Es un blog diario digital conformado con los artículos, opiniones, ensayos, etc. del Catedrático universitario Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso sobre diferentes temáticas de la problemática cubana, actual e histórica, así como por noticias y artículos de otros autores que se consideran de gran interés para profundizar en la realidad cubana.
martes, octubre 29, 2019
Inútil ejercicio de antihistoria. Vicente Echerri sobre exhumación de Francisco Franco en el Valle de los Caídos
Francisco Franco salvó a España y a la Iglesia Católica española del comunismo y de la ocupación de España por las tropas de la Alemania nazi de Adolfo Hitler y sentó las bases, a partir de 1957, del desarrollo económico de España donde el crecimiento económico alcanzó cifras records en España aplicando medidas de libertad económica.
Francisco Franco recibió en vida las siguientes dos órdenes vaticanaspero en estos días el Vaticano ¨se lavó las manos_ ...
Collar de la Orden Suprema de Cristo,bula del 21 de dicembre de 1959, la condecoración de más alto rango entre las valiosas órdenes vaticanas. Solamente 10 personas las poseen
Admitido en la Suprema Orden de Caballeros de la Milicia de Jesucristo por la Santa Sede
Mártires de la Fe asesinados por el Frente Popular compuestos por socialistas, comunistas, anarquistas, etc.
13 Obispos
4184 sacerdotes seculares
2365 religiosos
283 religiosas
3000 seglares de Acción Católica.
Fragmento del final de la Misa por el Generalísimo Francisco Franco el 25 de octubre 2019, día de la profanación de su tumba en el Valle de los Caidos
Sobre la exhumación de Francisco Franco en el Valle de los Caídos
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Los familiares de Francisco Franco trasladan a hombros el féretro tras la exhumación en el Valle de los Caídos.
Por Vicente Echerri
Nueva York
28/10/2019
Escribo esta nota el 24 de octubre, Día de las Naciones Unidas y, a partir de hoy, de la exhumación de Francisco Franco, que he seguido en las noticias que me llegan de España a través de los medios y las redes sociales. A mí —que quisiera desenterrar a Castro y lanzar sus cenizas más allá de las 12 millas de las aguas territoriales de Cuba y dinamitar el horrendo monumento al Che Guevara en Santa Clara, y a quien le parece que la momia de Lenin es una obscenidad— no me hace tan feliz la exhumación de Franco. Inconsecuencias, podría decir alguien, y tal vez tendría razón, pero la figura de Franco, pese a su larga dictadura, se me hace menos aborrecible, algo que un español de izquierdas juzgaría como un sencillo acto de parcialidad. Yo, en cambio, no me siento tan seguro de que mi edulcorada antipatía responda a tan sencilla explicación.
En primer lugar, es absolutamente indiscutible que el alzamiento de los nacionales que Franco terminó liderando libró a España del pavoroso régimen que instauró el Frente Popular a partir de 1936 y que se prolongó durante la guerra civil. La República Española, secuestrada por comunistas y anarquistas tras las elecciones de ese año, cometió en pocos meses los suficientes desmanes y dio sobradas pruebas de su incapacidad de gobernar para justificar el levantamiento de los militares. No tengo duda alguna de que esta insurrección respondía no tanto a la ambición de unos aventureros cuanto a la decisión patriótica de librar a España del mandato arbitrario y criminal de una crápula enloquecida que ni siquiera podía gobernarse a sí misma.
Luego, el alzamiento estuvo bien y la guerra subsecuente, por impresentables que pudieran ser los aliados (aquí cabe perfectamente el refrán de “hágase el milagro y hágalo el diablo”) se justifica por los fines (siempre es así) y la derrota de la república mereció entonces y sigue mereciendo una celebración.
Hizo mal Francisco Franco en eternizarse en el poder y mal también en ser implacable con muchos de sus enemigos políticos, sobre todo en las primeras décadas de su dictadura. Cuanto mejor habría sido que, tras unos pocos años, le hubiera dado paso, mediante un plebiscito o cualquier otra forma de consulta popular, a la democracia que todos los españoles merecían. El apego al mando —que no al enriquecimiento que tantas veces este conlleva— lo hizo quedarse en ese puesto de salvación nacional hasta el último día, como hicieron en su momento los reyes absolutos. En eso erró, por un amor distorsionado a su país.
La dictadura franquista fue represiva, qué duda cabe, pero, en su trayectoria, echó las bases de la España moderna que habría de consagrar la transición. En el ámbito social, pocas cosas tuvieron que hacer los gobiernos a partir de 1975 que ya no fueran logros establecidos. Repugnaba la ideología despótica el régimen, y está muy bien que nos repugne todavía; pero muchos de los resultados de su gestión siguen siendo apreciables en la sociedad española: en la seguridad social, en las obras públicas, en la infraestructura que hace posible el turismo… Es una pena que Franco haya querido quedarse tantos años al frente del Estado paralizando la evolución democrática, cuando tuvo la oportunidad de echarse a un lado y ver, como un moderno Diocleciano, como evolucionaba su obra. Debió haber creído que su proyecto de nación se hundiría si él llegaba a faltar, y eso es precisamente lo que ocurre cuando un gobernante se eterniza. La salvación y modernización de España, de la cual fue gestor, se vieron empañadas por su larga permanencia en el poder.
Con todos los defectos y limitaciones que quieran apuntársele, Franco fue el fundador de la España moderna, como Atatürk lo sería de Turquía. La monarquía parlamentaria que ha regido en España desde 1975 es su legado y sería iluso buscarle otros orígenes. Como bien dijera una vez el líder comunista Santiago Carrillo, “Franco empezó la transición”.
Habría sido mejor dejarlo tranquilo en su mausoleo, no intentar reescribir la historia con una exhumación. Los comunistas —y otra gente peor— perdieron la guerra civil, a Dios gracias, y de esa oportuna derrota se deriva todo lo que vino después, con grandezas y miserias, luces y sombras. Pretender condenar a Franco es un inútil ejercicio de antihistoria.
Hoy en Tiempos Modernos hablamos del pucherazo de 1936 con el periodista y profesor de historia Juan E. Pflüger
En febrero de 1936, la II República celebró unas elecciones legislativas que dieron la victoria a una coalición de izquierdas denominada Frente Popular, y que abarcaba desde la izquierda moderada de Azaña hasta los comunistas, pasando por los separatistas catalanes y con apoyo externo de los anarquistas de la CNT. El partido más beneficiado por el escrutinio fue el PSOE.
Desde la misma fecha de las elecciones se sospechó de la limpieza de los resultados. La derecha denunció manipulación y falsificación de actas, pero el Gobierno –que era ya el del Frente Popular- jamás lo investigó. Después, los propios protagonistas del episodio confesaron las ilegalidades en el proceso: el presidente de la República, Alcalá Zamora; el presidente del Gobierno, Manuel Azaña; el líder socialista Indalecio Prieto… Significativamente, jamás se publicó el escrutinio exacto de aquellos comicios. Pese a todo, las elecciones del 36, sublimadas por la propaganda de la izquierda, pasaron a la historia como legítimas. Recientemente, sin embargo, se han publicado documentos que demuestran sin ningún género de duda el pucherazo electoral: la izquierda trucó los resultados, falsificó unas actas, robó otras, hasta convertir en victoria electoral lo que, en realidad, había sido una derrota.
Aquellas elecciones eran el fruto de una decisión del presidente de la República, Alcalá Zamora, que desposeyó de la jefatura del Gobierno a la derecha de Gil-Robles e hizo formar nuevo Gobierno con la esperanza de controlar unos nuevos comicios que dieran la victoria a una opción moderada. No pudo salirle peor la jugada a Alcalá Zamora. La jornada se desarrolló en un ambiente de violencia. Numerosas sedes electorales fueron asaltadas por los partidos de izquierda. Aunque el resultado del primer escrutinio fue muy ajustado, Alcalá Zamora se asustó, forzó la dimisión del Gobierno y colocó al frente a Manuel Azaña. De esta manera el Frente Popular iba a controlar la segunda vuelta de las elecciones. Violentadas las urnas, la izquierda acabó otorgándose 50 escaños más de los que le correspondían. El fraude liquidó la democracia republicana. El Gobierno del Frente Popular, en fin, no era legítimo.
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Especial Tiempos Modernos | El Terror Rojo en la Guerra Civil
(quién fue antiFranquista en vida de Francisco Franco)
09 octubre, 2019
A Ortega le faltó señalar algo fundamental, y es que la ley de memoria histórica y los nostálgicos de las chekas celebran como «defensores de la libertad y víctimas del franquismo» a los asesinos y torturadores chekistas y marxistas en general. Y en este caso a las «trece rosas» como mártires de la democracia. De la «democracia soviética» del GULAG y el genocidio, como hoy nadie puede ignorar. Podría haber señalado también que los chekistas torturaron, violaron y asesinaron a muchas más «rosas» sin juicio alguno.
El segundo error, más grave a mi juicio, fue decir que en la guerra «perdimos todos», como si hubiera sido cosa de cuatro locos que obligaron a los demás, según pretende el PP ahora. De acuerdo con eso, la victoria de Franco y los cuarenta años siguientes habrían sido absurdos. Pero en la guerra perdieron los que pretendían disgregar España, arrasar la cultura cristiana e imponer regímenes totalitarios de estilo soviético. Y ganamos casi todos los españoles, incluidos los que por engaños demagógicos defendieron al Frente Popular, se reintegraron y contribuyeron a reconstruir el país y mantener su idependencia. Un frente popular compuesto, debe recordarse siempre y casi nunca se hace, de marxistas totalitarios, racistas separatistas y golpistas. Esta gente destruyó la legalidad republicana y cualquier norma de convivencia en libertad, y con ello provocó la guerra, pensando en ganarla. La perdieron, y eso hemos salido ganando casi todos. La guerra tuvo ese sentido y en vez de lloriqueos ñoños como el de «perdimos todos» habría que destacar el valor y decisión de quienes se rebelaron, corriendo riesgos tremendos, contra la peor tiranía y la vencieron. Porque actualmente nos están volviendo a las mismas: cuarenta años después del franquismo, lo «combaten» unos miserables como cobertura para su ataque real a la democracia, a la ley, a la monarquía y, sí, también a la cultura cristiana, que la propia Iglesia parece empeñada en arruinar. Vivimos en tiempos de fraude y confusión generalizados, y por eso es más necesaria la labor aclaratoria.
Conocer lo que fue el franquismo es esencial para mantener la democracia y la unidad de España:
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Libro de Pedro Pablo Arencibia: Paradigmas Psicopedagogicos y caminos de la Investigacion Matematica en la Ensenanza de la Matematica Universitaria y Media
OPINIÓN SOBRE EL LIBRO:
Lo he ojeado, aqui y alla; es conmovedor. humano. Tardare en leerlo de tapa a tapa. Comprendo que es holistico, lo que me parece admirable, meritorio, politica, experiencia humana, Matematicas, Ciencias, y tambien ¨very scholar. Una combinacion unica. Gracias. B.M.
“Marco Rubio a Donald Trump: Te diré lo que es un buen acuerdo: que Cuba sea libre
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Licenciado en Matemática Pura en la Universidad de La Habana (UH) y Catedrático universitario con 24 años de experiencia en la docencia universitaria cubana; posee la Categoría Docente Principal de Profesor Titular universitario. Fue expulsado el 29 de enero de 1997 del Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río ( universidad de perfil formativo o pedagógico) por motivos políticos. Activo colaborador desde su fundación de la revista VITRAL y del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis de Pinar del Río. Colaboró en Cuba con las organizaciones opositoras: Todos Unidos, Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba y con el Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC).
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COLABORADORES:
Paul Echániz
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