Brasil: ¿Quién quiere sacar a Bolsonaro de la contienda presidencial?
Por Graça Salgueiro
Periodismo sin Fronteras
Octubre 04, 2018
El 6 de septiembre de 2018 quedará grabado en la memoria de los brasileños. A comienzos de la tarde, toda la prensa fue sacudida con la noticia del atentado sufrido por el candidato presidencial Jair Messias Bolsonaro, en la ciudad de Juiz de Fora, Minas Gerais, cuando un hombre lo hirió gravemente con un cuchillo en el abdomen.
Bolsonaro participaba en un encuentro con 25 mil electores en la calle y estaba siendo llevado en hombros por un seguidor. De repente, un sujeto salió de la muchedumbre, se acercó y le asestó el golpe.
Los escoltas y seguidores de Bolsonaro lo llevaron rápidamente a un auto y lo condujeron al hospital Santa Casa que afortunadamente estaba cerca del lugar del atentado.
El herido fue atendido por un equipo extremadamente competente. La vida de Bolsonaro estaba en grave peligro. La cuchillada había alcanzado la aorta mesentérica y provocado una fuerte hemorragia interna. Bolsonaro perdió el conocimiento y su tensión arterial cayó a 10/3. Y, sobre todo, el puñal causó graves estragos en el sistema intestinal.
Estabilizada la presión y detenida la hemorragia, los cirujanos lograron suturar el intestino delgado, limpiar la cavidad interna del abdomen y realizar una colostomía en el intestino grueso. Ante la buena respuesta del organismo, el paciente pudio ser trasladado, un día después, al Hospital Israelí Alberto Einstein de Sao Paulo, donde se recupera bien.
Jair Bolsonaro.. Amado por los votantes de Brasil
Jair Bolsonaro es un congresista conservador y cristiano de 63 años, que está en su séptimo mandato parlamentario y ahora aspira a ser elegido presidente de la República por el Partido Social Liberal (PSL). Es popular y amado por sus seguidores quienes lo tildaron de “mito”.
Bolsonaro defiende la seguridad de los ciudadanos y el derecho de portar legalmente un arma. Es detestado, en cambio, por algunos elementos de la clase política y por ciertos medios de información, a causa de sus ideas conservadoras. Combate la corrupción, el narcotráfico, la ideología de género en las escuelas, sobre todo en los centros educativos donde estudian los niños más pequeños. Es defensor de la familia tradicional y se opone al aborto y al feminismo extremo. Es uno de los pocos congresistas brasileños que siempre ha criticado y denunciado públicamente el Foro de Sao Paulo y sus nefastas ideas. En las tribunas donde se expresa públicamente Bolsonaro lo hace sin miedo a nadie. La respuesta de la izquierda es lanzarle calificativos insultantes como “homofóbico” y “racista”. Esa gente lo describe como un “machista” porque él, en materia de empleo y nombramientos, en el sector público y privado, dice que no hay que mirar si la persona es una mujer
o un hombre, sino si tiene la competencia para ejercer el cargo.
( Jair Bolsonaro, candidato a la presidencia de Brasil por el Partido Social Liberal, fue apuñaleado.)
¿Qué se sabe sobre el agresor? Su nombre es Adelio Bispo de Oliveira, un albañil de 40 años, natural de Montes Claros, Minas Gerais. Las primeras investigaciones dicen que viajó a Juiz de Fora hace diez días y que alquiló una habitación en una hostería. Y que, a pesar de estar desempleado, pagó por adelantado un mes de alquiler. Tras el ataque, la misma gente que participaba de la manifestación lo atrapó. Hubo intentos de linchamiento pero la policía lo rescató y se lo llevó a una comisaría. Los hechos de ese atentado serán examinados a la luz de la Ley de Seguridad Nacional. En la mañana del sábado, el reo fue trasladado a la cárcel de máxima seguridad de Mato Grosso.
Adelio Bispo de Oliveira, quien atentó contra Bolsonaro
En sus primeras declaraciones, Adelio dijo que había hecho eso “por cuestiones personales”, porque “no le gustaba el candidato” porque es “racista”.
El detenido agregó que había actuado “en nombre de Dios”. De hecho, Adelio intentó desde el comienzo pasar la idea – y toda la prensa se tragó el cuento – de que es un “desequilibrado mental”, que no hay “nadie más detrás del atentado” y que él es uno “lobo solitario”.
Sin embargo, la Policía Federal encontró en su habitación cuatro teléfonos celulares y un computador portable y está analizando todo ese material. En las redes sociales, Adelio ha publicado fotos y textos donde declara ser de izquierda.
Dice que fue miembro del Partido Socialismo e Liberdade (PSOL), una disidencia del Partido dos Trabalhadores (PT), de 2007 hasta 2014. También se dice comunista y simpatizante del dictador Nicolás Maduro. Y otro detalle curioso: a pesar de que pretende ser un “lobo solitario”, cuatro abogados llegaron rápidamente para defenderlo tan pronto fue detenido.
Expertos en inteligencia afirman que la aparición súbita de cuatro abogados, surgidos de la nada, es una fuerte evidencia de que detrás del atentado hay una organización terrorista bien estructurada.
Subrayan que organizaciones de ese tipo, ante la detención de uno o varios de sus miembros, tratan siempre de movilizar una protección jurídica para que el reo o los reos no delaten a los jefes o a los otros miembros de la banda.
Según los expertos, ese es el “procedimiento habitual”, para que las declaraciones del o de los detenidos sea uniforme y no incluyan “contradicciones” que puedan orientar el trabajo de los policías y, sobre todo para evitar que los jefes y los integrantes de la banda sean criminalizados.
Las preguntas que se imponen, y que necesitan ser contestadas muy pronto, son: ¿Cómo un tipo desempleado y de origen humilde necesita y puede pagar a cuatro abogados? ¿Cómo, estando desempleado, el criminal pagó el alquiler de un mes adelantado y de dónde salió ese dinero? ¿Cómo y por qué alguien que no tiene empleo ni con qué comer poseía cuatro teléfonos? ¿Por qué ese individuo ha frecuentado una escuela de tiro en Santa Catarina – la misma que frecuentaban los hijos de Bolsonaro – y para qué? ¿Quién o quienes financian los viajes y actividades de ese criminal y con qué objetivos? ¿Quién o quienes están detrás de ese atentado y quien o quienes están protegiendo al agresor y por qué?
Nadie sabe nada todavía pero los investigadores hallarán sin duda la verdad, sobre todo porque Jair Bolsonaro es muy apreciado por los militares y policías.
Para poder comprender lo kafkiano de la situación, vale la pena recordar lo que algunos han escrito y están escribiendo públicamente en las redes sociales y en Youtube. Son individuos que, al contrario del candidato Jair Bolsonaro, pregonan el odio más bestial contra toda persona que no comulgue con el ideario comunista.
Veamos algunas de esas frases:
“Va a morir gente”, escribió Gleise Hoffmann, presidente del Partido dos Trabalhadores (PT). Dijo eso antes de que Lula fuera detenido por el proceso de la Operación Lavajato.
“Vamos a fusilar”, lanzó Mauro Iasi, parlamentario del Partido Comunista Brasileño, por el mismo motivo.
“Ellos van a ser apaleados en las calles”, advirtió José Dirceu, líder del PT, fundador y eminencia gris del Foro de Sao Paulo. Dirceu fue condenado en la Operación Lavajato pero, gracias a un magistrado corrompido de la Corte Suprema, fue excarcelado y está libre y sin ningún judicial, como si no hubiera sido condenado.
“¡Es necesario derramar la sangre!”, eructó Benedita da Silva, otra parlamentaria del PT y adoradora de Lula.
“Vamos incendiar el país”, gritan algunos líderes del Movimiento de los Trabajadores sin Techo (MTST), organización marxista que apoya al PT y que respaldó en 2005 la reelección de Lula.
¿Qué pasó tras los llamados a la violencia de esas personas? Nada. La justicia brasileña se hace la de la vista gorda.
El asqueroso atentado en Juiz de Fora ocurrió el mismo día en que el Tribunal Superior Electoral aprobó la candidatura de Jair Bolsonaro y el mismo día en que el Tribunal Superior Federal negó un recurso extraordinario impetrado por los abogados del condenado Luis Inácio Lula da Silva para que éste pudiera hacer campaña. Ocurrió pocos días después de que el Tribunal Superior Electoral impugnara la candidatura de Lula y lo sacara definitivamente de la carrera electoral.
¿Son sólo coincidencias? No creo. Cabe ahora a la Policía Federal no solo investigar y descubrir los detalles del atentado sino también denunciar y encausar a quien o a quienes sean los autores intelectuales de ese acto criminal. El país espera y confía en eso.
[Este artículo de Graça Salgueiro fue publicado originalmente en el sitio Periodismo sin Fronteras]
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