Tomado de
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Estadounidenses ejecutados por el Castrismo
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En esas misiones, que cumplieron en contra de la voluntad de sus superiores, fueron abatidos Frank Leo Baker, Riley W. Shamburger, Wade Caroll Gray y Thomas Willard Ray, quien sobrevivió a la caída del avión, pero fue asesinado en tierra por un disparo del oficial castrista Oscar Fernández.
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Por Pedro Corzo
22 de noviembre de 2017
La participación de estadounidenses en las luchas de los cubanos por la libertad se puede calificar de constante, un ejemplo heroico fue Henry Reeve, equivocadamente identificado como el “Inglesito”.
Reeve, en realidad, un yankee de Brooklyn, participó bravamente en la primera Guerra de Independencia de Cuba, herido en varias ocasiones retornaba a la lucha con el ardor que nunca perdió. Murió a los 27 años en el combate de Yaguaramas, con el grado de brigadier general del ejército Libertador.
En la lucha contra el régimen de Fulgencio Batistas participaron coterráneos de Reeve, el más destacado fue el comandante William Morgan fusilado junto al cubano, también comandante, Jesús Carrera, el 11 de marzo de 1961 en La Cabaña.
Morgan fue precedido en el martirologio por otros paisanos suyos. Robert Ellis Frost, derribado en febrero de 1960 por el fuego antiaéreo castrista, cuando piloteaba un pequeño avión en el cielo matancero.
En octubre de ese mismo año el capitán Armentino Feria desembarcó en Navas, Oriente, después de varios enfrentamientos, fue capturado junto a los 24 expedicionarios sobrevivientes, días después 10 fueron fusilados, entre ellos cuatro estadounidenses, Robert Otis Fuller, August K. McNair, Anthony Zarba y Allan D. Thompson.
La dolorosa relación se extiende. El 19 de abril de 1961, el estadounidense August K. McNair, operador de radiotelegrafía, fue fusilado junto a Francisco García Guardarrama, Narciso Bello Martínez, Eligio Caleb Suri Goicochea y Gilberto Betancourt Chacón, ninguno había cumplido los 30
años de edad. Habían entrado clandestinamente a Cuba por la provincia de Pinar del Rio para incorporarse a las guerrillas que allí operaban.
(Comandante William Morgan)
Ese mismo día, Howard Anderson, un hombre de negocios que residía en La Habana, acusado de ser agente de la CIA y contacto entre los diferentes grupos que combatían al régimen, fue fusilado al lado de los cubanos Juan Ramón Leal Estrada, Manuel Villanueva y Joaquín F. del Cueto Rodríguez, el primer venerable maestro masón ejecutado por la dictadura.
El 3 de junio de 1961, en la provincia de Las Villas, fusilaron a Williams "Bill" Patterson, ese año, en septiembre, ejecutaron en el paredón a William Horace Patten, quien había ingresado clandestinamente al país para colaborar en la creación de un frente guerrillero.
En Playa Girón, durante los combates, derribaron pilotos cubanos y estadounidenses, estos últimos, volaron voluntariamente a la isla para llevar suministros a los efectivos que combatían en la costa sur de Cuba porque los pilotos cubanos habían operado durante varios días de forma continua y sin descanso alguno.
En esas misiones, que cumplieron en contra de la voluntad de sus superiores, fueron abatidos Frank Leo Baker, Riley W. Shamburger, Wade Caroll Gray y Thomas Willard Ray, quien sobrevivió a la caída del avión, pero fue asesinado en tierra por un disparo del oficial castrista Oscar Fernández Mell. Los restos mortales del capitán Ray, “Pete Ray”, fueron recuperados por su hija 18 años después.
De esta penosa relación no debe faltar el mayor de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Rudolph
Anderson, hijo, tumbado el 27 de octubre de 1962 por un cohete tipo Sam cuando volaba en un U-2 sobre Cuba durante la crisis de los misiles.
La crueldad del castrismo se hace más insensible con el tiempo. Derribó, en una acción de criminal soberbia, con aviones Mig de combate,en aguas internacionales, a dos pequeños aviones desarmados que eran tripulados por jóvenes estadounidenses que no realizaban ninguna operación que pusiera en peligro la estabilidad de la dictadura. Así fueron asesinados, por orden directa de Raúl Castro, Armando Alejandre, hijo, Carlos Costa y Mario de la Peña y el joven cubano,Pablo Morales.
Para esta criminal ejecución en el aire, la dictadura cubana contó con el apoyo de una red de espionaje que operaba al interior de Estados Unidos, que dirigía Gerardo Hernández, que junto a otros dos espías,fue excarcelado por el presidente Barack Obama y enviados a Cuba.
Los crímenes de los Castro han trascendido las fronteras cubanas. Mucha de la sangre derramada en numerosos países, corresponde a su exclusiva autoría, el auspicio de la desestabilización y la subversión en el continente, es una forma criminal de hacer política.
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Los desaparecidos del castrismo
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Poco se ha escrito sobre los desaparecidos por el totalitarismo cubano y
es que hasta en ese aspecto el control de la información instaurado por
la dictadura le ha sido útil.
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Por Pedro Corzo
marzo 06, 2015
Se
suele creer que las dictaduras ideológicas no incurren en crímenes
extrajudiciales y menos aún practicar la desaparición de quienes se les
oponen, no porque sean más tolerantes que el despotismo uniformado, sino
porque, como controlan las instituciones del Estado, legitiman
cualquier crimen por horrible que haya sido.
En Cuba, aunque la pena de muerte se ha aplicado miles de veces, hay
muchos desaparecidos. El más notorio es Andrew de Graux Villafana, cuya
hermana, Mary, lleva décadas reclamando a la dictadura cubana
información sobre su hermano. Andy, ciudadano estadounidense por vía
paterna, con menos de 19 años se unió a las guerrillas del Escambray
para luchar contra el castrismo.
El joven guerrillero fue herido en la finca Limones Cantero durante un
enfrentamiento con las milicias el 13 de septiembre de 1962. Recibió dos
balazos. Uno de los proyectiles entró por el hombro, impactó la quinta
vértebra dejándolo inmóvil.
Fue capturado y conducido al hospital de Trinidad, su pueblo natal, a
dos cuadras de la casa de sus padres. Conocía al médico y le pidió que
avisara a su madre. Pero otro galeno, más represor que curador, Cuco
Lara, ordenó que el herido fuera sacado de la sala y recluido en un
cuarto aislado. En
consecuencia, cuando los padres llegaron al
sanatorio, no lo pudieron ver.
(Andrew de Graux Villafana)
No recibió atención médica. Después de ser torturado física y
psicológicamente, le trasladaron por orden de la Seguridad del Estado al
hospital de Cienfuegos.
Mientras, la madre de Andy, María, visitó a la delegación suiza en La
Habana que representaba a Estados Unidos en Cuba. Se entrevistó con un
funcionario, pero las gestiones fueron infructuosas.
Recuerda Mary que su hermano había sido operado por el doctor Rodríguez
Marcoleta. La cirugía fue un éxito, pero la familia seguía sin saber de
él. El 18 de septiembre, el galeno Rodríguez Marcoleta fue a ver a Andy.
No lo encontró. Preguntó por el operado y le respondieron que había
muerto. En la morgue pidió ver el cadáver, tampoco estaba.
Días después, la Seguridad del Estado le pidió que firmara el
certificado de defunción de Graux Villafana, a lo que el médico se negó
rotundamente.
Mary de Louise de Graux Villafaña, quien no cesa en la búsqueda de su
hermano, también expresa preocupación por otros jóvenes desaparecidos
que se alzaron en armas contra la dictadura.
Recuerda a los hermanos Pedrozo y los Becerra, quienes también se habían
sumado a los insurgentes. Los cuatro jóvenes trinitarios fueron
absorbidos por la tierra en la que habían nacido.
Desaparecidos están Orlando Collazo y Lázaro Fernández. Se supone que
murieron en combate. Los restos de Fernández según algunas versiones,
fueron expuestos en el parque del pueblo de Guao, pero sus familiares
nunca vieron su cadáver. Tampoco informados de su muerte.
Hace varios años, la señora Yolanda Ibáñez, presentó al Comité Cubanos
Pro Derechos Humanos en La Habana, Cuba, una denuncia por la
desaparición de su padre, el agricultor Carlos M. Ibáñez quien, según
las autoridades, había sido arrestado y fusilado sumariamente en 1965.
La familia Ibáñez nunca ha visto el cuerpo de su deudo, ni tampoco dónde
fue sepultado.
Situación similar deben vivir los familiares de los 18 enterrados en una
tumba colectiva, sin identificación, en el cementerio de San José de
los Ramos en Colón, Matanzas.
Miles de familias cubanas, suponen que sus familiares fueron sepultados o
muertos en combate, pero nunca pudieron velarlos ni sepultarlos.
Además, ignoran dónde están los restos mortales de sus parientes.
Según investigaciones de José Luis Fernández Maymo, en la finca San
Gabriel, Las Villas, los guerrilleros Juan Antonio Benítez, Gabriel
Morales y Onelio Pérez fueron abatidos por la milicia, sin embargo, es
un supuesto. No hay quién atestigüe que vio los cadáveres o diga conocer
dónde están enterrados.
José Alberto Álvarez Bravo ha denunciado públicamente la desaparición de
Alberto Sigas, avalada con los testimonios de su esposa, Carmen Núñez
Armesto y su señora madre, Elia Echevarría.
Alberto Sigas le dijo a su esposa que iría a la casa de su madre el 18
de enero del 2010. Núñez Armesto hizo la denuncia y horas más tarde le
informaron que Sigas estaba arrestado en Villa Marista y que antes de 72
horas estaría en su casa. Han trascurrido cinco años y Sigas sigue
desaparecido.
Poco se ha escrito sobre los desaparecidos por el totalitarismo cubano y
es que hasta en ese aspecto el control de la información instaurado por
la dictadura le ha sido útil.
Hay mucho que investigar al respecto. Por suerte, el activista Álvarez
Bravo y el ex prisionero político Fernández Maymó, se han impuesto la
tarea de investigar sobre los desaparecidos del castrismo, otra cuenta
pendiente con el pueblo cubano de los hermanos Castro.
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