Alberto Roteta Dorado: ¿Por qué Ecuador se retiró del ALBA y reclamó la edificación sede de la UNASUR?
Santa Cruz de Tenerife. España.- Desde que Lenín Moreno, el actual presidente de Ecuador, asumió la jefatura de gobierno hace poco más de un año, la tierra de Eloy Alfaro ha venido experimentando cambios radicales muy favorecedores, los que, como es lógico, no han tenido lugar de un día para otro; sino que son el resultado de una cascada algorítmica que comenzó justamente con la histórica tenida que sostuvo Moreno con la prensa, a solo unas horas de haber sido declarado presidente, hasta su decisión más reciente, esto es, la retirada de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA.
También es de suponer que dichos cambios – los que personalmente considero favorecedores no solo para la nación andina, sino para toda la región– no han sido bien recibidos por todos, de ahí que los detractores del actual mandatario de vez en cuando arremeten contra algunas de sus decisiones, de manera particular aquellos que permanecen aferrados a las directrices de la llamada Revolución Ciudadana, el proyecto de Rafael Correa, que cual remanente de lo que ya se puede considerar pasado, se les desvaneció para siempre, aun cuando apenas unos pocos creíamos que estaba a punto de ocurrir su ocaso definitivo.
Sería interminable un escrito de este tipo si me detengo a analizar cada uno de los innumerables cambios que han tenido lugar desde mayo de 2017, cuando Lenín Moreno asumió la presidencia, hasta el presente. De modo que me limitaré a asumir el comentario de los dos últimos sucesos, los que, por su trascendencia en la política regional merecen ser difundidos.
En abril del presente año, seis de los doce países que originalmente integraron la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, decidieron retirarse de esta instancia, por cuanto consideraron que no tiene acciones concretas que puedan demostrar el sentido de la existencia de una institución de este tipo en la región. Pero no solo esto, sino que se han referido a un estado de indisciplina de carácter alarmante que obstaculiza cualquier posible aproximación de sus países miembros, algo que al parecer es irreversible ya, y Bolivia, país que asumió la presidencia pro tempore este abril, no ha hecho nada en el orden práctico que permita una posibilidad de acercamiento entre los países miembros.
Las naciones que decidieron retirarse fueron: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay, que suspendieron su participación en bloque, por lo que ahora solo quedan Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Guyana y Surinam. Ecuador no se encuentra entre los países retirados, no obstante, el presidente Lenín Moreno declaró públicamente que el edificio sede de la UNASUR – edificación de lujo en la que el gobierno de Rafael Correa invirtió la millonaria cifra de 39 millones de dólares en el 2014 como contribución de la nación suramericana a esta instancia– será destinado para el funcionamiento de la Universidad de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas.
Según Moreno dicha edificación no está cumpliendo ninguna función por lo que determinó iniciar la tramitación para conseguir su devolución y poder darle un mejor uso al suntuoso edificio ubicado en las cercanías del centro turístico conocido como La Mitad del Mundo. Pero las apreciaciones de Moreno van más allá de la valoración de la poca utilización del inmueble, sino que considera que la UNASUR está en una crisis evidente; aunque no se pronunció a favor de la disolución definitiva de este organismo regional.
Para Lenín Moreno la “UNASUR fue una buena idea, que lastimosamente, por fallas humanas, no se ha cristalizado”, expresión suficientemente explícita para comprender la verdadera postura del actual mandatario. Moreno se ha expresado en pasado: “UNASUR fue una buena idea”, lo que significa que para el mandatario ecuatoriano este organismo ya es un remanente del pasado que “en la práctica no ha funcionado”, como ha sucedido con otros utópicos proyectos e ideas descabelladas nacidos a partir de los “soñadores” líderes del engendro conocido como socialismo del siglo XXI incentivados por los ya desaparecidos dictadores Fidel Castro y Hugo Chávez.
Por otra parte, la idea de que no ha cristalizado por fallas humanas pone en evidencia su inconformidad con aquellos que, ya sea en los años iniciales de la instancia, o peor aún, en estos tiempos en que solo quedan ligeros vestigios a modo de remanentes fosilizados, no fueron capaces de asumir su rol en pos de un verdadero sentido de esa integración regional a la que tanto se hace referencia, y que en el orden práctico jamás se ha logrado concretar.
Pero lo que ha resultado aún más trascendente es la determinación de Moreno de salir definitivamente del proyecto fidelista-chavista conocido como ALBA, la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América.
Este 23 de agosto el presidente de Ecuador nos dio otra prueba de su certera postura respecto al decadente socialismo ecuatoriano. El gobierno de Ecuador se retira del ALBA y el verdadero motivo de su decisión es su inconformidad con la situación venezolana y con la política dictatorial de Nicolás Maduro.
Hasta hace muy poco el presidente Moreno había mantenido una actitud bastante conservadora al escudarse en una postura aparentemente neutral tras el slogan de la no intervención en los asuntos internos de los países. No obstante, hace solo unas semanas arremetió contra la dictadura de Nicolás Maduro luego de que este se pronunciara en su contra al defender a Rafael Correa, quien está acusado por sus implicaciones en el secuestro e intento de asesinato del opositor y exlegislador ecuatoriano Fernando Balda, entre otros cargos.
"Somos un país de paz, somos un país tolerante, estamos actuando reactivamente con respecto a temas internacionales, por respeto y tolerancia, pero la tolerancia tiene un límite y, por favor, que no lo rebasen", afirmó Lenín Moreno, quien también se refirió a que la “democracia” en Venezuela resulta ser “estrambótica”, por cuanto no puede hablarse de democracia "sin la participación de la oposición, con una posibilidad limitada de la observación internacional" (…) "Eso no está dentro de lo que nosotros consideramos la norma de la democracia", lo que ha trasladado como preocupación a foros internacionales; aunque se ha mantenido firme en su oposición a cualquier intento de intervención militar en Venezuela con la intención de modificar la situación que atraviesa aquel país bajo el mando de Nicolás Maduro.
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