La agonía socialista de “Nuestra América”.
Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.
27 de junio de 2017
Naples. Estados Unidos.- Mientras la naturaleza se acomodaba a la sutileza de los cambios ante la llegada del solsticio del verano, este 21 de junio, ciertos hechos de naturaleza política con fuerte connotación e incidencia en lo social estremecían ese amplio territorio que se extiende del enorme río Bravo hasta la inhóspita Patagonia.
Nuestra América – como definiría el colosal cubano José Martí a esta gran extensión continental – no deja de ser noticia. Cargamentos de drogas procedentes del “nuevo mundo” son incautados en diversos puntos del orbe, el connotado escándalo de la Odebrecht ha sacudido a notables personajes de estos parajes, importantes reuniones han hecho coincidir en magnas citas a los cancilleres y representantes de estados de la región; pero sin duda, ninguno de estos hechos ha conmovido mas al mundo que la serie secuencial de crímenes cometidos por las fuerzas policiales venezolanas incitadas por el dictador Nicolás Maduro, el personaje del momento, y ya no tan célebre por sus idioteces, sus frases fuera de contexto, sus graves errores conceptuales o su limitada expresión, sino por su desmedida crueldad y su falta de discernimiento para asumir de una vez y por todas que su fin ya llegó, y no le queda nada por hacer en el devastado país suramericano.
En la patria de Bolívar se han mantenido acciones de protesta a través de heroicas marchas pacíficas. Un colosal movimiento opositor, y aun más, todo un pueblo que ya rebasó los límites de su capacidad de adaptación al mal, se han mantenido por más de dos meses en las calles, y aunque lamentablemente han muerto ya más de setenta hombres violentamente agredidos por las fuerzas policiales, la gente está con aquel ímpetu que los conducirá finalmente a su triunfo definitivo.
Un presidente –que llegó al poder de la forma en que todos saben– se siente acorralado y como carece de inteligencia ha preferido imponerse por la fuerza antes de doblegarse y reconocer que está perdido. La imposición de su proyecto de la Constitucional, la agresión y reajustes ilegales para dejar sin voz a la Asamblea Nacional, así como el traspaso de todo su poder al Tribunal Supremo de Justicia –manipulado por el chavismo–, han sido parte de su maquiavélico plan, el que según se dice, es ideado desde La Habana por las maléficas huestes del castrismo que siempre han dirigido el proyecto de revolución bolivariana iniciado por Chávez.
La comunidad internacional – y en este sentido me refiero no solo a aquellos organismos e instancias con cierto poder ejecutivo en toda la región, como la Organización de Estados Americanos, OEA, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, etc., sino a todos los que en el orden político, judicial, social, científico, ético y religioso tengan que ver con la preservación de la vida humana y con el equilibrio del mundo, así como personalidades que en el orden individual puedan levantar su voz y ser escuchados- ha intentado, aunque tal vez no con la fuerza necesaria, poner freno al caos que impera en la nación suramericana.
Hace ya más de un año Luis Almagro, el secretario general de la OEA, ha querido activar y poder aplicar la llamada Carta Democrática de dicha institución, y la indecisión de unos, la negativa de otros, y los posibles beneficios que se puedan perder al dejar de ser aliados de la dictadura chavista por parte de unos pocos, ha mantenido desde entonces una incertidumbre y apatía política que ha impedido el accionar de esta entidad, y las buenas intenciones de su secretario general no han logrado consumarse como acto concreto, lo que se ratificó en las recientes tenidas de estos últimos días.
Así las cosas, las víctimas se van sumando día a día, por desgracia siguiendo un patrón común: se trata de jóvenes, pacíficos, opositores, muchos de los cuales salieron por vez primera en son de protesta, tal vez, más que por una verdadera convicción política, por aquel ímpetu y esnobismo tan sui generis entre los jóvenes. De cualquier modo, se trata de verdaderos asesinatos por los que tendrá que responder el presidente del país ante las leyes terrenales, y también su alma – si es que podemos referirnos en estos términos a aquellos que la han perdido- ante las leyes divinas.
Mientras tanto, en la región del Caribe, en Cuba, su mayor isla, se arremete contra el presidente estadounidense Donald Trump después de su sonado discurso en Miami, la cuna del llamado exilio cubano, en territorio de la Florida. Lo que va quedando de la ahogada dictadura castrista hace reajustes inmediatos de ciertos proyectos que tal vez pensaron serían realidades algún día, y ahora con las nuevas disposiciones de Trump se desvanecen.
Las bondades de Obama – sin entrar en este contexto en la polémica en torno a los controversiales nexos entre este y el régimen de La Habana- para con el mal gobierno de la isla a cambio de nada han llegado a su fin. Una nueva directriz, que al parecer será férrea, al menos con la cúpula castrista, y no precisamente con las masas poblacionales de la nación, según ha declarado el propio presidente estadounidense, y como tanto se ha comentado ya por los que saben del tema, y mucho más por los que no tienen ideas claras en torno al complejo y difícil asunto de las relaciones bilaterales de ambas naciones.
En Cuba la represión ha aumentado considerablemente en los dos últimos años. Las prohibiciones de todo tipo se han mantenido por décadas, las violaciones de los derechos ciudadanos mínimos son tan comunes que no son percibidos por los que durante años se han adaptado a la supervivencia, las golpizas a las Damas de Blanco, las persecuciones, los encarcelamientos, allanamientos y difamación a numerosos opositores del régimen se han convertido en hechos comunes, y las condiciones precarias en que vive la población mayoritaria caracterizan al panorama sociopolítico actual de Cuba.
En Ecuador las cosas van tomando un matiz bien diferente. Una dramática década dictatorial – en la que como es lógico, no todo fue terrible, por cuanto, en el terreno social se emprendieron obras de peso que beneficiaron a grandes sectores poblacionales, los que lamentablemente aun viven en condiciones de pobreza inimaginables, amén de la cobertura educacional y de salud, a pesar de las limitaciones de esta última al ser demasiado elemental – llegó a su fin toda vez que este 24 de mayo Lenín Moreno asumía oficialmente la presidencia del país, y aunque se trata de un continuismo político, por cuanto, Moreno representa al propio partido oficialista Alianza PAIS, de tendencia izquierdista, lo cierto es, al menos por ahora, que el continuismo es tan solo en la apariencia.
Moreno ha centralizado su labor en una reformación social muy necesaria en aquel país, donde su economía había entrado en recesión a pesar de los crecimientos difundidos por Rafael Correa, su predecesor. Los índices de desempleo y subempleo son preocupantes, y la pobreza y pobreza extrema ocupan lugares importantes en la región.
La corrupción alcanzó notoriedad a través de las propias acciones de directivos del gobierno y miembros del Partido Alianza PAIS, incluidos el ya expresidente Rafael Correa, y el vicepresidente actual Jorge Glas, quien se desempeñara como vicepresidente en la segunda etapa del régimen de Correa, a pesar de que ambos han negado abiertamente estar involucrados en acciones de naturaleza delictiva, sobre todo con el sonado caso de Odebrecht.
Moreno, dejando a un lado la retórica socialista, no haciendo referencia a la revolución ciudadana, no acudiendo a las estereotipadas frases vacías del comunismo, al parecer intenta establecer una línea de demarcación entre la década angustiosa y el presente reformador. El diálogo, la inclusión, saber escuchar, permitir el protagonismo de sus subordinados, entre otros matices, están caracterizando su actual mandato, lo que contrasta con la ironía y la prepotencia de aquel que se creyó emperador de Los Andes – haciendo alusión a Rafael Correa-.
Nicaragua y Bolivia permanecen en silencio. Recientemente Daniel Ortega se pronunció a favor de la no injerencia en los asuntos internos de las naciones, específicamente respecto al caso de Venezuela, lo que como era de esperar solo encontró eco entre los pocos simpatizantes que quedan de la izquierda regional. Evo Morales es preferible que solo escuche ante la posibilidad de que siga cometiendo errores garrafales, y referirse al irreal hecho de los indígenas de los Andes enfrentados al Imperio Romano. No obstante, ya anunció que Bolivia se enfrentaría a Estados Unidos por el hecho de que él era antiimperialista. Ambos perpetuados en el poder a expensas de acciones fraudulentas, el primero con la manipulación de las últimas elecciones, y el segundo en la espera de un reajuste permisivo “legal” para continuar otro mandato a pesar de que el actual es ya inconstitucional.
Así andan las cosas en aquellas naciones de “Nuestra América” que han querido mantenerse atadas a un socialismo – que ya dejó de serlo hace mucho tiempo- aunque para esto se tenga que encarcelar, torturar y asesinar, en los casos concretos de Cuba y Venezuela; aunque la verdad se acerca, tal vez lentamente; pero se acerca. “Para verdades trabajamos, y no para sueños” dijo José Martí, y al fin llegaremos a poner “la justicia tan alta como las palmas”.
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