Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Luis Giraldo Casanova si hubiera aceptado las ofertas para jugar en Grandes Ligas hubiera sido muy probablemente el Roberto Clemente de su época; era un pelotero natural. Muy buena gente y la modestia en persona.
Juan Castro tenía el punto débil de la ofensiva, pero mascoteando, lanzando a las bases y dirigiendo a los pitchers no tenía nada que envidiarle a Johny Bench, Yogui Berra o a Iván "Pudge" Rodriguez. Le hubiera enseñado mucho a Jorge Posada y a muchos otros catchers de las Grandes Ligas. No vi nunca catcheando al gran Fermín Guerra, pero dudo que lo hiciera mejor que Juan Castro.
Alfonso Urquiola ha sido junto a Anglada el mejor segunda base que ha tenido Cuba y como director ha sido de los mejores. Por su aspecto y hablar, muchos pensaban que no daría la talla como directo, pues decían que era brutor; se equivocaron de plano. Urquiola me hace recordar que el alumno más inteligente que he tenido (he tenido algunos alumnos muy inteligentes para la Matemática universitaria) era un negro bembón, de un pueblo de campo de Pinar del Río que apenas se le entendía lo que decía. Su primera impresión sorprendió a más de uno, incluyéndome a mí.
Es una lástima que mi alumno, al igual que estos tres jugadores de beísbol cubano, y otro alumnos, no hayan podido desarrollarse en un paíso en una época diferentes para mostrar toda su valía. El tiempo no da vuelta atrás.
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Grandes de la pelota cubana visitan El Happy Hour de América TeVé
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Tomado de http://www.elnuevoherald.com/
Juan Castro: va a ser muy difícil levantar el béisbol en Cuba
*******Juan Castro: va a ser muy difícil levantar el béisbol en Cuba
Para muchos el mejor receptor de Cuba en medio siglo
Reconoce la existencia de varias carencias en la pelota antillana
Problemas en los pulmones le obligaron a retirarse antes de tiempo
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Por Jorge Ebro
jebro@elnuevoherald.com
21 de agosto de 2015
Juan Castro abre su mano izquierda y muestra las cicatrices como trofeos de guerra: 32 puntos esparcidos por los cinco dedos y alguna que otra fractura cortesía de una mala mascota que apenas le protegía de las rectas fulminantes y los fouls traicioneros que siempre recibía con estoicismo.
Nunca se quejó, pero ahora que le ha llegado la hora del reposo a los 61 años, el mejor receptor de las Series Nacionales -en opinión de muchísimos- puede pasar factura y habla del tabique partido, de las rodillas pulverizadas, de los dolores en el cuerpo y el alma, esos que no se ven muchas veces.
"Tal vez por eso casi no hay receptores en Cuba, porque hay que pagar un precio, un sacrificio'', explicó Castro, quien junto a Alfonso Urquiola y Luís Giraldo Casanova estará en el evento El Jonronazo que tendrá lugar en el en el Doral Banquet Hall (10395 NW 41 ST, Suite 41), a partir de las 2:00 pm. "Ahora los muchachos se interesan en otras cosas, el Playstation…Antes yo tiraba piedras para tumbar mangos''.
Tuvo que retirarse a los 34 años, con el brazo aún potente pero con los pulmones cansados de los tenaces cigarros que convertía en ceniza con una velocidad preocupante, al punto que sus últimas temporadas era un espíritu arrastrando un cuerpo.
Castro mantiene esa figura de gigante calmado, de conductor de orquesta al que nada lo asusta, pero tras una operación en los pulmones -secuelas de sus años de intenso fumador- ha decidido retirarse, justo ahora cuando más crítica es la situación de la receptoría y del béisbol en general en la isla.
Habría que remontarse a la emergencia de Ariel Pestano, quien sin pelos en la lengua lo consideraba su ídolo, para encontrar a otro enmascarado tan solvente a la defensiva y con un estilo, por cierto, parecido al del grande de Pinar del Río.
Quizá ya no hay grandes lanzadores, porque desaparecieron los grandes catchers.
"No se trata solo del pitcheo y la receptoría, la escasez alcanza a todas las áreas y va a ser muy difícil levantar el béisbol en Cuba'', afirmó el hombre de San Cristóbal, Pinar del Río. "El béisbol ha descendido mucho. Me da un tremendo dolor cuando veo a un equipo cubano perdiendo y perdiendo''.
Nunca fue ese bateador temible como Casanova, ni siquiera como Urquiola, pero sí se le consideraba oportuno y en eventos internacionales solía pegarla a la hora buena, pero la ofensiva no será el elemento por el cual se le recuerde.
Tan elegante y efectivo era su defensa detrás del plato que a Castro le llamaban "El Pianista'' por su manera de detener los short bounces de la pelota a mascota limpia y sin utilizar el cuerpo entero.
"Yo no recomendaría eso hoy a los catchers que empiezan, sino que bloqueen con el cuerpo'', reveló Castro. "Yo adquirí esas habilidades por haberme pasado la infancia tirando una bola de pin pon que me desarrolló la velocidad de movimientos, los reflejos, y parecía que capturaba la pelota con un guantazo, por casualidad. Pero fueron muchos años tirando pelotas contra un muro, algo que la gente no veía''.
Castro vivió en una época plagada de excelentes lanzadores, tanto en Pinar del Río como en la escuadra nacional, y su presencia imponente con los arreos puestos era señal de garantía indiscutible.
En 9450.2 entradas, Castro cometió apenas 122 errores para un porcentaje de fildeo de .985, creando una verdadera escuela que casi nadie ha podido superar por la continuidad de sus movimientos en la posición más difícil del béisbol.
"Y mucho de eso lo logré con una mascota que daba pena'', recordó entre sonrisas. "Aquí había un scout llamado Julio Blanco de Detroit, que siempre me quería llevar a los profesionales y me decía que si firmaba sería el catcher de los Tigres. Yo le respondí que tenía que virar para Cuba, pero que me haría un gran favor si me conseguía una buena mascota. Se apareció con una Rawling que la cuidé como oro. Dormía con ella debajo de la almohada. No sabe el favor que me hizo''.
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