Jorge Hernández Fonseca: El peligro de la Piñata cubana
14 de Mayo de 2015
La especial situación por la que atraviesa la Cuba de hoy ha enmudecido buena parte de los analistas políticos --probablemente debido a la celeridad de acontecimientos-- dificultando una comprensión para el rumbo que tomarán los eventos económicos y políticos dentro de la isla. Esta falta de horizontes y de los muchos objetivos claros y difusos de cada uno de los actores, se escenifica en un contexto de disímiles aspirantes a participar de la gran piñata que se presenta ante los ojos de los actores económicos por un lado y de los oportunistas políticos por otro, convocados todos por las manifiestas debilidades de una revolución socialista fracasada, ansiosa por financiamientos y apoyo material. Es carne fresca ante un cardumen de pirañas.
Desde el 17 de Diciembre pasado Cuba está en venta por sus dueños de mentira. Un prolongado proceso de sometimiento por hambre, represión y desidia ha decantado sobre las mentes de los cubanos de la isla la quimera de “una vida mejor” --con desayuno, almuerzo y comida-- (pero sin libertades) fenómeno explicado por la “pirámide de Maslow” al mostrar que las necesidades básicas priman sobre valores intangibles y universales, como la libertad.
Dentro del presente torbellino, el llamado “problema cubano” tiene dos ópticas muy diferentes: la óptica “internacional”, asumida por la gran prensa y la casi totalidad de la opinión pública de los países del globo, que analiza la problemática cubana como siendo “el diferendo entre EUA y Cuba”; y la óptica de los cubanos --de la isla y el exilio-- que sabe padecer un único problema, “la opresión de una dictadura de izquierda contra su pueblo”, cortándole todo tipo de libertades.
- · Un Raúl Castro conciliatorio se reúne con el presidente norteamericano en Panamá, mientras una claque castrista golpea opositores pacíficos en plaza pública;
- · Un Canciller japonés ansioso viaja a Cuba con su maleta repleta para ofrecer “villas y castillas” a los sucesores de la bancarrota cubana;
- · Un Raúl Castro misterioso visita Argelia (¿petróleo?) un poco antes de volar a Rusia para recibir el abrazo del oso post soviético, pero a la antigua usanza;
- · Un Raúl Castro sorprendido observa el desfile militar celebrando “la victoria” en la Plaza Roja de Moscú, añorando “los viejos tiempos” y con un pedido de armas en carpeta;
- · Un Raúl Castro enternecido estrecha la mano del primer Papa latinoamericano, diciéndole hipócritamente que “volverá” a la Iglesia “a rezar”;
- · Un Raúl Castro “permisivo” (obligado por el contexto) permite la entrada desde su exilio de Miami a una de las más notables esperanzas del futuro patrio: Rosa María Payá;
- · Un Raúl Castro satisfecho recibe en la Habana al presidente francés “infiel”, que por primera vez visita la isla para “acompañar” a Cuba durante el acercamiento a EUA.
- · Un Raúl Castro orgulloso constata como su archienemigo Barack Obama se suma al “despelote” generalizado cuando dice que “muy probablemente visitará la Habana”;
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