Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
La ya entonces anciana poetisa y escritora cubana Dulce María Loynaz expresó públicamente, en una conferencia impartida en la Catedral de Pinar del Río, que el pueblo cubano se fue tras un becerro que ni siquiera era de oro.
Los simpatizantes del Partido del Pueblo Cubano (Auténtico) y los simpatizantes del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) eran rivales políticos del gobierno de Fulgencio Batista y la gran mayoría de ellos se alegraron de la renuncia y partida de Batista, sin darse cuenta que todos los partidos políticos serían eliminados el 7 de enero de 1959 por los Estatutos impuestos por Fidel Castro y sus cómplices, incluyendo entre ellos a importantes políticos que demostraron una gran miopía política o creyeron tener la suficiente habilidad para manipular a Fidel Castro, pero lo que realmente demostraron fue su vocación suicida, pues los elementos para rechazar la opción de la violencia armada y en particular la encabezada por Fidel Castro era algo casi evidente; Veamos.
Fulgencio Batista había buscado una salida electoral ante la insurrección armada:
En enero de 1958 Fulgencio Batista había restaurado después de un breve tiempo, las garantías Constitucionales en el país pese a la actividad subversiva existente. Según se lee en el libro oficialista En el último año de aquella República, del
autor Ramiro J. Abreu (ex oficial del MININT y funcionario del
Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en
los años ochenta del pasado siglo XX, años
en que fue publicado dicho libro en Cuba; libro prologado por Carlos Rafael Rodríguez), Batista hizo ciertos cambios
en su gabinete, compulsado por ciertas fuerzas políticas nacionales y
extranjeras y hasta por el propio Nuncio, Monseñor Luigi Centoz, que
conllevó a una nueva imagen de su
régimen y a una posible solución no violenta a la situación política
del país. Leemos en sus páginas 81 y 82:
¨…
Ya, desde antes, permitió la reestructuración de los partidos políticos
de ´oposición´, restableció ´la libertad de prensa ´ y las garantías
constitucionales´, y el 10 de marzo dio el indulto a 40 personas. Con el
mismo propósito, Batista se deshizo de su Premier, Jorge García Montes, y nombró en ese cargo a su Embajador en Estados Unidos, Emilio Núñez Portuondo, De esta forma, dio paso al llamado gabinete de la concordia, con el cual procuró tener una apariencia de Gobierno flexible con ribetes liberales …¨
En ese libro también se
lee, en sus páginas 99 y 100, que Batista en marzo de 1958 le propuso
al Movimiento 26 de Julio que participara como un partido político en
las próximas elecciones junto a los otros partidos. Fidel Castro se negó
alegando que esa proposición era una trampa de Batista. Los que hemos
padecido la tiranía Castrista este medio siglo, sabemos que la
verdadera razón de la negativa de Fidel Castro era que no quería Poder,
sino todo el Poder y de manera vitalicia. En varios países de Latinoamérica han gobernado, y gobiernan hoy, individuos que fueron líderes de la lucha armada en países donde se llevaron a cabo diferentes Procesos de Paz cuando en ellos mandaban regímenes más autoritarios y represivos que el de Fulgencio Batista en Cuba.
¨Para
estar a tono con este clima político, el Episcopado hizo un llamamiento
público a la paz y a la concordia; esta gestión determinó de inmediato,
la constitución de una Comisión de
Concordia Nacional, integrada por distintas personalidades de la época:
la encabezó el ex coronel de la Guerra de Independencia Cosme de la
Torriente; los ex vicepresidentes de la república, doctores Raúl de
Cárdenas y Gustavo Cuervo Rubio; y los también doctores José Manuel
Cortina y Ricardo Núñez Portuondo; Víctor Pedroso, presidente de la
Asociación Nacional de Bancos; y un representante del Episcopado,
Reverendo Pastor González, secundados a su vez por la élite de los hacendados, banqueros y comerciantes. En síntesis esta comisión procuró
lograr un arreglo entre Fidel y Batista, mediante el cual el Ejército
Rebelde depondría las armas, se liberarían a los presos políticos, se
permitiría el regreso de los exiliados, se restablecerían las garantías
constitucionales y se efectuarían elecciones libres con la participación
del Movimiento 26 de Julio como un Partido político tradicional más.
Es evidente el carácter maniobrero y de completo servicio al régimen
que tenía esa gestión de paz. El Comandante Fidel Castro denunció el 9
de marzo de 1958, en carta pública, los objetivos de esa comisión, con
la cual terminó la corta vida de la misma.¨
(El Presidente Fulgencio Batista y su Ministro de Asuntos Exteriores Gonzalo Güell)
Pero
volvamos a las elecciones del 1 de junio de 1958. Para evitar que esas
elecciones se efectuaran, el Movimiento 26 de Julio, incrementó sus
sabotajes y asesinatos; el régimen respondió con sus sangrientas
represalias; esto trajo como consecuencia la suspensión en marzo de 1958
de las garantías Constitucionales y el aplazamiento de las elecciones.
Las indicaciones para ese incremento de las acciones por parte del
M-26-7 están dadas por Fidel Castro en su Manifiesto del Movimiento 26
de Julio Al Pueblo, del 12 de marzo de 1958, el cual también está
firmado por Faustino Pérez. Por cierto, Fidel en ese manifiesto llama a
la huelga de abril y años después le echa la culpa a otros de haber
llamado a la misma sin darse las condiciones ...
Fidel Castro en dicho manifiesto plantea, según Carlos Márquez Sterling en http://cuba1952-1959.blogspot.com
: que todas las fuerzas obreras y estudiantiles de la isla fueran a una
huelga general, que sería apoyada militarmente por el Ejército Rebelde.
Este
manifiesto (lo pueden leer en idioma Inglés AQUÍ)
) prohibia los viajes de cualquier tipo en la provincia de Oriente desde
el 1 de abril, y anunció que los rebeldes abrirían fuego sin advertencia
previa a cualquier vehículo que violara esa disposición. Asimismo,
decretó que todos los pagos al gobierno debían de cesar, y que quien
hiciera los pagos al gobierno, incluido los impuestos o tasas, sería
considerado un traidor antipatriota y culpable de un acto
contrarrevolucionario. A los que
que trabajaran en el gobierno en los puestos administrativos o en los
tribunales se les ordenó a renunciar. A los militares se les advirtió
que serían juzgados como criminales, a menos que desertaran o se unieran
al Ejército Rebelde. El manifiesto terminaba pidiendo que la gente
diera su apoyo a la campaña de exterminiar a todos aquellos que
sirvieran a la tiranía con las armas, declarando que a partir del 5 de
abril comenzaría una guerra total y que tendrían la necesidad de aniquilarlos a donde quiera que estuvieran, como los peores enemigos de la libertad y la felicidad.
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Por Pedro Corzo
03 de enero de 2019
Cuando se medita sobre la historia reciente de Cuba es obligatorio pensar sobre la extrema facilidad con la que el liderazgo castrista pudo infiltrar la conciencia individual y colectiva de un sector importante de la nación cubana.
¿Qué motivó que un sector significativo de la sociedad cubana se identificara plenamente con la personalidad de Fidel Castro, quien a su vez pretendía encarnar las más puras ambiciones de la nación? ¿Cuáles fueron las motivaciones para que muchos de los líderes políticos, sociales y empresariales perdieran su identidad ante el caudillo y se sumaran ciegamente a sus propuestas, máxime, cuando no pocos de ellos le conocían y sabían de su historial de pandillero y su inclinación a imponer su voluntad por medio de la fuerza?
Tal vez el que Castro se convirtiera en una especie de predestinado fue debido a que en aquellos momentos históricos el ciudadano promedio estaba desalentado, o frustrado, en sus proyectos como persona y nación, consecuencia de los malos manejos gubernamentales que hacían que el individuo estuviese ávido de un redentor que hiciera purgar los errores y horrores de los que con vileza habían mancillado la República.
No obstante, no hay causa que justifique la sumisión e histeria colectiva de una parte de la sociedad ante el mandato del nuevo régimen. Cierto que las masas enfurecidas que cumplían ciegamente las consignas oficiales y que sádicamente acosaban y discriminaban de diferentes maneras a quienes osaban discrepar, eran las víctimas más sufridas de las arbitrariedades de la República, sin embargo, nunca fueron objeto de los abusos que cometían en nombre de la Revolución y las promesas de “Pan
con Libertad”, cuando ya se apreciaba que el pan estaba en falta y la libertad sepultada.
Empero el rasero con el que se analizaría históricamente la conducta de las clases populares durante el azaroso 1959, no es válido para medir la gestión de aquellos que callaron o participaron en los asuntos nacionales, de los que se prestaron y facilitaron la mistificación de un individuo y su entorno, participando en los crímenes y abusos que desmontaron el quebrantado estado de derecho.
Figuras importantes de carácter nacional de aquellos años, ceguera política u oportunismo, permitieron que Fidel Castro decidiera unilateralmente sobre asuntos que concernían a la nación. Vivimos como la clase dirigente y la población beatificaron un sujeto que inexplicablemente era colocado por encima del bien y del mal.
Aquello tuvo mucho de contemplación religiosa, de convencimiento de que el sufrimiento ajeno purificaría a todos los que se sumaran a la propuesta. El caudillo era trasformado por la devoción ciega de sus seguidores en un redentor, asumía como una especie de trinidad en su persona, los conceptos de patria, nación y la nueva entelequia llamada revolución.
Todos le concedieron tiempo suficiente al Libertador para que afirmara y acrecentara el mito, mientras los seguidores más fieles de la secta construían el mecanismo necesario sobre el cual funcionaría el régimen al menos por los próximos sesenta años.
Por iniquidad, oportunismo o conversión sincera fueron muchos los políticos, empresarios, intelectuales, profesionales, personalidades del arte y líderes de todo tipo que, junto a una mayoría ciudadana, cedieron espacios en la sociedad nacional prescindiendo de sus capacidades críticas y acatando sin objeciones al redentor que nunca despreció la oportunidad de acrecentar su poder y usarlo con la crudeza que entendiera conveniente.
Es evidente que aquella farsa criminal se instrumentó sobre una liturgia que acariciaba la imaginación y hacía creer a todos que eran protagonistas, razón por la cual disponían de la facultad de decidir sobre el futuro. No obstante, hay que reconocer que el tiempo fue oportuno, año nuevo y los reyes magos representados por unos harapientos monjes que habían bajado de la Sierra en los días de Navidad, cargados de rosarios y crucifijos.
Tremenda escenografía, por ese motivo, el espectáculo, casi místico, contó con la particularidad de que un sector de un pueblo que no era particularmente devoto, se prestó ciegamente para la crucifixión a la que fue sometido, mientras excomulgaba y lapidaba a quienes se atrevieran a dudar del Mesías que fusilaba en escuelas y cementerios.
Periodista de Radio Martí
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NO OLVIDAR QUE LAS FUERZAS VENCEDORAS MATABAN Y ENCARCELABAN A SU ANTOJO. PUES ¿DÓNDE ESTABAN LOS SIMPATIZANTES DEL RÉGIMEN DE FULGENCIO BATISTA QUE APARECEN EN LAS SIGUIENTES FOTOS CENSURADAS?
Vista parcial de la manifestación del 7 de abril de 1957 en desagravio a Batista por el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957.
Otro ángulo de la manifestación del 7 de abril de 1957
Inauguración del túnel de la bahía de La Habana el 31 de mayo de 1958
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