Es un blog diario digital conformado con los artículos, opiniones, ensayos, etc. del Catedrático universitario Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso sobre diferentes temáticas de la problemática cubana, actual e histórica, así como por noticias y artículos de otros autores que se consideran de gran interés para profundizar en la realidad cubana.
jueves, agosto 06, 2020
Arnaldo M. Fernández sobre la salida del poder y de Cuba del Presidente Gerardo Machado y Morales: El hambre y la penuria venían atizando la cólera ciudadana en aquel agosto de 1933
La crisis económica que sufrió Cuba en parte de la presidencia del Presidente Gerardo Machado y Morales (1925-1933), fue consecuencia de la Crisis Mundial del 1929 que afectó durante años al mundo. La situación económica de Cuba en el período machadista pero antes de esas crisis mundial puede inferirse de la canción del Trio Matamoros titulada La Mujer de Antonio. La política económica de Machado de desarrollar la industria nacional y llevar a cabo la Reforma Arancelaria de 1927 afectaron intereses norteamericanos que usando el lobbysmo que existe en el Congreso Norteamericano afectaron la gestión gubernamental del Presidente Machado. Esa situación se repetiría con el gobierno de Fulgencio Batista en el período presidencial de 1955-1958.
Multitud festejando la salida de Cuba del Presidente Gerardo Machado y Morales; muchos de ellos muy probablemente habían participado anteriormente en actos multitudinarios a favor de Machado con la consigna: ¨Con Machado hasta el Polo¨, pero no eran los únicos: en su mayoría, la prensa en los primeros años del gobierno de Machado lo adulaba descaradamente y se rendía a sus pies...
El hambre y la penuria venían atizando la cólera ciudadana en aquel agosto de 1933
Por Arnaldo M. Fernández
Broward
06/08/2020
El lunes 7 de agosto de 1933 dan por radio, a eso de las cuatro de la tarde, que el general presidente Gerardo Machado había dimitido. La Habana entera disfruta esta fake news y el gentío frente al Capitolio comienza a desplazarse rumbo al Palacio Presidencial; en eso llegó, fusta en mano, el brigadier Ainciart y mandó a parar [1].
Brutalidad policial
El historiador exiliado Frank Fernández [2] contaba en tertulias que alguien disparó un tirito desde el Centro Gallego [hoy Gran Teatro de La Habana, con nombrete de Alicia Alonso] contra las fuerzas de Ainciart, que se alineaban para cerrar el paso a la manifestación, y aquel Jefe de la Policía Nacional ordenó abrir fuego. A tal versión se acogió el ilustre historiador británico Hugh Thomas [3]. Mario Riera Hernández dio 22 muertos y 72 heridos como saldo del ademán represivo, amén de indicar que “fue una emisora pirata del ABC Radical y el micrófono de Pepe Fernández Guitar, Mario Camellas, Alfredo Lecuona y Panchito Loredo, quienes propagaron el famoso y aglutinante canard de la dimisión” [4].
La situación
Otro historiador exiliado, José Duarte Oropesa, puntualizó que el hambre y la penuria venían atizando la cólera ciudadana en aquel agosto [5]. Hasta Fidel Castro convino en esto al afirmar que “a Machado lo derroca, fundamentalmente, el hambre” [6]. Tal relación causa-efecto dista mucho de operar en la Cuba de hoy, pero en aquella república una huelguita de empleados del transporte a fines de julio se regó por toda la capital y casi todo el país.
Al parecer esta huelga casi general empezó a perder fuerza y el grupo de acción opositor ABC Radical decidió imprimirle giro político más acentuado con el engaño por radio, pues Machado había citado al Congreso para el lunes 7 a fin de suspender las garantías constitucionales y repudiar la solución del mediador americano Benjamin Sumner Welles: abandonar el poder.
El general presidente venía gestionando en secreto con el Partido Comunista (PC) que la huelga cesara gradualmente, a cambio de liberar a sus militantes presos y reconocer tanto al partido como a los sindicatos de corrimiento hacia el rojo. La gestión cuajó el miércoles 9 y este pacto con Machado pasaría a la historia de la bandería nángara cubiche como el error de agosto.
Hasta Fabio Grobart admitiría semejante error, pero se cuidó de no dar la fecha en que la plana mayor comunista se reunió con Machado e incluso embarajó con que el pacto se había firmado antes de la masacre y después fue rechazado por el PC [7]. En realidad, el pacto se vino abajo cuando el Directorio Estudiantil Universitario (DEU) y sus aliados repartieron leña entre los rompehuelgas del PC y sus conmilitones del Ala Izquierda Estudiantil (AIE).
La maraña
Al día siguiente de la masacre, Welles se presentó tieso y enlutado ante Machado para darle un ultimátum. Machado se encabronó y fue a la radioemisora oficial a largar virulento discurso. Atribuyó a Welles haber difundido la fake news de su dimisión con el doble propósito de frenar la continuidad del gobierno apoyado por la vanguardia del proletariado e incitar el desembarco de marines so pretexto de proteger vidas y haciendas. Incluso alardeó con que se pondría al frente del ejército para enfrentar la intervención americana.
El representante Salvador García había sostenido ya en el Congreso que Welles era persona non grata porque actuaba como “agente provocador que violaba la soberanía cubana”. Sólo que el presidente Roosevelt llamó al embajador cubano en USA, Oscar Cintas [8], y le dijo despacito y suave que o Machado se iba o los marines irían. Welles aprovechó entonces que los coroneles Horacio Ferrer y Julio Sanguily fraguaban un cuartelazo y e incitó aún más a los militares al poner en circulación, a través del ABC, miles de ejemplares del informe sobre la reunión Roosevelt-Cintas bien falsificado con la amenaza de intervención en tono más duro.
Ferrer y Sanguily pidieron al general Alberto Herrera —quien doblada como Jefe del Ejército y Secretario de Guerra y Marina— exigir a Machado que renunciara. Herrera se los prometió, pero no se los cumplió. El viernes 11 aseveró al presidente haber atajado la revuelta en cierne del ejército y Machado se fue confiado a descansar en su finca Nenita (Santiago de las Vegas).
El desenlace
Casi a media noche avisan que el ejército había proclamado presidente a Herrera. Machado llama por teléfono y Herrera se justifica con que “había aceptado por el bien de Cuba”. Tras responderle: “Cuídese, que lo que usted me ha hecho se lo pueden hacer a usted”, el dictador así depuesto regresó a Palacio. A la mañana siguiente notificó al Congreso: “Razones que no debo explicar en este momento me llevan a la decisión de presentar la renuncia de mi cargo”. El cierre no tiene desperdicio: “La Historia tranquilamente juzgará”.
Casi medio siglo después, Castro tendría presente esta peripecia cubiche al explicarle al general Wojciech Jaruzelski por qué debía imponer la ley marcial en Polonia sin importarle un comino que el sindicato opositor Solidaridad amenazara con huelga general: “Por sí misma, ninguna huelga es capaz de cambiar gobierno” [9]. Sirva esta referencia a quienes, como Ariel Hidalgo, se embullaron la Nochebuena de 2018 con aquella huelguita de choferes particulares en la Isla de Cuba pintoresca.
Welles terminaría por consumar revolucionariamente su movida con reunión en la propia casa del general Herrera para explicar que, como presidente provisional, este designaría Secretario de Estado al Dr. Carlos Manuel de Céspedes, elegido de Washington, y renunciaría enseguida para que la presidencia pasara, por regla constitucional, a Céspedes. En un rincón, el Secretario de Estado saliente, Orestes Ferrara, musitaba contrarrevolucionariamente: “Cuba es una República de chicharrones y café con leche”.
Ese sábado 12 corrió de nuevo por La Habana la noticia de que Machado había dejado el poder y el gentío volvió a lanzarse a la calle, pero ahora sí que era cierto. Entretanto el dictador y una mano de sus allegados amarizaban en Nassau, Bahamas (Foto).
Coda
El brigadier Antonio Benito Ainciart no cupo en el avión anfibio y se escondería en el Reparto Almendares, pero fue detectado. Tras suicidarse, cupo en un hoyo del cementerio de Marianao. Sin embargo, un piquete de ABCedarios procedió a sacarlo de allí y llevarlo en carretilla hasta la Universidad de La Habana. Al primer intento de colgar el cadáver en una farola de la escalinata, la soga se partió; en eso llegó, pistola en mano, Eddy “El Loco” Chibás y mandó a parar.
Notas
[1] Para una espléndida confusión de fechas consúltese “Caída De Machado – 12 De Agosto De 1933” (sic), del historiador Pedro Roig (Cuban Studies Institute, Miami), quien adelanta la masacre al 6 de agosto y retrasa el ultimátum de Sumner Welles al 12.
[2] Integrante del Movimiento Libertario Cubano en el Exilio y fundador de su órgano editorial, Guáncara Libertaria. Dio a imprenta La sangre de Santa Agueda (Miami: Ediciones Universal, 1994, 186 pp.) y El anarquismo en Cuba (Madrid: Fundación Anselmo Lorenzo, 2000, 134 pp.).
[3] Cf.: Cuba: La lucha por la libertad (Penguin Random House / Grupo Editorial España, edición electrónica revisada y ampliada, 2016). Buscar “Gallegand Club”.
[6] Biografía a dos voces, México: Random House Mondadori (2006), 64.
[7] Cf.: “El movimiento obrero cubano de 1925 a 1933”, Cuba Socialista 6, agosto de 1966, 117.
[8] Cintas nació en Sagua la Grande, se educó en Londres y falleció en Nueva York. Fue magnate del azúcar y del ferrocarril, así como mecenas y coleccionista de arte. De su herencia se nutre la Fundación Cintas, que venía ofreciendo becas a artistas y escritores cubanos exiliares hasta que en 2017 viró de palo pa’rumba e incluyó a quienes residen dentro de la Isla.
[9] Cf.: Andrew, C. y Mitrokhin, V.: The World Was Going Our Way, Nueva York: Basic Books (2005), 126.
Alberto Lamar Schweyer, autor de Cómo cayó el presidente Machado: una página oscura de la diplomacia norteamericana.
Por Armando de Armas
Marzo 12, 2020
El libro de Alberto Lamar Schweyer Cómo cayó el presidente Machado: una página oscura de la diplomacia norteamericana, publicado originalmente por Espasa-Calpe, en 1934, y reeditado por Exodus, en 2020, es un texto-testimonio fundamental para entender la historia de Cuba por al menos los últimos noventa años que, por si fuera poco, se lee de un tirón como si de un thriller político se tratase.
Contrariamente a lo que se nos ha asegurado por parte de la historiografía al uso en ambas orillas, y coincidiendo con Lydia Cabrera, Gastón Baquero y Orestes Ferrara, la Revolución del 33 es uno de los acontecimientos más funestos de la historia isleña, al punto que puede apuntarse que con la caída del general Gerardo Machado se desencadenan los problemas sin solución en la isla para recalar en las miasmas de 1959.
Así la Revolución del 33 es un antecedente directo de la revolución castrista. Suele oírse el lugar común, repetido hasta la saciedad, de que sin Batista no hay Castro. Pero lo cierto pareciera ser que sin el 33 no hay Batista; ni tampoco Castro. Hasta el 33 prevaleció la República de los hombres de la independencia, la soñada por Martí, Maceo, Gómez, Céspedes, Agramonte, Francisco Vicente Aguilera y tantos otros. Es el periodo en que Cuba empieza a sedimentar una élite -después que la élite nacional hubiese sido escabechinada durante treinta años de guerra contra España- y a erigir grandes obras arquitectónicas como el Capitolio Nacional y la Carretera Central.
Pero después del 33 empieza la República de los revolucionarios, sin apego a la ley y con la voluntad de gobernar a punta de metralleta. A partir de ese momento tenemos una República que se aleja de lo constitucional y apuesta decididamente por lo social; por una democracia social. La misma Constitución que se dieron los cubanos en 1940, tan cantada aún, es un ejemplo de cuán hondo habían calado en el imaginario nacional las reivindicaciones revolucionarias y sociales.
Es un periodo de mucha inestabilidad política, de mucha violencia, de grupos gansteriles dirimiendo las querellas revolucionarias a tiro limpio en las calles, de la inauguración del terrorismo en la isla, del terrorismo a gran escala como método de lucha válido para alcanzar el poder.
(Orestes Ferrara, primero de izquierda a derecha en la foto y al centro el Presidente Gerardo Machado y Morales Fotos en el texto añadidas por el Bloguista de Baracutey Cubano)
En Cómo cayó el presidente Machado se lee: “Se mataba y se moría exactamente como entre los gánsteres de Chicago y con las mismas ametralladoras “Thompson”. Además, los jóvenes terroristas cubanos introdujeron un arma nueva y terrible: la escopeta de caza con el cañón recortado y cargada de balas de diversos tamaños. Con este equipo y con bombas de dinamita, por ellos mismos confeccionadas, se lanzaron a batir a Machado. No murió Machado, que estaba en Palacio o en su finca, pero, en cambio, murieron numerosas personas”.
(Presidente y general de la independencia de Cuba, Gerardo Machado.)
Y continúa el escritor: “Esto debió haber creado en la opinión pública un movimiento de repulsa hacia el sistema. Posiblemente, en el fondo de la conciencia ciudadana existió ese movimiento, pero nadie se atrevió a manifestarlo. Era extremadamente peligroso ir contra la opinión de aquella muchachada armada en guerra. Los estudiantes habían llegado a la conclusión de que su inexperiencia y su mocedad eran intangibles y que el error era sagrado por ser de ellos. Defendían a sangre y fuego sus teorías políticas y aunque muchos ignoraban quién fue Cromwell lo remedaban en su firmeza de criterio, si bien no en otras cualidades que él tuvo y de las que ellos carecían”.
Rubén Martínez Villena -poeta comunista admirador de Stalin- bautizó a Machado como el Asno con Garras, pero en La Habana, “un niño de cuatro años fue destrozado por una bomba cuando paseaba con su madre. Fue el día de Jueves Santo de 1933 y la bomba iba destinada al Dr. Orestes Ferrara, secretario de Estado. Ese mismo día de Jueves Santo hicieron explosión en La Habana, en el espacio de dos horas, más de treinta bombas. Algunas fueron puestas en las iglesias, y en la del Santo Ángel, junto al Palacio Presidencial, hizo explosión una de ellas”; nos cuenta Lamar Schweyer en su libro.
Estos grupos parecen estar convencidos de que la República no era la de Martí y de que ellos, por decreto histórico, eran los elegidos para cumplirle el sueño a Martí. Ellos sólo cumplían el mandato martiano.
Contaba Baquero que con la caída de Machado la Universidad de la Habana cae al punto de no recuperase nunca más, pues las cátedras no fueron ocupadas teniendo en cuenta el aval académico sino el aval revolucionario. De modo que la degradación de la enseñanza universitaria en Cuba no la empieza Castro sino los revolucionarios del 33, Castro es más bien un producto de esa degradación. En consecuencia, el hombre nuevo en Cuba es bastante viejo, no lo inventa Castro, Castro mismo es un espécimen de hombre nuevo.
En entrevista con la escritora Nedda G. de Anhalt para el libro Dile que pienso en ella, el poeta dice: “La Universidad de La Habana era una de las mejores de América. Se eclipsó con la caída de Machado (…) A Cuba se le rompió la columna vertebral con esa caída y nunca más pudo marchar el país”.
(Gerardo Machado en la Guerra de 1895)
Pero tan importante como el declive de la universidad a manos del revolucionarismo -al punto de que Castro no inventa aquella aberración de que la Universidad para los revolucionarios, pues ya desde 1933 las cátedras universitarias eran ocupadas en la isla no por los intelectualmente más dotados sino por los más revolucionarios- fue el declive del Ejército de la República que como consecuencia directa de la caída del general independentista se convirtió poco a poco en un Ejército de revolucionarios donde, como en el caso de Fulgencio Batista, se podía pasar de la noche a la mañana de sargento a coronel sin haber estado no ya en una academia militar sino sin ganar, o siquiera participar, en una batalla.
Asegura Lamar Schweyer en su libro que Machado garantizaba el orden en la isla a pesar del terrorismo desatado y que por la fuerza era inamovible: “Hacía falta algo más. ¿Qué podía hacerse? En revolución armada nadie osaba pensar. Machado estaba más fuerte que nunca. Tenía tras sí el ejército mejor organizado de Latinoamérica. Ese Ejército no se mezclaba en política”.
Y eso que hacía falta, según nos lo presenta el autor, no fue otro que el embajador estadounidense Benjamín Sumner Welles que, lejos de mediar como se ha dicho, no hizo otra cosa que socavar los intentos de Machado y su Gobierno por sostener el orden y una salida honorable de la crisis, aún a costa de abandonar el poder y dejarlo en manos del general Alberto Herrera –respetado entre los militares y los civiles-, y apostar por los chicos de las ametralladoras y las escopetas recortadas. Por cierto, situación que se repite con Batista en 1958 cuando el Departamento de Estado no acepta otra salida en Cuba que no fuese la de Castro y sus muchachos armados en la Sierra Maestra; por si las dudas ver el libro El Cuarto Piso, 1962, del embajador estadounidense Earl E. T. Smith.
Y de un Ejército y una Policía profesionales en la primera República, pasamos a un Ejército y a una Policía compuesta por revolucionarios en la segunda. De manera que lo que ocurre a finales de los cincuenta en Cuba no es más que una revuelta de revolucionarios que querían el poder contra revolucionarios ya establecidos en el poder. Batista mismo no es otra cosa que un revolucionario. Castro y sus guerrilleros jamás hubiesen vencido al Ejército profesional de la primera República, uno que había peleado y se había fogueado, formado en una guerra real, no en escaramuzas como las libradas en la Sierra Maestra comparables, si acaso, al asalto de un bar en Chicago en los tiempos de Al Capone. El folclor y el furor de los barbudos castristas no hubiesen aguantado un round a las letales tropas del general José Miguel Gómez; más prusiano que cubano en cuanto a su formación militar.
Con la Revolución del 33 se rompe el equilibrio entre el pensamiento de izquierdas y el de derechas, y viene a primar el de izquierdas; sin conciencia cabal de ello. Al punto que las lides electorales en la isla a partir de ese momento se dan entre la izquierda y la izquierda. El supuesto ogro de la derecha isleña, Fulgencio Batista y Záldivar, no sería más que un socialdemócrata radical. Ese desbalance, escoramiento ideológico a la izquierda, está entre los elementos que nos llevan directamente a la dictadura de Castro. No sería así descabellado afirmar que la Revolución del 33 culmina exitosamente en 1959 (a pesar del interregno de la Constitución de 1940 y los muy democráticos gobiernos auténticos de Grau y Prío). Es algo que sin dudas merece más estudios, pero por ahora el análisis desapasionado apunta a esa hipótesis. Castro recoge los frutos de lo que se había iniciado en el 33.
De la República nacionalista pasamos rápidamente a la República social, primero, y a la socialista después. De modo que Machado (1869-1939), como anticipo del destino de muchos cubanos debido a esa infausta fractura, descansa aún hoy en el Cementerio Norte de Woodlawn, en Miami. La lectura del libro de Alberto Lamar Schweyer -lúcido testigo de los acontecimientos que cuenta- sería imprescindible para comprender cómo es que comenzó a caer la noche en Cuba.
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Cuba. 12 de agosto de 1933: ida, que no fuga ni huida, del Presidente constitucional Gerardo Machado y Morales
Por Pedro Pablo Arencibia
12 de agosto de 2019
Recuerdo que en Cuba vi por la TV castrista, la única existente desde hace 60 años, un documental histórico sobre la República de Cuba antes de 1959 (¡Viva la República! (1972)) que al hablar de la oposición del pueblo cubano a la dictadura de Gerardo Machado mostraron las imágenes de gigantescas manifestaciones populares que según las palabras del narrador, eran de oposición a Machado. Me llamó mucho la atención esas imagénes y con mi viejo video VHS, las pasé cuadro a cuadro para leer un cartel que aparecía un tanto lejano en la multitudinaria manisfestación; el cartel decia: ¡CON MACHADO HASTA EL POLO!, que era una de las consignas más populares. Ante ese respaldo abrumador a Machado, el oportunismo de políticos de los otros partidos políticos llevó a la creación del Cooperativismo, el cual no fue creado por Machado, pues de no aliarse con Machado no obtendrían votaciones significativas en las elecciones . El famoso Trio Matamoros en su canción La Mujer de Antoniohabla de cierta manera, del existente respaldo popular que tuvo Machado en determinado momento:
Malalegua tu no sigas
hablando mal de Machado
que te ha puesto alli un mercado
que te llena la barriga
El novelista, ensayista, guionista y director de cine Jesús Díaz Rodíguez (1941-2002), uno de los guionistas del antes mencionado documental, cambió posteriormente su percepción sobre la República de Cuba anterior al 1 de enero de 1959 hasta el punto que siendo fundador y Director de la Revista Encuentro de la Cultura Cubana, dedicaría el número 24 de esa revista para homenajear la República que él tanto vilipendió en otra etapa de su vida.
En Cuba se oculta que los que realmente ¨tumbó¨ a Machado fue una crisis económica mundial que afectó a Cuba y que los militares no quisieron esperar más para dejar de apoyar a Machado. Orestes Ferrara afirma que Machado desde hacía ya un tiempo deseaba dejar la Presidencia, pero que no encontraba a nadie capacitado que pudiera frenar el caos que se iba a desencadenar si él se iba del poder. Machado, creyendo que el Partido Comunista tenía ascendencia para controlar la huelga (que no fue convocada ni iniciada por los comunistas aunque sí aprovechada) intentó terminarla mediante un pacto con el Partido Comunista lidereado por Rubén Martínez Villena (los comunistas cubanos, las pocas veces que hablan de ese pacto, le llaman ¨el error de agosto¨ del cual Blas Roca Calderio también fue responsable por ser de la cúpula dirigente de dicho partido) a cambio de ciertos reconocimientos al partido comunista en Cuba, pero los militares de manera espontánea (no hubo una dirección clara ya que los oficiales intermedios no tuvieron un liderazgo) se opusieron a seguir apoyando a Machado; esa oposición empezó primero en la fortaleza de La Cabaña, posteriormente al Castillo de la Fuerza y después al Campamento de Columbia (La Verdadera República de Cuba, Manuel Cao Mendiguren, página 53). Veamos lo anterior con más detalles:
Está claro que la naturaleza de los fenómenos sociales son casi siempre multifactoriales, pero esos factores conforman diferentes componentes entre las cuales se hayan las llamadas componentes principales. En el caso de la situación nacional e internacional durante el segundo período de mandato de Machado, la primera componente principal es en la que se incluyen los factores económicos, entre los que se destaca la crisis económica mundial y los muy bajos precios del azúcar y sus consecuencias: pobreza en el gobierno y en la población, el no pago de salarios a los empleados públicos, mientras el gobierno pagaba una deuda externa con intereses que provocaban que el gobierno cayera en nuevos empréstitos a pagar, etc.. La segunda componente, de esas componentes principales, es la que incluye factores de carácter ¨social¨ entre los que se encuentra la labor de zapa del anarcosindicalismo y el comunismo internacional en estudiantes y obreros manipulables, ignorantes e inexpertos que provocaban huelgas y más dificultades a la gestión del gobierno; los comunistas y anarcosindicalistas se guiaban en la práctica por el refrán: ¨a río revuelto, ganancia de pescadores¨ siguiendo orientaciones y lineamientos teóricos de otras lejanas latitudes.
Otros elementos, pero no todos, de esa segunda componente principal son la represión, los asesinatos y la censura machadista y la violencia de las escopetas recortadas, las ¨ametralladoras¨ y la dinamita de los luchadores y terroristas antimachadistas. El Ejército, como parte del pueblo cubano, estaba presente dentro de toda esta situación nacional.
No obstante, es falso lo que se dice que Rubén Martínez Villena organizó la huelga general para derrocar a Machado. En el libro La Verdadera República de Cuba del Dr. Andrés Cao Mendiguren se lee:
¨Ya terminando el mes de julio, los obreros del transporte de La Habana fueron a una huelga. Enrique Izquierdo, el sustituto del Alcalde, ya que no había Alcalde, sino un jefe de distrito central, había impuesto un gravamen extra a los dueños de transporte. Estos no lo aceptaron, y los obreros fueron a la huelga. Este incidente provocó escalonadamente, sin que nadie lo hubiera organizado ni dirigido, una huelga general revolucionaria, a la cual se fueron sumando progresivamente todos los gremios, estuvieran sindicalizados o no lo estuvieran, y llegó a paralizarse completamente la nación, pese a los esfuerzos de las fuerzas policiales.
El 5 de agosto se corrió la especie de que Machado había renunciado. El pueblo se lanzó a las calles y fue ametrallado a mansalva en los alrededores de Palacio. Nunca pudo saberse de quién procedía la radio pirata que dio la noticia ni qué fines buscaba. Ante la grave situación que lo rodeaba, Machado trató desesperadamente de detener la huelga y creyó que los comunistas eran capaces de hacerlo. Recibió a una delegación en el Palacio dirigida por Martínez Villena y formada por Jorge Vivó y Joaquín Ordoqui, con los cuales hizo un pacto: reconocería al Partido Comunista legalmente , promulgaría un decreto ley para la jornada de 8 horas y les daría otra serie de facilidades de organización obrera a los comunistas, con tal de que ellos detuvieran la huelga.
Los comunistas aceptaron, pero no podían parar la huelga porque primero, ni la habían organizado, y segundo, ni tenían preponderancia en general sobre el sector obrero cubano, sino sobre algunos pequeños sindicatos, que no representaban ni con mucho la mayoría de la situación. La Huelga continuó y la cosa se siguió poniendo en malas condiciones.¨ (páginas 369-370).
Se narra que cuando el Presidente Machado fue a pedir ayuda a los militares, un alto oficial le aconsejó que reuniera a su familia y partiera del país.
Deseo señalar que Rubén Martínez Villena (hijo deLuciano Rogelio Martínez Echemendía 1876-1954, Profesor de Metodología Pedagógica en la Escuela de Educación y de Filosofía y Letras, de la Universidad de La Habana y que en 1935 sería Secretario de Educación y Secretario de Estado (interino)) descaradamente le llamó ¨asno con garras¨a Machado, mientras adoraba a Iosef Stalin principal responsable de la muerte de MILLONES de personas rusas, ucranianas, etc. pese haber estado en la Unión Soviética en su intento de curarse de la tuberculosis que lo llevó a la muerte. Rubén Martínez Villena le vió las garras a Machado pero permaneció ciego ante las masacres y persecuciones stalinistas. Por cierto, Villena por su terquedad y sectarismo destruyó al movimiento Minorista en Cuba y eso en la historia que se estudia en Cuba apenas se dice. Es interesante conocer que la casa donde se escondió Martínez Villena, en determinado momento de la persecución Machadista, fue la casa de José M. Irrisari quien llegaría a ser uno de los miembros de la Pentarquía y que fue la persona que le consiguió, a través del importante e influyente Ministro machadista Carlos Miguel de Céspedes, el permiso para salir de su refugio y viajar a la Unión Soviética para tratar su enfermedad.
Sumner Welles trató de ayudar a darle una salida lo menos traumática a la situación en Cuba pues los EE.UU. , como en el 1906, no querían intervenir en Cuba pero deseaban su estabilidad. Según la entonces Constitución vigente le correspondía al Secretario de Estado sustituir al Presidente de la República cuando este faltara por una licencia de vacaciones, etc., pero en esos días Ferrara todavía estaba en Europa y cuando regresó ya era muy tarde; además, el traspaso también llevaba su tiempo para poder aplicarlo. Para darle solución a esa situación hubo que nombrar primero Secretario de Estado al entonces jefe del Ejército (General Alberto Herrera Franchi) y posteriormente Presidente (para ello hubo que cambiar las normas establecidas como fue, por ejemplo, el tiempo necesario para hacer el nombramiento) y este traspasó el poder inmediatamente a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, quien era una persona que conocía muy bien la situación cubana, pues había ocupado varios altos cargos en diferentes gobiernos de la joven República de Cuba. El hijo, del segundo matrimonio de Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo (Padre de la Patria cubana) se había unido a la lucha y peleado en combate por la independencia de Cuba, arribando en una expedición desde EEUU donde se había criado cuando fue llevado por su madre debido a la Guerra de los Diez Años y el relevante papel protagónico que tuvo en ella su padre. Estas maniobras se llevaron a cabo con la aprobación de Gerardo Machado, hasta entonces Presidente elegido constitucional y democráticamente, y la de otros políticos presentes en una residencia cercana al entonces Hospital Reina Mercedes, que es donde hoy está ubicada la Heladería Coppelia.
Carlos Manuel de Céspedes era el individuo ideal para un gobierno de transición, pues no tenía ambiciones de poder, era honesto, capaz, conciliador, etc., pero la prensa (la misma que había adulado intensamente a Machado) lo tildaba, injustamente, como una persona débil pues querian ver resultados de la noche a la mañana; por otra parte, el revolucionarismo, solamente experto en formar revueltas, poner bombas y hacer atentados, querian en el poder a un hombre fuerte que les diera cuotas de poder en la estructura política del país.
Sobre el carácter espontáneo (en el sentido de no haber sido previamente programado o fijado y sin un liderazgo claro) del golpe militar que depuso al Presidente Gerardo Machado y Morales leemos lo siguiente en el antes mencionado libro:
¨... Pero ya el 12 de Agosto de 1933 ocurrió la deposición de Machado. Fijémonos bien en el siguiente detalle: Machado fue depuesto por un golpe militar que comenzó en la Fortaleza de La Cabaña, se extendió al Castillo de la Fuerza y después al Campamento de Columbia. Un golpe militar que a todas luces fue espontáneo porque no tuvo una dirección clara ya que los oficiales intermedios del Ejército, que eran los que estaban más descontentos, no tuvieron un líder que se hiciera cargo de la situación. Simplemente la situación era tan insostenible que depusieron a Machado.
Ante este hecho el Presidente Machado se reunió en Palacio con Sumner Welles, algunos oficiales del Ejército y con el General Herrera que era su Secretario de la Guerra para analizar cual podía ser la línea de acción. La ¨neo¨ Constitución que operaba en Cuba desde la prórroga y las modificaciones en 1927, había eliminado el cargo de Vicepresidente, luego Machado no tenía sustituto inmediato. Se podía pensar en que Machado firmara su renuncia, pero la Constitución vigente establecía que se deberían esperar seis meses para que su Secretario de Estado lo sustituyera, y ese sería un período demasiado largo para un país en plena efervescencia política. Se podía pensar en que Machado pidiera seis meses de licencia, pero entonces la sustitución sólo podría realizarse en el período de un mes, y el pueblo no se sentiría satisfecho de que Machado no fuera depuesto de una vez y por todas. Si se pensaba en una licencia, que era lo más rápido, el sustituto reglamentario debía ser el Secretario de Estado que era Orestes Ferrara, pero este se encontraba en Londres realizando una misión diplomática. Podía también pensarse en que Machado moviera al General Herrera de la Secretaría de Guerra a la Secretaría de Estado, pero en cualquiera de ambos casos considerados el sustituto tendría que esperar un mes antes de tomar posesión y el país no estaba en condiciones de sentirse sin gobierno. Además a Herrera había que descartarlo porque los militares lo consideraban un traidor a la causa del Ejército. Se querían hacer todos los esfuerzos posibles para mantener los hechos dentro de un formato civilista y al que no se le pudiera discutir su legitimidad, pero ¿ quién sería pues el que podría cubrir aquel vacio de poder? Y fue precisamente el General Herrera a quien se escogio para la obra de prestidigitación de Sumner Welles ¿Por qué decimos esto?
General Alberto Herrera, cuando joven, y Carlos Manuel de Céspedes y Quesada
Aquello no parecía tener solución pero Sumner Welles sí creyó que la tenía. Con un pequeño resto del Congreso que fue llamado a Palacio para convalidar unos últimos Decretos del Presidente Machado, se dictó un Decreto Presidencial que anulaba aquella parte de la Constitución que hablaba de los seis meses de espera para una sustitución en el caso de una renuncia presidencial. Con otro Decreto se anulaba la parte de la Constitución que para el caso de una licencia presidencial establecía el requisito de un mes de espera para la sustitución por el Secretario de Estado. Con otro Decreto se nombró como nuevo Secretario de Estado al General Herrera, lo que era una facultad del todavía Presidente Machado, y que ante la renuncia de éste y por los Decretos dictados y convalidados, ya pasaba automáticamente a convertirse en el nuevo Presidente. Una vez que Herrera ocupaba el nuevo cargo en propiedad pudo pedirle la renuncia a todos los demás Secretarios. El siguiente paso también lo dió Herrera al nombrar a Carlos Manuel de Céspedes como su Secretario de Estado. Y entonces sólo faltó la renuncia de Herrera para que se cumpliese el objetivo final de sustituir a Machado por Carlos Manuel de Céspedes.¨ (páginas 53.55)
(Gerardo Machado y su familia)
Todos los trámites anteriores ocurrieron gracias a que los militares sublevados (el día 11 de agosto se sublevó La Cabaña y marcharon hasta el Castillo de la Fuerza) se detuvieron en el Castillo de la Fuerza, pues el objetivo de los militares sublevados no era luchar contra Machado sino presionar para que renunciara; por otra parte, Machado había ido al Campamento Militar de Columbia y la respuesta del jefe de ese campamento, el Coronel Rogerio del Castillo le había expresado: ¨General, póngase a buen recaudo y salve su vida y la de su familia¨. Machado regresó, hizo los trámites antes narrados, y posteriormente con sus familiares y algunos de sus más cercanos seguidores se fue del país. El escritor Roberto Luque Escalona en su libro Los niños y el tigre escribe que Machado antes de irse almorzó, durmió la siesta y posteriormente se fue vía aérea a Nassau. Gerardo Machado y Morales tendría garras y dientes, no por gusto llegó a ser el general más joven del Ejército Libertador (terminó la guerra con el grado de Coronel pero posteriormente fue ascendido a General) pero no era ni asno ni cobarde.
Más adelante en la misma página 55 del libro del Dr. Cao se lee:
¨... Pero el Ejército no estuvo de acuerdo y no apoyó a Céspedes, además de estar disgregado, disperso, carente de líderes y sin voluntad de actuar. Mientras tanto las fuerzas revolucionarias, que no fueron las que depusieron a Machado, siguieron en su rutina de violencia durante el breve tiempo que duraría la Presidencia de Carlos Manuel de Céspedes. Y puede decirse sin temor a mentir, que durante ese tiempo el país estuvo en total anarquía y carente de gobierno.¨
Una persona que posteriormente durante esa década de los años 30 ayudó a encausar al país hacia la normalidad fue el sargento convertido en Coronel Fulgencio Batista y Zaldivar; grado militar no otorgado por sí mismo, sino por el miembro de la Pentarquía Sergio Carbó, y con la aprobación de otros miembros de la Pentarquía, cuando ese colectivo de cinco personas presidía la República de Cuba. El nombramiento de Carbó a Batista fue motivado porque Sumner Welles en correspondencia a sus superiores hablaba ¨de un sargento llamado Batista¨ y Batista se iba a entrevistar con Sumner Welles. Es poco conocido que Fulgencio Batista y Zaldivar fue miembro clandestino del ABC Radical cuando Machado. En esa década y parte de la siguiente Batista era ideológicamente de ¨centro izquierda¨, que tampoco quiere decir que era comunista.
(Sucesión de Presidentes y gobiernos no elegidos en elecciones en 1933: General Alberto Herrera Bianchi convertido en un ´santiamén¨ Secretario de Estado para poder ser nombrado Presidente, Presidencia que le traspasó inmediatanamente a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, el cual fue depuesto por militares y estudiantes, le sucedió la Pentarquía (José M. Irrisari, Porfirio Franca, Guillermo Portela, Ramon Grau San Martín, y Sergio Carbó; a Batista, que en la foto sin recortar está al lado de Carbó, se le invitó a pertenecer a la Pentarquía pero el declinó esa invitación) y Ramón Grau San Martín, quién ocupó alegadamente el cargo de Presidente porque los restantes miembros de la pentarquía fueron renunciando y Grau argumentó que cómo el Directorio Estudiantil no se había retirado de la junta de organizaciones de la revolución que conformaron a la Pentarquía el se quedaba al frente del Gobierno. A los aproximadamente 126 días de su ¨gobierno de los 100 días¨ el Directorio Estudiantil se autodisolvió en una reunión en la Universidad de La Habana y Grau, ante esa situación, tuvo que dejar la Presidencia de un gobierno que no fue constitucional (Grau rehusó jurar con la Constitución de 1901 por ella tener la Enmienda Platt) ni elegido democraticamente en elecciones por el pueblo cubano. Es importante conocer que en su gobierno constitucional y democraticamente elegido de 1940-1944, Grau no tenía en cuenta a las dos Cámaras del Congreso cubano para gobernar ni aún cuando en el Congreso su partido tuvo la mayoría dos años después de comenzado su mandato. En ese período firmó más de 17 000 dictámenes personales. Durante la Presidencia de Carlos Prío Socarrás (1948-1952) que era también del Partido Auténtico y al que Grau había ayudado a ser Presidente (lo que trajo el disgusto de Eduardo R, Chibás y la creación del Partido Ortodoxo), Grau tuvo sus desavenencias con Prío y fundó otro partido político; es poco conocido que en un momento de la década de los años 30 del siglo XX Grau fue separado del Partido Auténtico al que posteriormente se reintegró. Grau, en 1958 y pese a su edad, no le dio paso a otra figura de su partido político para aspirar a la Presidencia de Cuba ya que ¨padeció¨ de mesianismo, esa enfermedad de la que adolecen tantos políticos. No se conoce que personalmente Grau haya robado, aunque en su gobierno estuvieron presente la corrupción y el pandillismo político)
Hago notar estas dos siguientes observaciones para que el lector reflexione y saque conclusiones sobre la impronta que dejó ¨el Machadato¨ en la población cubana de aquellos tiempos:
Que pese a Orestes Ferrara haber estado muy vinculado al gobierno de Gerardo Machado, el fue elegido por el pueblo cubano para ser uno de los delegados a la constituyente que le daría a Cuba la muy relevante Constitución de 1940.
Que el Partido Liberal, que fue el que llevó a Gerardo Machado a la Presidencia de la República en 1925, ocupó el segundo lugar (empatado con el partido político liderado por el ex Presidente Mario García Menocal) en el número (17) de delegados a la Constituyente de 1939 de la cual surgió la Constitución de 1940., el cual fue sólo superado por el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) que alcanzó 18 delegados.
Dos libros de memorias: Ocho Años de Lucha y Orestes Ferrara. Una mirada sobre tres siglos que nos dicen respectivamente los puntos de vista de Gerardo Machado y Morales y de Orestes Ferrara sobre diferentes períodos de la historia política de Cuba. Libros escritos por Gerardo Machado y Orestes Ferrara.
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Lo he ojeado, aqui y alla; es conmovedor. humano. Tardare en leerlo de tapa a tapa. Comprendo que es holistico, lo que me parece admirable, meritorio, politica, experiencia humana, Matematicas, Ciencias, y tambien ¨very scholar. Una combinacion unica. Gracias. B.M.
“Marco Rubio a Donald Trump: Te diré lo que es un buen acuerdo: que Cuba sea libre
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Licenciado en Matemática Pura en la Universidad de La Habana (UH) y Catedrático universitario con 24 años de experiencia en la docencia universitaria cubana; posee la Categoría Docente Principal de Profesor Titular universitario. Fue expulsado el 29 de enero de 1997 del Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río ( universidad de perfil formativo o pedagógico) por motivos políticos. Activo colaborador desde su fundación de la revista VITRAL y del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis de Pinar del Río. Colaboró en Cuba con las organizaciones opositoras: Todos Unidos, Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba y con el Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC).
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COLABORADORES:
Paul Echániz
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