Cuba. La masacre Castrista de La Ceiba donde fusilaron a 21 personas después de una farsa de juicio de 12 horas y 15 minutos de deliberación frente a los atúdes en que serían enterrados pues la sentencia ya estaba dada antes del juicio
(Luchadores anticastristas del Escambray. En varios post de este blog Baracutey Cubano se han identificado erróneamente algunos de los fotografiados. Julo M. Lara (dueño de la foto y uno de los fotografiados) muy gentilmente atendió a mi solicitud y me envió el siguiente email: Muy estimado Pedro, ante todo gracia por su elocuente elogio y comentario. Esa foto fue tomada en una reunión de líderes que Evelio (Duque) -tratando de unir todas las fuerzas bajo un liderazgo– realizo, y no fue en Manacal como algunos dicen -fue cerca de Topes de Collantes, en una zona conocida como “Dos Ríos”. Por consiguiente hay algunos que por haber pertenecido a otras columnas no me acuerdo de sus nombres, y otros que si me acuerdo, por el largo tiempo que hace –no me acuerdo de sus nombres aun reconociéndolos. Pero me acuerdo de unos cuantos, empecemos: de pie en la parte posterior, de izquierda a derecha los dos primeros pertenecían a la tropa de Osvaldo Ramírez; seguidos por el matrimonio Tunon (Tuñón) (campesinos de la zona); a continuación Evelio Duque con gorra y Osvaldo Ramírez con sombrero; a la derecha de Osvaldo creo – no estoy seguro era Monguito Pérez, a continuación era uno de nosotros que no recuerdo su nombre, al final el heroico Tomasito San Gil. Arrodillados al frente de izquierda a derecha el primero era Víctor (Chiche) Gámez, el segundo fui yo, el tercero era Ignacio (bigote) Zúñiga, los dos que siguen eran de nuestra tropa pero no recuerdo sus nombres, el sexto era mi amigo, hermano y compañero de toda la guerra Antonio (Tata) Aragón, el ultimo no me acuerdo su nombre. Tomas San Gil, Tata Aragón y yo nos conocíamos de antes de la guerra.
Yo he escrito seis libros en una serie “Exponiendo al Comunismo”, además escribí mi autobiografía “God Satan and Me”, o en castellano “Dios Satanás y Yo”. Si deseas leerlo, con mucho gusto te obsequio y hago llegar una copia.)
El desgarrador testimonio de Aldo Chaviano Rodríguez, guerrillero del Escambray contra la dictadura totalitaria, es una dolorosa muestra de la crueldad y vesania del castrismo, que el escritor José Antonio Albertini relata con visos de ficción en su obra atemporal "Un día de viento".
Chaviano y 23 compañeros recibieron una petición fiscal de pena de muerte en los pabellones de Isla de Pinos. Meses después fueron trasladados a Santa Clara, con excepción de Cristóbal Airado, a quien le dijeron: “te salvaste de una buena”. La condena había sido dictada antes del juicio.
Permanecieron en el G-2 de Santa Clara varios días. Fueron separados del grupo Makario Quintana Carrera, “Pata Plancha” y Aquilino Cerquera. Al día siguiente los 21 restantes fueron conducidos al campo de concentración de El Condado y encerrados en una celda.
Les entregaron una nueva petición fiscal también con pena de muerte. Horas después, cuando almorzaban, fueron informados de que era su última comida, a la vez que les mostraron los cadáveres de Quintana y Cerquera, que antes de ser fusilados fueron paseados por la ciudad de Trinidad en un camión con altoparlante, invitando a la ciudadanía a presenciar la ejecución de los dos prisioneros.
Al día siguiente fueron conducidos a la Torre vieja de Iznaga, hasta un campamento militar en el que hicieron la caricatura de juicio. Los 21 fueron sentados en el comedor de la base. El fiscal del Tribunal Militar fue el sádico y brutal Humberto Jorge. Presidía el capitán Pinto Abeledo, el resto eran comandantes, capitanes, todos oficiales de tropa y del G-2, más de 500 guardias de custodia y varias mujeres y hombres como testigos de cargo.
Llegó un camión con las cajas en las que iban a ser sepultados y les dijeron: "miren, para que las vean, ahí están". Según Chaviano el objetivo de aquella exhibición era para ver si alguno de los acusado se atemorizaba, pero afirma que no fue así, "que la gente se portó muy bien".
Cuenta que el juicio duró 12 horas, y que les dieron agua en una latica con un palito, permanecían amarrados a la espalda y un miliciano los aguantaba por cada mano aunque estaban atados, recuerda que como a la una de la madrugada el tribunal se retiró para deliberar. Regresó 15 minutos después, anunciando la sentencia a muerte de 21 personas, pero Chaviano rectifica su relato al decir que fueron 23 las condenas, porque allí también se celebró el juicio de los dos que habían sido fusilados con anterioridad.
Les informaron que tenían derecho a apelar. Supuestamente las apelaciones se decidían en un tribunal superior en la capital, pero en pocos minutos regresaron con la sentencia definitiva. Seguían atados a las espaldas en plena madrugada, y entre las lomas en las que habían peleado contra el comunismo, las sentencias fueron dictadas una a una. Recuerda Chaviano -tenía entonces 20 años de edad- que en aquella interminable relación de condenados a muerte escuchó su nombre y el del otro sobreviviente, Eladio Romayor Díaz. Ambos fueron sentenciados a 30 de prisión.
Pudo conversar con dos de los que iban a fusilar, Líster Álvarez y Blas Rueda. Este último le dio un objeto para su padre que pudo entregarle 26 años después a su hermano.
"A los 19 hombres los amarraron pegados a la cerca. Empezaron a gritar “abajo el comunismo” y varias cosas más. Ellos llevaron para que presenciaran la ejecución a los acusadores, testigos, a todo el público. Pusieron tres camiones para alumbrar el lugar escogido para la matanza. Cuenta que hubo muchos disparos, y el tiro de gracia nunca fue uno, menciona a Carlos Brunet uno de los fusilados, que quedó de pie aunque recibió muchos disparos.
"A veces no te dan bien y no caes. Fueron una tonga de tiros, si no te vas con uno, te vas con dos, con tres. Participaron varios oficiales, no es eso que tú vez en las películas. Los comunistas no hacen eso, a ellos les conviene poner una pila de oficiales. Ellos les tiraron con armas automáticas a todos".
Tomado de http://nuevoaccion.com/
Por Aldo Chaviano Rodríguez*
14 de julio de 2013
Nos habían trasladado a 23 presos políticos del Presidio de Isla de Pinos, donde habíamos permanecido cerca de dos años. Era el 12 de julio de 1963.
Estábamos en la torre vieja de Iznaga en Manacas de Iznaga cerca del poblado de Caracusey en la carretera entre Sanctí Spíritus y Trinidad en la provincia de Las Villas. Ya sabíamos del asesinato el día anterior en “Las Tinajitas”, en plena Sierra del Escambray, de Macario Quintana y Aquilino Zerquera, miembros de nuestra causa y cuyos cadáveres fueron expuestos en el patio donde se celebró el juicio para que los viéramos, como únicos testigos silentes de lo que allí había ocurrido.
El procedimiento estuvo plagado de arbitrariedades e injusticias. El Tribunal presidido por el Capitán Andrés Abeledo Mejías “El Pinto”, el oficial acusador Luís Felipe Denis y el Fiscal Dr. Humberto Jorge, hablaban incesantemente. Allí se acusó por apariencias, por seudónimos, sin tener en cuenta la identidad personal, por suposiciones, por alegatos basados en investigaciones absurdas, por delaciones de personajes de controvertida procedencia.
Allí únicamente se juzgó a un ejército prisionero por sus acciones de guerra, pero había que escribir un libreto para luego matar y así lo hicieron…
Personalmente fui excluido al declarar mi hermano de lucha Ramón Pérez “Monguito” que yo no era “El Chino” (alias) que los comunistas buscaban. El anciano Romayor y yo fuimos los únicos que salimos vivos de los 23 que sacaron del Presidio para juicio en Las Villas; quizás para que contáramos de lo que eran capaces y así contribuir al terror; quizás también por ello hablamos bien poco de lo que allí sucedió al regresar a Isla de Pinos.
Portador de recados personales
Ante la convicción generalizada de que iban a morir, el grupo mostró una actitud firme y decidida. Fui portador de recados personales, de pequeños recuerdos con la encomienda para llevar a familiares. No hubo quejas, ni ocasión ni tiempo para otras opciones, el día fue muy largo y a la vez muy corto por su intensidad.
Al final, la sentencia: 19 condenados a pena de muerte por fusilamiento y dos a 30 años de cárcel. La apelación duró pocos minutos y la sentencia fue ratificada. Nos montaron en un camión militar y los miembros del Tribunal, nos seguían. Nos llevaron a un recodo del camino, algunos me dieron sus últimas recomendaciones.
Era de noche. Aproximadamente a la 1:00 a.m. del 13 de julio de 1963, bajaron a los condenados a muerte, los iluminaron con las luces de los camiones de transporte militar, llamaron a Nando Lima, Zacarías García y a Roberto Montalvo y los ametrallaron. El resto comenzó a dar gritos en contra del comunismo y en favor de Dios y la Libertad, entonces los tirotearon a todos juntos por parte de las tropas y de los miembros del Tribunal; dispararon con ametralladoras, rifles, pistolas y revólveres, aún así Carlos Brunet quedó en pie, todos le tiraron, lo hicieron pedazos; luego los remataron uno por uno.
Seguidamente les quitaron los zapatos y calzaron algunos milicianos que andaban descalzos.
*Natural de Báez, antigua provincia de Las Villas. Número en el Presidio de Isla de Pinos: 28240. Cumplió 26 años y cuatro meses de prisión política con 30 años y seis meses adicionales por una fuga de la prisión de Ariza, Cienfuegos. Es el único sobreviviente de los 23 condenados a muerte en la II Causa del Escambray. Vio fusilar a 19 de sus compañeros de lucha; todos habían estado más de dos años y medio presos entre el centro de operaciones del Hospital de Topes de Collantes en la Sierra del Escambray e Isla de Pinos. Actualmente reside en Nueva Jersey. Este testimonio se publica con la autorización del Comité Internacional de Ex Presos Políticos Cubanos.
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