Iván García Quintero desde Cuba: Prohibido ser rico en Cuba o el sainete de la Asamblea
Prohibido ser rico en Cuba o el sainete de la Asamblea
Por Iván García Quintero
La Habana
junio 06, 2017
La Habana - La suerte está echada. Por unanimidad, como siempre, la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular celebrada el 31 de mayo y 1 junio en el Palacio de las Convenciones, aprobó el plan económico del 2016 al 2021 y un modelo de país para el 2030.
Si no fuera tan serio lo que se decide, pareciera una transmisión de Saturday Night Live, el late night show estadounidense. Y es que los debates parlamentarios tenían más pinta de bufo que de racionalidad.
Varias 'discusiones' fueron televisadas. Ni Pánfilo, el famoso humorista que encarna a un anciano obsesionado por la libreta de racionamiento, genera tantas incoherencias y cantinfladas.
En las distintas comisiones, los supuestos representantes del pueblo polemizaban, intentando cambiar una palabra en el contexto de un párrafo, retocando un concepto o proponiendo tonterías para justificar los dos días de reuniones con desayuno, almuerzo y comida en un recinto climatizado, con pausas para tomar café y agua mineral.
Cipayos de otra dimensión. Ningún parlamentario le pidió al reaparecido Marino Murillo, que definiera hasta dónde se permitía la acumulación de capitales y qué se entendía por riqueza en Cuba.
Algunas referencias públicas ofrecen pistas. Ya el régimen prepara un paquete de medidas para impedir o restringir la prosperidad de ciudadanos y pequeños emprendedores.
Lucio, economista, considera que “para frenar la riqueza además de normas jurídicas, utilizarán disposiciones represivas e impositivas. A quienes acumulen ciertas cantidades de dinero que el gobierno considere excesiva, se les aplicará la cuchilla fiscal con rigor y, en el peor de los casos, el decomiso o sanción penal. No veo otra manera de frenar la acumulación de capital”.
Existe una incongruencia abismal en el nuevo potaje legislativo. Mientras la junta militar que gobierna la Isla aprueba y concede estatus legal a los negocios particulares, con el cepo de las prohibiciones restringe su desarrollo, para impedir que prosperen y hagan dinero.
El miedo a perder el control social ejercido por el Estado paraliza a los mandarines criollos.
Les preocupa que cualquier negocio exitoso de medianas proporciones crezca, mueva sumas de dinero que puedan superar el millón de dólares y genere encadenamientos productivos que beneficien a la sociedad.
O que el dueño de un restaurante pueda abrir dos o tres sucursales, para expandirse dentro de la misma ciudad o en otras provincias. Y que el dinero necesario, mediante préstamos bancarios u otras opciones, sobrepase el millón.
Por supuesto, si un empresario privado hace bien las cosas ganará bastante. Incluso cifras de seis ceros en un año. Ésa es la base del desarrollo en una nación. Mientras respeten la ley y paguen los impuestos, ¡bienvenidos sean los emprendimientos privados triunfadores!
Pero el gobierno tiene una estrategia definida. Las únicas empresas que pueden acumular millones de dólares y hacer inversiones compartidas con firmas extranjeras son las estatales. O mejor dicho, los conglomerados militares estilo GAESA u otros del mismo corte. Es el Estado jugando al capitalismo.
En el monocorde y aburrido parlamento cubano, no escuché ninguna voz pidiendo explicaciones y detalles sobre el destino final de las ganancias millonarias obtenidas por Gaviota o RAFIN.
Para 2020, Gaviota contará con 50 mil habitaciones, marinas, campos de golf y tiendas. En los próximos diez años, el emporio militar se convertirá en el mayor grupo hotelero de América. Se desconoce el paradero de sus réditos.
RAFIN, que según los entendidos es la combinación de la siglas de Raúl y Fidel Castro, es una opaca sociedad anónima en un país de economía planificada, que jamás ha declarado públicamente de dónde proviene su capital.
Esta misteriosa empresa compró las acciones de una compañía italiana de telecomunicaciones que en sociedad mixta con el Estado trabajó en la modernización de ETECSA. Ahora RAFIN es el dueño absoluto de ETECSA.
¿Qué hace con las millonarias ganancias? ¿Por qué a los diputados no les preocupa que ETECSA no disponga de un fondo social que beneficie a las escuelas primarias, secundarias y preuniversitarias que no tienen acceso a internet y cuentan con precarios laboratorios de computación?
Tampoco se quejaron sobre los precios excesivos de ETECSA por sus servicios de telefonía móvil, wifi e internet, tema que ha estado presente en charlas online realizadas por medios oficiales, y en las cuales los lectores han manifestado su malestar. O de los alarmantes precios de los productos ofertados en las tiendas recaudadoras de divisas. O más escandalosos aún, los precios de los autos exhibidos en amplios e iluminados salones de venta.
Ningún parlamentario le exigió a las empresas estatales rebajar los precios de electrodomésticos, televisores o teléfonos inteligentes en la tienda que Samsung inauguró en 3ra. y 70, Miramar, al oeste de La Habana, donde un Edge 7 cuesta el equivalente a 1,300 dólares y un televisor 4K de 70 pulgadas ronda los 5 mil dólares.
Es de ciencia ficción que un Estado planifique la vida de sus ciudadanos para el 2030, cuando ni siquiera se sabe cómo llegaremos a fin de año. El cubano de a pie no le presta atención a los debates parlamentarios ni a los partidistas.
La gente suele mirar hacia otro lado. Esa apatía, simulación e indiferencia en los asuntos del país, allana el camino para los desmanes del régimen.
Los trabajadores asisten a las reuniones sindicales y, sin meditar, aprueban modelos económicos que no desean y ni siquiera entienden. Y en sus barrios y circunscripciones, votan mecánicamente por candidatos a delegados del Poder Popular que nadan resuelven.Cuba se ha convertido en una nación de zombis domesticados.
Todos se quejan en voz baja en sus casas, con familiares, vecinos o amigos. En la calle, en sus centros laborales o de estudios, aparentan fidelidad al gobierno a la hora de aprobar un documento o votar en elecciones estériles. Tenemos lo que nos merecemos.
Deang Xiao Ping, comunista convencido y padre de las reformas económicas en China, comprendió que hacer dinero no era una vergüenza ni un delito. "Da igual que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones", dijo en 1960. En la autocracia cubana, el gato que caza ratones viste de verde olivo.
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