Galicia con los que grabó «Aires tropicales»; y el del pianista también cubano Pepe Rivero, con los que presenta su más reciente disco, «Jazz Meets the Classics». «La sorpresa es que vamos a juntar ambos quintetos para interpretar una pieza que ha escrito para esta ocasión un compositor y flautista cubano que vive en Ciudad Real, que se llama Carlos Cano. Va a ser divertido».
«Soy géminis», se justifica para hablar de los múltiples proyectos en los que ha colaborado o protagonizado él mismo. Y todavía tiene un proyecto inédito: «Hace algunos años estoy tratando de que alguien financie mi ópera, que se llama "Cecilio Valdés, rey de La Habana". La escribí para un artista extraordinario que se llama Pedrito Martínez, un muchacho negro cubano percusionista, cantante bailarín, un tipo talentosísimo. Es la eterna historia de Romeo y Julieta. Ella es la hija blanca de un general castrista, y él un músico negro al que no le permiten hacer televisión. Se enamoran y, por supuesto, el general no se traga el cuento ese. Es una ópera que usa un formato orquestal, con una orquesta de ópera pequeña pero también con un grupo de música cubana y de jazz. Y usa voces operísticas y de jazz y de son».
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