miércoles, agosto 31, 2016

Gato militar por liebre civil. Roberto Álvarez Quiñones: Pero a nadie en el mundo le importa que de hecho los militares sean dueños de vida y hacienda en Cuba. Y los Castro pasan gato militar por liebre civil



Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Esa ¨liebre civil¨se la compra al Castrismo el que desea comprarla de cualquier forma y manera pues  Raúl Castro anunció de completo uniforme  militar el supuesto cambio de relaciones entre la dictadura totalitaria de los Castro y la rama ejecutiva  del gobierno de los EE.UU.  presidido por  Barack Hussein Obama
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Tomado de http://www.diariodecuba.com/

Gato militar por liebre civil

Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
30 de Agosto de 2016

La política del presidente Barack Obama de acercamiento al régimen cubano por lo pronto ha posibilitado a los hermanos Castro modificar algunos soportes básicos de las ciencias políticas y de la diplomacia  modernas  y  lograr así lo que no pudo nunca autocracia alguna:
   1.  Presentarse  ante el mundo como un gobierno civil legítimo, pese a ser una dictadura militar ilegítima.
   2.  Evitar que los máximos responsables de violar los derechos humanos paguen por sus crímenes.
   3.  Recibir el respeto y la aceptación de los gobiernos de todo el planeta, ahora incluido el de EEUU, y ser a la vez bandera de las fuerzas más antidemocráticas, antisistema  y vanguardia latinoamericana en la lucha contra el "imperialismo  explotador".
En cuanto al primer punto, hay una regla no escrita, pero aceptada por las naciones civilizadas, según la cual si un militar o civil es presidente de una nación sin haberse sometido nunca a las urnas es un dictador, y si quienes integran la máxima instancia de poder son generales, coroneles y comandantes, es una dictadura militar.

Tal norma no se aplica a Cuba. ¿Por qué no? Resulta que en el siglo XXI la ética y los principios van siendo erosionados por el cínico pragmatismo de una realpolitik que tiende a subordinar las relaciones internacionales a los beneficios económicos y los intereses geopolíticos, en forma más descarnada que antes. Ello explica el gran triunfo político y diplomático del castrismo.

Con respecto al punto dos, viene al caso lo ocurrido el pasado 26 de agosto en Córdoba, Argentina. Un tribunal condenó a 28 acusados, casi todos exmilitares y expolicías —incluyendo un general a quien apodaban La Hiena— a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad cometidos en esa provincia argentina durante la dictadura militar (1976-1983).

Como muchos cubanos, me acordé de Fidel y Raúl Castro y de sus esbirros. Sobre todo cuando la nota informativa procedente de Córdoba destacó que unas 10.000 personas, casi todas militantes de la izquierda y peronistas kirchneristas,  aplaudieron emocionados en las afueras del edificio del tribunal las sentencias, que incluyeron a otros diez acusados a penas de seis meses a 21 años de cárcel. Una manifestante, querellante en la causa, Ana Mohamed, dijo a la agencia AFP que ese era "un día luminoso".

Es sabido que en Argentina fueron  encarcelados  los principales violadores de los derechos humanos durante la dictadura, incluyendo al jefe máximo en el peor periodo de terror, el general Jorge Videla, quien murió en prisión en 2013.

"Día luminoso", si es de izquierda

¿Ocurrirá eso en Cuba algún día? ¿Por qué esos manifestantes de Córdoba apoyan a la dictadura castrista, flagrante violadora de los derechos humanos no por siete años, sino por más de medio siglo?

¿Irán a la cárcel los hermanos Castro y demás represores del régimen por haber ejecutado a  miles de opositores políticos y causado la muerte a tantos cubanos de diversas maneras, incluyendo métodos sofisticados difíciles de probar como fue el caso de Osvaldo Payá, y de otros asesinados, o los 16 dejados morir de hambre en las prisiones, y los miles de presos que han sido torturados o apaleados?

No se atisba en el horizonte esa posibilidad. Y la izquierda  latinoamericana, por razones ideológicas, no pide justicia y "un día luminoso" para las víctimas del castrismo.

Y estamos hablando de la más devastadora y más longeva dictadura del continente desde que el Gran Almirante pisó el Nuevo Mundo. Cuando Castro tomó el poder, el presidente de EEUU era Dwight Eisenhower, faltaban ocho días para que Charles De Gaulle asumiera la presidencia de Francia, en Berlín no se había construido el Muro, y la inmensa mayoría de los países del África subsahariana eran aún colonias europeas.

Hoy aquello parece historia antigua, pero Fidel Castro, ya con 90 años, sigue en el poder ahora  como dictador adjunto, haciéndole la vida cada vez más miserable a los cubanos junto con su hermano, quien ya recibió hasta la bendición política papal.

Las últimas elecciones democráticas en la Isla tuvieron lugar en 1948, cuando Carlos Prío Socarrás fue elegido presidente de la República, derrocado por el general  Fulgencio Batista cuando faltaban tres meses para las nuevas elecciones. Por cierto, Batista como dictador fue  una monja misionera de la Caridad comparado con Fidel Castro o su hermano Raúl.

Yo primero, el Partido después

Desde 1952, durante 64 años consecutivos, Cuba ha tenido solo tres gobernantes y militares los tres: un general anticomunista, y otro general y un comandante comunistas. Todo un récord  en el Hemisferio Occidental.

Además,  la castrista no es una autocracia  comunista como las que impuso el Ejército Soviético en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. En aquellos regímenes las decisiones las tomaban elites privilegiadas que incluían a militares pero estaban encabezadas por figuras civiles —salvo Polonia en su última etapa y la Yugoslavia del mariscal Tito—,y partidos comunistas manejados desde Moscú. Erich  Honecker, Władysław Gomułka,  Janos Kadar, Antonin Novotny, Gustav Husak, Nicolae Ceausescu o Todor Yivkov, por ejemplo, no eran militares.

Castro jamás aceptó que el Partido Comunista (PCC) estuviera por encima de él y del estamento militar, y convirtió en deidad el cargo de Comandante en Jefe. Jamás el aparato del PCC pudo intentar siquiera supervisar a Castro, o ahora a su hermano.

El  poder supremo castrista siempre ha radicado en las Fuerzas Armadas (FAR) y no en el Estado, el Gobierno, ni tampoco en el PCC, aunque así lo diga la Constitución. En la Isla manda un Comandante en Jefe asistido por una Junta Militar. Y punto.

No obstante, Fidel mantuvo siempre a figuras civiles con funciones importantes en la conducción del país, como Osvaldo Dorticós, Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez, Raúl Roa, José Llanusa, Armando Hart, César Escalante, Pepín Naranjo, Juan Marinello, Fabio Grobart, Luis Orlando Domínguez, Flavio Bravo, Emilio Aragonés, Carlos Aldana, Carlos Lage, Jaime Crombet, Felipe Pérez Roque, y otros.

Militares dueños del país

Eso se acabó con Raúl Castro, quien sustituyó a los jerarcas civiles por generales y coroneles del MINFAR y el MININT. Hoy con excepción de Esteban Lazo, presidente anodino de la Asamblea Nacional, y el decorativo Miguel Díaz-Canel, primer vicepresidente del Consejo de Estado, los puestos clave del régimen son ocupados por militares. Y el hijo del dictador, coronel Alejandro Castro, el Fouché cubano, es el hombre más temido del país luego de su padre.

El Jefe de Gobierno y cinco de sus siete vicepresidentes son militares, es decir, el 75% de la cúpula gubernamental. El restante 25% no decide absolutamente nada. En el Buró Político del PCC, de sus 14 integrantes nueve son militares, y los cinco civiles tampoco pueden tomar decisiones.

Militarmente, el general Castro ha ido más lejos que su hermano. Puso en manos de las FAR y el MININT la economía del país. Solo GAESA,  una gigantesca corporación capitalista de Estado de las FAR, recibe todas las divisas que entran al país y casi el 80% de los ingresos totales generados en la Isla. Y no rinde cuentas al Gobierno de la República ni al PCC.

Para colmo, los Castro y su Junta Militar se aprestan a traspasar el poder en los próximos dos o tres años a sus familiares y los generales y coroneles más fieles, para perpetuar el totalitarismo con un sistema neocastrista de capitalismo de Estado. Esa claque político-militar-empresarial  ya se afila los dientes para cuando se levante el embargo norteamericano.

Pero a nadie en el mundo le importa que de hecho los militares sean dueños de vida y hacienda en Cuba. Al compás del "deshielo" Washington-La Habana asistimos al coqueteo con la dictadura a ver quién le hace más gracia. Y los Castro pasan gato militar por liebre civil.