El historiador y escritor Rafael Rojas sobre la madre de todas las polémicas. Las diferencias ideológicas entre las fuerzas que luchaban en contra del gobierno de Fulgencio Batista en su período presidencial (1955-1958). Una muestra del debate epistolar entre el comunista Che Guevara y el anticomunista René Ramos Latour ¨Daniel¨, sucesor de Frank País
La madre de todas las polémicas
Raúl Castro, Fidel Castro y René Ramos Latour
7 de noviembre de 2014
Ahora que tanto se escribe sobre las "polémicas culturales" de los años 60, en Cuba, tal vez convenga regresar al origen de todos aquellos debates. Un origen ideológico -muchas veces lo "cultural" funciona, en los estudios cubanos, como eufemismo de lo ideológico o, estrictamente, de lo político-, que, luego de aniquilar toda posibilidad de un proyecto liberal, republicano o democrático, dentro del campo intelectual revolucionario, se reducía a dos alternativas: el comunismo pro-soviético u otro tipo de socialismo, más cercano a las tradiciones de la izquierda nacionalista o populista latinoamericana o a la social democracia europea. La primera vez que, dentro de la esfera ideológica revolucionaria, aparece nítidamente esta contradicción es en la polémica epistolar que sostuvieron el Che Guevara, ya comandante del Ejército Rebelde, y René Ramos Latour, líder de la clandestinidad del Movimiento de 26 de Julio y sustituto, en Santiago de Cuba, de Frank País, luego del asesinato de éste, en el verano de 1957.
Las divergencias entre los dirigentes del Llano (Faustino Pérez, Armando Hart, Enrique Oltuski, Frank País, René Ramos Latour…) y de la Sierra (los dos Castro y Guevara, fundamentalmente) estallaron desde antes de la muerte de País, pero se agudizaron a fines de año, cuando la dirigencia urbana pactó con políticos "auténticos" y "ortodoxos", exiliados en Miami, como el ex presidente Carlos Prío Socarrás y los líderes de la ortodoxia Roberto Agramonte y Manuel Bisbé. A nombre del 26 de Julio, Felipe Pazos y Léster Rodríguez firmaron el Pacto de Miami, con esos y otros políticos de la oposición pacífica, como Manuel Antonio de Varona y José Miró Cardona. A pesar de que Castro había firmado el Manifiesto de la Sierra, con Pazos, en marzo del 57, que proponía más o menos lo mismo que el Pacto de Miami, y de que los representantes del 26 de Julio en el exilio, Mario Llerena y Raúl Chibás, tenían instrucciones de negociar con aquellos políticos, los jefes de la Sierra montaron en cólera, reprendieron a los dirigentes del Llano y llegaron a pedir que Pazos y Rodríguez fueran declarados "traidores a la Revolución" y fusilados.
Luego de la desautorización del Pacto de Miami, por Fidel Castro, el 14 de diciembre de 1957, esto escribía el Che Guevara a Ramos Latour:
Pertenezco por mi preparación ideológica a los que creen que la solución de los problemas del mundo está detrás de la llamada cortina de hierro y tomo este movimiento como uno de los tantos provocados por el afán de la burguesía de liberarse de las cadenas económicas del imperialismo. Consideré siempre a Fidel como un auténtico líder de la burguesía de izquierda, aunque su figura está realzada por cualidades personales de extraordinaria brillantez que lo colocan muy por arriba de su clase. Con ese espíritu inicié la lucha: honradamente sin esperanza de ir más allá de la liberación del país, dispuesto a irme cuando las condiciones de la lucha posterior giraran a la derecha (hacia lo que Uds. Representan) toda la acción del Movimiento. Pareciéndome imposible lo que después supe, es decir, que se tergiversaba así la voluntad de quien es auténtico líder y motor único del Movimiento, pensé lo que me avergüenzo de haber pensado.
Ramos Latour, que en octubre había subido a la Sierra a debatir la idea del Pacto de Miami con los comandantes, responde a Guevara:
Supe desde que te conocí de tu preparación ideológica y jamás hube de referirme a ello. No es ahora el momento de discutir “donde está la salvación del mundo”. Quiero sólo dejar constancia de nuestra opinión, que por supuesto es enteramente distinta de la tuya. Considero que no hay en la Dirección Nacional del Movimiento ningún representante de “la derecha” y sí un grupo de hombres que aspiran a llevar adelante con la liberación de Cuba, la Revolución que, iniciada en el pensamiento político de José Martí, luego de su peregrinar por las tierras americanas, se vio frustrada por la intervención del gobierno de los Estados Unidos en el proceso revolucionario. Nuestras diferencias fundamentales consisten en que a nosotros nos preocupa poner en manos de los pueblos tiranizados de “nuestra América” los gobiernos, que respondiendo a sus ansias de Libertad y Progreso, sepan mantenerse estrechamente unidos para garantizar sus derechos como naciones libres y hacerlos respetar por las grandes potencias.
(Ernesto ¨Che¨Guevara)
Y agrega:
Nosotros queremos una América fuerte, dueña de su propio destino, una América que se enfrente altiva a los Estados Unidos, Rusia, China o cualquier potencia que trate de atentar contra su independencia económica y política. En cambio los que tienen tu preparación ideológica piensan que la solución a nuestros males está en liberarnos del nocivo dominio “yanqui” por medio del no menos nocivo dominio “soviético”…. En cuanto a mí, puedo decirte que me considero un obrero; como obrero trabajé hasta que renuncié a mi salario por incorporarme a las Fuerzas Revolucionarias de la Sierra, abandonando al mismo tiempo mis estudios de Ciencias Sociales y Derecho Político, que había emprendido con la esperanza de prepararme debidamente para servir mejor a mi pueblo. Soy obrero, pero no de los que militan en el Partido Comunista y se preocupan grandemente por los problemas de Hungría y Egipto, que no pueden resolver, y no son capaces de renunciar a sus puestos e incorporarse al proceso revolucionario que tiene, como fin inmediato, el derrocamiento de una oprobiosa dictadura.
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El Pacto de Caracas: una traición más de Fidel Castro
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Ya en el poder, el máximo líder incumplió los acuerdos que había firmado con las restantes fuerzas que se opusieron a Batista
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Por Orlando Freire Santana
20 de julio, 2018
LA HABANA, Cuba.- A las nuevas generaciones de cubanos no se les enseña que el Movimiento 26 de Julio (M-26-7), que lideraba Fidel Castro, era tan solo una de las agrupaciones que se lanzó a la lucha contra el gobierno de Fulgencio Batista hacia la segunda mitad de los años cincuenta. Por tal motivo hubo varios pactos y concertaciones con vistas a organizar ese enfrentamiento.
El Pacto de Caracas, rubricado en la capital venezolana el 20 de julio de 1958, hace ahora 60 años, fue uno de esos encuentros que sostuvieron las fuerzas que se oponían al batistato. Firmaron el Pacto 11 partidos y organizaciones políticas, entre ellos el M-26-7, el Partido Auténtico, el Partido Ortodoxo, el Directorio Revolucionario y la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Por el M-26-7 firmó el Pacto, en nombre de Fidel Castro, el señor Luis Buch Rodríguez, en ese momento responsable de Relaciones Públicas de ese movimiento rebelde, y posteriormente secretario del Consejo de Ministros en el primer gabinete de la revolución.
Tras reconocerse que ya la insurrección armada era el medio más eficaz para derrocar a Batista, y que debía de haber castigo para los culpables de crímenes contra la población cubana, los firmantes del Pacto coincidieron en que “una vez salido Batista del poder, había que conducir al país a su normalidad mediante un breve gobierno provisional, encauzándolo por el procedimiento constitucional del pueblo cubano”.
Una de las pocas agrupaciones que no fue convocada a la cita de Caracas fue el Partido Socialista Popular, el de los comunistas cubanos. No es difícil imaginar que el motivo de la exclusión haya sido la desconfianza que esa fuerza política despertaba en todos aquellos que anhelaban un futuro democrático para la nación cubana.
Pero los comunistas, voluntariosos como siempre y prestos a colarse por cualquier hendija, se adhirieron de inmediato al Pacto de Caracas, y enviaron a la Sierra Maestra a Carlos Rafael Rodríguez, uno de sus más conspicuos militantes. Este señor, una especie de Fouché cubano, se convertía en activo luchador antibatistiano después de haber sido ministro de Batista en los años 40.
Del Pacto de Caracas emergió el denominado Frente Cívico Revolucionario, cuyo coordinador resultó ser José Miró Cardona, el cual ocuparía el cargo de primer ministro en aquel gabinete revolucionario integrado a partir del 1ro de enero de 1959. Además, se ratificó que Manuel Urrutia Lleó sería el nuevo presidente de la República.
Lo que ocurrió después de la huida de Batista es bien conocido. Fidel Castro decidió deshacerse de todos los que alertaban acerca del peligro comunista que se cernía sobre la joven revolución. En ese contexto, Miró Cardona fue sustituido por el propio Castro en febrero de 1959, mientras que Urrutia fue obligado a renunciar en julio de ese propio año. La querella entre Castro y Urrutia se zanjó de una manera que marcó pautas en cómo sería el tratamiento mediático en lo adelante: Castro pudo dirigirse al pueblo por radio y televisión para esgrimir sus puntos de vista; a Urrutia, en cambio, no le llevaron al Palacio Presidencial las cámaras de televisión, tal y como él lo había solicitado.
Con respecto a uno de los acuerdos principales emanados del Pacto de Caracas, Fidel Castro se las arregló para que su gobierno ni fuera breve ni se encauzara por los procedimientos constitucionales que habían acompañado el devenir cubano.
Tomado de http://www.autentico.org/oa09042.php
20 de Julio 1958
Desde el golpe artero del 10 de marzo, que rompió el proceso democrático de la nación, el pueblo de Cuba se ha enfrentado con heroísmo y decisión a las fuerzas de la tiranía. Todas las formas de lucha se han utilizado en estos seis cruentos años y todos los sectores de la vida cubana se han opuesto con patriotismo a la dictadura de Fulgencio Batista. El pueblo de Cuba ha demostrado que su amor por la libertad es inquebrantable, derramando a raudales la sangre de sus mejores hijos, en su afán de ser libre.
Desde los días lejanos de las manifestaciones estudiantiles, en que cayeron los primeros mártires de esta lucha, hasta recientes combates, como el de Santo Domingo en la Sierra Maestra, en que la tiranía sufrió la más aplastante de sus derrotas, al dejar en el campo de batalla un reguero de muertos, prisioneros y heridos y gran cantidad de armas y parque, mucha sangre se ha derramado y múltiples esfuerzos se han realizado en aras de la libertad de la patria esclavizada. Huelgas obreras, tres grandes conspiraciones militares, valientes protestas de todas las instituciones cívicas del país se han unido a heroicas acciones de Santiago, Matanzas, La Habana, Cienfuegos y Sagua la Grande. En las ciudades, el sabotaje, el atentado y múltiples formas de lucha revolucionaria han probado el espíritu indomable de una generación fiel a las estrofas inmortales del himno bayamés de que «morir por la patria es vivir».
El proceso insurreccional se ha extendido a todo el país. En las regiones montañosas de Cuba se han abierto nuevos frentes de batalla, y en las llanuras, guerrillas y columnas hostigan constantemente al enemigo. Actualmente, en la Sierra Maestra, miles y miles de soldados, en la más grande ofensiva intentaba por Batista, se estrellan contra el coraje de los combatientes revolucionarios que defienden palmo a palmo, hasta la última gota de sangre, los territorios libres de Cuba. En la zona de Oriente, librando grandes combates fuerzas de la Columna numero seis Frank País dominan la tercera parte de la provincia. En las llanuras de Oriente, la columna número dos se bate desde Manzanillo hasta la región camagüeyana de Nuevitas. En las villas, el frente del núcleos auténticos y del 26 de Julio. En Cienfuegos y Yaguajay, guerrillas revolucionarias luchan y se mueven intensamente. Pequeñas guerrillas operan en Matanzas y en Pinar del Río. En cada rincón de Cuba, una lucha a muerte se libra entre la libertad y la tiranía, mientras en el extranjero numerosos exilados y emigrados se esfuerzan por liberar a la patria oprimida.
Conscientes de que la coordinación de los esfuerzos humanos, de los recursos bélicos, de las fuerzas cívicas, de los sectores políticos y revolucionarios de todos los núcleos oposicionistas, civiles, militares, obreros, estudiantes, profesionales, económicos y populares, pueden derrocar a la Dictadura en un esfuerzo supremo, los firmantes de este documento unimos nuestro aporte, al adoptar un acuerdo en favor de un gran frente cívico revolucionario de lucha, de todos los sectores, para que codo con codo, aportando cada uno su patriotismo y sus esfuerzos, unidos arrojemos del poder a la Dictadura criminal de Fulgencio Batista y devolvamos a Cuba la paz ansiada y el encauzamiento democrático que conduzcan a nuestro pueblo al desarrollo de su libertad, de su riqueza y de su progreso. Todos estamos de acuerdo en la necesidad de unirnos, y el pueblo así lo demanda.
Tres puntos son los pilares de esta unión de las fuerzas oposicionistas cubanas:
Primero: Estrategia común de lucha para derrocar la tiranía mediante la insurrección armada, reforzando en un plazo mínimo todos los frentes de combate, armando a los miles de cubanos que están dispuestos a combatir por la libertad. Movilización popular de todas las fuerzas obreras, cívicas, profesionales, económicas, para culminar el esfuerzo cívico en una gran huelga general, y el bélico en una acción armada conjuntamente con todo el país. De este empeño común, Cuba surgirá libre y se evitará nueva y dolorosa efusión de sangre de las mejores reservas de la patria La victoria será posible siempre, pero más tardía, de no coordinarse las actividades de las fuerzas oposicionistas.
Segundo: Conducir al país, a la caída del tirano mediante un breve gobierno provisional, a su normalidad, encauzándola por el procedimiento constitucional y democrático.
Tercero: Programa mínimo de gobierno que garantice el castigo de los culpables, los derechos de los trabajadores, el orden, la paz, la libertad, el cumplimiento de los compromisos internacionales y el progreso económico, social e institucional del pueblo cubano.
Al pedirle al Gobierno de los Estados Unidos que cese toda ayuda bélica y de cualquier orden al dictador, reafirmamos nuestra postura de defensa de la soberanía nacional y la tradición civilista y republicana de Cuba.
A los militares decimos que ha llegado el instante de que nieguen su apoyo a la tiranía; que confiamos en ellos, que sabemos que hay hombres dignos en las fuerzas armadas y que si en el pasado centenares de oficiales, clases y soldados han pagado con la vida, la prisión, el destierro o el retiro su amor a la libertad y su oposición a la tiranía, muchos quedan en esa actitud. Esta no es una guerra contra los institutos armados de la República, sino contra Batista, único obstáculo a la paz, que desean, anhelan y necesitan todos los cubanos, civiles y militares. A los obreros, a los estudiantes, a los profesionales, a los comerciantes e industriales, como a los colonos, hacendados y campesinos, a los cubanos de todas las religiones, ideologías o razas, pedimos que se unan a este esfuerzo libertador, que derrocará a la infame tiranía que durante años ha regado con sangre el suelo de la patria, segando sus mejores reservas humanas, arruinando su economía, perturbando hasta sus cimientos todas las instituciones cubanas, al interrumpir el proceso democrático y constitucional del país, al que ha conducido a esta cruenta guerra civil que finalizará con el triunfo de la revolución por el esfuerzo unido de todos. Ha llegado la hora de que la inteligencia, el patriotismo, el valor y el civismo de sus hombres y mujeres salve a la patria oprimida con la decisión de todos los que sentimos muy en lo hondo el destino histórico de nuestra nación, su derecho a ser libre y a constituir en la comunidad democrática, como forma esencial de la vida, el porvenir hermoso a que tiene derecho por su Historia y por las inmensas posibilidades que le dan sus riquezas naturales y la capacidad indudable de sus hijos. Exhortamos a todas las fuerzas revolucionarias, cívicas y políticas del país a que suscriban esta declaración de unidad, y posteriormente, tan pronto las circunstancias lo permitan, celebraremos una reunión de delegados de todos los sectores, sin exclusión alguna, para discutir y aprobar las bases de la Unidad.
Territorio Libre de Cuba,
Caracas, Venezuela
Fidel Castro, Movimiento 26 de Julio; Carlos Prío Socarrás, Organización Auténtica; E. Rodríguez Loeche, Directorio Revolucionario; David Salvador, Orlando Blanco, Pascasio Lineras, Lauro Blanco, José M. Aguilera, Ángel Cofiño, Unidad Obrera; Manuel A. de Varona, Partido Cubano Revolucionario (A); Lincoln Rodón, Partido Demócrata; José Puente y Omar Fernández, Federación de Estudiantes de la Universidad; capitán Gabino Rodríguez Villaverde, ex oficial del ejército; Justo Carrillo Hernández, Grupo Montecristi; Angel María Santos Buch, Movimiento de Resistencia Cívica, y doctor José Miró Cardona, coordinador secretario general.
Etiquetas: Batista, Che Guevara, cuba, fidel castro, Frank País, movimiento 26 de julio. M-26-7, pacto de caracas, pacto de miami, pacto de miamo, rené ramos latour
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