sábado, marzo 14, 2020

Arnaldo M. Fernández sobre si el embargo de armas de EE.UU. al gobuernio de Fulgencio Batista decidió la guerra


Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

El embargo de armas de EE.UU. al gobierno de Batista   y la desmoralización  son sólo dos de los factores que influyeron  para decidir la guerra entre  los cuerpos armados del gobierno y la insurrección armada y terrorista en su contra. Otros factores, por sólo dar tres factores más,  fueron: la reducción de la cuota azucarera cubana en el mercado norteamericano,  la oposición  de parte del empresariado nacional y de la oposición política pacífica  que tuvieron la  ceguedad de no  percatarse del peligro que se cernía sobre ellas. 

Deseo señalar que el embargo de armas contribuyó a que  se desmoralizara,  aún más, parte de los integrantes de  los cuerpos armados, pues de manera palmaria mostraba que los EE.UU. no apoyaban al gobierno de Batista. Esa desmoralización  estaba mucho más presente en el ejército que en ka Policía Nacional; a  mandos de  la Marina de Guerra  no le simpatizaba Batista por razones clasistas.

Tengo el criterio que salvo ¨los casquitos¨, los cuales fueron entrenados a ¨todo vapor ¨, el Ejército estaba bastante bien preparado militarmente pero el grado de desmoralización era alto debido a la corrupción de altos jefes militares tanto de la cúpula como de los mandos medios. Tropas como las del Teniente Coronel Ángel Sánchez Mosquera que no veían a sus jefes caer en la corrupción eran tropas que tenían una alta moral combativa. Ejemplos de esa corrupción desmoralizante eran no reportar los caidos en combate para quedarse con los salarios de los muertos; vender medicinas y balas a las mismas fuerzas rebeldes, etc.. He leido que las tropas del Batallón 11 del Coronel Ángel Sánchez Mosquera (quién había sido herido en la columna vertebral en el segundo combate de Santo Domingo, y trasladado a La Habana)  reforzaron a las de Abón Li en Yaguajay y fue contra esas fuerzas conjuntas contra las que el Comandante Camilo Cienfuegos y su tropa combatieron en la toma del Cuartel de Yaguajay donde se derrochó coraje y valor por ambas partes contendientes.

Dos relevantes ejemplos de la corrupción y desmoralización de parte del Ejército fueron: 1)  la ¨venta¨ del Tren Blindado (el cual llevaba tropas ingenieras para  reparar vías férreas destruidas y no tropas de combate)  al Directorio Revolucionario  por parte  del coronel  Rosell  a cambio de 20 000 dólares  y 2) el permitir el paso de las tropas rebeldes por la provincia de Camaguey a cambio de una fuerte suma de dinero al jefe militar de la provincia.

La penetración comunista en parte del Departamento de Estado de los EE.UU. , y más concretamente en el Buró del Caribe,   perseguían beneficiar a Fidel Castro con el embargo de armas a Batista, veamos:

 Salvador Díaz Versón

El periodista Salvador Díaz Versón quién había ocupado un alto cargo policial en uno de los gobiernos auténticos  tenía en su poder los expedientes de la Liga Anticomunista donde  estaban depositados muchos años de  investigación  sobre los comunistas en Cuba y fuera de Cuba. El expediente A-943 correspondía a Fidel Castro Ruz y en él se reflejaba que Fidel  Castro había comenzado a trabajar para la Unión Soviética  en 1943 y que en su reclutamiento y entrenamiento había desempeñado un importante  papel un diplomático supuestamente llamado Gomer Bashirov, En el expediente también habían fotos y documentos que  que evidenciaban su conexión con Moscú. Después del triunfo de la Revolución y concretamente tan cercano como el 23 de enero de 1959  se requisaron los archivos que estaban, si mal no recuerdo haber leido, en la casa de Salvador Díaz Versón en Cojimar. Una carta de Fidel Castro dirigida  a Abelardo Adán en Praga que fue interceptada por Salvador Díaz Versón decía: ¨ Nuestro amigo me dijo que me mantiene reservado para mayores esfuerzos  y que no debo quemarme  viajando ahora. Ellos tienen  un plan  en el cual yo seré  el eje que  se implementara muypronto. Es posible  que entonces volvamos a vernos sin temor al imperialismo yanqui¨.  La información de casi todo lo que está en este párrafo están en las páginas 777 y 778 del excelente libro (aunque no coincido en algunas interpretaciones que aparecen en él)  titulado La Verdadera República de Cuba , del Dr.Andrés Cao Mendiguren.

Coronel Roger Rojas Lavernia: Fidel Castro y el Comunismo Internacional


Otros factores  que provocaron el recorte de la cuota azucarera y el embargo de armas fueron 

 producto del lobbysmo  en los EE.UU.en contra  del gobierno de Fulgencio Batista por este haber tomado medidas a favor del desarrollo de la economía en Cuba que afectaban a intereses norteamericanos como fueron:
  • El desarrollo de planes arroceros en Cuba, pues afectaba a los intereses de los arroceros norteamericanos de la cuenca del Mississippi. Cuba llegó a exportar arroz. El Paln de Alonso de Rojas, Pinar del Río, fue uno de ellos.
  •  La decisión de construir un molino de harina en Santiago de Cuba que le quitaba el monopolio al molino ubicado de La Habana, que era de propiedad norteamericana.
  •  El desarrollo en Cuba de la industria de aceites vegetales, pues afectaba a los exportadores norteamericanos de manteca o grasa de cerdo, la cual no era consumida por los norteamericanos.
  • Ventajaseconómicas  a una planta de Niquel, de la cual Batista era uno de sus accionistas, que perjudicaba a la otra planta que existía en el país, la cual era norteamericana.
  • Cuando se fue a renovar el parque de ferrocarriles, que estaban nacionalizados, las locomotoras se las compraron a los alemanes en lugar de comprárselas a la norteamericana  General Motors,
  • El papel de la prensa cubana se compraba a Estados Unidos, lo cual  fue afectado cuando  Cuba  instaló  varias papeleras que usaban bagazo de caña como materia prima.
  • Se iba a llevar a cabo una revisión de las tarifas proteccionistas que perjudicaría a los Estados Unidos.
  • Planes para producir materias en Cuba que hasta el momento eran compradas fundamentalmente a los Estados Unidos; uno de esos materiales  era  el cemento.   Dos marcas de cemento que recuerdo eran  Santa Teresa y El Morro.
  •  Una compañía norteamericana cuyo presidente era hermano del entonces Presidente de los Estados Unidos Dwight Einsehower hizo gestiones para que  la obra del túnel de la bahía de  La Habanase la adjudicaran a su compañía, pero Batista se opuso a esas gestiones y la puso en licitación para que el proyecto mejor y más barato  fuera el escogido. Una  compañía francesa se ganó la obra.
 El túnel de La Habana se enmarcaba dentro de un vasto plan de construcciones para desarrollar la infraestructura turística en el país. Muchas eran las construcciones que se habían construido y se estaba construyendo en el país con ese fin. Algunas de ellas fueron la Vía Blanca, incluyendo el puente de Bacunayagua,  y las carreteras del circuito norte de La Habana, Pinar del Río y Matanzas y otra por el sur del país que conectaba a Trinidad, Cienfuegos, etc.,. A estas obras se sumaban la construcción de fábricas de todos tipo para abastecer al país y a la creciente industria turística Estas obras se hicieron durante el régimen de Fulgencio Batista entre 1952 y 1958. El país estaba pasando de un país monoproductor y monoexportador a un país pluriproductor y pluriexportador donde la industria no azucarera había ya desplazado a la industria azucarera. El turismo había ya desplazado a la industria azucarera como la primera fuente de ingreso del país pese a estar el país en medio de cierta inestabilidad política por la lucha armada contra el régimen de Fulgencio Batista. El país estaba en transición a una economía de comercio y servicios.

Ya  durante   el gobierno del Presidente Gerardo Machado y Morales  se llevaron a cabo  sanciones norteamericanas  contra el gobierno de  Machado por este llevar a cabo  una política para desarrollar la industria nacional en Cuba. La Ley Arancelaria de 1927  emitida por el gobierno de Machado afectaba a muchos  intereses norteamericanos, los cuales   usando a sus lobbystas  promovieron sanciones del gobierno de los EE.UU. contra el gobierno de Gerardo Machado en el marco de la Gran Depresión de 1929 que tuvo un alcance mundial y de la cual solamente se salió por el desarrollo de la industria  de armamentos  durante la II Guerra Mundial.
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Efemérides de la Contrarrevolución Cubana

Tal como el embargo comercial y financiero de Estados Unidos hoy no determina la crisis permanente de la economía socialista, el embargo de armas ayer no decidió la guerra civil

Por Arnaldo M. Fernández
Broward 
12/03/2020

El 12 de marzo de 1958, el embajador americano Earl Edward Tailer Smith (Foto) comunicó al general presidente cubano, Fulgencio Batista, que revolucionariamente USA no entregaría más armas a su gobierno. Ni siquiera unas que venían en camino. El presidente de Cubana de Aviación y de no se sabe cuántas empresas más, José López Vilaboy, quien alardeaba de ser uno de los pocos que se atrevía a dar consejos a Batista, recomendó contrarrevolucionariamente adquirir armas en Israel a través de un banquero vecino del Norte, pero Batista comisionó cinco millones de pesos a otro intermediario para comprarlas en Suiza.

Tientos y diferencias

Vilaboy apuntaría: “En esa operación de las armas no supimos nunca quién engañó a quién. Lo cierto es que el dinero se quedó en Suiza o en algunos bolsillos y las armas que mandaron no servían para nada (…) Así hacía Batista las cosas, por el camino más malo, por el más riesgoso, pero que él controlara personalmente y Ie produjera beneficios económicos” [1]. Fidel Castro dio otra versión en carta confidencial: “La compra de equipos a Israel ha sido impedida por nuestros amigos en el extranjero, después de estar depositado ya un millón de pesos; [y] el gobierno se ve obligado a adquirir armas sin autorización como vulgar contrabandista” [2].

Para 1960, Smith declaraba ante subcomité del Comité de Asuntos Judiciales del Senado (USA) que la administración Eisenhower había persuadido a gobiernos aliados de no vender armas a Batista. Sin embargo, los dictadores Anastasio Somoza Debayle (Nicaragua) y Rafael Leónidas Trujillo (República Dominicana) desoyeron a Washington. El general batistiano Francisco “Silito” Tabernilla, por ejemplo, consiguió con Somoza 30 tanques T-17, 90 ametralladoras, un millón de balas calibre 30 y 16 mil balas para cañón de 37 mm, así como bombas de napalm.

(Smith con el presidente JFK (1963))

Desde su primera protesta contra el embargo de armas, el 17 de marzo de 1958, Batista echó la culpa a la Casa Blanca por los avances militares de Castro. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos no era ni sería jamás responsable de que las fuerzas batistianas abandonaran armas que iban a parar a manos del Ejército Rebelde, por ejemplo: 2 tanques de guerra, 2 morteros, 2 bazucas, 12 ametralladoras con trípode, 142 fusiles Garand y así hasta más de 600 armas con 100.000 balas y cientos de proyectiles de cañón, mortero y bazuca, que fueron ocupadas al fracasar la ofensiva de verano [24 de mayo-6 de agosto de 1958] del ejército batistiano.

Después del fracaso de esta ofensiva, “Batista estará perdido irremisiblemente” [3], rezaba una instrucción de Castro a principios de julio con destino a sus jefes de columnas guerrilleras. Y por ser realmente así, no por falta de armas, el cónsul norteamericano en Santiago de Cuba, Park Wollam, sugirió en agosto al general Eulogio Cantillo, jefe de operaciones en Oriente, que entablara conversaciones con Castro.

Novela ejemplar

Tal como el embargo comercial y financiero de USA hoy no determina la crisis permanente de la economía socialista, el embargo de armas ayer no decidió la guerra civil. Quizás el ejemplo más ilustrativo sea el breve encuentro entre Che Guevara y Joaquín Casillas, jefe del regimiento Leoncio Vidal (Santa Clara), durante breve tregua el primero de enero de 1959 por la mañana:

—Coronel, vengo a pedirle que se rinda para evitar más derramamiento de sangre.

—Comandante, mientras yo tenga una bala no me rindo (…) Voy a convertir a Santa Clara en polvo (…) Con las armas que yo tengo usted no puede vencerme.

—Coronel, usted tiene las armas, pero ya no tiene quién las empuñe.

A la postre, el coronel Casillas tuvo que salir espantado del cuartel y terminó siendo capturado en el central Washington. Aquí logró entrevistarlo el fotorreportero Martín Lliraldi (Prensa Libre), quien formuló esta pregunta de rigor:

—¿Por qué, siendo ustedes superiores numéricamente y con mejores armas, perdieron la guerra?

—Eso sucedió simple y sencillamente porque la moral de nuestro ejército estaba a la altura de mis zapatos.

Dizque el coronel Casillas fue trasladado a prisión en Santa Clara y al ser conducido ante los jueces para consejo de guerra sumarísimo, intentó desarmar a un escolta y recibió el balazo que lo salvó del paredón [4].

Ironía historiográfica

Precisamente el 12 de marzo salió el llamamiento a la huelga general firmado por Castro, como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Rebeldes, y Faustino Pérez, como Delegado de la Dirección Nacional del MR-26-7. Aunque no se especificó fecha, se plantearon exigencias como paralizar el transporte y dejar de pagar al fisco, las cuales se debían cumplir del primero de abril en adelante para ir entrando paulatinamente en la huelga general. Esa estrategia de paro nacional gradual fue replanteada por Jorge Luis García Pérez (Antúnez) desde la Casa Bacardí (Miami) en agosto de 2013, pero todavía no se sabe pa’cuando el paro llegará a general.

El fiasco resultante del 9 de abril de 1958 parece confirmar, como subrayó el historiador Sergio López Rivero, que a Castro “le sentaban bien las caídas”. El Dr. López Rivero puntualiza que:

La fecha escogida estaba más relacionada con el derrocamiento del dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958, que con la situación interna en Cuba
La convocatoria nada tuvo que ver con el embargo de armas, que vino a conocerse oficial y públicamente el 28 de marzo de 1958
La responsabilidad del fracaso suele atribuirse a la guerrilla urbana [El Llano], pero fue compartida indefectiblemente Castro como jefe de la guerrilla rural [La Sierra]
Al empatar este fracaso con la caída de Machado el 12 de agosto de 1933, Castro sacó una lección que más de dos décadas después impartiría al general y premier polaco Wojciech Jaruzelski, quien vacilaba en decretar ley marcial ante la amenaza de huelga general por el sindicato independiente Solidaridad: “No se debe temer a las huelgas, ya que por sí mismas no son capaces de tumbar gobierno” [5].

Es curioso que el MR-26-7 excluyera del ademán huelguístico del 9 de abril de 1958 a los comunistas cubanos, a pesar de su relativo arrastre en el movimiento obrero. Sin embargo, la causa eficiente no parece radicar en el anticomunismo de los líderes del Llano, sino más bien en el juego maquiavélico de Castro, quien para cimentar su hegemonía política dejó fuera a la vieja guardia comunista incluso en el Pacto de Caracas, de 20 de julio del año 1958, pero no vacilaría en manejarla a su antojo para garantizar el sostén del bloque soviético en “una guerra mucho más larga y grande” [6].

Coda

Queda pendiente explicar por qué, después de la derrota aplastante de abril en el Llano, el MR-26-7 asestó en el verano el golpe decisivo al batistato, con la victoria militar en la Sierra que allanó el camino de Castro al poder político dictatorial.

Notas

[1] Cf.: Motivos y culpables de la destrucción de Cuba, Editora de Libros Puerto Rico Inc. (1973), 332. Vilaboy agrega que las filtraciones en torno al embargo de armas demostraron que Castro tenía espías y confidentes en las embajadas tanto de Cuba en USA como de USA en Cuba.
[2] Véase la carta de 10 de septiembre de 1958 en que Castro insta a cambiar de casaca al coronel batistiano Raúl Corzo Izaguirre, quien mandaba uno de los 14 batallones en la ofensiva de verano de 1958. Castro no logró convencerlo; al triunfar su revolución, la carta apareció en una caja fuerte de Batista.
[3] Y la luz se hizo…, Cooperativa Obrera de Publicidad (1959), 22.
[4] Cf.: Bohemia, Sección En Cuba, “Las Villas”, 11 de enero de 1959, 117 s.
[5] Cf.: Andrew, Chirstopher y Vasili Mitrokhin: The World Was Going Our Way, Basic Books (2005), 126.
[6] “La guerra que voy a echar contra ellos [los americanos, porque] ése va a ser mi destino”. En carta a Celia Sánchez (Sierra Maestra, junio [ilegible] de 1958).

© cubaencuentro.com

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 El soviet caribeño: La otra historia de la Revolución Cubana (Caballo de fuego)  cuyo  autor  es  César Reynel Aguilera es la verdadera historia de la Revolución Cubana a partir de las relaciones ocultas, y durante mucho tiempo subestimadas, entre los hermanos Castro y el Partido Comunista de Cuba, relatada por César Reynel Aguilera, hijo de dos reconocidos combatientes de la lucha clandestina contra la tiranía de Fulgencio Batista.

El soviet caribeño describe la historia de la Revolución Cubana a partir de las relaciones ocultas, y durante mucho tiempo subestimadas, entre los hermanos Castro y el Partido Comunista de Cuba - Partido Socialista Popular (PCC-PSP). Para explicar esas relaciones, el autor se remonta a los orígenes del PCC-PSP y plantea, por primera vez en la historiografía cubana, la coexistencia de dos organizaciones paralelas: un partido político de corte tradicional y un núcleo central de inteligencia soviética (NCIS). A pesar de haber estado estrechamente relacionadas, esas dos organizaciones tuvieron, en marcadas ocasiones, objetivos que diferían radicalmente dentro del contexto cubano. Cada vez que eso sucedió se impuso, como una norma inviolable, la opinión del NCIS.

A fines de la década de los 40, el Partido, dañado en su popularidad y capacidad de liderazgo a consecuencia de sus errores -entre los que resalta su fallida alianza con el tirano Batista entre 1938 y 1944-, pero extraordinariamente bien posicionado dentro de las estructuras políticas y militares del Estado cubano de la época, decidió utilizar a Fidel Castro como el caballo de Troya de los comunistas cubanos. Para que esa utilización pudiera llegar a buen término, era necesario mantener la relación entre comunistas y castristas en el más alto secreto.

Es por eso que el vínculo entre Fidel Castro y el PCC-PSP nunca fue con el Partido como tal, sino con el NCIS. Esa dualidad explica, entre otras cosas, la aparente contradicción entre la proyección pública del Partido con respecto a Fidel Castro -en ocasiones crítica- y las acciones de un grupo relativamente reducido de hombres y mujeres que protegieron y asesoraron al castrismo desde sus inicios.

Después del triunfo de la revolución, fue el NCIS el encargado de organizar la seguridad personal de los hermanos Castro y los servicios de inteligencia del castrismo. Eso le permitió penetrar los puestos más importantes de la maquinaria del poder castrista y empezar, desde enero de 1959, el llamado proceso de radicalización revolucionaria. No es casual, entonces, que los miembros del NCIS aparezcan involucrados, siempre desde las sombras y a distancia, en eventos de la Revolución cubana tan importantes como la crisis de octubre, el juicio de Marquitos, la muerte del Che Guevara, el inicio de las aventuras africanas del castrismo y, eventualmente, la guerra en Angola.

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EL SOVIET CARIBEÑO, autor César Reynel Aguilera

Fragmento
A manera de prólogo
(sobre la historia de un gran engaño)

Por Juan Bautista Yofre

Hace poco menos de un lustro, cuando decidí escribir Fue Cuba como una forma de explicar a los lectores la desgracia argentina de los años 60 y 70, me sumergí en innumerables textos de autores muy reconocidos internacionalmente y con gran respaldo económico. Otros libros eran testimonios de diplomáticos sobre sus pasos por La Habana o simples observaciones sobre gestiones de personajes de la época pre y post dictadura de Fulgencio Batista Zaldívar. En la lista de libros observados tampoco faltaron los de varios que reflejaron un clima de época no del todo completo sobre la inevitabilidad de la llegada de Fidel Castro Ruz y el clandestino Partido Comunista al poder en Cuba (conocido como Partido Socialista Popular). También consulté los testimonios de algunos de los que acompañaron a Fidel Castro durante los días de la Sierra Maestra y más tarde, cuando vieron la luz de la verdad, lo abandonaron y fueron encarcelados por años o partieron al exilio. En escasas palabras, y sin ningún atisbo de vanidad, puedo decir que leí más de lo conveniente. Hasta de aquellos a los que considero cómplices de la tiranía castrista porque no contaron certeramente la verdad de la génesis del pensamiento de la revolución cubana, buscando un éxito editorial que en general nunca les faltó. Son los surfistas del progresismo, muchas veces acompañados por editoriales capitalistas. Fue cuando recordé a Eric Hobsbawn, que nos decía: “La historia tergiversada no es historia inofensiva. Es peligrosa”. A todos estos libros agregué los archivos secretos de la Inteligencia checoslovaca.

Fue en ese tiempo de gestación de mi libro sobre la responsabilidad cubana en la tragedia argentina (y latinoamericana) que comencé a prestar atención a detalles que venían del más allá, a miles de kilómetros de Buenos Aires, de Canadá, que me decían que en mi damero narrativo faltaban elementos informativos muy importantes y que, por lo general, nadie se atrevía a señalar y poner en su justo lugar. Observaciones que la Inteligencia estadounidense no tuvo en cuenta por simple estupidez o irresponsabilidad absoluta y que sí ilustraban el archivo de la Inteligencia checoslovaca en mi poder.

Esa voz que me venía de Canadá a través de relatos aislados —por el momento— sobre El soviet caribeño era la de César Reynel Aguilera, un joven médico y escritor cubano que nació cuando yo atravesaba los 17 años de mi existencia y faltaba un año (1964) para que una columna guerrillera entrara a la Argentina por el Norte para desafiar a los poderes constitucionales. La encabezaba un argentino amigo de Ernesto “Che” Guevara y contaba en su dotación con hombres forjados en la Sierra Maestra, algunos de los cuales llegarían a altos cargos en el gobierno cubano y el Partido Comunista de Cuba.

Con el paso de los días y las semanas, César Reynel Aguilera se convirtió en mi sherpa. Fue él quien me enseñó la importancia de personajes clave en la operación de apoderamiento comunista de la nación cubana, mientras muchos se distraían con los sones de Benny Moré. Al respecto, no faltó la ironía atribuida a Ernesto Guevara —y aceptada por Carlos Franqui— al decir que era “una revolución con pachanga”. Lastimosamente, cuando la pachanga —que es la expresión de la alegría— se apagó, Cuba cayó en la tristeza de la penumbra y llegaron los sonidos de las balalaikas.

(César Reynel Aguilera)

Es de los pocos autores que pusieron su lupa sobre la personalidad y el trabajo en las sombras del polaco comunista Fabio Grobart en Cuba. Así se llega a saber que Fidel Castro Ruz ya era comunista antes de entrar en La Habana el 8 de enero de 1959. No lo digo yo, lo afirmó el propio Castro a los dos años de estar en el poder y tras haber ahogado en el silencio todo atisbo de oposición en Cuba. Fue el 22 de diciembre de 1961 cuando se sacó la máscara y declaró al diario Revolución: “Desde luego, si nosotros nos paramos en el pico Turquino cuando éramos ‘cuatro gatos’ y decimos: somos marxistas-leninistas, desde el pico Turquino, posiblemente no hubiéramos podido bajar al llano. Así que nosotros nos denominábamos de otra manera, no abordábamos ese tema...”.1

Acentúo el desafío-franqueza de Castro porque es bueno que se sepa que los funcionarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos, hasta ese momento, vivían en Babia: “No encontramos evidencia creíble que indicara que Castro tenía lazos con el Partido Comunista o, incluso, que sintiera mucha simpatía por ese partido”, dijo el secretario de Embajada en Cuba Wayne Smith años más tarde. Era el encargado de cerrar la embajada estadounidense en La Habana en 1960 y partió para asesorar a la Casa Blanca como especialista en cuestiones cubano-americanas y miembro del Buró de Inteligencia de Foggy Bottom. En los peores años de la década del 70, Smith fungió en Buenos Aires de consejero político de los embajadores John Davis Lodge y Robert Hill.

Todo el recorrido del relato de Reynel Aguilera es una revelación tras otra que él pudo tomar en su casa paterna (su padre fue un importante miembro del PSP) y del propio conocimiento de sus años de observación y estudio. Para aquellos que trabajan en la investigación periodística, su capítulo “El quinto mártir” es un espejo donde reflejarse.

No soy proclive a escribir prólogos, pero estimé necesario hacerlo en este caso por dos razones. La primera, porque el lector va a conocer de primera mano y con certezas absolutas cómo el comunismo se apoderó de Cuba ante la sorpresa generalizada de su sociedad. Luego, por una cuestión de reconocimiento —y agradecimiento—, porque sin César Reynel Aguilera no hubiera llegado a profundizar los pliegues de la gran estafa castrista que lleva más de medio siglo en el poder.

Con El soviet caribeño el lector habrá de sumergirse en un mundo secreto, impreciso, cargado de hipocresías y mentiras; un universo de miradas de hombres de buena fe que confiaron en el discurso público de Castro mientras se maceraba ya en el poder, a través de un gobierno en las sombras, la tragedia cubana que se pretendería, más tarde, llevar o exportar a toda América Latina. Es un libro necesario para comprender lo que sucedió en Cuba y lo que puede ocurrir cuando lo que se dice no es lo que se piensa.

1. El pico Turquino es el más alto de Cuba y está enclavado en la Sierra Maestra.
Capítulo I
Diamantes para el hombre nuevo

El cubano es un pueblo condenado a observar cómo otros cuentan su historia reciente. Poco importa si el tema es la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, la Crisis de Octubre, la muerte del “Che” Guevara o la guerra en Angola; en cada uno de ellos nos espera una lista de expertos extranjeros y de instituciones que yacen en las antípodas de nuestra cultura.

Cada vez que leo a alguno de esos sabedores de la historia de Cuba no puedo evitar el recuerdo de una frase de Isaiah Berlin en su ensayo Las ciencias y las humanidades: “¿Qué saben hoy los grandes estudiosos de Roma que no fuera del conocimiento de la criada de Cicerón? ¿Qué pueden añadir esos señores al acervo de esa muchacha?”.2

Por razones familiares crecí en una casa que, si bien nunca llegó a ser tan importante como la de Cicerón, sí fue un sitio de visita y tertulia por el que pasaron muchas de las ideas, y algunas de las personas, que conformaron la historia reciente de Cuba.

Soy hijo de dos militantes del viejo Partido Comunista de Cuba (PCC). Mi padre, César Antonio Gómez Pérez de Medina, fue desde inicios de 1957 hasta enero de 1959, el secretario general de la Juventud Comunista en la Universidad de La Habana; una institución que por su importancia estratégica era considerada por el PCC como la séptima provincia de Cuba.3 Mi madre, Thais Orquídea Aguilera Baqués, fue una de las pocas personas capaces de mostrar una doble militancia al triunfo de la revolución: en las células de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio (M26-7) y en la Juventud Comunista.

El comentario sobre la valentía física de mi madre fue lo primero que me acostumbré a escuchar cada vez que alguien, amigo o enemigo, me reconocía como hijo de ella. A pesar de esos elogios, ella siempre tuvo a bien reconocer que llegó viva al 1 de enero de 1959 gracias a la astucia conspirativa de mi padre. Creo que fue esa combinación de belleza y coraje físico, por el lado materno, y astucia e ideología, por el paterno, la que hizo de mi casa un sitio tan atractivo para el paso de los más disímiles personajes de la historia reciente de Cuba.

Llegaban, pedían café y se lanzaban a despachar sobre los temas más candentes de una política que creían conocer al dedillo. Los niños podíamos asistir, siempre que nos mantuviéramos callados. Y así crecimos, entre ideas y análisis que no solo estaban mucho más allá de los que expresaban las páginas del periódico Granma, sino que permitían entender una buena parte de lo que ese libelo insinuaba entrelíneas. Fue escuchando aquellas tertulias, o recordándolas después —gracias a mi hermana mayor y a mis tíos—, que pude descubrir algo que todavía hoy, cuando leo a la mayoría de los cubanólogos, me hace preguntarme si están hablando del país donde nací.

La inmensa mayoría de esos expertos describen la historia de la revolución cubana a partir de la figura de Fidel Castro y analizan esa historia como una cadena de hechos que se consideran aislados. Esas dos limitaciones son imprescindibles para crear el legado histórico que el castrismo pretende dejarle al mundo. Un cuento de hadas que reza más o menos así: un líder carismático y nacionalista desató una revuelta agraria, engañó a la alta burguesía y a los estadounidenses, derrotó militarmente al ejército regular de Batista, tomó el poder y se lo entregó, por razones de sobrevivencia económica, a unos viejitos comunistas y cobardes que siempre le estuvieron eternamente agradecidos.

La versión que yo crecí escuchando siempre incluyó esa mitología de profetas barbados y aguas partidas, pero le añadió un nivel de complejidad mucho más cercano a la realidad. Es una narrativa que parte de reconocer que a partir del año 1925 no hay un solo evento de .......

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