jueves, mayo 12, 2022

René Gómez Manzano desde Cuba: También Cuba se librará del comunismo

También Cuba se librará del comunismo

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Aunque algunos demócratas estén descorazonados, en lo personal estoy convencido de una cosa: nuestra Patria está más cerca que nunca de librarse del yugo comunista

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Por René Gómez Manzano

12 de mayo, 2022 

LA HABANA, Cuba. — Entre los miembros de la prensa independiente cubana a los que se sigo con mayor interés, se encuentra una colaboradora de Diario de Cuba. Se trata de Rafaela Cruz. Esa colega posee la virtud de escribir textos, en los que, con gran amenidad, transmite, a los interesados en los asuntos de nuestra Patria, un mensaje que casi siempre es acertado.

Ejemplo de lo anterior es uno de sus artículos más recientes, publicado en el mencionado periódico digital hace apenas unos días. Su título es desafiante, pero veraz: Cubano, así es como te roba el Gobierno. Pese a tratarse de una profesional de la Economía, la autora logra explicarnos a los legos, en un lenguaje directo y claro, cómo el castrismo utiliza la inflación (que él mismo desató con la “Tarea Ordenamiento”) para saquear los ingresos reales de nuestros compatriotas de a pie.

No obstante, reza un popular refrán que “al mejor escribano se le va un borrón”. Y lo que motiva estas líneas es justamente lo que considero un error de la mencionada colega, el cual, en mi opinión, es de carácter garrafal. Este aparece en el más reciente trabajo periodístico que ella publicó en el mismo diario digital el pasado domingo.

También este texto tiene un título provocador, aunque ese encabezamiento está dirigido no contra el desgobierno castrista, sino precisamente contra nuestros mismos compatriotas que lo sufren en esta Isla que otrora mereciera ser llamada La Perla de las Antillas. Él es del siguiente tenor: El pueblo de Cuba, ¿acomodado, esquizofrénico o carnero?.

Después de hacer una serie de consideraciones sobre las causas de la actual inacción de nuestros compatriotas de la Isla ante el desastre entronizado por el régimen socialista, la autora afirma textualmente: “A fin de cuentas, no hay en la historia universal registro de pueblo alguno que, por sus propios medios, se haya librado de un régimen totalitario”. Y remacha: “Ni un solo ejemplo”.

Insisto en que esa aseveración la considero totalmente incierta y equivocada, y en grado superlativo. Y esa pifia merece ser rebatida, porque lo contrario conduciría a que los cubanos anticomunistas de la Isla lleguen a considerarse en el lado equivocado de la Historia. Doña Rafaela olvida los numerosos ejemplos de países que, felizmente, lograron librarse, precisamente, del fatídico “socialismo real”. Ellos suman docenas, tanto en Europa Oriental como en Asia.

¿O es que vamos a ignorar la caída del bochornoso Muro de Berlín en la Alemania Oriental! ¿O el tránsito a la democracia en Polonia, la antigua Checoslovaquia (hoy dividida entre Chequia y Eslovaquia), Hungría, Rumanía, Bulgaria, Albania y la antigua Yugoslavia (hoy Serbia, Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte y Kosovo)?

¿Y qué decir de la antigua Unión Soviética! Aquí, para ser precisos, habría que mencionar los nombres de las quince repúblicas federadas que integraban aquella antigua cárcel de pueblos: Estonia, Letonia, Lituania, Bielorrusia (que ahora dicen que debemos llamar Belarús), Ucrania, Moldavia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán y Tadzhikistán.

A las anteriores debemos sumar la mayor y más importante de todas, “la primera entre sus iguales”: la misma Rusia. Y, ya fuera de la extinta URSS, un antiguo país satélite totalmente dominado desde el Kremlin de Moscú, pero dotado de independencia formal: la Mongolia Exterior.

La mayor parte de esos países independientes (algunos de corta data) han establecido regímenes democráticos. Otros, por desgracia, no han logrado hacerlo. Entre estos se encuentran dos países eslavos (Rusia y su vecina Belarús, que gimen bajo las dictaduras de Vladímir Putin y Alexánder Lukashenko). También algunos del Asia. Se trata de las excepciones que confirman la regla.

Pero es que incluso en aquellos estados que no han logrado democratizarse, el hecho cierto es que, de inicio, ellos se libraron del fatídico dominio del partido único comunista. Sólo que después cayeron bajo dictaduras de nuevo cuño, en cuya entronización y sostenimiento han participado las nuevas oligarquías y la religión dominante (como la ortodoxa en Rusia y la mahometana en Asia Central).

Y en todos esos países esos cambios fundamentales se originaron en el seno de sus respectivas sociedades. Casi siempre ellos tuvieron un carácter pacífico, y donde no lo fueron tanto —como en Rumanía— los enfrentamientos armados (que jamás alcanzaron la categoría de guerra civil) se circunscribieron al ámbito de cada país; sin la intervención de fuerzas extranjeras.

Entonces, forzoso es reconocer que sí menudean los ejemplos de países que se han librado de sistemas totalitarios. Nuestra Cuba no tiene por qué ser la excepción. Máxime cuando —creo también— el actual régimen tardocastrista, en puridad, ni siquiera merece ese adjetivo. Él sí tiene una indeclinable vocación totalitaria, pero de ahí a tener control absoluto de la sociedad va un buen trecho. Pero, claro, este tema sería materia de otro análisis, que rebasaría los marcos del presente escrito.

Es posible que alguien piense que dedico excesivo interés a una discusión teórica que carece de efectos prácticos. Considero que también ese enfoque sería erróneo. Aunque algunos demócratas estén descorazonados, en lo personal estoy convencido de una cosa: nuestra Patria está más cerca que nunca de librarse del yugo comunista.

Y cuando llegue finalmente ese día feliz, es conveniente que todos los actores estén conscientes de una cosa: en tal caso, Cuba no haría más que seguir la experiencia histórica de docenas de países de Europa y Asia. Y esto reforzaría la convicción de que sí es posible librarse de un régimen de vocación totalitaria.

Y de esto es necesario que estén convencidos —insisto— todos los que de un modo u otro habrán de participar en esos acontecimientos que tendrán carácter histórico desde el mismísimo momento en que ellos comiencen. Me refiero a los líderes democráticos, a los ciudadanos de a pie, y también a un determinado número de dirigentes surgidos del partido único (que también los habrá, aunque en uno y otro bando haya quien considere que eso es un imposible o algo indeseable).

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