Tomado de Cubanet.org
Sandino: Otro pseudohéroe revolucionario
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Por estos días de mayo, en que la prensa nacional castrista ha recordado otro aniversario del natalicio de Sandino, recuerdo a aquel amigo, al que llamábamos El Nica
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Tania Díaz Castro
mayo 26, 2015 |
LA HABANA, Cuba. – Las revoluciones o tragedias pasajeras, bien calificadas por el poeta Octavio Paz, cuando dijo: ¨Son fenómenos traumáticos que comienzan con una promesa, se disipan en violenta agitación y se congelan en sangrientas dictaduras¨, necesitan de los llamados héroes, en busca de seguidores.
Allá por los años setenta, cuando yo trabajaba en el Instituto Cubano de Radio y Televisión, conversé en muchas ocasiones con un periodista nicaragüense sobre Augusto César Sandino -1895-1934-. Aquellas conversaciones jamás las he podido olvidar.
Comenzó diciéndome que El General de Hombres Libres, como le llaman al guerrillero nicaragüense, era un verdadero asesino, que él tenía unos quince años cuando Sandino murió y que tanto él como los más viejos de Nicaragua, recuerdan muy bien las barbaridades que cometió en su guerra.
En ningún momento dudé de sus palabras. Las expresaba con un gran dolor, como si brotaran de su alma, pese a sus convicciones políticas.
Por estos días de mayo, en que la prensa nacional castrista ha recordado otro aniversario del natalicio de Sandino, recuerdo a aquel amigo, al que llamábamos El Nica.
Me explicó qué el gobierno de Daniel Ortega, para que no se conociera realmente al hombre que ¨había inspirado la insurrección contra Somoza¨, jamás ha permitido que los periodistas revisen la
documentación que se conserva en los Archivos Históricos de Managua.
(Augusto César Sandino)
¨En esos Archivos –me dijo-, a través de documentos, fotografías de las víctimas, testimonios, denuncias personales y colectivas, cartas y mensajes que escribió Sandino, sus consignas y manifiestos, está reflejada su verdadera personalidad, su sadismo, sus ambiciones personales, su falta de moral, sus mentiras, pruebas evidentes del terrorismo que puso en práctica para, según él, echar del territorio nicaragüense a las tropas norteamericanas.
¨Cuando no quedó en el país ningún soldado estadounidense, Sandino continuó su lucha. Su estrategia era apoderarse de Nicaragua. En ese Archivo oculto, que seguramente no han desaparecido, Sandino está retratado de cuerpo entero tal como era: un verdadero bandido. Fue una suerte que no se apoderara del país. Lo hubiera destruido.¨
¨Su estilo era matar a todos los que no cooperaran con él, nacionales o extranjeros, despojándolos de sus bienes, sin piedad alguna para niños y ancianos, cortar las manos de los que asesinaba para enviarlas al enemigo sobre el lomo de sus bestias.¨
Pasaron los años y busco en Internet mucho más sobre aquella historia. Pese a la muy lenta, bloqueada y frágil conexión que tenemos ciertos cubanos con acceso a ese milagroso y maravilloso mundo de la información, encuentro lo que buscaba.
El salvajismo en la guerra de Augusto César Sandino no es historia muerta.
Varios intelectuales y periodistas de gran prestigio, como el hondureño Froylán Turcios y Alejandro Reyes Huete, lo dejaron escrito para las generaciones de hoy. Turcios, que al inicio apoyó la lucha de Sandino, cuando descubrió quién era, lo abandonó para siempre y Reyes Huete calificó esa lucha como ¨una encrucijada, cuyos resultados fueron el robo y el asesinato¨.
¨ Sandino tuvo la habilidad –escribió Reyes Huete- de disfrazar sus propósitos con un gesto de patriota, enarbolando la bandera de la soberanía nacional. Esa habilidad y la literatura antiimperialista, en boga entonces en algunos talentos hispanoamericanos, dieron a Sandino relieves de símbolo para los países de América, celosos de la preponderancia de los Estados Unidos.¨
El prestigioso periódico La Nación, de Buenos Aires, Argentina, que también defendió el sandinismo en sus primeros meses, terminó criticando duramente en un artículo publicado el 25 de enero de 1929, ¨su política divisionista y sus acciones sanguinarias y destructoras¨.
Como todo líder revolucionario, Augusto César Sandino declaró ser un iluminado. Según entrevistas que le hicieron en campaña, sobre todo la de Ramón Beláustegui, explicó que como clarividente, seguía un credo espiritualista y que por medio de su voz magnética, dirigía su tropa, ya que ¨también los espíritus combaten, encarnados y sin encarnar¨. Días después, el periodista Beláustegui confesó que Sandino lo tenía muy confundido.
En el manifiesto ¨Luz y Verdad¨, escrito por Sandino en sus últimos tiempos, quedó claro que su cerebro estaba enfermo y que sus alucinaciones lo llevaban a una franca esquizofrenia, al asegurar que ¨…después del triunfo -el suyo en el poder-, la Cábala me permitirá dar explicaciones¨.
En la noche del 21 de febrero de 1934, una descarga de fusiles puso término a la vida de este hijo del desorden y la locura, como tantos pseudohéroes revolucionarios que conocemos muy bien.
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