Tomado de http://www.diariolasamericas.com/
Fidel Castro: de pandillero estudiantil a autócrata
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Conocer el perfil real de Castro, no la superchería que nos vende la historiografía del régimen, será una tarea monumental de historiadores, académicos y psicólogos después de su muerte
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Por Iván García Quintero
La Habana
La Habana
13 de agosto de 2015
Especial
Cuando este 13 de agosto Fidel Alejandro Castro Ruz cumpla 89 años, probablemente después del brindis, el caudillo cubano dedique un tiempo a rememorar su agitada vida.
Conocer el perfil real de Castro, no la superchería que nos vende la historiografía del régimen, será una tarea monumental de historiadores, académicos y psicólogos después de su muerte.
Ángel Castro, su padre, fue un soldado español que combatió al ejército libertador. Después de radicarse en Cuba se convirtió en terrateniente de corta y clava, emprendedor y tramposo, que todas las noches, sin disimulo, ilegalmente corría el cercado de su propiedad.
Castro estudió la enseñanza primaria y secundaria en colegios de Santiago de Cuba. Con 12 años escribió una carta en inglés al presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt. Por 10 dólares, pretendía canjear cierta información sobre yacimientos de níquel en Oriente que podrían servir en la fabricación de aviones y cañones para la armada estadounidense en la II Guerra Mundial.
Su vida personal esconde apuntes interesantes para cualquier psiquiatra. Castro debió pasar por el desván de un psicólogo para intentar curar su megalomanía. Quizás le hubiese ahorrado algunos disparates a Cuba y a los cubanos.
Llegó a La Habana en 1942, en plena II Guerra Mundial, para estudiar bachillerato en el colegio jesuita de Belén, en la barriada de Marianao, al oeste de la ciudad. Fue seleccionado mejor deportista del curso 1943-1944. Finalizó el bachillerato en junio de 1945, junto al que sería su cuñado, Rafael Díaz-Balart, su mejor amigo de entonces y después acérrimo enemigo.
Especial
Cuando este 13 de agosto Fidel Alejandro Castro Ruz cumpla 89 años, probablemente después del brindis, el caudillo cubano dedique un tiempo a rememorar su agitada vida.
Conocer el perfil real de Castro, no la superchería que nos vende la historiografía del régimen, será una tarea monumental de historiadores, académicos y psicólogos después de su muerte.
Ángel Castro, su padre, fue un soldado español que combatió al ejército libertador. Después de radicarse en Cuba se convirtió en terrateniente de corta y clava, emprendedor y tramposo, que todas las noches, sin disimulo, ilegalmente corría el cercado de su propiedad.
Castro estudió la enseñanza primaria y secundaria en colegios de Santiago de Cuba. Con 12 años escribió una carta en inglés al presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt. Por 10 dólares, pretendía canjear cierta información sobre yacimientos de níquel en Oriente que podrían servir en la fabricación de aviones y cañones para la armada estadounidense en la II Guerra Mundial.
Su vida personal esconde apuntes interesantes para cualquier psiquiatra. Castro debió pasar por el desván de un psicólogo para intentar curar su megalomanía. Quizás le hubiese ahorrado algunos disparates a Cuba y a los cubanos.
Llegó a La Habana en 1942, en plena II Guerra Mundial, para estudiar bachillerato en el colegio jesuita de Belén, en la barriada de Marianao, al oeste de la ciudad. Fue seleccionado mejor deportista del curso 1943-1944. Finalizó el bachillerato en junio de 1945, junto al que sería su cuñado, Rafael Díaz-Balart, su mejor amigo de entonces y después acérrimo enemigo.
(Fidel Castro y Raúl Castro)
Es en esa etapa que comienza apasionarse por la oratoria. El Partido Socialista Popular, bajo la égida del Kremlin, lo catalogó de 'comegofio y pequeño burgués atolondrado', a raíz de sus desatinos en un debate sobre educación privada y pública en el Colegio de Belén y posteriormente tras su fracasado asalto al Cuartel Moncada.
Ingresa en la Universidad de La Habana el 4 de septiembre de 1945. Su vida académica estuvo caracterizada por su ausencia casi total a las aulas. A partir del tercer año, Castro se dedicó con especial intensidad a su labor académica, llegando a matricularse en tres carreras (Derecho, Derecho Diplomático y Ciencias Sociales) con la intención de obtener una beca para estudiar en Europa o Estados Unidos.
Fue en ese período donde se involucra en algunas pandillas universitarias con marcada tendencia gansteril. Eran grupos de jóvenes violentos y anárquicos. Resolvían las diferencias a tiros. Se ha comprobado que actuaron como sicarios de instituciones corruptas del gobierno republicano.
Con la generosa mesada que le giraba su padre desde Birán, Fidel compró un auto. Tenía una vida disipada en la capital, donde pasaba más tiempo en cafés y tertulias informales que en las aulas.
Tras el golpe de estado de Fulgencio Batista en la primavera de 1952, Fidel Castro organiza un grupo armado para derrocarlo. Su devoción por las armas y la narrativa bélica lo llevó a tramar el asalto a una fortaleza militar en Santiago de Cuba y fundar un movimiento con tácticas terroristas, con atentados en lugares públicos, secuestros de aviones y de celebridades como el corredor de autos argentino Juan Manuel Fangio.
El ataque al Cuartel Moncada fue una acción militar mal planificada que le costó la vida a 70 jóvenes, entre las bajas en combate y el posterior asesinato por parte del ejército de Batista.
Fue enjuiciado y condenado a 15 años. En la prisión, según él mismo ha contado, fumaba tabacos, comía espaguetis y leía muchos libro. Recibió un trato muy diferente al que años después le dieron a los presos políticos cubanos.
Tras una amnistía, fue liberado en 1954. En México preparó una expedición con 82 hombres para derrocar a Batista. En enero de 1959, tras dos años de escaramuzas guerrilleras, Fidel Castro llega al poder.
Y tira al cesto todas las promesas democráticas que hizo. Progresivamente comenzó a gobernar como un autócrata. Ordenó fusilamientos de opositores, permitió tribunales sin garantías jurídicas, clausuró periódicos y revistas, abolió la libre expresión, cercenó las libertad políticas, confiscó negocios privados y se alió al comunismo soviético.
El barbudo gobernó al compás de movilizaciones militares y economía de cuartel. Se encolerizó cuando Kruschov negoció una salida pacífica a la crisis de los cohetes en octubre de 1962. Castro apostaba por la épica. Inmolarse por la patria, el socialismo y el hombre nuevo. Igual que ahora lo hacen los yihaidistas en nombre del Islam.
Dirigió la guerra de Angola desde una casona en Nuevo Vedado, sentado en una butaca de cuero negro, moviendo tanques, cañones y tropas en miniatura de una maqueta gigante.
Destruyó la economía cubana, la agricultura, la ganadería, la pesca... La retahíla de promesas disparatadas es extensa. Ni proponiéndoselo, una sola persona es capaz de causar tantos desastres. Fidel Castro lo logró.
Es en esa etapa que comienza apasionarse por la oratoria. El Partido Socialista Popular, bajo la égida del Kremlin, lo catalogó de 'comegofio y pequeño burgués atolondrado', a raíz de sus desatinos en un debate sobre educación privada y pública en el Colegio de Belén y posteriormente tras su fracasado asalto al Cuartel Moncada.
Ingresa en la Universidad de La Habana el 4 de septiembre de 1945. Su vida académica estuvo caracterizada por su ausencia casi total a las aulas. A partir del tercer año, Castro se dedicó con especial intensidad a su labor académica, llegando a matricularse en tres carreras (Derecho, Derecho Diplomático y Ciencias Sociales) con la intención de obtener una beca para estudiar en Europa o Estados Unidos.
Fue en ese período donde se involucra en algunas pandillas universitarias con marcada tendencia gansteril. Eran grupos de jóvenes violentos y anárquicos. Resolvían las diferencias a tiros. Se ha comprobado que actuaron como sicarios de instituciones corruptas del gobierno republicano.
Con la generosa mesada que le giraba su padre desde Birán, Fidel compró un auto. Tenía una vida disipada en la capital, donde pasaba más tiempo en cafés y tertulias informales que en las aulas.
Tras el golpe de estado de Fulgencio Batista en la primavera de 1952, Fidel Castro organiza un grupo armado para derrocarlo. Su devoción por las armas y la narrativa bélica lo llevó a tramar el asalto a una fortaleza militar en Santiago de Cuba y fundar un movimiento con tácticas terroristas, con atentados en lugares públicos, secuestros de aviones y de celebridades como el corredor de autos argentino Juan Manuel Fangio.
El ataque al Cuartel Moncada fue una acción militar mal planificada que le costó la vida a 70 jóvenes, entre las bajas en combate y el posterior asesinato por parte del ejército de Batista.
Fue enjuiciado y condenado a 15 años. En la prisión, según él mismo ha contado, fumaba tabacos, comía espaguetis y leía muchos libro. Recibió un trato muy diferente al que años después le dieron a los presos políticos cubanos.
Tras una amnistía, fue liberado en 1954. En México preparó una expedición con 82 hombres para derrocar a Batista. En enero de 1959, tras dos años de escaramuzas guerrilleras, Fidel Castro llega al poder.
Y tira al cesto todas las promesas democráticas que hizo. Progresivamente comenzó a gobernar como un autócrata. Ordenó fusilamientos de opositores, permitió tribunales sin garantías jurídicas, clausuró periódicos y revistas, abolió la libre expresión, cercenó las libertad políticas, confiscó negocios privados y se alió al comunismo soviético.
El barbudo gobernó al compás de movilizaciones militares y economía de cuartel. Se encolerizó cuando Kruschov negoció una salida pacífica a la crisis de los cohetes en octubre de 1962. Castro apostaba por la épica. Inmolarse por la patria, el socialismo y el hombre nuevo. Igual que ahora lo hacen los yihaidistas en nombre del Islam.
Dirigió la guerra de Angola desde una casona en Nuevo Vedado, sentado en una butaca de cuero negro, moviendo tanques, cañones y tropas en miniatura de una maqueta gigante.
Destruyó la economía cubana, la agricultura, la ganadería, la pesca... La retahíla de promesas disparatadas es extensa. Ni proponiéndoselo, una sola persona es capaz de causar tantos desastres. Fidel Castro lo logró.
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