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Ineficientes empresas estatales y líderes de pacotilla no resolverán ningún problema
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Por Eugenio Yáñez
Miami
28/01/2016
¿Habrá que esperar hasta el año 2030, con la supuesta definición conceptual de lo que debería ser eso que la dictadura llama socialismo, para que los cubanos puedan tomarse un vaso de leche diariamente?
En el año 2030 habrían transcurrido 72 años de “revolución victoriosa” castrista, donde habrán menos cabezas de ganado que en 1958 y menos producción de azúcar, tabaco, café, carne, grasas, pescado, mariscos, arroz, frijoles, viandas y vegetales que “cuando Cuba lloraba”, antes que el castrismo la iluminara con un falso socialismo que algún día, quién sabe cuándo, será próspero y sustentable, aunque nadie pueda explicar lo que eso significa.
En menos de tres meses se celebrará un circo-congreso del partido comunista cubano que, como bien dice Marlene Azor, es esquizofrénico y considera tonto al pueblo cubano. Una séptima mediocre función que repetirá aquelarres y supercherías de las seis anteriores, no analizará seriamente el medio siglo de fracasos precedentes ni resolverá nada del calamitoso presente que viven los cubanos, mucho menos del negro futuro que les espera si la inepta y corrupta camarilla gobernante se mantiene en el poder.
Según Granma, periódico oficial de la dictadura, las tierras de uso agrícola en el país son 6.240.263,84 hectáreas, de las cuales son estatales el 30,5 %, cooperativas 34,3 %, y de agricultores privados 35,2 %. Las cifras incluyen 1.403.940 hectáreas en usufructo que han recibido 279.021 personas, que pueden trabajar aisladamente o vinculados a una cooperativa.
En números redondos, empresas estatales, cooperativas y productores privados poseen cada uno aproximadamente una tercera parte de las tierras. Así que cada grupo podría aportar aproximadamente un tercio de la producción agropecuaria. Aunque si las estatales reciben recursos fundamentales y prioridad en mecanización, suministros, fertilizantes, pesticidas, riego y demás insumos, y emplean mucha más fuerza de trabajo, sería de esperar que produjeran más que los otros dos grupos.
Pues no es así. En conjunto producen menos, con menos calidad y a costos más elevados que las cooperativas y productores privados. A pesar de lo cual el régimen reitera que la empresa estatal es la base de la economía socialista cubana y continúa priorizándola con apoyo y recursos, colocando en segundo plano cooperativas, privados y usufructuarios.
Un reciente programa oficial de la televisión camagüeyana, con participación del partido y el gobierno provinciales, reconoció que en esa provincia “las necesidades del consumo alimenticio de la población se satisfacen solo un 45 %”, y culpó por ello ¡a usufructuarios y carretilleros!
En un surrealista encuentro el pasado fin de semana, analizando los elevadísimos precios de los productos agropecuarios que paga la población, primó un lenguaje que sugería que el orador principal era Cantinflas. Pero no, eran José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del partido esquizofrénico, y el ministro de agricultura del régimen, quien divagando sobre cómo resolver el problema de los precios elevados declaró, sin sonrojarse, que “lo primero es saber el costo de cada producción”. Es decir, que eso no se sabe en estos momentos.
Sin embargo, gracias a las palabras del segundo secretario del partido, el ministro de Agricultura podría parecer un profundo erudito. Porque Machado Ventura expresó linduras como éstas:
Para resolver el problema definitivamente, hay que producir más y con calidad, disminuir la cantidad de intermediarios ilegales y abaratar los precios de los productos que se ofertan a la población
Nadie puede asegurarse cuando caigan rayos y centellas
Un país que se respete debe tener control, y mucho más nosotros aquí en el socialismo
La tierra es en su mayoría, propiedad de todo el pueblo representado por el Estado
Al ordenamiento que se busca en la actividad, le debe escoltar, a todo lugar, un chequeo riguroso y cotidiano
La “objetiva” prensa castrista reflejó comentarios de participantes en la alharaca, que insistieron en que la culpa de todo la tenían el totí y los intermediarios, desde mayoristas hasta carretilleros.
Naturalmente, ni en la reunión ni en la prensa se dijo que en los mercados abastecidos por el Ejército Juvenil del Trabajo los precios son casi iguales que en mercados abastecidos por “malditos” intermediarios. Ni hubo una sola palabra sobre los precios monopólicos arbitrariamente establecidos por la dictadura en las estatales Tiendas de Recuperación de Divisas, que solamente venden en moneda fuerte y al menos un 240 % por encima del costo del producto. Ni que desde que toparon precios en las provincias de Artemisa y Mayabeque las tarimas están cada vez más desabastecidas.
Como la pandilla gobernante insiste en llamarse socialista y “conceptualizar” lo que cocina, es conveniente recomendarle leer textos de Karl Marx como “Salario, precio y ganancia”, “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”, “Elementos fundamentales para la crítica de la economía política”, y muy especialmente los referidos al capital comercial y la ganancia comercial en la sección cuarta del tercer tomo de El Capital. Si fueran capaces de leerlos (y entenderlos) sabrían que sin esos malvados “intermediarios” que el régimen pretende crucificar ahora no puede existir producción ni distribución, porque si los productores se dedican a comercializar no pueden producir. Y de paso, evitarían hablar durante horas como Cantinflas en actividades que deberían ser mucho más serias.
Pero no, ellos tienen ideas mejores y que requieren pensar menos. De entrada, la primera ha sido poner límite a los precios —jugar a ser Dios pretendiendo controlar oferta y demanda— e identificando culpables, que, como siempre, no son los ineptos que dirigen, sino todos los demás. Con lo cual garantizarán el desabastecimiento perenne de productos agropecuarios en los mercados de oferta y demanda y multiplicarán la bolsa negra.
Así que además de topar precios y amenazar carretilleros (carretilleros aparentemente financiados por la CIA americana, el MI-5 inglés, el MOSSAD israelí, y la Bundesliga del Futbol Profesional alemán), los ineptos diseñaron otro plan más oscuro y siniestro que aplican en silencio bajo la esperpéntica denominación de Operación Escoba: limitan al mínimo las cantidades de productos que usufructuarios, campesinos privados y cooperativas pueden destinar para uso propio, y elevan arbitrariamente al máximo las cantidades a entregar al Estado, al precio que ese Estado quiera, que pagará cuando quiera, y que comercializará con ineficientes distribuidores estatales. Y todo bajo amenaza de quitar la tierra a quienes no se dobleguen.
Cualquier remembranza del comunismo de guerra de Lenin que fracasó estrepitosamente, no es pura coincidencia, aunque la pandilla en el poder tampoco tenga por costumbre leer al bandido ruso. Cuando más leen “reflexiones” de Quién Tú Sabes, y todos conocemos la utilidad práctica de las mismas.
De manera que sobre los cubanos viene una etapa de precios topados para los productos agropecuarios; comercialización estatal ineficiente y tardía; tarimas de mercados vacías o ridículamente abastecidas con escasos productos de mala calidad; menos producción y mayor necesidad de importar alimentos, pero sin suficientes divisas para comprarlos; florecimiento del mercado negro; auge de los llamados delitos económicos y la consiguiente represión; de la malversación, corrupción, frustraciones; y de la emigración por cualquier vía. Todo eso de conjunto profundizará aun más la crisis y las necesidades de los cubanos de a pie, mientras los privilegiados continuarán disfrutando las mieles del poder. Y la pandilla “dirigente” gritará: ¡Ahora sí vamos a construir el socialismo!
El famoso vaso de leche para cada cubano mencionado por Raúl Castro en 2007 quedará, con buen tiempo y un poco de buena suerte, para 2030.
A eso, en el país de los eufemismos, la dictadura le llama “actualización del modelo” y “Conceptualización del Modelo Económico Social Cubano de Desarrollo Socialista”.
© cubaencuentro.com
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