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Racista incurable es, para mí, cualquier individuo que es hostil hacia personas de otra raza que no sea la suya.
El Fiscal General Eric Holder acaba de renunciar la semana pasada y, con su renuncia, los Estados Unidos dan un primer paso para salir de la pesadilla en la cual los han sumido el binomio racista, izquierdista y fanático de Obama-Holder. Ignorando su obligación de promover la paz social por medio de la aplicación de las leyes según están escritas, el renunciante asumió el papel de vengador de todas las injusticias cometidas --que en verdad fueron muchas--por la mayoría blanca contra las minorías integradas por hombres y mujeres de la raza negra.
La cuestión es que ninguna sociedad puede prosperar o siquiera sobrevivir en guerra permanente. Que cuando las minorías ignoran progresos alcanzados en el camino de la justicia y se declaran en guerra permanente para vengarse de pasados oprobios, el ciclo de desconfianza, odio y división se hace endémico. El trágico resultado es que los Estados Unidos de este 2014 están más divididos a lo largo de líneas ideológicas y raciales de lo que nunca estuvieron en los 50 años previos a la elección del Presidente Barack Obama y su designación de Eric Holder como Fiscal General e Inquisidor en Jefe.
Estoy seguro, por otra parte, que algunos de quienes me leen no estarán de acuerdo con mi evaluación de Eric Holder como individuo y como funcionario público. Pero, para respaldar mis opiniones, tengo nada menos que la ayuda del propio Holder. Sus acciones a lo largo de su vida como funcionario federal demuestran que Holder es un racista incurable y un izquierdista inveterado. Un fanático que ha utilizado su cargo para imponer su ideología y ventilar sus frustraciones contra el resto de sus conciudadanos. Me propongo demostrarlo pasando revista a sus declaraciones, su conducta y sus decisiones durante su paso por el Departamento de Justicia.
¿Por qué afirmo que Erice Holder es un racista incurable? Racista incurable es, para mí, cualquier individuo que es hostil hacia personas de otra raza que no sea la suya. Unos ejemplos, limitados por razón de tiempo y de resistencia del lector, serán suficientes para respaldar mi opinión.
Recién nombrado en su cargo Holder dijo: "En cuestiones raciales nosotros hemos sido, en gran medida, esencialmente, una nación de cobardes". Yo digo que el cobarde es un Eric Holder que se esconde detrás de su raza para defender las iniquidades de Barack Obama y no contestar preguntas sobre sus violaciones de la constitución y de las leyes.
Cuando durante una comparecencia ante el Congreso fue cuestionado por el republicano John Culberson sobre su negativa a enjuiciar a los miembros de las Panteras Negras que intimidaron a votantes blancos en Filadelfia, Holder tuvo el descaro de contestarle que su pregunta era un ataque a aquellos que "se habían jugado la vida en defensa de los derechos de mi gente". La"gente" de un Fiscal General no debe de tener color. La "gente" que pagaba su salario y a la que usted, señor Holder, estaba obligado a defender y representar eran los ciudadanos de todas las razas, religiones y sexos de los Estados Unidos, no únicamente a la "gente" de su raza negra.
El Departamento de Justicia de Holder ha sido, por otra parte, indiferente ante las decenas de millares de muertes violentas de jóvenes negros por asesinos negros. Pero basta cualquier incidente en que un joven negro muera a manos de un hombre blanco para que Holder tome cartas en el asunto. En el caso de la muerte violenta del joven negro Trayvon Martin, Holder no sólo mintió sino trató de enjuiciar por segunda vez en los tribunales federales a un ya exonerado en tribunales estales, George Zimmerman.
Pero, donde le puso la "tapa al pomo" fue cuando decidió adoptar un papel protagónico en la muerte del joven Michael Brown a manos de un policía blanco de la ciudad de Ferguson, en el estado Missouri. A su llegada a Ferguson, Holder dijo a los periodistas: "Estoy aquí no solo como Fiscal Federal sino como un hombre negro". ¿Qué tiene que ver la gimnasia con la magnesia ni la justicia con el color de quien la administra?
Acto seguido abrió la "caja de pandora" de sus conflictos emocionales diciendo que comprendía la rabia de la comunidad negra porque él había experimentado en carne propia humillaciones propinadas por la policía por razón de su raza. Aunque una comprensible reacción por parte de Holder, una deplorable declaración en boca de un funcionario cuya misión debió haber sido aplacar los ánimos y no exacerbar las pasiones.
¿Por qué afirmo que Holder es un izquierdista inveterado? Izquierdista inveterado es, para mí, un ideólogo de la izquierda incapaz de entender la realidad objetiva porque es cegado por su realidad subjetiva. Una vez dominado por ese estado mental el individuo actuará sin tomar en cuenta las consecuencias de sus acciones. Unos cuantos ejemplos ilustrativo de la avanzada dolencia izquierdista de Holder.
En un discurso ante la Sociedad Constitucional Americana en el 2004, Holder se refirió a los conservadores diciendo que "se habían burlado del imperio de la ley (rule of law), habían defendido el 'status quo' y se habían resignado a permitir la perpetuación de grandes injusticias". He aquí la prueba de que, en el mundo de este fanático, la verdad es monopolio de su izquierda y no existen los términos medios.
En marzo de 2011 se negó a suministrar detalles solicitados por el Congreso sobre el escándalo de la Operación "Rápido y Furioso" en que agentes federales de Estados Unidos vendieron más de 2,000 rifles de asalto a traficantes de drogas mexicanos. Precisamente por su encubrimiento del escándalo de "Rápido y Furioso" fue el primer Fiscal General de los Estados Unidos en ser declarado en rebeldía ante el Congreso. Igualmente se dice que fue la misma razón que lo obligó a renunciar cuando un juez le dio un plazo perentorio de dos días para entregar a Judicial Watch las pruebas que había negado al Congreso.
Con anterioridad, en su condición de Fiscal General Adjunto durante la presidencia de Bill Clinton, Holder recomendo176 perdones presidenciales, entre cuyos beneficiarios estuvieron notorios terroristas y defraudadores del fisco. Recomendó, por ejemplo, perdones para terroristas del Weather Underground como Susan Rosenberg and Linda Evans. Y más inaudito todavía, recomendó perdonar al multimillonario Marc Rich, quién violó el embargo comercial contra Irak comprando petróleo a Sadam Hussein y defraudando al fisco norteamericano en más de 100 millones de dólares.
Holder es, por otra parte, un consumado crítico de la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos al amparo de la cual los ciudadanos obedientes de la ley tienen derecho a portar armas de fuego. Es proponente de la incongruencia jurídica y la barbaridad moral de juzgar a terroristas presos en la Base Guantánamo en tribunales ordinarios donde recibirían los mismos beneficios procesales de los ciudadanos norteamericanos. Y una de sus grandes pasiones es la obstrucción de leyes encaminadas a exigir que los electores se identifiquen antes de depositar sus votos en las urnas. Su argumento es que constituye una discriminación contra los electores de raza negra.
Ahora bien, hay dos de sus acciones que considero las mas inauditas y condenables. Su negativa a proporcionar información sobre la persecución de los conservadores del Tea Party por el Departamento de Rentas Internas (Internal Revenue Service) y la obstrucción de toda investigación que pueda señalar a Barack Obama como responsable de la masacre de Benghazi y su subsiguiente encubrimiento por la Casa Blanca. En estos, como en otros casos, ha sido un activista antes que un jurista y un protector de su amigo Barack Obama más que un guardián del respeto a la Constitución y a las leyes.
Sin embargo, en honor a la verdad, Holder no es el primer Fiscal General que pone el servicio a su jefe por encima del servicio a su patria. John Mitchell fue la figura central en el encubrimiento de Watergate y lo pagó con años de cárcel. Y Janet Reno, ya fuera en los escándalos de Ruby Ridge, Waco o de Mónica Lewinsky, utilizó su poder para proteger los intereses políticos de Bill Clinton.
Pero, en el caso de Holder, sus acciones han sido más radicales y de mayor envergadura porque contienen ingredientes de tipo emotivo que impactan su psiquis. Un hombre que, además de por su agenda radical, es motivado por experiencias traumáticas que, según sus propias declaraciones públicas, no ha logrado dejar atrás. El poder de intimidación de un Fiscal General en manos de individuos con estas características es un arma extremadamente peligrosa para la estabilidad de cualquier sociedad. Dios quiera que los norteamericanos hayan aprendido de esta experiencia y elijan gobernantes que tengan el sentido común de nombrar funcionarios cuya única agenda sea el servicio a sus conciudadanos sin consideración alguna de ideologías, credos o razas. Porque, sin el virus de Barack Obama, jamás habríamos sido víctimas de la enfermedad de Eric Holder.
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