Fallece Hebe de Bonafini. Algunas noticias, titulares y artículos que provocó en vida de los cuales se infiere, de ser veraces, que de haber tenido el máximo poder político en sus manos hubiera sido peor que aquellos que ella denunciaba
Por Susana Sechi
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"...su falta de valores quedó demostrada, cuando al morir Juan Pablo II, le deseó que se pudriera en el Infierno o el brindis que protagonizó tras el atentado a las Torres Gemelas, burlándose de las víctimas que a su criterio merecían morir, ya que en su mayoría eran ricos empresarios yanquis..."
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LaHistoriaParalela / Noticuba Internacional
Miercoles, 23 de agosto de 2006
Ante hombres que trascienden en las diferentes ramas de la actividad humana, es recurrente el reconocimiento galante a sus compañeras: “Detrás de todo gran hombre, siempre existe una gran mujer”
En Argentina no es posible aplicarla al Presidente, porque en este caso no existe un gran hombre, como tampoco hay una gran mujer y la referencia no es precisamente a Cristina Fernández, es nada más y nada menos que a Hebe de Bonafini, madre putativa del Señor Kirchner, quien ante una requisitoria periodística en un canal de cable, se reveló como la cara oculta del poder, ser ella quien impone las estrategias a seguir y asesorar personalmente a Néstor Kirchner , digitando quien si y quien no, lo deben acompañar en su gestión.
Afirmó haber confeccionado una lista con quienes - “a criterio de nosotras, no resultaban adecuados para sus cargos y ya no están, de ellos solo permanecen Scioli y el intendente de Quilmes.”
Interrogada por el periodista, que era lo que no le gustaba del Vicepresidente, respondió: “sus ideas, su forma de ser, no me gusta nada de él.”
La señora agregó que en estos momentos estaba muy preocupada y ocupada, por algunos gobernadores e intendentes recientemente incorporados al kirchnerismo, los que directamente no serían de su agrado y así se lo hizo saber al Primer Magistrado, nombrando a título de ejemplo a los gobernadores de Salta, Chaco y Misiones.
Para finalizar ese tema, indicó que siempre aconsejaba al Presidente, “nuestra relación es muy buena y escucha siempre mis pedidos.”
Al parecer y en atención a sus dichos, Hebe de Bonafini maneja el poder a través del Primer Mandatario y las decisiones que toma éste, responden a la voluntad de este controvertido elemento de todos los derechos deshumanos, de precaria cultura y marcada vocación totalitaria.Insultos, bajos instintos, barbarie y conductas repugnantes contra seres humanos que no comparten sus ideas “revolucionarias”, son características de tan burda mujer.
¿Con qué armas cuenta para tomar en sus manos los destinos de una Nación?
Soez en extremo, su falta de valores quedó demostrada, cuando al morir Juan Pablo II, le deseó que se pudriera en el Infierno o el brindis que protagonizó tras el atentado a las Torres Gemelas, burlándose de las víctimas que a su criterio merecían morir, ya que en su mayoría eran ricos empresarios yanquis.
Estas declaraciones públicas de usurpación merecen la urgente interpelación legislativa del Primer Mandatario y que este informe si ha delegado el ejercicio de funciones que le son propias en esta señora, las que incluirían acciones claramente anticonstitucionales, al intentar remover en forma ilegítima y compulsiva, a funcionarios surgidos de la voluntad popular en procesos eleccionarios, todos cargos que implicarían el inmediato juicio político al Presidente.
Por supuesto la Justicia no puede quedar ausente ante delitos de acción pública y sería deseable que algún juez de la República, tomara a su cargo en forma inmediata, la investigación de los hechos y la responsabilidad que en los mismos le cabría a la Señora de Bonafini.
Si como es de esperarse, nada de esto sucediera, dadas las anomalías institucionales que hoy imperan en la Argentina, muchos serían los cómplices que en un futuro deberán rendir cuentas.
Fonte: NotiCubaInternacional
http:www.noticubainternacional.com
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Tomado de http://www.ddcuba.com/
Derechos humanos y partidismo
Bertrand de la Grange
Madrid
19-09-2011
El caso de las Madres de la Plaza de Mayo incluye corrupción y contubernios políticos; y no es el único en América Latina.
La confusión entre la defensa de los derechos humanos y la política partidista está llevando al descrédito a muchas de las organizaciones que dicen luchar contra los abusos de poder y los malos tratos en América Latina. El descalabro es especialmente notorio en Argentina, donde se creía que la asociación Madres de Plaza de Mayo y su presidenta, Hebe de Bonafini, habían tocado fondo con el escándalo de corrupción que implica a su exapoderado, Sergio Schoklender. Esta semana han aflorado nuevas acusaciones que involucran a las Madres con una estructura para canalizar la financiación ilegal del partido oficial. Lo que explicaría, según la oposición, los intentos desesperados del Gobierno de Cristina Kirchner para desactivar el caso judicial e impedir así revelaciones dañinas a un mes de las elecciones generales.
Es probable que nada pueda impedir la reelección de la actual presidenta, que domina claramente el panorama político argentino ante una oposición dividida e incapaz de hacer sombra al peronismo oficial. A la Casa Rosada no le conviene, sin embargo, que se ventilen en la plaza pública las tropelías de sus aliados más cercanos, menos aún si pertenecen al sector de los derechos humanos, su principal bandera política. Desde la llegada al poder, en 2003, de Néstor Kirchner y luego de su esposa Cristina, las combativas Madres de Plaza de Mayo dejaron atrás su independencia y se transformaron en un puntal del Gobierno. No hay una manifestación oficialista donde no esté Hebe de Bonafini, micrófono en mano, para defender a los Kirchner, ya sea en la guerra contra los medios críticos, como el grupo Clarín, o en los conflictos con los agricultores o los jueces.
(Hebe de Bonafini y detrás Sergio Schoklender. Foto de archivo)
Para recompensar esa lealtad, el Gobierno invierte 300 millones de dólares en un proyecto de viviendas de las Madres a favor de familias sin recursos. Hebe de Bonafini, cuyos dos hijos fueron víctimas de la dictadura militar (1976-1983), confía la gestión a un extraño personaje, Sergio Schoklender, que pasó 15 años en la cárcel por haber matado a sus padres a golpes en 1981. Esa relación materno filial con un parricida pertenece a la vida privada de Bonafini, pero no así el mal manejo de las finanzas del proyecto de viviendas.
El Gobierno cierra los ojos y la fiscalía archiva las denuncias que le llegan. Las Madres son intocables. Y cuando estalla finalmente el escándalo, a raíz de una denuncia pública de la oposición, las autoridades intentan controlar los daños y arropan a Hebe de Bonafini, a pesar de la sospecha sobre un posible desvío de fondos públicos de parte de su hija para la compra de un apartamento.
Sergio Schoklender es el culpable ideal, que permite deslindar a las Madres de toda responsabilidad, pero se rebela y recurre al chantaje porque él también quiere beneficiarse del paraguas de los derechos humanos. Y lo más probable es que lo logre, porque amenaza con revelar las pruebas de una supuesta financiación ilegal del partido en el poder. Acaba de contar ante una comisión del Congreso que un funcionario de la Secretaría de Inteligencia le había pedido, de parte de la Presidencia de la República, que guardara silencio hasta las elecciones. A cambio, obtendría la garantía de que la fiscalía archivaría el caso contra él.
Ciertas o no, las acusaciones de Schoklender son un claro indicio de que la más prestigiosa organización de derechos humanos de América Latina ha caído en manos de individuos sin escrúpulos y de políticos con una agenda totalmente ajena a las demandas iniciales de las Madres de Plaza de Mayo, que lucharon por conocer el paradero de sus familiares desaparecidos. Lo mismo pasa en otros países del continente, especialmente en Colombia y Guatemala, donde la defensa de los derechos humanos se ha transformado en una actividad lucrativa y en un trampolín político, además de un aparato de venganza para ajustar cuentas de conflictos pasados.
En Guatemala, por ejemplo, hemos visto cómo un hombre que había hecho toda su carrera en la defensa de los derechos humanos, Edgar Gutiérrez, se convirtió de un día para el otro en jefe del servicio de inteligencia del presidente Alfonso Portillo (2000-2004), acusado de haber matado, en 1982, a dos estudiantes mexicanos al calor de una discusión y actualmente detenido en su país, a la espera de una solicitud de extradición de Estados Unidos por blanqueo de fondos públicos. Todo muy edificante.
Presentó ante la Justicia un escrito con su firma en el que denuncia que Hebe de Bonafini tiene cuentas en bancos europeos
Sábado, 10/09/2011
Buenos Aires.- Sergio Schoklender, el ex apoderado de Madres de Plaza de Mayo, no se quedó en amenazas. Presentó ante la Justicia un escrito con su firma en el que denuncia que Hebe de Bonafini tiene cuentas en bancos europeos, que su organismo pagó gastos de la campaña electoral del kirchnerismo y que el avión privado en el que se movía fue usado por funcionarios nacionales.
En su embestida para involucrar al gobierno nacional, Schoklender fue más allá y apuntó también contra el juez federal Norberto Oyarbide, a cargo de la causa. Dijo que había entregado al juzgado documentación que permitiría probar estas afirmaciones y que estos papeles estarían en la caja fuerte del tribunal.
Por lo pronto, Oyarbide tomó medidas urgentes, anticiparon fuentes del caso. Envió ayer exhortos a bancos europeos para establecer si es cierto lo que dijo en su denuncia Schoklender, que busca desligarse de las acusaciones en su contra, apurar una definición del juez y complicar a las Madres de Plaza de Mayo y al gobierno nacional.
La presentación de Schoklender , según dijeron a LA NACION tres fuentes judiciales, fue realizada el martes cuando pasó por tribunales con la idea de entrevistarse con Oyarbide. Como el juez no lo recibió, buscó tener una audiencia con el fiscal Raúl Pleé, que está a cargo de investigaciones por lavado de dinero y ayuda en esta causa. Pero como Pleé no es el fiscal natural del caso, no lo recibió. No obstante, Schoklender le dejó un escrito que lleva su firma en el que señala que él mismo le habría entregado al juez Oyarbide evidencias de que Hebe de Bonafini tendría cuentas a su nombre en la Caja de Asturias, en España, y que existirían comprobantes de depósitos por unos 2.000.000 de euros. Las cuentas estarían también a nombre de Mercedes Meroño, una de las madres, de 85 años, vicepresidenta de la entidad.
Fuentes del organismo reconocieron ante LA NACION que Madres de Plaza de Mayo tenía una cuenta en la Caja de Asturias, hasta hace cinco años. Y que tanto Hebe de Bonafini como Meroño figuraban como titulares, pero aclararon que la cuenta fue cerrada hace 5 años y que su saldo llegó a 100.000 dólares.
Señala el escrito de Schoklender que Bonafini habría retirado dinero desde Buenos Aires de la cuenta de Asturias. Menciona que existirían otras cuentas en un banco de las islas Canarias, en Italia y en Francia. Parte de toda esta información había circulado la última semana por las redacciones de medios de comunicación en forma de un correo electrónico anónimo.
El escrito que adjuntó Schoklender a Pleé y que el funcionario puso en manos del fiscal Jorge Di Lello, fiscal natural de la causa, menciona que existiría un listado de facturas de gastos de campaña, por el pago de afiches y a consultoras, de acciones realizadas por el subsecretario de Obras y Servicios Públicos, Abel Fatala; por el ministro de Economía, Amado Boudou, y por la presidenta Cristina Kirchner. Schoklender asegura que esas facturas ascenderían a 1.500.000 pesos y que fueron pagadas por la fundación. El fiscal Di Lello entregó el escrito al juez Oyarbide.
En su presentación, Schoklender señaló, además, que obran en poder del juzgado supuestos contratos firmados por Meldorek, la constructora de Schoklender, con el gobernador chaqueño, Jorge Capitanich; el intendente de Tigre, Sergio Massa; el gobernador de Santiago del Estero. Gerardo Zamora, y el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli.
Asimismo, el escrito menciona que en los aviones de Meldorek habrían viajado la ministra de Industria, Débora Giorgi, Capitanich y Pablo Moyano, hijo del líder de la CGT. Fuentes del ministerio desmintieron que Giorgi hubiera volado en uno de esos aviones, pero otras fuentes cercanas a la empresa insistieron en que fue una de las pasajeras.
Desde las Madres negaron tener algo que ver con los gastos de campaña de Fatala, Boudou y la Presidenta. Además, dijeron desconocer los contratos firmados entre Meldorek y Capitanich, Massa, Zamora y Scioli, así como el listado de funcionarios que viajaron en los aviones.
Schoklender agrega que está en conocimiento del juzgado que Alejandra Bonafini, hija de Hebe, realizó operaciones inmobiliarias por 470.000 dólares, que compró una vivienda en 380.000 dólares y un departamento en 90.000 dólares, que luego vendió a Meldorek en 20.000.
Etiquetas: Argentina, corrupción, cuentas bancarias, derribo, desaparecidos, fallece, Hebe de Bonafini, Juan Pablo II, malversación, odio, Plaza de Mayo, torres gemelas, venganza
1 Comments:
Hay muy poco que decir, ya que este asunto es bastante blanco y negro. La Bonafini era una vieja odiosa y chillona que le encantaba ser "celebrity," al menos en su ambiente, y se valió de los muertos para conseguirlo y mantenerse en el tapete cuando ya su "cruzada" no tenía sentido. Ya había pasado mucho tiempo desde que la derecha pura y dura gobernara en Argentina. Una bruja menos.
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