'El poscastrismo será largo y, probablemente, doloroso'
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Carlos Alberto Montaner y Miguel Sales lanzan un 'Nuevo viaje al corazón de Cuba'. DIARIO DE CUBA conversa con el segundo de ellos.
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Miguel Sales. DDC
DDC
Madrid 25 Dic 2019
"La historia de las ideologías está hecha de la coincidencia entre destinos individuales y preocupaciones universales". Según Miguel Sales, esta cita de Isaiah Berlin bien podría servir de exergo al
Nuevo viaje al corazón de Cuba, libro (re)escrito a cuatro manos por Carlos Alberto Montaner y él mismo, y que acaba de aparecer bajo el sello de la editorial Aduana Vieja.
Se trata de un volumen que revisa y pone al día el Viaje al corazón de Cuba publicado por el primero de los autores hace 20 años, reescrito ahora con numerosos cambios y añadiduras.
Historia y periodismo se combinan en este libro, que ofrece un recorrido por el último siglo de la vida cubana. Desde las primeras insurrecciones separatistas hasta la sucesión presidencial de 2018 y la entrada en vigor de la nueva Constitución, los autores examinan los momentos decisivos del acontecer nacional y tratan de explicar las causas y consecuencias de las transformaciones, sin obviar la importante influencia del contexto internacional.
El libro explica los orígenes y el desarrollo de la revolución y para eso se remonta al convulso decenio de 1930, cuando según los autores se produjo la primera quiebra importante del orden constitucional y el gran vuelco social que determinó el auge del populismo /nacionalismo y la ideología revolucionaria.
El otro eje del análisis atañe a las características personales de Fidel Castro. A partir del estudio de su figura, para los autores, la peculiaridad decisiva del sistema socialista cubano radica en la combinación de caudillismo latinoamericano e ideología marxista-leninista.
A raíz de la publicación, DIARIO DE CUBA conversa con Miguel Sales:
En el epílogo, escribes: "Lamentablemente, los 40 años transcurridos desde entonces no han alterado gran cosa en la naturaleza de un sistema anacrónico, enquistado en el modelo soviético de partido único, economía centralizada y sociedad estabulada y militarizada". ¿Es esto así, o hablamos de un sistema que sí muta y se readapta a las circunstancias, solo que para sobrevivir?
Es evidente que algunas cosas han cambiado en Cuba en los últimos años. Pero esos cambios son más bien superficiales: mayor facilidad para emigrar, tolerancia hacia actividades económicas privadas de menor cuantía, relaciones diplomáticas con Estados Unidos, algún guiño hacia los colectivos feministas, ecologistas, homosexuales, etc.
Cuando se miran en conjunto, esas medidas dan la impresión de que la sociedad se transforma, pero es una impresión errónea, una ilusión óptica. En realidad son cambios cosméticos. Están pensados principalmente para alimentar dentro y fuera de la Isla la idea de que el régimen evoluciona y de que hay esperanza de llegar, por ese camino, a una situación de más libertad y prosperidad. Y no hay que olvidar el factor temporal. Se supone que esos cambios empezaron en 2006, cuando Raúl Castro asumió el poder tras la enfermedad que dejó a su hermano incapacitado para seguir gobernando. Más de 13 años han transcurrido ya, hasta llegar al presidente subalterno Díaz-Canel, la nueva Constitución y la "coyuntura" económica actual. O sea, más de lo mismo.
Porque en el fondo, en sus rasgos sustanciales, el régimen sigue siendo una estructura monopartidista, un Estado cuya supervivencia se basa en la represión, la exclusión, el control policial y el dominio de las actividades económicas fundamentales. Un modelo que ha fracasado en todos los continentes, en países de distintas culturas y diversas tradiciones históricas. Puede decirse que hasta China y Vietnam abandonaron ya esa forma de gobierno, aunque allí todavía predomina el partido único. El comunismo dinástico solo sobrevive en Cuba y Corea del Norte.
¿Eres optimista sobre el fin de eso a lo que se le llama "Revolución cubana", o crees que transmutará hacia una suerte de capitalismo autoritario y populista?
En alguna ocasión he escrito que la Revolución cubana fue un fenómeno histórico que transcurrió entre 1956 y 1962, aproximadamente. Después de esa última fecha, la revolución concluyó y se instauró en la Isla un régimen de corte soviético que, como dije antes, ha cambiado muy poco desde entonces. Más de medio siglo de totalitarismo, que se dice pronto. Seguir llamando "Revolución cubana" a lo que ocurre ahora en Cuba es como afirmar que bajo Brezhnev, hacia 1978, los rusos todavía estaban inmersos en la Revolución de octubre. El asunto va más allá de una cuestión retórica. Es un anacronismo muy curioso, que apunta a que, en efecto, el régimen cubano sigue petrificado en las ideas y los sucesos de otra época.
Cualquiera que sea la denominación que se le aplique, creo que el sistema cubano ya ha creado las condiciones para una metamorfosis futura muy similar a la que ha experimentado el peronismo. En Argentina, ochenta años después de haber arruinado a un país rico y en vías de rápida modernización, el populismo peronista conserva una asombrosa vitalidad. Eso solo es posible cuando se ha producido una profunda corrupción de las instituciones y un envilecimiento generalizado de la población. Esos factores también existen en Cuba, con el agravante de que es una isla y dispone de menos recursos que Argentina.
Prueba de lo anterior es que en la última década ha huido de Cuba medio millón de habitantes, pero en las "elecciones" el 90 por ciento de la ciudadanía sigue votando invariablemente a favor del Gobierno. Es decir, que existe un descontento profundo con el régimen y la gente se marcha por millares, pero dentro de la Isla son incapaces de expresar la más mínima oposición a quien les oprime y malviven en la obediencia y el simulacro de adhesión. Pueden criticar aspectos superficiales de la gestión económica, pero no se atreven a poner en tela de juicio las bases ideológicas del régimen. Las medidas epidérmicas de tipo económico o social no van a modificar la estructura del sistema. Los resortes del control totalitario siguen operando y eso envilece mucho.
¿Qué auguras en términos políticos, sociales y económicos para Cuba en 2020?
Es evidente que la situación va a empeorar. La dependencia de Venezuela, la política exterior de Estados Unidos y la crisis económica y demográfica dentro de la Isla se conjugan para acentuar el deterioro paulatino del régimen. Pero es un desgaste muy lento y la capacidad de aguante de la población es casi ilimitada. La gente se ha acostumbrado a vivir en condiciones que serían inaceptables en cualquier otro país. El Estado les da algunas migajas, los parientes de Miami les envían remesas y en verano llegan los carnavales y hay música y cerveza fría. Y cuando la circunstancia aprieta, siempre queda la esperanza de huir del país y asentarse en cualquier otro lugar del mundo. Treinta años después de que los alemanes derribaran el Muro de Berlín, la disidencia cubana es muy exigua y sigue marginada, porque la mayoría de la población le vuelve la espalda.
Los rusos afirman que el comunismo es la manera más larga y dolorosa de pasar del capitalismo al capitalismo. No sé si Cuba recuperará alguna vez los derechos, las libertades y la vía del desarrollo capitalista que permitieron forjar un país admirable —con luces y sombras, pero admirable— en la primera mitad del siglo XX. Pero sí sé que el poscastrismo será largo y, probablemente, doloroso. Los errores históricos se purgan a lo largo de varias generaciones. Y la Revolución cubana fue un error cuyas consecuencias todavía tendremos que padecer por muchos años.
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