Jorge Hernández Fonseca: Cuba: ¿Otro Socialismo?
29 de Abril de 2015
Ahora que ya es evidente el fracaso del socialismo en Cuba, el país se encamina hacia la creación de otro engendro castrista: capitalismo de estado en la economía --con militantes y sin emprendedores-- y socialismo estalinista en toda la sociedad, sin libertades de ningún tipo. En ese ambiente, hay unas pocas voces que pregonan por la implantación de otro experimento socialista con el argumento de que “Fidel no era socialista, ni sabía lo que hacía”, mientras el país navega sin rumbo en medio de una piñata de oportunistas ávidos por dinero fácil.
El capitalismo es --sobre todo-- un sistema económico para producir bienes y servicios. El capitalismo no es un sistema social en el sentido estricto de la palabra y aunque su aplicación implique consecuencias en toda la sociedad, no es un sistema social propiamente dicho. Puede decirse que el capitalismo nadie lo “inventó”; es el sistema económico más eficiente que la sociedad humana ha desarrollado a lo largo del lento y continuo desarrollo de la humanidad.
El socialismo por su parte es --sobre todo-- una elucubración teórica de “lo que debería ser”; es un sistema económico-social “inventado” desde posiciones teóricas, basado en suposiciones filosóficas (no productivas); así, no es un sistema “natural”, sino que es producto de esquemas mentales que hacen énfasis en la “distribución” y no en la “generación” de riquezas.
Las diferencias anteriormente señaladas nos lleva de la mano a la respuesta del por qué el socialismo ha fracasado en casi todos los ámbitos donde ha sido aplicado como sistema económico-social, en función de que no hay una sola palabra escrita por los llamados “clásicos” del socialismo de cómo generar o producir bienes y/o servicios. Aquellas sociedades supuestamente socialistas, fracasadas en sus sistemas productivos, se han visto obligadas a adoptar el esquema capitalista en los sectores económicos para generar bienes y servicios.
Por todas estas razones, en el caso cubano los cambios fundamentales que programa Raúl Castro son del tipo económico, intentando materializar tibios cambios hacia el capitalismo en la economía de la isla, pero sin el concurso de la capacidad emprendedora de todos los cubanos, limitando así el accionar capitalista en su economía. Al dejar los negocios en manos de la “nomenclatura”, Raúl Castro comete un error típico del socialismo: imaginar que “cualquiera” (sin capacidad emprendedora) puede ser exitoso en la función de producir bienes y servicios.
En el sistema capitalista los dueños no se “eligen”, ni se designan; ellos surgen por selección natural de entre toda la sociedad civil, como personas con aptitudes especiales en el mundo de los negocios, que nada tienen que ver con el compromiso político y mucho menos con que sus padres hayan sido guerrilleros de la Sierra Maestra, ni militantes de un cierto partido político.
Los cambios de Raúl Castro al capitalismo en la economía están baldados por un grave error: no tiene “capitalistas” cubanos, es decir, la sociedad cubana no puede aportar su talento y capacidades dejándosele solamente el papel segundón de empleados del estado. Así, las pretensiones socializantes de marxistas opositores y gobernistas lo que pretenden es organizar otro experimento socialista tratando la sociedad cubana como conejillo de indias. Libertad general, democracia pluripartidista y economía de mercado son las únicas alternativas de solución.
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