Alina Brouwer testimonia sobre la represión artística en Cuba: Caminando en los pies de los otros (5 años después del concierto de Juanes)
Esos últimos meses también fueron testigos de denuncias de personas que sabían que me iba de Cuba, y que aunque deseaba quedarme, no podía, porque para personas como yo, con nombres muy distinguidos, la cárcel en Cuba no es una opción, en regímenes comunistas las personas importantes terminan en hospitales psiquiátricos y ya sabemos, porque ha sido más que documentado, lo que les pasa a los locos en Cuba.
En el verano de 1990 conocí a los guitarristas y compositores Idalberto y Claudio Vald é s, en la casa de La Vibora, de los poetas ya fallecidos, Elena Tamargo y Osvaldo Navarro. Los Valdés formaban un duo y se llamaban “Mr. Acordes”, no solo eran extraordinarios compositores, sino que ponían acorde tras acorde sin parar, maestría, talento, virtuosismo eran solo algunas de las palabras que eran asociadas con estos muchachones. Eran tan extraordinarios y talentosos, que mi padre (Leo Brouwer) los invitó a uno de sus festivales de guitarra, donde dieron rienda suelta a su talento y derrocharon acordes ante un público entregado, que contaba entre otros con la presencia estelar de Paco de Lucía.
Tal parecía que el futuro brillante de los Mr. Acordes estaba asegurado. Conciertazo de la mano de Brouwer, en presencia de un Dios como Paco de Lucía, reconocimientos como virtuosos, en fin, sus sueños convertidos en realidad. Solo que había un problema, los el duo Acordes no era reconocido por instituciones culturales oficiales, sus carreras como músicos era ilegal, pues en Cuba, todo el mundo tiene que pertenecer a alguna institución oficial cultural, para poder trabajar. Ellos eran unos marginados.
Los Acordes eran no solo buenísimos como músicos, también tenían integridad y principios, rarezas en la Cuba cultural, su preocupación por su situación personal, se convirtió en preocupación por otros cubanos de a pie, el estado de la cultura en Cuba y de la autonomía de los artistas cubanos, así fue como se unieron al grupo “Criterio Alternativo” que lideraba la poeta María Elena Cruz Varela. ¿Eran ellos y María Elena entre otros, agentes de la CIA tratando de derrocar “la revolución cubana”? Para nada, eran simples cubanos tratando de ejercer sus derechos y de paso estaban luchando por los derechos de otros artistas a ser independientes, a decidir por sus futuros.
La cronología de los eventos que se sucedieron después, va más o menos como sigue: Los Acordes exigieron ser reconocidos como músicos autónomos, su petición no solo fue rechazada, sino que además los comisarios políticos de las instituciones culturales cubanas comenzaron a perseguirlos, en un trabajo en estrecha colaboración con la seguridad del estado. Los Acordes se pusieron en huelga frente al comité central del PCC en La Habana y después en su casa del barrio de Guanabacoa. La policía fue a buscarlos, la orden era cazarlos como si fueran animales, para llevárselos presos, ellos se resistieron ante la arbitrariedad en la azotea de su casa, fue entonces que un policía descargó su pistola contra Claudio. De un solo plumazo, los dos hermanos fueron encarcelados, encausados y sentenciados a 7 años de prisión por desacato. Claudio, murió en prisión, como resultado de golpizas y de que nunca recuperó su salud, le sobrevivió su hermano Idalberto.
Esta es una de las tantas denuncias que se me fueron encomendadas para que sacara de Cuba en 1992. Y así fue. Asumí la misión encomendada, de batallar por ellos, y por otros, no solo denunciando públicamente la situación del gremio de músicos, artistas e intelectuales cubanos sino también pidiendo la excarcelación del músico preso sobreviviente. Fueron años de denuncia en solitario, la puerta se le tocó a otros artistas, pero no hubo un solo músico cubano, de ninguna orilla que uniese su nombre a esta causa, la de denunciar el horror y la de empujar por la excarcelación de Idalberto.
No estaba de moda ser músico opositor, las deserciones de otros importantes músicos, eran lo que ocupaba los medios de prensa, trabajar por otros no traía nada bueno a cambio, no había becas, ni dineros, ni grants, no se entregaban medallas por la libertad por hacer ese trabajo, ni se conseguían contratos con disqueras, ni contratos para actuaciones en festivales, ni invitaciones a conferencias, ni presentaciones en la televisión, al revés, la realidad es que mantener una posición decente ante el horror, solo ayudaba y todavía es así, a enterrar aun más nuestras carreras como artistas. Dicho en blanco y negro, el ser músico cubano y trabajar en el tema de derechos humanos, es una sentencia de muerte para nuestras carreras.
Es cierto que hay quienes escriben y lanzan sus opiniones contra los Castro y su régimen y tienen carreras muy exitosas, pero esos, ya tenían carreras famosas antes de volverse “opositores”. Una cosa es posicionarse un día frente a un evento y escribir sobre el mismo y otra muy diferente es el trabajo del día a día en favor de otros. El trabajo silencioso que no recibe ni espera medallas, el trabajo que nos deja solo deudas gigantescas en nuestras economías y que nadie paga.
Fabiola, madre de Los Acordes me pidió ayuda, la petición me llegó a través de colaboradores dentro de Cuba, me contaba que Idalberto estaba muy mal en prisión, ella tenía miedo que se le fuera a morir su otro hijo también en cautiverio y quería que la ayudase a sacarlo de la cárcel. Yo, muerta de hambre, refugiada, y en solitario, me di a la tarea de redactar una carta pública, que fue publicada por varios medios de prensa, explicando el caso y pidiendo solidaridad para con la familia y demandando su excarcelación inmediata y sin condiciones. Rita Marley, fue la única que unió su nombre a mi petición, armados con la verdad y la urgencia de la situación, en esa batalla, metí también a mi padre y le demande que levantase su voz, si no lo hacía por solidaridad al menos por humanidad. Idalberto fue excarcelado a mediados de los 90s.
El poeta y escritor Raúl Rivero, fue también una herramienta clave en aquella época, yo fuera de Cuba y Rivero dentro de la isla, tratamos de hacer aun más por Idalberto, y por otros artistas y músicos, deseábamos hacerle llegar ayudas; a través de Rivero, supe que Idalberto había salido de prisión, que estaba en reclusión y que no quería saber nada de nadie. Con los años también me llegó la noticia de que ya se encontraba tocando guitarra y componiendo música.
La semana entrante, en La Habana, mi padre celebra otro festival más, que lleva su nombre. Yo fui invitada, pero no voy a ir. No porque no tenga ganas de subirme a un escenario en Cuba, o porque no tenga ganas de ver a mi familia, amigos, y regalar lo mejor de mi a mi public natural, después de todo, mi primera actuación pública como músico, fue en Cuba y la hice cuando tenia 5 años de edad, de la mano de mi padre. No, no entro a Cuba, porque la situación en esa isla, no solo para los cubanos de a pie, sino para músicos y artistas como Idalberto, no ha cambiado en nada. Al revés. Ahora además de la represión debemos sumar el ruido ensordecedor de los regresos victoriosos al terruño de otros músicos cubanos, y este ruido ayuda a los Castro a acallar todo lo demás, cualquier otro evento, con sus palabras victoriosas y sus valoraciones, estos músicos y artistas ayudan a acallar las golpizas, las denuncias, el ostracismo en contra de otro músico, de otro poeta, de otro artista, ya ni hablar de los cubanos sin importancia.
¿Qué músico cubano isleño extiende su mano, su nombre y apoyos concretos, más allá de escribir algo al respecto, a artistas que viven como apestados en su misma tierra? Esa es una buena pregunta. El gremio de músicos y artistas cubanos está lleno de gente que nunca han servido a otro ser humano. Nunca han sido la voz constante, la voz de otros que no pueden hablar, no, nuestro gremio de artistas es un gremio egoísta, centrado en sí mismos e interesado solo en el avance de sus agendas personales y sus legados como personajes importantes.
Con frecuencia veo a artistas americanos tomar las riendas de hacer conciertos solidarios, o de recaudacion, no solo por causas que les tocan personalmente, sino porque hay causas que son mucho más importantes que nuestros 15 minutos de fama. El apoyo a otro ser humano que se encuentra desprotegido no es un acto político, es en realidad lo único que nos distingue de los animales, el actuar en consciencia.
¿A quién molesta que Pancho, o malanga, vuelva a cantar en la isla “después de 24 años”? A muchos. A mi personalmente me da igual. El asunto no es que regresen, o canten en un festival famoso, lo importante es lo que dicen y lo que no dicen, cuando no cantan, lo que molesta y duele. Tampoco aplica eso de “después de 24 años”. Pancho y otros, entran y salen de Cuba todo el tiempo y se mueven dentro del mundo cultural oficialista cubano, nunca han dejado de hacerlo, y es importante esta clarificación. Hace años que estos alabarderos, están tratando de que los quieran en Cuba y parece que ahora sí les toca su ración de amor.
Esta es la cuestión, no nos duele que derrochen su arte ante su público natural, no. Lo que nos duele es que sus discursos llenos de desinformación, egoístas y megalomaniacos acallan los gritos de los desprotegidos y de los apaleados. Si Pancho, o malanga, van y cantan y viven en la “gozadera” en Cuba, pero ejercen discreción, tacto, decencia, y mantienen sus boquitas cerradas, no estaríamos aquí, escribiendo sobre esto.
¿Es honesto Pancho cuando afirma que hay cambios en Cuba y sobre todo en el contexto de él, como músico? ¿Puede él y los otros, afirmar que algo ha cambiado para los músicos y artistas cubanos, tanto los que estamos fuera de la isla o los que viven allá? ¿Cómo es posible que artistas que tienen sensibilidad, que son capaces de componer obras maravillosas, ignoren la realidad de los cubanos? Cuando uno trabaja por otros, uno tiene derecho a opinar. Cuando a uno no le interesa el dolor de otros, y no trabaja ni ha hecho nunca nada por nadie, el silencio es lo decente.
Sé por testimonios de personas que conocen bien a estos elegidos, que nunca han hecho nada por ninguno de los colegas de su gremio, ni dentro ni fuera de Cuba, y que además, miran hacia el otro lado, cuando se enteran de algo o se les toca la puerta para convocarlos a la solidaridad. El hecho de que el régimen racista y de apartheid del general Raúl Castro le abra las puertas a estos altoparlantes, no quiere decir que la naturaleza de su régimen ha cambiado. Los que son dueños del poder en Cuba, necesitan que el mundo sepa que ellos han cambiado, para poder recibir ayudas de otros países, que mejor que usar a los Pancho y compañía, para que les hagan el trabajo propagandístico, desafortunadamente para nosotros, su filosofía en cubano es de que “Comí yo, comió Cuba”, que quiere decir: “Si me abren la puerta en Cuba a mí, hay cambios en Cuba”.
Mi solidaridad con mis colegas músicos y artistas, mi trabajo en activo para apoyar a que otros ejerzan sus derechos me ha costado muchísimo, en términos profesionales y familiares. Algunos en mi familia me cerraron sus puertas hace años, también hay famosos, fuera de la isla, que han dejado de hablarme. Hay gente incluso, que me mira con ojos que reflejan odio. Siento lástima por ellos. Porque el ser famosos no es un legado válido para llevarnos a nuestra tumba, solo nos llevamos lo que hicimos o no hicimos en vida, por otros.
La realidad es relativa de acuerdo a las circunstancias, las perspectivas de cada cual es siempre diferente, todos miramos el mismo sol con diferentes prismas. Pero lo cierto es que músicos y artistas cubanos que han sido agraciados con visas y privilegios que otros no tienen y se atreven a afirmar que porque ellos reciben tratos preferenciales, las cosas de veras han cambiado en nuestra Cuba, mienten, porque ellos saben perfectamente, que las instituciones culturales de la isla no son independientes ni nacidas de la espontaneidad, son instituciones con misiones específicas, que van desde mantener control absoluto de la vida cultural de los artistas hasta ejercer como comisarios políticos en estrecha colaboración con la seguridad del estado cubano, para así borrar del mapa a quien no se comporte como ellos desean.
La batalla de Los Acordes, la muerte de Claudio, el haber arrastrado por los pelos a la poeta María Elena Cruz Varela, escaleras abajo de su apartamento en Alamar, en los 90s, no son cosas del pasado reciente cubano, parecen testimonios sacados de la Cuba actual, el diario de la vida de los cubanos sigue siendo el mismo, nada ha cambiado. No hemos tenido todavía un día de paz. No sé por qué razón, no existen planes de solidaridad y apoyo al gremio de músicos en Cuba por parte de grupos de exilados, Dios bien sabe que hemos tratado de buscar esos apoyos.
Lo que necesitan Idalberto, quien todavía vive en su barrio de Guanabacoa, otros músicos, artistas e intelectuales cubanos, es que los músicos poderosos, con acceso a las tribunas cubanas y de otros países, comiencen a caminar en los pies de los otros, y si no es así, al menos tengan la decencia de callarse sus bocas, porque cada palabra suya, cada discurso suyo de apoyo a ese régimen, es un clavo más para el martillo que son los Castro, y con ese actuar ayudan a cerrar aun más las cajas de muertos donde están metidos los artistas cubanos hoy día.
LA SOCIEDAD DE
AUTORES INDEPENDIENTES DE CUBA
ENFOQUES DE LA REVISTA “Siglo XXI”, del miércoles 29 de Agosto del año 200l
Como parte de la incipiente, y constantemente asediada por el terror castrista, nueva sociedad civil que contra viento y marea está surgiendo en numerosas parte de todo el país, se ha fundado la Sociedad de Autores Independientes de Cuba, que auspician desde el exilio la compositora e interprete musical Alina Brower y el pintor Pedro Rivero.
Por una documento de denuncia que esta organización ha publicado hace unos días en el diario El Nuevo Herald de Miami, hemos sabido de la atrocidad cometida contra el duo de trovadores cubanos conocidos como Mr.Acordes, que estuvo integrado por Claudio e Idalberto Valdés. Estos creadores musicales que se dedicaban a la música afrocubana con ritmo e incluencias del jazz norteamericano, además, en su momento estelar fueron calificados por el cantautor español Paco de Lucia, como los mejores percucionistas y vocalistas cubanos de las tonadas gitanas.
Sin embargo, poco tiempo después del éxito que auguraba la obra de Mr.Acordes, la policía de seguridad del estado castrista dedicada a reprimir en el sector artístico, descubrió que Claudio Valdés e Idalberto Valdés habían estado estrechamente vinculados al Grupo Disidente Criterio Alternativo. Con esta acusación, a los hermanos trovadores le fueron cerradas todas las puertas de cuanto centro de trabajo les pudiera emplear por su talento.
La respuesta de Idalberto y de Claudio fue la de irse a las oficinas del propio Comité Central del Partido Comunista y allí, plantear que desde ese momento se declaraban en huelga de hambre en un gesto de protesta cívica, frente al atropello de que el G-2 los estaba haciendo objeto.
Al momento, el duo Mr. Acordes fue desalojado a la fuerza de ese cuartel general de los comisarios cubanos y, pocas horas mas tarde, fueron arrestados para luego ser condenarlos a siete años de cárcel por rebelión y desacato a la autoridad. En un forcejeo con Claudio Valdés a la hora de la detención, los porristas de Castro le propinaron un disparo, como consecuencia del cual y de las palizas de que ambos cantantes fueron víctimas en la cárcel, mas tarde pereció. Por su parte, Idalberto Valdés tuvo que esperar en el presidio político varios años, antes de ser liberado por gestiones de familiares del músico jamaiquino Bob Marley y por una campaña de denuncias internacionales llevada a cabo por Alina Brower.
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