Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
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El comisionado especial (II)
Segunda entrega de un trabajo en tres partes
Asamblea del Cerro
Por Waldo Acebo Meireles
Miami
27/06/2018
“…the history that I was being taught in school —this the
date, this is what happened— it’s not history. History is
learning about the psychology of the people who were doing
things in the past and the problems they were having. Why
they did it, and what they were thinking.”
George Lucas (Interview with James Cameron, 2018)
Mientras Robert P. Porter se encontraba en Cuba desarrollando su labor de inteligencia, ya que de eso se trataba, una comisión presidida por el mayor general Calixto García[1] e integrada por el mayor general José Miguel Gómez, el coronel Manuel Sanguily, el teniente coronel José R. Villalón y el delegado José Antonio González Lanuza viajaban en noviembre a Washington con el propósito de adelantar la causa independentista que había quedado en manos de la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana, que comenzó a funcionar en Santa Cruz del Sur, Camagüey, el 24 de octubre de 1898
La Asamblea había discutido y aprobado una estrategia que consistía en comprometer al Gobierno de Estados Unidos con un préstamo para licenciar al ejército mambí, o en su defecto aceptar un préstamo leonino de banqueros norteamericanos. En cualquiera de los dos casos ellos pensaban que esto obligaría al Gobierno yanqui a asegurar la independencia de Cuba en aras de recobrar el préstamo acordado. Las esperanzas de los integrantes de la Asamblea también se apoyaban en las opiniones anti-anexión de ciertos sectores, por ejemplo el tycoon del acero Andrew Carnegie; Edward Atkinson, fundador de American Anti-Imperialist League y Charles Francis Adams, quien en una larga carta a un amigo había dicho, refiriéndose a Cuba:
“Proponemos garantizarles contra la intromisión externa y, sobre todo, de la ‘tutela’ y hacer que, al caminar, aprendan a caminar solos.”[2]
También esas esperanzas se cifraban en las opiniones divididas en la prensa y en el Congreso de EEUU, aunque en más de una ocasión las opiniones en contra la anexión tuviesen un substrato y matices racistas.
La comisión había logrado reunirse con el presidente McKinley pero de una forma que quedó claramente definida como no oficial, puramente de cortesía, y todo parece indicar que este le indicó a Porter que se reuniese con los cubanos pero tampoco esa reunión conllevaría a una oficialización de los representantes del pueblo cubano.
A pocos días de regresar Porter de Cuba se produce la reunión —el 14 de diciembre de 1898 en el Hotel Shoreham[3] en Washington DC— para ese momento ya Calixto García había muerto, tres días antes de neumonía. En la reunión también estuvo presente Gonzalo Quesada Aróstegui que actuaba como encargado de negocios de la República en Armas en Washington desde enero de 1897[4], y Horatio S. Rubens, joven abogado neoyorquino vinculado a la lucha insurreccional[5] en Cuba y que actuaba como representante legal de los cubanos enviados en representación de la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana.
La proposición presentada a Porter era la de licenciar al ejercito mambí para lo cual era necesario la cantidad de $ 57.304.380,00[6] para efectuar los pagos correspondientes de acuerdo al tiempo en campaña y el grado militar. A Porter dicha cifra le pareció desproporcionada e irreal, e incluso posteriormente hizo una comparación entre los salarios mensuales que devengarían los mambises y los que ganaban los oficiales y soldados del ejército EEUU.
A partir de esta tabla Porter consideró que la cifra de $57 millones podía ser reducida aproximadamente a $30 millones, lo cual le pareció también excesivo, pero esas conclusiones él no las manifestó en la reunión que duró menos de una hora, él no dejó en claro su opinión personal y menos aún la del Gobierno norteamericano, simplemente insistió en que en Cuba se había alcanzado libertad comercial e industrial[7] lo cual era una frase que repetía continuamente cuando se reunía con algún patriota cubano. Los delegados se retiraron consternados y preocupados por el cariz de esta breve reunión.
Los delegados solicitaron una nueva reunión y esta se efectuó el 12 de enero de 1899 en esta la comisión entregó informes detallados de cuanto recibiría cada jefe militar hasta el grado de brigadier general a partir del grado de coronel solo se señalan el número de oficiales, clases y soldados y el total de salarios[8]. En esta reunión los delegados trataron de diversas formas dejar en claro su posición y nuevamente rechazaron los tres millones[9] que McKinley había prometido como una especie de donación.
Los argumentos presentados fueron más fuertes y contundentes, Sanguily, un tanto más diplomático señaló:
“Si la situación real de la isla continúa, es natural esperar conflictos serios, y si los insurgentes no reciben, finalmente, suficiente ayuda, no se debe esperar una solución pacífica emanada de la desconfianza y la desesperación.”
Un poco más enérgicas fueron las consideraciones del delegado José Antonio González Lanuza:
“…la continuación de los cubanos en armas solo puede explicarse porque esperan que les paguen. Por otra parte, la necesidad de la disolución es evidente. Bajo las condiciones existentes, los hombres que componen el ejército se encuentran en una posición muy anómala. No se puede concebir que continúen bajo las armas si no van a usarlas; o bien las entregarán, o las usarán, tanto más cuanto que en la actualidad sus medios de sustento son extremadamente precarios.”
Finalmente, implicando una evidente amenaza, el Coronel José R. Villalón destacó lo que podría ocurrir de no licenciarse el ejército mambí:
“Si los hombres se quedan como están, sin satisfacer sus necesidades, se irán a la manigua y serán una fuente de bandidaje y desorden, que por parte de los Estados Unidos, será muy difícil de reprimir, y por el bien posiblemente, de ahorrar algunos millones de dólares ahora, se verán obligados a gastar más millones de dólares además del sacrificio de muchas vidas.”
Y a continuación, después de recordarle a Porter los múltiples combates en que se habían envuelto las tropas yanquis para subyugar a los indios norteamericanos:
“En Cuba la situación será peor, porque allí tendrían el refugio de la manigua, y, además, los estadounidenses no podrían soportar el clima muy bien. En última instancia, por supuesto, sucumbirán, [se refiere a los cubanos] pero costará muchas vidas y muchos millones de dólares.”
La reunión terminó en medio de un clima tenso, pero los delegados cubanos consideraron que habían hecho todo lo posible para el cumplimiento de la tarea que la Asamblea les había encomendado, por su parte no quedaba nada más por hacer. Para Porter la situación fue muy distinta, resintió el tono que había tomado esta última entrevista, no pasó por alto la velada amenaza de un enfrentamiento, estaba al tanto de la capacidad militar de los jefes y el valor de las tropas cubanas, que además eran conocedores del terreno, sabía que incluso habían reforzado su armamento con armas superiores a las que poseía el ejército de ocupación yanqui[10], para él era evidente que, por ejemplo, la fiebre amarilla que había diezmado las tropas españolas también diezmarían las norteamericanas. En su mente elaboró los próximos pasos a dar. Sin lugar a dudas había una posibilidad de cumplir su misión en Cuba: entrevistarse con el máximo jefe de las tropas mambisas, Máximo Gómez.
De inmediato comenzó a preparar su tercer y último viaje a Cuba, Gómez con el cual no había podido entrevistarse en sus dos viajes anteriores, era ahora su único objetivo.
[1] Calixto García como el general de mayor edad también presidía en esos momentos la Asamblea de Representantes
[2]We propose to guarantee them against outside meddling, and, above all, from “tutelage,” and make them, by walking, learn to walk alone.
[3] Este fue un antecesor del Shoreham Hotel, que llegó a ser famoso en Washington; el hecho de que la reunión fuese en un hotel y no en las oficinas de Porter en el Capitolio, o en otro lugar oficial, no fue casual, enmarcaba el carácter oficioso de la reunión.
[4] Los ultra-celosos integrantes de la Asamblea, a la cual también pertenecía, lo destituyeron por viajar a Cuba sin su consentimiento, en compañía de Porter cuando este regresó para entrevistarse con Gómez.
[5] Rubens se desempeñó activamente apoyando a los mambises y dejó en su libro Liberty, the Story of Cuba, publicado en 1932, un recuento de esta participación.
[6] Esa cantidad equivaldría a $1.730.000.000,00 en dólares actuales.
[7]They were told that so far as the United States was concerned, Cuba had won her economic and industrial freedom.
[8] Como curiosidad apuntamos que el mayor general Bartolomé Masó por su cargo y 42 meses de servicio sería el que mayor emolumento recibiría: $21.000,00 equivalentes a $632.000,00 actuales.
[9] En el criterio de Porter esa cifra podía ser reducida dos y medio millones.
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