martes, agosto 20, 2019

Waldo Acebo Meireles sobre Fidel Castro: Una breve historia de los fracasos. Un breve muestrario de los planes y consiguientes fracasos de un caudillo narcisista, arrogante e incapaz de admitir ninguna observación que estuviese en contra de sus ideas













Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

En el artículo La Ganadería en Cuba del empresario y líder ganadero Miguel Penabad Fraga, artículo publicado en 1957 en el número especial del Diario de la Marina por su 125 aniversario, Cuba en el año 1953 tenía 0.9034 res por habitante (habitantes de Cuba: 5’610,000; reses: 5’068,000) superada solamente, entre 36 países desarrollados y en vías de desarrollo, por Brasil 1.01; Argentina 2.39 y Uruguay 3.01. En 1956 habían aproximadamente  5 325 000 reses.




Es importante señalar que esa alta correlación  se obtuvo pese a que  se sacrificaban miles de terneras anualmente para que no bajara demasiado el precio de la carne de res.

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Una breve historia de los fracasos

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Un breve muestrario de los planes y consiguientes fracasos de un caudillo narcisista, arrogante e incapaz de admitir ninguna observación que estuviese en contra de sus ideas
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Por Waldo Acebo Meireles
Miami
20/08/2019

A los inevitables fracasos que están implícitos en el sistema instaurado en Cuba, como son una economía planificada que no planifica ni prevé nada, la eliminación del libre mercado y de la independencia económica de los ciudadanos, el voluntarismo de los gobernantes, el colocar los intereses políticos por encima de los económicos todos ellos tendientes a la inviabilidad del sistema y por tanto a su fracaso, hay que agregarle los costosos fracasos de las geniales ideas del máximo dirigente del sistema implantado en la Isla.

Ha corrido una leyenda, que no se cuanto tenga de apócrifa, de que en sus años estudiantiles aprovechando las remesas que recibía de su padre trató de poner a funcionar un puesto de frita en la calle Infanta y fracasó. ¿Cómo era posible que fracasase algo con tanta demanda popular? De ser una leyenda y no un hecho real tal como lo narra un conocido periodista adicto al régimen[1], en ella como en todo mito o leyenda hay un núcleo o semilla de verdad, que en este caso podríamos sintetizarlo en la incapacidad del personaje de llevar ningún negocio a buen término.

Aventuras cienagueras

Comenzaremos por un fiasco muy poco conocido y que en realidad fue de muy poca importancia a la vista de las meteduras de pata que vinieron después: estamos en marzo de 1959 y Castro hacía un recorrido en helicóptero por la Ciénaga de Zapata y mientras elucubraba otras genialidades que mencionaremos después distinguió un par de cabañas de aluminio flotando en los bordes de la Laguna del Tesoro, la más grande de Cuba, eran propiedad de un inversor yanqui radicado en el centro de la Florida que las había construido para rentarlas a los amantes de la pesca ya que la laguna era un lugar donde se podían pescar las lobinas y las truchas fácilmente ya que era prácticamente virgen.

Dos días estuvo Castro con los ocho pescadores deportivos yanquis y en esos dos días concretó su idea: construir un centro turístico en la laguna para millonarios norteamericanos como aquellos con los que había compartido y esa fue la semilla de Guamá. A su regreso a La Habana contactó a Abraham Masiques[2], un oscuro personaje proveniente de una familia vinculada al PSP, y lo comisionó para que llevara a cabo su idea.

La construcción de Guamá en la orilla este de la laguna fue difícil en extremo y costosísima, por ejemplo, la piscina construida de madera se hundió dos veces cuando se le llenaba de agua, al fin quedó más o menos a nivel. Al ser todas las construcciones de madera, por cierto, de alta calidad extraída de la zona, debían ser barnizadas para que no se perdiese la belleza de las mismas y para ello hubo que comprar un barniz transparente y resistente a la humedad, que se pudo adquirir en Canadá a un costo de 120 mil dólares, es decir poco más de un millón en dinero actual. Los costos de mantenimiento eran, me imagino que aún son, altísimos, pero lo fundamental, que era obtener dólares de los millonarios deportistas, pero la idea ya había fracasado antes de terminarse la construcción de Guamá. No fueron los millonarios, pero costó varios millones.

Las otras dos genialidades que se le ocurrieron a Castro en sus andanzas cienagueras fueron: desecar la Ciénaga de Zapata porque: “También la naturaleza es latifundista. A ella le aplicaremos la Reforma Agraria, rescatando miles de caballerías anegadas para dárselas al pueblo después que sean desecadas”[3] y para ello se estableció la empresa PNPZ Desecación Costanera Norte que por suerte fracasó ya que de haber tenido éxito el desastre ecológico y ambiental hubieses sido apocalíptico.

La segunda catástrofe la hubiese generado la construcción de un dique que cerrase la Ensenada de la Broa proyecto que murió al nacer por las dificultades ingenieriles que presentaba, de haberse ejecutado hubiese destruido la zona de pesca principal de camarones y langostas que son la primordial fuente de sustento de los pescadores del Surgidero de Batabanó y hubiese afectado el consumo de esas especies por los turistas o poseedores de dólares y similares, y a Mariela Castro que le gustan tanto como a su fenecido tío.

Café Caturra para una tacita

Un buen, más bien mal día, de 1967 —ese año fue catastrófico pero el siguiente fue peor— a Castro se le ocurrió que La Habana necesitaba un “cordón” de sembradíos que le suministrarán el café que venía de tan lejos como las montañas orientales, y además arboles productores de frutas. Al parecer desconocía que ese “cordón” ya existía antes de 1959 y de el La Habana se suministraba frutas, vegetales, viandas y hasta leche y derivados, en las que inclusos chinos cultivaban lechugas, berro, y otros, pero realmente ni un grano de café. Nacía así el Cordón de La Habana.

El café que se sembraría sería de la variedad Caturra que era una variedad de tamaño más pequeño, con cierta resistencia al sol, pero no a la humedad y es altamente susceptible a la roya del cafeto y a la enfermedad de las cerezas, hongos patógenos que limitan la producción. Pero nada de eso importaba, se movilizaron miles y miles de trabajadores que abandonaron sus puestos de trabajos “voluntariamente” para acometer la tarea de choque que estaba organizada de una manera casi militar e incluía hasta una emisora de radio que se mantenía las 24 horas del día dando los partes del frente de guerra, las batallas ganadas y los territorios conquistados.

Se gastó millones de pesos en salarios y en los alimentos para las tropas cafetaleras, se trajo de la ciénaga de Zapata toneladas de turba para garantizarle un sustrato a las tiernas posturas, se adquirieron cientos de pequeños tractores en Italia, se llamaban “Piccolinos”, para el cultivo de las plantas sembradas. Todo estaba perfectamente organizado y a finales de 1968 se dio por culminada la magna tarea declarando que se habían sembrado 39.400.613 matas de café y además 908.389 árboles frutales. Nadie se tomó jamás una taza de café de tantas matas sembradas y las frutas son en general cosas desconocidas por las nuevas generaciones. Y naturalmente nadie llevó la cuenta de los costos, pero tienen que haber sido millonarios.

Además, hubo un serio costo social, los campesinos que se vieron obligados, sin alternativas, a ceder sus terrenos y pasaron a ser una especie de rentistas de la tierra ya que les pagaban alrededor de 100 pesos todos los meses por el “arriendo”, dejaron de producir y se sentaron a esperar tiempos mejores, todavía lo esperan los que han sobrevivido.

Y desde el punto de vista de la producción cafetalera el resultado fue el siguiente: en 1967 se produjeron 34.246 toneladas y 50 años después, en 2017, la producción alcanzó el gran total de 6.306 Toneladas casi seis veces menos.[4]

Insatisfecho con este fracaso Castro organizó a inicio de los 70 el llamado “Plan Nuevo Mundo” en Batabanó para sembrar nuevamente café caturra. Se construyeron varias “Escuelas en el Campo” para que los alumnos de las mismas se encargaran exitosamente de este cultivo, se adquirieron más tractores Piccolino, y para proteger los sembrados se plantaron árboles en los alrededores para conformar las cortinas rompevientos que se habían puestos de moda por esos años. Actualmente solo quedan las cortinas rompevientos.

Como colofón recordemos que después de concluida la unificación de Vietnam y su entrada en el CAME en 1978 ellos le solicitaron a Cuba ayuda técnica para desarrollar la producción de café, en ese año la producción vietnamita solo alcanzó 5.400 toneladas de café, poco menos que lo que Cuba produce actualmente, pero Vietnam hoy en día es el segundo exportador de café mundial, Cuba le compra café a ellos, contribuyendo al enriquecimiento, entre otros, del magnate cafetalero y multimillonario Dang Le Nguyen Vu, condición esta impensable en Cuba.

La Brigada Destructora

También en 1967, ya dijimos que fue un mal año, el 30 de octubre, Castro con uno de sus largos y prolijos discursos bautiza con un nombre también destructivo la Brigada que arrasaría con palmares, arboles maderables y frutales a todo lo largo y ancho del país, su objetivo: desbrozar tierras para la siembra de cañas con el objetivo final la “Zafra de los 10 Millones”.

Para esta magna tarea se adquirieron en Francia 250 tractores pesados de esteras CD 6, y algunos cientos de camiones Berliet también franceses, a estos equipo se le añadieron algunos cientos de equipos de esteras proveniente de la URSS a los cuales se les incluyó varios de los equipos pesados remolcadores de los tanques de guerra, a estos últimos equipos se le agregó una gran esfera de acero unida a dos de ellos por una gruesa cadena y así podían arrasar con las plantas, arbustos y árboles más pequeños, fue uno de los más grandes inventos de esa época, pero parecía una terrible arma medieval.

La brigada estaba dirigida e integrada por militares que utilizaron pelotones de zapadores para dinamitar aquellos árboles que ofrecieran resistencia al avance triunfal de las tropas. La victoria estaba garantizada no había caobos, cedros, palmas, algarrobos, júcaros, ceibas o matas de mango, aguacate, mamey o níspero que se atraviese a resistir el empuje de la fuerza invasora.

Los resultados: el impacto ambiental causado en las forestas, los suelos, la fauna y la biodiversidad de Cuba por la brigada, aún están por valorarse. Pero no queda lugar a dudas de que se barrieron valiosas extensiones de bosques naturales, pues muchas de las propias referencias de la prensa oficial de la época lo confirman, al menos unas 180 mil hectáreas de bosques y montes fueron arrasadas, la mayoría de los cuales son en la actualidad zonas de suelos improductivos con una fértil presencia de marabuzales. Ejemplo de la devastación y una de las causas de la actual catástrofe ecológica que existe en la cuenca del río Cauto se debe a la deforestación indiscriminada que ocasionó la brigada en esa zona.

Por tanto, el costo de este gran logro no lo podemos limitar a los millones de dólares que se gastaron en la compra de los equipos para la Brigada Destructora, a los salarios, combustibles, alimentos y demás, sino a la irrecuperable pérdida de la diversidad ambiental en la Isla, fue uno de los mayores fracasos visto desde la perspectiva que da el tiempo.

Naranja dulce limón partido

Probablemente la letra de esta canción infantil no tenga ningún sentido para los niños en Cuba que jamás han visto una naranja, pero así son las canciones infantiles ofrecen más que lo que existe en la realidad, pero en este caso la letra continúa:

Si fueran falsos
Mis juramentos
En otros tiempos
Se olvidarán

Y esta estrofa es más realista si consideramos que el “naranjero en jefe” se había jurado a sí mismo, y al pueblo, producir más naranjas y toronjas que la Florida.

Los planes se multiplicaron y se construyeron más de 200 “Escuelas en el Campo”[5] para poder suministrarle una fuerza de trabajo estable a las nuevas y viejas plantaciones de cítricos. A finales de la década del 50 Cuba producía 77 mil toneladas de cítricos, pero la fuente consultada[6] no la subdivide en las diferentes variedades de cítricos, la única fuente en que podemos encontrar este desglose en el Censo agrícola nacional, 1946[7] que informa 34 mil toneladas de naranjas y 3 mil de toronjas.

Para el año 2000 se llegó al tope de la producción de toronjas con 444 mil toneladas y al año siguiente se produjeron 608 mil toneladas de naranjas que ha sido la más alta producción de ese cítrico, pero para posible disgusto del “naranjero en jefe” ni se acercaron a la producción de su eterno rival que alcanzó en esos años 2,5 millones de toneladas de toronjas y 11 millones de naranjas.

Fueron necesarios poco más de 30 años para alcanzar esos picos de producción con ajustes y reajustes; marchas y contramarchas; movilizaciones por una quincena además de las sabatinas y dominicales y en la mitad de ese tiempo la producción se fue al piso y en 2017 se produjeron 42 mil toneladas de toronjas y 31 mil de naranjas[8], en este último caso menos que las producidas en 1946.

La multiplicidad de problemas con que se enfrentaron estos cultivos estuvo por encima de la capacidad organizativa y resolutiva de un sistema impotente para hallarle soluciones y los costos sociales y económicos han sido inmensos.

El naufragio de toda una flota

Cuba como todo sabemos es una isla, o por mejor decir un archipiélago, y sería natural y lógico que una de sus industrias más productivas y desarrolladas fuese la de la pesca; en los años 60 se comenzó la creación de diferentes Flotas —la del Golfo, la de Plataforma y la de Altura— hoy en día de estas no queda prácticamente nada.

Según lo que he podido investigar estas Flotas llegaron a tener 190[9] naves de diferentes procedencias: Japón, España, Italia, URSS y RDA. Las primeras que se compraron fueron 5 atuneros a Japón y además se contrataron a sus capitanes para que las tripulaciones cubanas ganaran experiencia, según todos los comentarios recogidos, eran naves pequeñas e incomodas, pero muy marineras y de altísimo rendimiento; pescaron los atunes en el Golfo de México y fue la época dorada de los llamados Mar-Init, en que se podía comer una buena rueda de atún, o dos si eran muy pequeña, por un peso y centavos.

Pero el espíritu megalomaniaco y las exageradas ideas de tener la flota pesquera más grande y moderna del mundo llevó a la adquisición de naves mandadas a construir con un tamaño mayor que lo que cualquier armador con dos dedos de frente podría utilizar en la producción pesquera, incluso se les incorporaron avances técnicos que se iniciaban en esos momentos como la localización por satélites y otros equipos sofisticados para poder después ante el mundo decir que teníamos los barcos más grandes y más modernos y así se pagaron millones por esta serie de buques. Sus inmensas bodegas nunca pudieron verse llenas a pesar de la extensión de las campañas de pesca de forma no acostumbradas internacionalmente.

Pero no sólo fue ese espíritu de grandeza lo que llevó a esas exageraciones, muchos de esas embarcaciones eran también utilizadas por los soviéticos como bases de espionaje radioelectrónico en la zona de pesca del Atlántico Noroccidental, lo que recargaba la faena de las agrupaciones y les dificultaba cumplir la norma asignada. Pero éramos internacionalistas proletarios.

Los años 60-70 vieron todo este desarrollo y en un Ministerio de la Pesca sobredimensionado, que incluso producía su revista titulada Mar y Pesca, de excelente calidad en el papel e impresión, se hacían planes y más planes alejados de la realidad y con ello sometían a las embarcaciones y sus tripulaciones a esfuerzos que generaron serias consecuencias en el deterioro de las naves y enfermedades de los hombres, que incluso se daban a la bebida en las breves temporadas en que estaban en tierra.

Los resultados fueron el de sobreexplotación de la plataforma, de la que quizás solo se salvó la zona del Golfo de Batabanó y la pesca de langostas y camarones en gran medida gracias a las investigaciones de Isabel Pérez Farfante[10] que con sus investigaciones trazó pautas para la pesca racional de esos crustáceos, aunque en algunos años debido a fenómenos naturales se han excedidos en aras de cumplir planes de producción inadecuados.

Los barcos alcanzaron un deterioro que hizo incosteable su reparación y fueron vendidos como chatarra, otros andan por distintas partes del mundo oxidándose. Hoy los cubanos raramente tienen la posibilidad de comer algún pescado, aunque no sea de la calidad de un pargo, una cherna o un dorado.

Ganado y Perdido las F1, F2 y F3
“En los planes de desarrollo ganadero pensamos llegar a alcanzar cifras aproximadas a los 30 millones de litros de leche diarios, en un programa de 10 años. ¿Saben lo que significará eso? Casi cuatro litros de leche per cápita, ¡casi cuatro litros de leche per cápita! Será una fuente de proteínas ilimitadas para nuestro país, en forma de leche, helado, yogur, queso, mantequilla, en todas las formas. Tendremos una producción que nos permitirá considerarnos uno de los pueblos mejor alimentados del mundo. La ganadería significa carne, significa leche.”[11]

Así nos engatusaban en los años 60, no tenemos que identificar quien nos indilgaba esas maravillas futuras, casi al alcance de las manos, en solo 10 añitos que se pasan como quiera; muchos años después su hermano hacia una promesa muchísimo más modesta: un vasito de leche.

A lo largo de casi cinco siglos, desde la introducción del ganado vacuno en Cuba, había aparecido un tipo de ganado criollo adaptado al calor, a las sequías, al pasto, era de doble propósito (leche y carne) y por alguna razón genética desconocida era inmune a la fiebre aftosa, que diezmaba el ganado e incluso animales silvestres, en todo el mundo. Los ganaderos latinoamericanos iban a Cuba y compraban sementales a muy buen precio, en las ferias ganaderas que se efectuaban anualmente en Rancho Boyeros, allí se les podía ver comparando los diferentes toros y valorando precios. Eran otros tiempos.

El 35% de las vacas en ordeño del país conforgos alrededores suministraban leche a plantas de procesamiento que no solo pasteurizaban si no que producían esos quesos, mantequillas y yogurts que nos prometieron en diez años. Cosas de la vida.

Se comenzó en esos años 60 un gran proyecto de inseminación, se adquirieron 35 mil novillas Holsteín en Canadá más varios sementales, el más conocido es el Rosafe Signet que fue comprado muy barato solo 24 mil dólares[12] ya que estaba ya bastante viejo y usado, se dice que murió feliz en la última masturbación, y además se adquirió gran cantidad de semen congelado. El propósito era crear una vaca adecuada a las condiciones tropicales, que comiese yerba, resistente a la sequía y productora de leche, es decir lo que hacían las vacas criollas sin tanto problemas. Así surgieron las F1, y la F2, y F al cuadrado que nosotros, ignorantes, pensábamos que los de las F tenían que ver con el apelativo del “ganadero en jefe”. Esa época se complementó con tres vacas: la simpática y suspirante Matilda, la olímpica Ubre Blanca y la disidente y casquivana Vaquita Pijirigua.

El fracaso fue rotundo y homérico, el ganado moría a tutiplén, la producción de leche con la excepción de la olímpica mencionada, disminuyó dramáticamente, el desastre total. Pero todo estuvo más o menos bien hasta que a los investigadores del Instituto de Ciencia Animal en 1969 presentaron un trabajo investigativo que dejaba en claro el fracaso de los cruzamientos. La explosión del “ganadero en jefe” fue también olímpica y acusó a los técnicos y científicos que habían realizado el estudio de incompetentes, fue el primer enfrentamiento del voluntarismo y la ignorancia con el empirismo y la ciencia, se imaginaran cual fue el lado de la ecuación derrotado. Ese drama tuvo una larga cola y serias consecuencias para muchos.

Pero los números no engañan de 4.032.685 cabezas de ganado que conformaban la cabaña nacional en 1952[13] en 2018 quedan 3.808.400[14] es decir que hay 224.285 reses menos. Pero esos resultados resultan más espeluznantes cuando comparamos el número de cabezas de ganado con la población, para ello veamos la gráfica que aparece a continuación:


Es decir que pasamos de tener 0,81 cabezas de ganado por persona en 1946 a solo 0,34 en 2018, y si la tendencia expresada exponencialmente se cumple para dentro de 10 años la situación será aún peor. El fracaso es evidente pero su costo para los cubanos va más allá de todo lo que podamos imaginar.

Para finalizar

En más de una ocasión hemos tenido que mencionar aquí las “Escuelas en el Campo”, fueron parte intrínseca del panorama de más de una debacle, no queremos dedicarle demasiado tiempo, ya que el tema lo hemos tratado más de una vez en estas mismas páginas[15], sin embargo no puedo dejar de destacar que además de los miles de millones que costó esta terrible experiencia, incluso en moneda fuerte, entre todos los “experimentos” megalómanos que ha sufrido el país, este es el que ha dejado huellas más profundas y terribles ya que actuó sobre la mente y el alma de lo más valioso que tiene cualquier sociedad: la juventud, y sus consecuencias, se extenderán malignamente en el futuro, ya que afectó y afectará la psicología de nuestra sociedad, eso que muchos llaman el daño antropológico tuvo su mayor y mejor operador en esta monstruosidad que fraccionó familias, creó mentes propicias a la impotencia y al sometimiento, contribuyó a la formación de una moralidad en la que el fraude y las mentiras eran aceptadas, e incluso premiadas, con el beneplácito de las más altas autoridades y los medios de difusión. No fue un simple fracaso fue un estigma para la nación

Ese caudillo narcisista, arrogante, incapaz de admitir ninguna observación que estuviese en contra de sus ideas, aunque fuese evidente lo errónea de las mismas, dilapidó nuestros recursos, puso en juego la vida de miles de cubanos y sumió al país en la ruina; su legado quedará, desgraciadamente, comprometiendo el futuro de nuestra nación por muchos, muchísimos años.

[2] Masiques siempre ha estado, aún lo está, relacionado con todos los negocios que tengan que ver con la obtención de divisas, fue la cabeza de CUBALSE, Cubanacán, PABEXPO, PALCO, etc., quizás la única excepción fue MC que estaba en manos de los hermanos la Guardia.
[3] Núñez Jiménez, Antonio. “Un tesoro de la naturaleza”. Revista Bohemia, 12 de abril de 1959, p. 76.
[4] Datos tomados de: http://www.fao.org/faostat/es/#data/QC ya que la ONEI no brinda esa información.
[5] Ríos, Arcadio. La agricultura en Cuba. Ed. INFOIIMA La Habana, 2014, pág. 113.
[6] Ibidem.
[7]Memoria del Censo agrícola nacional, 1946, Cuba. Ministerio de Agricultura, P. Fernández, 1951, págs. 218 y 242.
[8] Todos los datos de producción de los diferentes años han sido tomados de la FAO.
[9] Aquí no se incluyen las decenas y decenas de embarcaciones de madera y las de ferrocemento producidas en el país.
[10] La Dra. Pérez Farfante distinguida científica en la Universidad de Harvard, fue la primera cubana en recibir un doctorado de una universidad de la Ivy League, en 1944, fue considerada hasta su muerte en 2009 como la mejor especialista mundial en langostinos del género dendrobranchiata, emigró en los años 60.
[11] Discurso pronunciado en el acto celebrado en el Parque del Central “Antonio Guiteras” del Regional Las Tunas-Puerto Padre el 7 de junio de 1965.
[12] La historia de cómo se realizaron estas compras la pueden encontrar en mi artículo: https://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/una-breve-historia-de-la-ganaderia-333357
[13]Memoria del censo ganadero, 1952, Cuba. Ministerio de Agricultura, Seoane, Fernández, 1953, pág. 30.
[14] FAO.


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