Fabricantes de tractores y de falacias. José Hugo Fernández desde Cuba sobre la fábrica de tractores Cleber LLC la primera productora estadounidense que abrirá sus puertas en Cuba
Fabricantes de tractores y de falacias
Por José Hugo Fernández
La Habana
19 Feb 2016
Más incertidumbres que esperanzas y más preguntas que respuestas parece llevar a Cuba Saúl Berenthal, el cubano pasado por agua (de Norteamérica), cuya fábrica de tractores Cleber LLC se promociona como la primera productora estadounidense que abrirá sus puertas en la Isla, tras más de medio siglo.
Para empezar, Berenthal ha dicho que sus tractores son ideales para nuestros campesinos privados, porque fueron diseñados para pequeñas explotaciones agrarias. Así que a partir del año próximo piensa venderles anualmente unos 1.000 tractores, ensamblados en el Mariel con piezas que se fabrican en Alabama.
Solo le faltó por aclarar con qué van a pagarle los campesinos, ¿en chavitos o en especias?
Si la inmensa mayoría de los productos de la tierra son comercializados en moneda nacional por los guajiros, ¿cómo les resultará factible pagar en dólares sus enseres para el trabajo? ¿Será que el Gobierno estaría dispuesto a otorgarles créditos en divisas para tales operaciones? ¿Acaso es lo de siempre, que han planificado un negocio atenidos a las remesas de familiares en el exterior? ¿O será que Berenthal (quien dice que ambiciona contribuir a la prosperidad de nuestros campesinos) ha resuelto fiarles hasta que mejore la cosa? ¿Proyecta el régimen quedarse con parte de la producción a cuenta de una futura línea de crédito del FMI, lo cual significaría vender la piel antes de cazar al zorro?
Tal vez sea porque no soy un especialista en la materia, pero ciertamente no encuentro respuestas afirmativas para ninguna de tales interrogantes. Lo que sí me parece, por lógica elemental, es que detrás de la segura verdad contenida en el establecimiento en Cuba de esta fábrica estadounidense, subyace una mentira factual que está demandando ser puesta en perspectiva desde ahora mismo.
Bien podría ocurrir que este proyecto de ensamblar tractores en el puerto de Mariel se plantea, por encima de todo, como un negocio para la exportación, que es hacia donde le interesa hoy al régimen orientar la economía cubana, ya que en la Isla no hay mercado, porque no hay dinero, ni lo habrá a corto o medio plazo.
Es algo sabido. Dado que el embargo y sus causas se mantienen intactos, y ya que el nuestro es un país en ruina total, no necesariamente por culpa del embargo, parece poco probable que resulte atractivo para las inversiones extranjeras en tanto mercado de destino. En cambio, sí puede serlo, y mucho, como base para la producción y exportación, no solo por estar ubicada tan cerca de Estados Unidos y además por mantener magníficas relaciones de intercambio con una buena parte de Latinoamérica. También por contar con ciertas garantías especiales, entre las que sobresale una supuesta "estabilidad" social y una mano de obra muy barata, sin derecho a huelga ni a sindicatos auténticos, y sin una sociedad civil con voz y voto para reivindicar tales derechos.
Por ese rumbo deben ir las balas de Saúl Berenthal, puesto que no hay otro, por más que proclame su caro cariño por el campesinado cubano. Y no es que esté mal del todo que vaya por ese rumbo, al menos en apariencia. Lo malo es que pretenda darnos gato por liebre al negar la real naturaleza de su empresa, algo que casi se le escapa cuando en declaraciones reproducidas por este diario, dijo: "Una de las cosas que están empezando a entender muchas firmas en los Estados Unidos es que la producción en Cuba es muy importante económicamente, porque tiene una serie de tratados comerciales con la mayoría de los países de Latinoamérica que le da una serie de ventajas económicas para poder exportar e importar. Eso no existe con los Estados Unidos hoy en día".
En fin, es lo dicho. Solo faltaría por aclarar si estos invasores de nuevo tipo, al estilo Saúl Berenthal, sabrán que se proponen convertir a nuestro país en un satélite industrial, y que sus empresas y en general sus negocios van a estar atendidos por trabajadores y funcionarios que en la misma medida en que son víctimas impotentes ante la dictadura, son también verdugos de sus jefes y dueños, robándoles todo cuanto les caiga a mano, esforzándose lo mínimo por hacer bien las cosas, ocultando bajo su aparente disciplina y sumisión una actitud completamente ajena, indolente y aun contraria a la que se espera de ellos.
¿Desconocerán que a fuerza de haber padecido durante varias generaciones la conculcación de sus derechos como consumidores, la gran mayoría de los cubanos ignora raigalmente sus deberes como productores de bienes de consumo?
Pueden responderme con lo que siempre se ha dicho: que tan pronto sean retribuidos económicamente como corresponde, a la vez que se les exija trabajar con rigor, esos empleados y funcionarios se adaptarán con facilidad a las nuevas reglas. Habría que verlo, puesto que los vicios de la vagancia y el irrespeto a lo ajeno, circulan ya en su flujo sanguíneo, son parte de su idiosincrasia. Sin contar que mientras manden aquí los caciques y generales, será prohibido por la ley que los cubanos de a pie ganen lo que merecen por su trabajo.
¿Desconocerán los adelantados del presunto satélite industrial que el proyecto brasileño del Mariel es ahora mismo el mayor proveedor del mercado negro en La Habana y que no hay otro sitio en toda la Isla donde el robo y la malversación alcancen proporciones tan desquiciantes ni tan dañinas para el avance?
¿Habrán entendido que cuando el general presidente Raúl Castro dijo que en Cuba se van a mantener incólumes los principios del socialismo, estaba advirtiendo que no está dispuesto a permitirles que vengan aquí a propiciar la recuperación de la cultura del trabajo y el respeto al derecho a la propiedad privada?
Ignoro hasta dónde puedan conocerlo los demás, pero en el caso de Berenthal, tal vez me permita el derecho a la duda, pues sé, como sabe cualquiera que quiera saberlo, que este hombre ha estado en escarceos con la dictadura cubana desde el año 2007. Así que igualmente me permito dudar de su sinceridad cuando declara que la política es para los políticos y que a él solo le interesa el negocio.
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