Julio M. Shiling: La Dictadura Cubana Y Sus Hoteles Para Lavar Dinero
Tomado de https://elamerican.com/
La Dictadura Cubana Y Sus Hoteles Para Lavar Dinero
Por Julio M. Shiling
08.21.22
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El comunismo cubano ha sido consistente en muchas cosas. Entre las uniformidades ha estado la priorización de hacer todo lo necesario para mantenerse, no democráticamente, en el poder. Fiel a su naturaleza tiránica apocalíptica, la praxis siempre se ha adaptado para acomodar los intereses de supervivencia. Esto incluye eludir el respeto de los derechos naturales y humanos básicos, así como no implementar cursos económicos racionales para alejar a Cuba de la indigencia. Otros dos factores fundamentales han caracterizado al régimen de Castro: (1) una dependencia de los acuerdos de beneficencia extranjeros y (2) la participación en actividades moralmente reprobables (e ilegales) en busca de divisas.
Una dependencia parasitaria de los subsidios soviéticos, de los inversores extranjeros cómplices, de los bancos occidentales, del petróleo venezolano y de las remesas han sido algunos de los esquemas que han proporcionado al castrocomunismo dinero en efectivo para sus extravagantes gastos de mantenimiento del régimen. Entre las abominables actividades a las que se ha dedicado la dictadura marxista está el saqueo de las riquezas nacionales cubanas, los acuerdos internacionales de trabajo neoesclavista, la venta de datos e información del espionaje y el tráfico de drogas. Estas vergonzosas empresas proporcionan enormes sumas de dinero que es necesario hacer “legales”. En otras palabras, la dictadura cubana de sesenta y tres años tiene graves problemas de blanqueo de dinero.
Desde los años 60, el régimen castrista comenzó a involucrarse en el negocio de la droga. Primero fue un medio para corromper a la juventud americana. Sin embargo, en la década de 1970, su carácter lucrativo llamó la atención de la cúpula dictatorial. La cooperación y el apoyo logístico de los gobernantes de una isla situada a noventa millas de las costas americanas era primordial para el contrabando de drogas desde Sudamérica y Centroamérica. La participación de la Cuba comunista en el negocio de las drogas ilegales está bien documentada. La inteligencia americana lo reconoció oficialmente en 1975. Desde los cárteles colombianos de la década de 1980, hasta los cárteles de México a través de sus colonias venezolanas y bolivianas, y el apoyo logístico de otros regímenes canallas amigos, como los de Irán y Corea del Norte, el castrocomunismo ha estado involucrado en el negocio de la droga y se ha beneficiado de él durante muchas décadas.
El problema de hacer aparecer el dinero obtenido ilegalmente como un ingreso legítimo, es el arte del lavado de dinero. El comunismo cubano, siempre tan desesperado por los ingresos en divisas, tiene la imperiosa necesidad de convertir el dinero sucio que ha obtenido, a través de su función de narcotraficante, en un activo “legal” que pueda utilizar en los negocios internacionales. En los últimos años, la dictadura comunista ha construido en la isla un número desproporcionado de hoteles, en relación con la demanda turística de Cuba. Esto ha levantado sospechas sobre la esencia de este frenesí inmobiliario para alojar a turistas inexistentes.
La idea de establecer lo que aparenta ser negocios genuinos para blanquear fondos obtenidos ilegalmente es lo que se entiende por lavado de dinero. No es ningún secreto que las finanzas del castrocomunismo llevan tiempo cayendo en picada. El socialismo, en todas partes, es pésimo para producir riqueza y satisfacer las necesidades de sus súbditos. A pesar de la históricamente pésima puntuación económica del castrismo, producto de malas políticas que reflejan estúpidas decisiones políticas, el ridículo proyecto de construir hoteles, cuando apenas hay turistas, sería una locura incluso para ellos.
Teniendo en cuenta el malestar social que está siendo alimentado por la ausencia de bienes y servicios básicos en Cuba, se hace evidente que la dictadura marxista está tratando de utilizar sus negocios de fachada que surgen de GAESA, el emporio capitalista estatal dirigido por los militares, para establecer garantías y poder obtener créditos y atraer capital de empresas de inversión extranjeras.
El nivel de ocupación en los hoteles de Cuba entre 2016 y 2020 ha rondado el 50 %. Esto es terrible. Solo en La Habana, que no es el principal destino turístico, hay once hoteles de alta gama en un área de trece manzanas, un radio de menos de una milla. Todos están prácticamente desiertos. No se puede culpar a la pandemia Made in China, aunque ha empeorado las cosas.
En 2018 y 2019 (precovid), entre 4 y 5 millones de turistas visitaron Cuba cada año. A efectos de comparación, Florida en 2021, a pesar de estar aún dolida por el virus de la China roja, recibió más de 122 millones de turistas. Solo el Gran Miami, en 2019, atrajo a más de 24 millones de visitantes. República Dominicana recibió más de 7 millones de turistas en 2019. Ese mismo año, Cancún, México, solamente, tuvo más de 6 millones de turistas. Para 2022, el régimen castrista prevé 2.5 millones de visitantes, pero que nadie contenga la respiración por eso. El punto debe ser claro. Cuba, bajo el comunismo, no es una meca del turismo y no justifica el volumen de inversión que las autoridades marxistas están destinando a la construcción de hoteles.
Los datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadística e Información de Cuba indican que el 35 % del presupuesto del régimen castrista se ha dedicado a la construcción y/o modernización de hoteles. Esta cifra es superior a la destinada a la sanidad y la educación públicas. La cifra, sin embargo, es probablemente mucho mayor. GAESA, que lleva su propio presupuesto y registros exclusivos, participa en la mayoría de los proyectos de construcción de hoteles.
Mientras los cubanos siguen sufriendo largos cortes de electricidad, una brutal escasez de alimentos y un mayor control represivo, los que están en el poder están, probablemente, blanqueando el dinero de la droga en hoteles que poca gente visita. Así es el comunismo.
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Prólogo a Narcotráfico y Tareas Revolucionarias, libro de Norberto Fuentes
( Fotos y comentario añadidos por el bloguista de Baracutey Cubano:
En el American Thinker del 30 de abril de 2009 se lee
"Thanks to Castro" boasted the FARC's late commander " Tiro-Fijo" (sure-shot) in a 2001 interview, "we are now a powerful army, not a hit and run band." The conduit for Castro's aid was (and is), of course, Venezuela.
"The evidence against Castro is already greater than the evidence that led to the drug indictment of Manuel Noriega in 1988," Said one of the federal prosecutors to the Miami Herald in Judy 25, 1996. A total of four grand juries had revealed Castro's involvement in drug traffic.
Much of the evidence came from famous Clinton financial backer Luis "El Gordito" Cabrera. Pictures from the 1995 White House Christmas party, show him smiling with Hillary and backslapping with Vice President Gore. During his arrest for cocaine smuggling exactly two weeks after that party, pictures turned up of "Gordito" Cabrera smiling and backslapping with Fidel Castro.
En Independet del 25 de julio de 1996 se lee:
The drug arrest took place in Miami in January when police, following a tip about smuggled Cuban Cohiba cigars, raided a warehouse and found nearly three tons of cocaine. One Colombian and several Cuban Americans were detained, including 40-year-old Jorge Luis Cabrera, nicknamed "el Gordito" (the fat man), whose family owns a lobster and crab business in the Florida Keys.
The main basis for the supposed Castro link was alleged to be photographs found in a suspect's car at the scene of the bust, said to show "the fat man" posing with Mr Castro.)
(Norberto Fuentes entre Fidel y Raúl Castro; nótese a Raúl eufórico. ¿estaría tomando vodka con jugo de naranja?)
Tomado de http://taniaquintero.blogspot.com
(pueden leer la partes I, II y III haciendo click AQUÍ )
Por Juan Benemelis
En el curso de la década de los 70 se dieron cita dos coyunturas importantes. La primera tendría que ver con el consumo de narcóticos, que vería una gran expansión en Estados Unidos primero con la marihuana y luego con la cocaína.
La otra coyuntura tenía que ver con el narcotráfico en sí. El Cartel de Medellín necesitaba de un punto intermedio cercano para operar hacia aguas norteamericanas. El Cartel de Medellín llegará a introducir unas 45 toneladas de cocaína en Estados Unidos, representando 25 billones de dólares, y alrededor de 10 toneladas en Europa.
En una intervención ante el Senado, en abril de 1983, James H. Michel, Secretario de Estado para Asuntos Interamericanos, expresó que existían pruebas de que en 1979, el buró político del Partido Comunista de Cuba había aprobado un plan para intervenir en el narcotráfico utilizando a Cuba como puente y base de apoyo para las redes de traficantes de Estados Unidos.
El suministro se organizó desde las fuentes de abastecimiento en América del Sur y el gobierno de La Habana necesitaba recursos en moneda convertible que estaría dispuesto a obtener de cualquier manera. La vinculación cubana con el narcotráfico era inevitable desde un principio, y además tenía que producirse de manera casi natural: primero, porque en las áreas de producción de Suramérica, los guerrilleros sostenidos por Cuba ocupaban el mismo espacio ilegal que los narcotraficantes.
La guerrilla necesitaba armas y dinero, mientras que el narcotráfico, siempre abundante en dinero, necesitaba protección armada y, sobre todo, acceso a las redes de organización clandestina de la guerrilla y su experiencia conspirativa. Además, una parte importante de todo el tráfico de drogas cayó en manos de exilados cubanos, sobre los cuales La Habana tenía abundante información para el chantaje. La parte del exilio que se vinculó al narcotráfico con Cuba también se sentía razonablemente segura de que no sería traicionada.
En la medida que la crisis financiera y económica se hacía más profunda, la dependencia de la Isla para con los recursos extraídos de Angola y del narcotráfico se amplió. Apurado por lograr una nueva fuente de recursos, Castro se fue involucrando cada vez más en el tráfico de drogas, como apuntara el general cubano exiliado Rafael del Pino.
Tradicionalmente los barcos usados en el narcotráfico colombiano tenían que atravesar el Paso de los Vientos, entre Cuba y Haití, lo que muchas veces les situaba en aguas territoriales cubanas, donde eran interceptados. Las pérdidas de los narcotraficantes se incrementaron con alarma.
(Al centro el Embajador Fernando Ravelo y a su lado el alto Johny Crump)
Según el testimonio dado en 1982 por el narcotraficante colombiano de Miami Juan Lozano (alias Johnny Crump), es alrededor de 1975 que algunos de los más importantes narcotraficantes colombianos se entrevistaron en Bogotá con el embajador cubano Fernando Ravelo Renedo para negociar la devolución de los barcos y las tripulaciones.
El embajador cubano contestó con una contraoferta de La Habana: a cambio de 800 mil dólares por cada barco, Cuba estaba preparada no sólo para ignorar la actividad de los buques madres que se detectasen en sus aguas, sino que podía proveerles de servicios de reparación y gasolina en sus puertos, así como identificación y escolta cubana hasta las proximidades de los cayos de la Florida.
Así, los poderosos colombianos Alfonso Cotés y Alfonso García comenzaron sus negocios de tráfico a través de Cuba. Los agentes de inteligencia cubanos se pusieron en contacto con algunos potentados de la droga en Miami, como por ejemplo Johnny Crump y el conocido narcotraficante Jaime Guillot-Lara, quien con posterioridad sería empleado de los servicios secretos cubanos y se casaría con una hija de Raúl Castro.
Entre los cubanos exiliados en Estados Unidos implicados en el narcotráfico con Cuba estaban José Alvero Cruz y Osiris Santi. En noviembre de 1976, Alvero había viajado a España donde disponía de fondos bancarios, y allí obtuvo de la propia embajada cubana en Madrid un pasaporte cubano. En 1978, actuando como agente de Cuba, Alvero arregló el envío de 5,000 armas para las guerrillas sandinistas en Nicaragua. Por su parte, Osiris Santi era un narcotraficante cuyos barcos ya recibían protección en los puertos cubanos. Su lugarteniente, Orlando Torres, se entrevistaba constantemente en México con los funcionarios del régimen cubano destacados en Mérida.
El narcotraficante colombiano, Jaime Guillot-Lara -casado con la hija del ministro de defensa cubano Raúl Castro- será el contacto entre Cuba y el movimiento M-19. El 7 de noviembre de 1981, Guillot-Lara tiene que escapar a toda prisa de Colombia y se refugia en México, donde los agentes cubanos negocian su libertad con las autoridades mexicanas con el fin de evitar que se descubriera su conexión con La Habana. En 1982, Castro hablaba de Guillot-Lara como "un buen amigo".
(Jaime Guillot Lara, foto superior, y en la foto inferior René Rodríguez Cruz quien fuera una de las personas especializadas en dar el tiro de gracia a los fusilados en la Sierra Maestra y al principio del triunfo de la Revolución; posteriormente fue Presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos o ICAP, una dependencia Castrista vinculada con la Dirección de Inteligencia. Murió en extrañas circunstancias en Cuba después de llegar huyendo por las acusaciones de narcotráfico. Comentarios y fotos añadidas por el bloguista de Baracutey Cubano)
La conexión cubana sería descubierta y probada más tarde. Los informes de la participación cubana en el tráfico de drogas saldrían por vez primera a la luz pública en 1982, cuando la Oficina Legal de los Estados Unidos en Miami nombró entre los acusados al jefe de la marina de guerra de Cuba, almirante Aldo Santamaría, y al ex embajador cubano en Colombia, Fernando Ravelo, en un caso que incluía 23 toneladas de marihuana.
El 15 de noviembre de 1982, los colombianos Guillot-Lara y Johnny Crump, y los cubanos Lázaro Visuña, Mario Estévez y David L. Pérez, brindaron a un tribunal en Miami amplias pruebas de las actividades de narcotráfico por parte de Cuba desde el año 1975, tráfico que tenía como uno de sus objetivos el envió de armas a la guerrilla colombiana del M-19.
Según la deposición de Johnny Crump, él y Guillot-Lara se dirigieron a La Habana en compañía del embajador Ravelo, donde éste y el embajador de Cuba en Venezuela, Norberto de la Osa, les confirmaron que el barco Viviana, dedicado al narcotráfico, obtendría salvoconducto todas las veces que atravesase las aguas jurisdiccionales cubanas.
Por la protección de este tránsito, Guillot-Lara pagaba 20 mil dólares por cada tonelada de marihuana a bordo. A su vez, el compromiso incluía el transporte de armas a las guerrillas del M-19 en Colombia. Según Guillot-Lara, a su retorno a Colombia inició los trámites para preparar otro barco para enviar a Cuba en 1980.
(El embajador Fernando Ravelo bautizando a Viviana, hija de Johny Crump, el cual se encuentra en la extrema derecha de la foto)
Conforme al testimonio de Johnny Crump, los funcionarios cubanos Ravelo y René Rodríguez Cruz -presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP)-, le sugirieron la posibilidad de comprar y enviar armas para elementos anti-Pinochet en Chile a través de Panamá. Una semana después, un chileno de apellido Galván, le hacía entrega de un microfilm en un cigarrillo que contenía la lista de las armas, alimentos y municiones para 300 hombres.
Por otra parte, Johnny Crump cuenta cómo durante una campaña en la costa norte del Pacifico, las autoridades colombianas cercaron a un grupo guerrillero del M-19 comandados por Carmenea Cardona, muchos de los cuales figuraron en el secuestro de la embajada dominicana en Bogotá y que supuestamente debían haber estado refugiados en Cuba.
Entre los detenidos y testigos de la causa de Miami figuraba también Mario Estévez, un agente de la inteligencia cubano, infiltrado en los Estados Unidos en 1980. En su deposición ante el Gran Jurado, Estévez expresó que había sido infiltrado con el objetivo de activar el tráfico de drogas, comenzando por transacciones de marihuana hasta que fue arrestado el 29 de noviembre de 1981. Estévez testificó ante una comisión del senado de los Estados Unidos que había introducido en la Florida marihuana y gualudes desde Cuba, y de ahí trasladado a Nueva York.
Las declaraciones de Estévez resultaron desconcertantes: la alta cúpula de la dirigencia cubana había organizado una extensa red de narcotráfico desde América Latina hasta los puntos de distribución en ciudades norteamericanas, usando sus propios servicios secretos. Estévez identificó al alto oficial de inteligencia cubana, René Rodríguez Cruz y al vicealmirante Aldo Santamaría como las personas encargadas por Castro para canalizar este tráfico.
Estévez apuntó que desde los inicios de la década de los setenta se producía marihuana en la región cubana de Manzanillo para venderla en los Estados Unidos, operación que Castro venía madurando desde los días de la guerra de Vietnam. Estévez estimó en 200 millones de dólares anuales los ingresos cubanos sólo por concepto de la marihuana.
Durante el período de su actividad ilícita, Estévez logró el traslado de Cuba a Estados Unidos de alrededor de 270 kilogramos de cocaína, posteriormente vendida en Miami, Chicago, Ohio, Nueva Jersey, Nueva York y otras ciudades. El dinero acumulado lo llevaba a Cuba él personalmente. También informó que en un momento de su actividad, sus jefes en el gobierno cubano le recomendaron se trasladase a Bimini, en Las Bahamas, para conocer y entrenar a Frank Bonilla, otro agente proveniente de Cuba.
De regreso a Cuba, recalaron en la pequeña isla de Paredón Grande, donde hallaron el buque Viviana del colombiano Guillot-Lara con un cargamento de 8 millones de qualudes. El yate estaba escoltado por buques de guerra cubanos.
De acuerdo con la narración de Estévez, corroborada luego por otros narcotraficantes, estando en Paredón Grande concurrieron el jefe de la Marina de Cuba, almirante Santamaría, y el alto jefe de la inteligencia René Rodríguez, presidente del ICAP, organismo pantalla de la inteligencia cubana, con quienes sostuvo una extensa conversación sobre el narcotráfico. Explicó que cuando salió de Cuba a bordo del Viviana se acarreaba otro barco, el Lazy Lady, hasta la isla de Andros en Las Bahamas, donde se hizo el traspaso de los qualudes. Después fue ordenado a seguir hasta Cayo Güincho donde recogió 23,000 libras de marihuana procedente de Cuba.
El testimonio de Estévez implicó en el narcotráfico internacional a Santamaría, René Rodríguez, al embajador Ravelo, a Gonzalo Bassols Suárez, diplomático cubano en Colombia; a Teodobaldo Rico Rodríguez y Francisco Echemendía, funcionarios del Ministerio del Interior de Cuba.
Con posterioridad, René Rodríguez moría en La Habana, en circunstancias misteriosas, después del fusilamiento de los militares el general Ochoa, Tony de La Guardia, en 1989, y al deceso en prisión, en 1991, del general José Abrantes Fernández, exministro del Interior.
Coincidentemente, Estévez también fallecería en una prisión norteamericana. Los hilos de la trama que conducían hasta Fidel y Raúl Castro irían desapareciendo con el tiempo.
El ex secretario de Estado, Shultz, refiriéndose a los resultados del Gran Jurado de Miami, indicó que se "demostró la evidencia de la complicidad de Cuba en el tráfico de narcóticos en América Latina”. En marzo de 1983 fue confiscado en la Florida un velero con 750 libras de marihuana a bordo. Durante el registro del bote se halló un diario con la ruta seguida. Había zarpado de la Florida para Las Bahamas, siguió a Haití, luego a Cuba, después a Jamaica, retornó a Las Bahamas y finalmente llegó a la Florida de nuevo.
Poco después, el 20 de mayo de 1983, el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan declaraba en Miami que existían fuertes pruebas de que funcionarios de Castro estaban involucrados en el tráfico de drogas desde Cuba. Un mes después, el administrador de la DEA, Francis Mullen ratificaba ante el senado estadounidense que el gobierno de Cuba estaba consciente de los movimientos de drogas a través de su territorio, y que facilitaban tales movimientos.
Del libro Las guerras secretas de Fidel Castro, de Juan F. Benemelis.
el 11/05/2010
Cinco años antes del fusilamiento del General Ochoa (1989), acusado de traficar con drogas, existían todas las pruebas de que el gobierno cubano estaba involucrado en este comercio ilícito. Este documental fue transmitido por la televisión de Estados Unidos en 1984. El General Ochoa fue sólo el chivo expiatorio para tratar de exculpar al gobierno de Fidel Castro
Part. I
Part. II
Etiquetas: 1/89, arnaldo ochoa, ayuda humanitaria, beneficiencia, castrismo, castrista, castrocomunismo, causa, comunismo, cuba, cubana, dictadura, drogas, GAESA, hoteles, indigencia, lavado de dinero, Ochoa-La Guardia, turismo
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