sábado, agosto 22, 2020

Alberto Roteta Dorado sobre Rita Montaner: UNA "ÚNICA" NO TAN ÚNICA.

 UNA "ÚNICA" NO TAN ÚNICA.


Por  Dr. Alberto Roteta Dorado.

21 de agosto de 2020 

Santa Cruz de Tenerife. España.- Cuentan que la gran mezzosoprano cubana Alba Marina se resistía al asumir el rol protagónico de la ópera La Médium, del compositor italo-norteamericano Gian Carlo Menotti. El motivo de su rebeldía era - según supe directamente de sus colegas de la ópera Nacional de Cuba- que se le aparecía sentada en el público la imagen espectral de Rita Montaner, artista cubana que un día como ayer 20 de agosto, pero de 1900 nació en Guanabacoa, La Habana, y quien asumió hacia el final de su carrera el rol titular de La Médium. Con exactitud se que esta fue su única incursión en el género operístico, al menos si de óperas completas se trata, y no de arias de ópera, que es algo diferente, esto es, la interpretación de algún fragmento breve de una obra de este género, algo que si hizo la Montaner de modo ocasional en los inicios de su carrera. 

LLAMA LA ATENCIÓN QUE EL PERSONAJE PROTAGÓNICO DE LA MÉDIUM, MADAME FLORA, ESTÁ CONCEBIDO POR SU AUTOR PARA SER ASUMIDO POR UNA CONTRALTO, O EN SU LUGAR UNA MEZZOSOPRANO COMO ES EL CASO DE ALBA MARINA, PERO JAMÁS POR UNA SOPRANO, Y HASTA DONDE SE SABE, Y SE SABE BIEN, RITA MONTANER HA SIDO CLASIFICADA COMO SOPRANO. De ahí la imposibilidad de interpretar a Madame Flora como Dios manda, o como quiso el músico italiano, nacionalizado luego como estadounidense. 

¿Qué hizo la Montaner con su Madame Flora? Nadie lo sabe, y lo poco que se dice de esta actuación que tuvo lugar en La Habana, en 1956, en la Sala Hubert de Blank, si no falla mi memoria, es lo mismo de siempre, toda vez que unos copiaron de otros y otros de otros, y como es lógico, tratándose de "la única" - que era de armas tomar y le armaba un escándalo a cualquiera- los pocos comentarios la favorecieron; aunque nunca he leído ninguna valoración exacta donde se haga referencia al desempeño vocal de la artista en esta obra. 

De cualquier modo, esta fue su única incursión en la ópera, y en una ópera de cámara, esto es, una obra breve, en solo dos actos que se puede representar con un acompañamiento de pequeña orquesta o solo a piano, independientemente de las exigencias vocales y dramáticas de sus personajes.

ESTO NO JUSTIFICA LA AFIRMACIÓN DE QUE RITA MONTANER SE DESEMPEÑARA COMO CANTANTE DE ÓPERA. LA MONTANER FUE UNA ARTISTA MUY VERSÁTIL, AUNQUE JAMÁS SUPERÓ A LA GRAN DIVA CUBANA ROSA FORNÉS, PERO NO PUEDE DECIRSE QUE FUERA UNA CANTANTE DE ÓPERA, SINO QUE ASUMIÓ ALGUNOS POCOS ROLES EN ZARZUELAS CUBANAS (ALGO MUY DIFERENTE), Y TUVO UN REPERTORIO DE CANCIONES TRADICIONALES CUBANAS, PRINCIPALMENTE. EN ESTO ÚLTIMO JAMÁS SE LE PUEDE ACERCAR A LA VERDADERA DAMA DE LA CANCIÓN CUBANA, QUE ES ESTHER BORJA Y NO LA MONTANER. 

Pero ya sabemos como suelen ser los cubanos. No se conforman con creer que tienen buenos deportistas, artistas o médicos, sino que tienen que sentirse reafirmados en una grandeza imaginaria que les hace ver, y afirmar, que tienen los mejores deportistas, artistas y médicos del mundo. La Montaner no ha podido escapar a esta estereotipación y el sobrenombre de "la única", acuñado por el periodista Augusto Ferrer de Couto, ha trascendido más allá de su real dimensión. 

Grande fue la soprano Zoila Gálvez, quien triunfó en la Escala de Milán, Italia, la cuna de la ópera mundial, y los cubanos no tienen la menor idea de quien fue. Grande y única de verdad fue la soprano Margarita Díaz, quien murió en el olvido a pesar de haber viajado el mundo entero y de haber cantado para reyes, príncipes, emperadores, mandatarios, y empresarios de lo más selecto de la política y el arte de la primera mitad del siglo XX. Más grandes que la Montaner fueron las ya mencionadas Rosita Fornés, quien triunfó en el género lírico (operetas y zarzuelas) en Cuba y España, la cuna de la zarzuela, considerada la mejor Viuda Alegre de Cuba y parte de América, y Esther Borja, un verdadero ejemplo de saber cantar, de dominar el arte de la impostación vocal y de la emisión, la verdadera dama de la canción cubana. 

UN CANTANTE LÍRICO NO SE PRUEBA INTERPRETANDO CANCIONES POPULARES, AFROS, NEGRO SPIRITUAL, ETC., SINO ÓPERAS Y ZARZUELAS, Y ESTO NO LO DEMOSTRÓ LA ARTISTA QUE HAN QUERIDO CONSIDERAR COMO "LA MÁS GRANDE", "LA ÚNICA", LO QUE NO SIGNIFICA QUE NIEGUE SUS VIRTUDES EN EL ARTE, SU VERSATILIDAD, SU IMAGEN IMPECABLE, SU BELLEZA, Y HASTA ALGUNA QUE OTRA BIEN LOGRADA INTERPRETACIÓN; PERO HASTA UN PUNTO. 

RITA MONTANER UNA EXCELENTE ARTISTA, AUNQUE NO LA ÚNICA, NI LA MÁS GRANDE.

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Homenaje a Rita Montaner


MGCubanHistory

Nov 27, 2011

Rita Montaner es el nombre artístico de Rita Aurelia Fulceda Montaner y Facenda (*Guanabacoa, 20 de agosto de 1900 - † La Habana, 17 de abril de 1958). También conocida como La Única, fue una de las más grandes artistas cubanas, incursionó en el teatro, la radio, el cine y la televisión alcanzando notable éxito nacional e internacional.

Fue hija de un blanco y una mulata creció en un ambiente mezclado por la cultura europea y la africana. Comenzó sus estudios de piano en el Conservatorio Peyrellade, en el cuál obtuvo la Medalla de Oro con solo 13 años de edad. Se graduó de piano, canto y armonía en 1917. Al graduarse se dedicó al canto aunque muchos le decían que tenía un buen futuro en el piano.

Fue la primera voz femenina de la radio cubana. Compartió escenario con prestigiosas figuras del escenario cubano e internacional. Algunos de los mejores compositores de la época escribían partituras especialmente para ella como es el caso de Gonzalo Roig con "Cecilia Valdés", Moisés Simons con "El manisero", Eliseo Grenet con "Ay Mamá Inés", Ernesto Lecuona con " El cafetal", Gilberto S. Valdés con "Ogguere entre otros.Su arte recogió muchas de las plazas del mundo como Estados Unidos y Europa.

Viaja a París para presentarse en el Teatro Olimpia en 1928 y posteriormente es contratada para sustituir a la actriz Raquel Meller en el Palace. Además participa en el espectáculo de la vedette Josephine Baker. Después de una breve estancia en Cuba viaja para Estados Unidos para cantar en Wonder Bar de M. Jolson.

En el año 1935 protagoniza un espectáculo creado por Gilberto Valdés en el Teatro Principal de la Comedia. En el mismo interpreta temas como "Sangre Africana", "Bembo", "Tambó "y "Oggere". Posteriormente filma la película "Romance en el Palmar". Ese mismo año es escogida como la Reina de la Radio. 

Otros filmes filmados por ella son María la O en 1949 y La Única en 1954. Canta en el cabaret Mulgoba con el artista Bola de Nieve, y posteriormente en el Tropicana donde se mantiene por 9 años.

Su mayor desarrollo fue como cantante de arte lírico con grandes habilidades y versatilidad interpretativa que iban desde Mamá Inés, estrenada por ella en la zarzuela Niña Rita, en 1927, hasta La Medium y El teléfono, del italiano Gian CarloMenotti interpretadas por ella en 1955. 

Además de destacarse como actriz, interpretaba de una forma delicada bellas canciones como "Canción azul" y "Siboney", escritas por Lecuona, las cuales grabó en 1928. Murió víctima del cáncer

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En el documental DIVAS por amor  (Cuba  1995)  dirigido por el gran  actor, ya fallecido, Adolfo   Llauradó,   la también ya fallecida,  Natalia Herrera  habla  a partir de los 11 minutos y 47 segundos , del difícil carácter que tenía Rita Montaner

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LA DIVA CUBANA, MARTA PEREZ MEZZO-SOPRANO CUBANA FALLECIÓ ENLA CIUDAD DE MIAMI EL MIERCOLES 19 DE AGOSTO,DEL 2009. LA PRIMERA CANTANTE CUBANA EN CANTAR EN LA SCALA DE MILLAN, SE RECUERDA  POR SU CECILIA VALDES, MARIA LA O, LUISA FERNANDA, LOS GAVILANES, LA VIUDA ALEGRE, GIGANTES Y CABEZUDOS, GIGI Y MUCHAS OBRAS MAS. FALLECIÓ Y NO SE LE RINDIÓ EL HOMENAJE QUE MERECÍA.

Tomado de http://arch1.cubaencuentro.com

(Publicado en Baracutey Cubano en el año 2009)

Cuba tuvo una Diva

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Hace medio siglo, Marta Pérez se convirtió en la primera y única intérprete cubana que cantó en ese santuario de la ópera mundial que es el Teatro alla Scala de Milán.
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Por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ
Nueva Jersey

Cúmplese en el 2005 una significativa efeméride que pienso no debiéramos pasar por alto: hace medio siglo, la voz de una cubana se escuchó por primera vez en ese santuario de la ópera mundial que es el Teatro alla Scala de Milán. La protagonista de aquella proeza, hasta hoy nunca repetida, fue Marta Pérez (La Habana, 1924), una de las muchas glorias de nuestra cultura que resulta una ilustre desconocida para varias generaciones de cubanos. Las razones de semejante barbaridad se volverán nítidas si simplemente anoto que en 1960 la famosa intérprete decidió marcharse de la Isla. Me ahorro —y les ahorro— otros comentarios. De modo que como se aplica en este caso lo que dice Phillipe Sollers: como es habitual, lo que se supone conocido, está, en verdad, muy mal conocido, se impone que cuente un poco sobre Marta Pérez.
C. Valdes

Al igual que muchos compatriotas suyos, Marta Escolástica de los Ángeles Pérez y Suárez es hija de un matrimonio de cubanos y españoles. Asimismo al revisar su biografía se constata que su vocación artística se manifestó desde la niñez. Antes de cumplir diez años, se había presentado ya en varios programas radiales y había participado en varias giras por ciudades y pueblos del interior del país. Inició la etapa formativa en 1935, cuando empezó a tomar clases de piano y de canto, estas últimas con Maryla Granaowska, una profesora polaca radicada en Cuba. En 1939 es admitida en el Coro de la Orquesta Filarmónica de La Habana, y gracias a una recomendación de su director es promovida a la categoría de solista. Eso la convirtió en la artista más joven que había logrado esa posición. Los nueve años que allí trabajó contribuyeron a completar su formación y le dieron la oportunidad de cantar bajo la batuta de figuras del prestigio de Eric Kleiber y Herbert von Karajan.

Un año señalado en la flamante carrera de Marta Pérez es el de 1946. Su talento y su excelente calidad como intérprete lírica eran ya ampliamente reconocidos. Uno de los que se entusiasmó con sus cualidades fue Ernesto Lecuona, quien la invitó a tomar parte como artista acompañante en la gira por Estados Unidos que iba a emprender. Las actuaciones se extendieron por varios meses, y en la programación estuvieron incluidas plazas tan importantes como el Carnegie Hall, en Nueva York, el Constitucional Hall, en Washington, y la Music Academy de Filadelfia. No fue aquélla, sin embargo, su única colaboración con Lecuona. En los años siguientes, Marta Pérez interpretó los papeles protagónicos de tres de las zarzuelas creadas por el más universal de los compositores cubanos: María la O, Rosa la China y El cafetal.

Lecuona, sin embargo, no fue el único compositor que la tuvo entre sus artistas más admiradas y favorecidas. Otro de nuestros mejores músicos, Gonzalo Roig, la seleccionó como figura principal para la primera grabación de su Cecilia Valdés, realizada en 1948. La popularísima zarzuela se había estrenado en 1932, y desde entonces había sido cantada por figuras como Caridad Suárez, Rita Montaner y Zoraida Marrero, algunas de ellas de manera memorable. Pero Roig consideró que en Marta Pérez había hallado la intérprete perfecta. Y de hecho Marta Pérez hizo de la célebre mulata el papel emblemático de toda su trayectoria. En 1990, Alina Sánchez, otra de nuestras mejores Cecilias, grabó de nuevo la zarzuela de Roig. En la cubierta del disco aparecen mencionadas las cantantes que la antecedieron. No se incluyeron allí los nombres de Zoraida, ni de Caridad, ni de Marta, quienes desde hacía años residían en el exilio. Por enésima vez era aplicada la política mezquina de mutilar y escamotear parte de nuestra historia cultural.

Pero volviendo a aquella grabación, el disco se realizó aquel año y empezó a circular el siguiente. En Cuba fue todo un éxito de ventas, y tuvo además una buena acogida en el extranjero. Para Marta Pérez representó la tarjeta de presentación que la catapultó internacionalmente, y pronto le llegaron las primeras ofertas para presentarse en América y Europa. Por otro lado, en Cuba la entrada de la televisión inauguró una nueva etapa para los artistas. Entre finales de 1950 y principios de 1951 empezaron a transmitir los dos primeros canales, CMQ y Canal 4. Marta Pérez estuvo entre las intérpretes que pudo enfrentar sin dificultad el paso del medio radial al televisivo, debido a que además de sus excelentes cualidades vocales y musicales, poseía un gran talento dramático y una poderosa personalidad escénica. Su presencia empezó así a hacerse habitual en espacios como El Cabaret Regalías, Gran Teatro Lírico, Miércoles de Amor Palmolive, Gran Teatro Esso y Jueves de Partagás. Asimismo y gracias a su creciente popularidad, Marta pasó a tener su propio programa: Marta Pérez y sus canciones.

En 1954, Marta Pérez fue invitada a Suiza para tener una audición ante Herbert von Barajan y Antonio Ghiringhelli. Este último era a la sazón director del Teatro alla Scala de Milán, y quedó tan impresionado con su talento, que de inmediato le ofreció una beca para que pudiese ir a Italia. Dos meses después de haber llegado, Marta recibió una nueva invitación, ésta para interpretar el personaje de Preziolsilla de la ópera de Giuseppe Verdi La forza del destino. El 25 de mayo de 1955, la mezzosoprano se convirtió en la primera artista cubana que cantó en el mundialmente famoso teatro milanés. En esa ocasión tuvo el privilegio de compartir el escenario con Renata Tebaldo y Giuseppe di Stefano, dos de las figuras más importantes del bel canto italiano. Aquel estreno suyo recibió el espaldarazo de los críticos, que destacaron su refinado estilo y su buena escuela. Marta tuvo más tarde la oportunidad de volverse a presentar en la Scala, esta vez junto a Giulietta Simionato en Cavallería rusticana. Asimismo un año después de aquel exitoso debut, Renata Tebaldi le propuso repetir su actuación en La forza del destino, en la gira que iba a realizar por Estados Unidos. Por otro lado, en esta década el repertorio de Marta Pérez se enriqueció con la incorporación de nuevos títulos: Cosi fan tutte, Rigoletto, El rapto de Lucrecia, Carmen, La médium, El murciélago, El amor brujo. Entre todos esos papeles, ella confiesa preferir los de las operetas y las obras clásicas más ligeras. ¿La razón? Para una persona como ella, que disfruta mucho de la vida, resulta un enorme esfuerzo el someterse a los rigores emocionales y físicos que el fuerte dramatismo de los personajes de las grandes óperas exige.

Esa carrera tan brillante y ascendente se vio frenada en la siguiente década. En octubre de 1960, Marta toma la determinación de marcharse de Cuba. Eso representaba para ella el tener que empezar casi de cero en Estados Unidos, donde pasó a residir. En una entrevista aparecida en mayo de 1962 en el New York Mirror, se refiere a ello: "En Cuba yo estaba en la cima. Ahora tengo que lograr de nuevo la fama. No resulta fácil, pero yo soy optimista. Por lo menos soy libre. Y eso quizás es más valioso que una carrera". Su talento y sus magníficas cualidades musicales le facilitaron el inicio de esta nueva etapa. Uno de sus primeros éxitos se lo debió precisamente al papel que la consagró tanto en su patria como internacionalmente: en septiembre de 1961 ofreció en el Carnegie Hall un concierto con la música de la Cecilia Valdés de Roig, en esta oportunidad bajo la dirección de Alfredo Munar. La acogida que tuvo superó las expectativas del elenco y de los productores, e hizo que Rudolf Bing, director de la Metropolitan Opera House, se interesara por repetirlo. Su interés cristalizó, en julio de 1965, en una nueva presentación del concierto en el Lewisohn Stadium de Nueva York, donde fue presenciado por más de dieciocho mil espectadores.

Tras aquellas presentaciones de Cecilia Valdés, Marta Pérez vio cómo se le abrían las puertas de otras importantes plazas de Nueva York: el Lincoln Center, el Town Hall, el Manhatan Center. Le brindan también la oportunidad de participar en el elenco de una obra musical en Boradway, Infidel Caesar, una recreación del Julio César de Shakespeare. Asimismo realiza temporadas con las óperas de Oklahoma y Connecticut, así como conciertos en las principales ciudades de Estados Unidos. Su presencia es reclamada en espacios estelares de la televisión norteamericana, como los shows de Rudy Vallee, Steve Allen, Match Millar y Ed Sullivan, este último el de mayor popularidad en esos años. Actúa además en los teatros Colón, de Buenos Aires, y Bellas Artes, de México, y emprende giras que la llevan a España, Inglaterra y Alemania.

En 1967 se une a Miguel de Grandy II, Pili de la Rosa y Demetrio Aguilera Menéndez para fundar en Miami la Sociedad Pro Arte Grateli, una institución que se convertiría en uno de los pilares de la cultura cubana del exilio. En todos estos años, ha desarrollado una sostenida y valiosa labor, al promover el montaje de comedias musicales, conciertos y obras dramáticas del repertorio cubano e internacional. Hasta su retiro artístico, Marta fue una de los miembros más activos y entusiastas de Gratelli, y tomó parte en muchas de sus producciones. En Miami volvió a interpretar el papel protagónico de Cecilia Valdés, y también los de títulos como Los claveles, Doña Francisquita, Luisa Fernanda, El cafetal, María la O, La viuda alegre, La verbena de la paloma, La revoltosa, El conde de Luxemburgo, El sonido de la música.

Del legado discográfico de Marta Pérez, hoy resulta prácticamente imposible hallar su máxima obra, la Cecilia Valdés que grabó con Roig en 1948. A ver si alguna compañía se anima a remasterizarla y ponerla de nuevo al alcance de los melómanos. En el Museo del Disco, de Miami, se puede encontrar, en cambio, un álbum suyo titulado La bella cubana.Recoge sus interpretaciones de canciones como No puedo ser feliz, Lamento cubano, Noche azul, Habana, Oguere, Habanera tú, Corazón y La bella cubana.Las grabaciones no fueron realizadas en las condiciones óptimas, pero nos brindan la maravillosa e impagable oportunidad de escuchar en su mejor momento a una de las auténticas gemas de la música lírica cubana.

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MARTA PEREZ NUESTRA DIVA DE CUBA Y LUCIO POSADA TENOR DE MATANZAS

MIAMI 1983 EN LUISA FERNANDA



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