Páginas

jueves, agosto 13, 2015

La libertad en Cuba entre Alejandro Castro Espín y Alejandro Armengol. Orlando Luis Pardo Lazo: Emerge la verdad: La "sociedad civil" cubana era solo una excusa para justificar la normalización de relaciones con EE.UU. y la avidez de las corporaciones

 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

La vieja  ¨trova¨ del ¨empoderamiento de la sociedad civil¨  comenzó a mediados  de la década de los 90  del pasado siglo cuando Richard Nuccio, asesor para asuntos cubanos del entonces Presidente  Bill Clinton,  propuso e implementó esa política hacia Cuba. No se de dónde Clinton habrá sacado a ese pésimo asesor para asuntos cubanos; quizás haya sido de la academia norteamericana tan  de izquierda e ignorante de los asuntos cubanos o   de su equipo electoral porque quizásle gustaría  los tabacos (cigars) cubanos y podría  haber eido el libro El Viejo y el Mar de Ernest Hemingway. Veamos:

 En febrero de 1996 el gobierno de EE.UU.  anunció, a través de  Richard Nuccio, el asesor especial para asuntos cubanos del Presidente Bill Clinton, que se  autorizaban a operar a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG)  para el incremento de la cooperación no gubernamental norteamericana con "la emergente sociedad civil cubana", y que  esas operaciones desbordarían los ámbitos clásicos de la ayuda humanitaria: actividades agrícolas, periodísticas, científicas, académicas y programas de autoempleo. Esa política de ¨fortalecimiento de la sociedad civil cubana¨ ha continuado  hasta el día de hoy independientemente del partido político del inquilino de la Casa Blanca; luego lleva establecida aproximadamente 20 años. El tomarse esta estrategia provocó que  se desechara implementar  políticas  más fuertes y radicales, no necesariamente bélicas, hacia la dictadura totalitaria Castrista en momentos en que la tiranía estaba al borde del colapso económico (una disminución en sus importaciones del 37%), quebrado su supuesto sustentamiento ideológico (el marxismo-leninismo) y un Fidel Castro con claras muestras de desgaste físico y mental. Esta política  de ¨empoderamiento de la sociedad civil¨ le permitió  a la tiranía ganar tiempo y  sobrevivir antes de ascender Hugo Chávez al poder en 1998 y convertirse en su soporte económico.

Existían y existen experiencias  y elementos  que aseguran el  fracaso de esa estrategía del supuesto ¨empoderamiento¨ para lograr la liberación y democratización de Cuba:

  HACE MÁS DE 20 AÑOS  LA ORGANIZACIÓN CATÓLICA  HOLANDESA PAX CHRISTI  RECONOCIÓ QUE ESTABAN EQUIVOCADOS CUANDO PENSARON QUE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS PODRÍAN ESTIMULAR UN RELAJAMIENTO DEL SISTEMA POLÍTICO Y ECONÓMICO DE LA ISLA,  Y QUE ESAS INVERSIONES BENEFICIAN   A UN GRUPO BIEN SELECTO, NO AL PUEBLO CUBANO, Y QUE SIRVEN PARA QUE EL RÉGIMEN SIGA EN EL PODER SIN CAMBIO ALGUNO EN SU POLÍTICA INTERNA. EN EL INFORME SE HACE ECO DE LA PREOCUPACIÓN DE LOS GRUPOS DISIDENTES ANTE EL POSIBLE ¨INICIO DEL DESHIELO ENTRE LA UNIÓN EUROPEA Y CUBA¨. PAX CHRISTI PLANTEA QUE SU POSICIÓN ES QUE NI EL AISLACIONISMO NI LA COOPERACIÓN SIN CONDICIONES CONLLEVAN LA SOLUCIÓN PARA LA CRISIS CUBANA Y PROPONEN LA PRESIÓN INTERNACIONAL PARA HACER UN DIÁLOGO EN Y CON CUBA. EL INFORME PLANTEA QUE LA UNIÓN EUROPEA NO SÓLO TIENE LA POSIBILIDAD SINO TAMBIÉN LA RESPONSABILIDAD DE EJERCER ESTA PRESIÓN.



Para más argumentos sobre este punto pueden leer mi artículo Sobre  flexibilizaciones y fracasos en las relaciones EE.UU.- Cuba 

Sobre Alejandro Armengol, persona que conocí cuando ambos éramos estudiantes de la Universidad de La Habana, he escrito en este blog  sobre su actitud ante la clausura del Grupo Arte 7 del Departamento de  Extensión Universitaria (grupo dirigido entonces por el ex ministro Alberto  Mora) por el ICAIC, grupo al que pertenecía  Alejandro Armengol  y sobre  su actitud ante el supuesto suicidio de su amigo Alberto  Mora.

Sobre Alejandro Castro Espín,  su  mejor amigo de la infancia  Juan Juan Almeida escribe:

El Brigadier Castro Espín
Por Juan Juan Almeida
11 de noviembre de 2013
*********
Si las cosas continuan como van, para saber quién será el próximo inquilino en el asiento presidencial de Cuba, no es necesario ser sútil, ni tener mucha información...
**********
El lunes pasado, en un diligente y articulado artículo publicado en esta web, escribí, y cito: “La pregunta es, ¿Hacia dónde vamos?. La respuesta, el próximo 2 de diciembre cuando se den a conocer los ascensos militares y con ello la escalada o no a General del hoy Coronel Alejandro Castro Espín. Promoción que, por un lado podría crear descontento y división en la jerarquía militar; y, por otro, develarnos si las denominadas “medidas para la actualización del modelo” es el camino hacia las postrimerías de la llamada era de los Castro, si son aperturas que conducen hacia una socialdemocracia (militarizada) donde se vayan imponiendo poco a poco las libertades de cada individuo, o si solo han sido sutiles maniobras dirigidas al reacomodo de una estructura estatal que garantice únicamente una sucesión donde el poder cubano transite de mano en mano, y de Castro a Castro.”
Eso fue lo escrito, y repito; entender que sostengo la hipótesis de ubicar el ascenso de Castro Espín a brigadier como “la clave” del futuro de Cuba, o como próximo presidente insular, se me hace malinterpretar lo escrito.
(Alejandro Castro Espín)
Si las cosas continuan como van, para saber quién será el próximo inquilino en el asiento presidencial de Cuba, no es necesario ser sútil, ni tener mucha información, ni manejar con precisión el arte de la adivinación; basta con echarle un vistazo al artículo 94 de la constitución que, mala o buena, está vigente y aunque hasta el propio cabecilla con frecuencia desestima, tiene bien establecido que en caso de ausencia, enfermedad o muerte del Presidente del Consejo de Estado, será sustituido por el Primer Vicepresidente. O sea, ayer José Ramón Machado Ventura, hoy Miguel Díaz-Canel, y mañana puede que un Pérez cualquiera. La súper estructura estatal está muy bien cimentada (o mejor dicho, maniatada) para que nadie pueda competir con el fantasma de Fidel.
El poder real es otra cosa. No es el visible trono de tapiz raído, sino el reluciente cetro, que ya está fijado para que después de Raúl, si no hay cambios sustanciales o inesperadas sorpresas, caiga en manos de Alejandro. Negarlo sería algo así como ignorar la cubanía de la palma real o la majestuosidad de un amanecer cubano. Cuba no es sólamente una sociedad gobernada por un único partido, también por una dictadura familiar. ¿Será necesario recordar el parentesco entre Fidel, Raúl, Vilma, Mariela,…..?
El Consejo de Ministros es el máximo órgano ejecutivo, administrativo y, según la ley, constituye el Gobierno de la República de Cuba. ¿Por qué entonces Alejandro, sin ser miembro, participa y tiene voz decisiva en las reuniones del Comité Ejecutivo y las juntas del Consejo de Defensa Nacional?
El ascenso o no a General del Coronel Castro Espín, sólo nos permitirá ver con suficiente claridad lo que el gobierno cubano nos ha ido dosificando y diseñando como futuro, eso que llaman “reformas o medidas para la actualización del modelo cubano”. El poder ya lo tiene, y no depende de un simple ascenso.
Muchos militares lo detestan, algunos lo critican, y otros se burlan, el resto simplemente lo tolera; pero todos le obedecen y él lo sabe, porque si bien es cierto que debido a un accidente en Angola perdió la visión de un ojo, también es muy cierto que la agudeza visual del ojo sano es 20/20.

**************************

La libertad en Cuba entre Alejandro y Armengol

******
Emerge la verdad: La "sociedad civil" cubana era solo una excusa para justificar la normalización de relaciones con EE.UU. y la avidez de las corporaciones
******
Por Orlando Luis Pardo Lazo
11 agosto, 2015

Emerge la verdad: Todo era mentira.

La “sociedad civil cubana” fue solo una justificación. La necesitó la administración de Barack Obama, para justificar su entendimiento con el régimen represivo de Fidel y Raúl Castro. La necesitaron los millonarios del ex-exilio para justificar su sed de oro en medio de nuestro horror. Por consiguiente, también le fue necesaria a la tiranía castrista, para catalizar el cambio-fraude de su actual autotransición dinástica, que no va de la ley a la ley sino del poder al poder.

De los Castros originales a los Castros de segunda y tercera generación. Mera cuestión de supervivencia familiar.

Por eso hoy, rebasada ya la primera etapa del escarnio, emerge, arrogante, la verdad. Es obvio que era una mentira mezquina aquella tesis de que el empoderamiento económico traería a la postre el empoderamiento político de la sociedad cubana. Los magnates del totalitarismo la repitieron hasta la saciedad. La complicidad académica norteamericana la repitió hasta la suciedad. El Departamento de Estado y tal vez hasta la CIA fingieron creerse semejante tontería tétrica también.

Primero, en aras de la estabilidad continental, había que santificar a la dictadura de La Habana, legitimar su ilegitimidad. Toda vez ratificado Alejandro Castro Espín como heredero real de la Revolución, podría pasarse entonces a la segunda etapa de la grandísima estafa: hay que asfixiar a esa misma “sociedad civil” que fue usada como catalizador para engañar a la opinión pública mundial y, de paso, para calmar la ira de los cubanos, por milésima vez abandonados a nuestra despótica suerte por Estados Unidos de América, el mayor patrocinador de dictaduras de este hemisferio.

(Alejandro Castro Espín, hijo del tirano en funciones Raúl Castro Ruz)

Por eso es de agradecer el temple de Alejandro Armengol con sus más recientes columnas en El Nuevo Herald: Mercantilismo y disidencia, Disidencia y dólares, y un etcétera obsesionado antes de que Obama se vaya. Son acaso la primera parte de su regalo de cumpleaños 89 para el comandante en Jefe en la Isla (la segunda parte le será entregada en persona por el Secretario de Estado John Kerry el propio 13 de agosto, durante su visita pre-papal a Cuba).

No más mentiras piadosas de sobrevivencia. Después de 56 años de impío castrismo, los cubanos bien sabemos que solo la muerte es verdad

El Alejandro de Miami pide a gritos que Estados Unidos deje de fomentar la democracia en Cuba. El Alejandro de La Habana se asegura de que, mediante la manipulación y el crimen, por las malas o por las peores, justo así será, antes y después del 2018. El Alejandro de Miami destapa a la luz pública que a la conspiración de las corporaciones no le importará ni cojones la libertad de nuestra nación. El Alejandro de Cuba pone sus cojones tuertos sobre la mesa muda de negociación (de negación), donde únicamente los carroñeros están invitados y jamás se tocará el tema de los derechos del pueblo cubano a no vivir bajo la burla de una larga y lenta “normalización”, sino a habitar en un país “normal” (sin monopolio comunista, para empezar, ni con otros Ramfis Castros rondando como escualos el cacicazgo de la Plaza de la Revolución).

(Alejandro Armengol)

El Alejandro de Miami me simpatiza. Es un gordiflón comicucho y cobarde, y su rol es poner la papa podrida sobre el mantel. En cambio, su pareja en este complot, el Alejandro de La Habana, me aterra. Es el flaco pujón y resentidamente racional, y su faena es definitivamente funeraria. Son una (mala) suerte de antidemocrático dúo de Oliver y Stalin.

No más mentiras piadosas de sobrevivencia. Después de 56 años de impío castrismo, los cubanos bien sabemos que solo la muerte es verdad. Por eso nos escapamos, cueste lo que cueste, de nuestros Alejandros arteros de aquí y de allá.

* Orlando Luis Pardo Lazo es un escritor y fotógrafo cubano, miembro visitante del Proyecto Internacional de Escritores, y profesor adjunto de la Universidad Brown. Sígalo en Twitter: @OLPL, y su blog Lunes de Post-Revolución.

No hay comentarios:

Publicar un comentario