Feliz Navidad 2023-2024 ! Celebremos la Navidad con un sentido de devoción verdadero y una dosis de concienciación generosa
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Tomado de https://elamerican.com
La Navidad y el verdadero reinicio
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Celebremos la Navidad con un sentido de devoción verdadero y una dosis de concienciación generosa
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Adeste Fideles, version completa en latin y español
Por Julio Shiling
12.25.20
La Navidad señala la celebración anual del nacimiento de Jesucristo. El significado de esta fecha, en ninguna circunstancia, debe ser relegado estrictamente para los fieles. Este acontecimiento marcó el comienzo de una vida, humana, pero divinamente constituida y todopoderosa. En pocas palabras, el mundo cambió como resultado de la llegada del Salvador. Esto no quiere decir que el mal sería eliminado del mundo. No. Eso violaría las mismas leyes y premisas de su encarnación humana y el curso que tenía que seguir. En su culminación material, una renovación permanente se llevó a cabo. A pesar de todos los desafíos de las fuerzas del mal de ayer y de hoy, la esencia de los valores, la visión del mundo, y la esperanza que esa Vida excepcional le otorgó a la humanidad, está siempre viva y presente. Es muy apropiado tener en cuenta algunas de ellas. Consideremos sólo tres.
El cristianismo como religión, movimiento, sistema de creencias que brotó a raíz de la vida de Jesús, puso en marcha un reinicio universal verdadero. Comencemos con la libertad. La propia noción de elegir voluntariamente, de creer o no, fue una innovación revolucionaria que subrayó la parte que la libertad fue dada en esta nueva forma de ver y vivir el mundo. Históricamente, hasta ese momento, una larga línea humana de rituales mecánicos, de sacrificio y/o de culto eran la norma de conducta exigida a los sujetos e impuesta por las autoridades políticas absolutistas o sus equivalentes. Tras la reformulación del paradigma, el Niño Redentor nacido el día de Navidad desató un pacto en el que se le pedía a los creyentes (y no creyentes) que salieran a la luz, vivieran una vida virtuosa y reclamaran el don de la vida eterna, mediante la gracia para algunos, la fe para otros, pero siempre a instancias de la razón y la toma de decisiones.
La predestinación templada con el libre albedrío, en consonancia con el consuelo de que sólo un acto virtuoso realizado en el libre ejercicio de la acción lleva consigo la dosis adecuada de mérito. Como el Papa Benedicto XVI escribió agudamente: “La libertad es, evidentemente, la estructura necesaria del mundo” (Ratzinger 158).
Si la libertad se hace estructuralmente evidente con la noción de que el espacio libre dado para creer o no nos asegura que somos libres, sería lógico concluir que la responsabilidad personal debe desempeñar un papel importante en esta comprensión liberadora de la vida. Somos responsables de nuestras buenas acciones, así como de nuestros pecados. Tal es la interpretación de la justicia, otro componente fundamental de la iniciación de este nuevo orden.
La justicia, sin embargo, no está encadenada a las normas convencionales que tan a menudo son caprichosas y están sujetas a los vaivenes de las cuestiones temporales, sino más bien una justicia como la que predicó el Niño de Belén una vez adulto, la justicia de un reino sobrenatural. Estaba la justicia del César: coja, defectuosa y potencialmente injusta; y por otro lado existía la justicia ineludible y superior, bajo la administración divina.
De repente, con la relación especial que la libertad y la justicia adquirieron con el ascenso del cristianismo, se pudo ver el despliegue de mecanismos bien situados que establecen parámetros importantes para los modos preferidos de organizar un gobierno cívico, como la democracia dentro de una república constitucional. ¿Dónde está el puente entre los principios de la doctrina cristiana y la política convencional? La Ley Natural y el hecho de que hay derechos preeminentes que son dados por Dios y un sistema superior de aplicación de la justicia que produce una ciudadanía mejor, por un lado, e invoca una mayor responsabilidad por parte de la sociedad, por el otro.
La transformación global que el Rey Niño puso en marcha, de haber sido aplicable durante su fase terrenal, podría haber encontrado un mundo mucho menos hostil que el que vivió Jesús. El reinado de una tiranía brutal con todo el peso del terrorismo estatal y la persecución política, una religión organizada cómplice e impía, mecanismos de creencias paganas estatales competidoras, la práctica abierta del infanticidio, la pobreza abyecta, las horribles condiciones sanitarias, un sistema de justicia bárbaro y el atraso tecnológico (por nombrar algunos) representaban las características existenciales del entorno humano al que se enfrentó Jesús.
Celebremos la Navidad con un sentido de devoción verdadero y una dosis de concienciación generosa, y tratar de comprender que los males de nuestro tiempo, fueron mitigados en gran medida por lo que los seguidores y creyentes en ese Niño Rey que honramos en esta ocasión especial, facilitaron. Mantengamos la tradición, en su pleno significado, vivo, relevante y permanezcamos fieles a ese camino que conduce a la preservación de ese reinicio trascendental que Jesús comenzó ¡Feliz Navidad!
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T V Libertad
23 de diciembre,2023
Feliz Navidad y bondadoso Año 2024
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Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso
" Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que cuando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón."
Lucas 2, 1-7
y la siguiente alusión indirecta:
"En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinea, y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados,"
Lucas 3, 1-3
si la leemos conjuntamente con Lucas 3,21:
"Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió,"
En un marco más amplio que el nuevo testamentario como lo es la Tradición Apostólica, la cual está contenida en los libros del NT pero también en los escritos de los grandes escritores cristianos de los primeros siglos, tampoco se encuentra la respuesta sobre la fecha exacta del nacimiento de Cristo. No obstante, los primeros versículos citados sirven para afirmar que Cristo nació aproximadamente 6 años antes que el año en que al principio se calculó su nacimiento, o sea, existe un error aproximado de 6 años en la manera en la que se han fechado tradicionalmente los diferentes hechos históricos de la humanidad con el convenio "después de Cristo" o "después de nuestra era", pues Jesús había nacido antes. Los cómputos se hicieron en el Siglo VI de nuestra era por el Monje Dionisio y la razón de ese error fue el carecer de la suficiente información para situar la fecha del nacimiento de Jesús correctamente. Pese al conocimiento que se tiene actualmente de ese error, se mantienen los fechados calculados con anterioridad por el trabajo y la confusión que podrían traer sus correcciones.
¿ POR QUÉ EL 25 DE DICIEMBRE ?
Para conocer el por qué los cristianos celebramos el nacimiento de Jesús el 25 de Diciembre, debemos remontarnos a la Roma del siglo IV d.C., en la cual desde el siglo anterior había aparecido el culto al dios Sol o dios Solar. El nacimiento del dios Solar era celebrado un día equivalente a nuestro actual 25 de Diciembre, pues en aquellos tiempos se usaba un calendario diferente al actual. Esa fecha fue escogida por el hecho de que ese día, el sol surgía triunfante de la noche más larga del año (según los cálculos de esa época), o sea del supuesto equinoccio de invierno para el hemisferio norte pues dicho equinoccio realmente ocurre el 21 ó 22 de Diciembre. A principios del siglo IV, el emperador romano Constantino el Grande había promulgado el Edicto de Milán en favor de los cristianos y decretado festivo el primer día de la semana o domingo, día del Sol para los paganos pero también, desde hacía dos siglos, día del Señor para los cristianos según se puede leer en los escritos de san Ignacio de Antioquía (muerto en el año 107 d.C.). El domingo es el día de la semana en el que Cristo resucitó y en el que posteriormente realizó varias de sus apariciones ante los apóstoles lo cual aparece intencionalmente destacado en el Nuevo Testamento, señalando con ello la importancia de ese día.
La coincidencia del día de la semana consagrado para el dios Sol y el día del Señor, así como el hecho que se identifica a Cristo como el sol de justicia del que se profetisa en Malaquías 4,2:
"Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada."
y la Luz del mundo de que se habla en Juan 8,12:
"Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida."
llevó pocos años después a identificar el día del nacimiento del dios Sol con el día del nacimiento histórico de Jesucristo.
Pero la Navidad no sólo celebra el nacimiento histórico de Jesús, también celebra la encarnación de Dios hecho hombre llamado el Misterio de la Encarnación que fue anunciado por Isaías.
"Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Enmanuel."
Isaías 7,14
"Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz."
Isaías 9, 6
Como consecuencia de la expansión que tuvo el cristianismo en esa época, ya en el siglo V d.C. la celebración de la Navidad se había extendido grandemente por el mundo conocido de esos tiempos.
¿ PAGANISMO O EVANGELIZACIÓN ?
El origen pagano de la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, ha sido tomado por pocas y bien determinadas personas para calificar de paganismo la celebración de la Navidad ese día. Esas personas probablemente desconocen que las más importantes fiestas del pueblo de Israel como son: La Pascua (la fiesta más importante del calendario judío), la Fiesta de la Primera Gavilla y la Fiesta de los Panes Ácimos y muchas otras costumbres judías, como es por ejemplo el considerar que el día comienza por la tarde y se extiende hasta la tarde siguiente, tienen su origen pagano en los pueblos entre los cuales nació y se desarrolló el pueblo de Israel así como por sus relaciones con los pueblos vecinos. El pueblo de Israel le dio un carácter totalmente nuevo a esas fiestas y costumbres, despojándolas de los elementos paganos que ellas poseían. Por nuestra parte, los cristianos hemos estado llevando a cabo desde muy temprano en la historia, una actividad que recibe hoy el nombre de Evangelización de la Cultura. La celebración de la Navidad el 25 de Diciembre y la adopción de un símbolo de origen pagano como es el árbol navideño, el cual procede de los pueblos nórdicos, son vivos ejemplos de esa actividad en las cuales los componentes religiosos paganos fueron totalmente eliminados y en su lugar hemos situado elementos de indiscutible carácter cristiano.
Los cristianos con cada Navidad celebramos el nacimiento del tierno y entrañable niño Dios y Padre eterno que vino a mostrar el camino para hacer realidad los anhelos de justicia, fraternidad, libertad y paz de toda la humanidad. La celebración de la Navidad es necesaria, bella e importante, pero aún más importante que celebrar ese bello acontecimiento, es ayudar a que ese niño nazca dentro de nosotros en esta muchas veces oscura gruta que llamamos corazón, y que después, crezca sano y hermoso acompañándonos en nuestro peregrinar. Cualquier momento es bueno para ese alumbramiento, pero La Navidad de este año sería sin duda un marco maravilloso para que dentro de muchos de nosotros se haga realidad ese acontecimiento.
Bibliografía:
La Biblia (Latinoamérica),Edición Pastoral, Editorial Verbo Divino, Navarra, España, 1972
Biblia de América, Editorial La Casa de la Biblia, coeditan Atenas, PPC, Sígueme, Verbo Divino, Madrid, España, 1994
La Santa Biblia. Antiguo y Nuevo Testamento (Reina-Valera), Sociedades Bíblicas Unidas, Corea, 1989.
Diccionario de Pastoral
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Helene Fischer (Hofburg Wien 2015)- Feliz Navidad!
Helene Fischer | Hallelujah (Live aus der Hofburg Wien)
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MATERIALISMO CASTRISTA VS. NAVIDAD CRISTIANA.
Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
23 de diciembre de 2018
Santa Cruz de Tenerife. España.- La celebración de las festividades cristianas en Cuba está en relación directa con el proceso de la colonización española. Como se ha expuesto por múltiples historiadores, y de acuerdo a la documentación que ha prevalecido desde los tiempos de la conquista de gran parte de América, los españoles no solo encontraron en aquellas tierras el terreno ideal para extender su poderío político e incrementar su economía, sino que facilitaron de manera paralela el inicio de un largo período evangelizador con el que se difundía por vez primera el Cristianismo por estos parajes, en los que ya existían sus modalidades de religión, tal vez un tanto distantes de las concepciones cristianas; pero tenían con una solidez extraordinaria el establecimientos de cultos a sus divinidades, toda vez que, como diría el cubano colosal que tanto trató de hacer por nuestra América:
“Todo pueblo necesita ser religioso. No sólo lo es esencialmente, sino que por su propia utilidad debe serlo. Es innata la reflexión del espíritu en un ser superior; aunque no hubiera ninguna religión todo hombre sería capaz de inventar una, porque todo hombre la siente. Es útil concebir un GRAN SER ALTO; porque así procuramos llegar, por natural ambición, a su perfección, y para los pueblos es imprescindible afirmar la creencia natural en los premios y castigos y en la existencia de otra vida, porque esto sirve de estímulo a nuestras buenas obras, y de freno a las malas. La moral es la base de una buena religión. La religión es la forma de la creencia natural en Dios y la tendencia natural a investigarlo y reverenciarlo. El ser religioso está entrañado en el ser humano. Un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud. Las injusticias humanas disgustan de ella; es necesario que la justicia celeste la garantice”.
De cualquier modo, la Iglesia Católica no comprendió la esencialidad de aquellas formas ancestrales de religión e impuso un nuevo orden en este sentido. El Cristianismo llegaba a América y echaba sus raíces, las que con el tiempo se solidificaron hasta quedar definitivamente como la religión más practicada en la región. De ahí que las festividades cristianas se celebren con el mismo rigor que en el viejo continente, de donde llegó el mensaje del Cristo-Redentor para que los nativos indígenas supieran acerca del amor y la compasión predicada en las escrituras cristianas, de los milagros y sanaciones de Cristo, de grandes ceremoniales, del simbolismo de cruces, vírgenes, ángeles, altares, cirios, fuegos, y llegaran a comulgar en el sacramental acto de la misa católica.
Entre estas festividades cristianas la Navidad es una de las representativas, tan solo superada en importancia por la serie secuencial de acontecimientos – última cena de Jesús con sus discípulos, su pasión, su muerte, su sepultura mística y su resurrección al reino celestial– que se resumen en la llamada Semana Santa, aunque tal vez el espíritu festivo de la Navidad, a diferencia del marcado recogimiento espiritual que se supone envuelva a la Semana Santa, le ofrezca a la primera una aparente mayor relevancia dentro del calendario eclesiástico.
No hay un solo pueblo del mundo de la cristiandad que no espere con fervor esta etapa del año para celebrar el nacimiento de aquel que fue capaz de revolucionar los rígidos cánones de las leyes del Judaísmo, religión que le precedió históricamente, y de la cual, el Cristianismo adoptó aspectos esenciales para la conformación de su cuerpo doctrinal, aunque con el matiz liberal de la impronta de Cristo-Jesús con sus enseñanzas ético-morales fundamentadas en nuevos códigos.
La Navidad se celebra cada 25 de diciembre –en relación con el místico momento astronómico del Solsticio del Invierno–, día atribuido al nacimiento de Cristo, aunque se sabe que esta fecha es motivo de múltiples cuestionamientos y muchos historiadores se inclinan a pensar que el niño Jesús no nació justamente este día, y hasta existen investigaciones que sitúan su nacimiento antes de lo que comúnmente se cree, lo que cambia el inicio de la era cristiana para situarlo un tanto antes. Téngase presente que en la historia narrada en los evangelios sinópticos de las escrituras cristianas solo se hace referencia a un nacimiento, sin que se precise el día exacto de dicho acontecimiento.
No obstante, esto no es lo más importante, sino recordar el sagrado momento en que vino al mundo el ser escogido para que la propia Divinidad se expresara en el, y nos trajera un nuevo mensaje reconciliador mediante la asimilación del amor, el perdón, la compasión, la justicia, la humildad, entre otras tantas virtudes que se personifican en la figura de aquel que vino al mundo para cargar con los pecados de los mortales, según suele predicar la Iglesia Católica.
Hacer desaparecer, o al menos pretender que desaparezca, la Navidad entre los hombres constituye uno de los más salvajes sacrilegios que pueda llevar a cabo un gobierno. En Cuba, una vez que el régimen castrista declaró de manera pública el carácter socialista de su revolución – durante un efusivo y prolongado discurso de Fidel Castro, en abril de 1961–, se asumió el ateísmo como ley, el marxismo-leninismo como doctrina, y el materialismo más despreciable como formas de empezar a comprender la razón de ser del mundo y del hombre.
El maquiavélico dictador Fidel Castro quiso apropiarse fielmente de los cánones de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, por aquellos tiempos el modelo prototípico sobre el cual el maníaco comandante que se adueñó de Cuba y de los cubanos, basaba todas, o la mayoría, de sus determinaciones. Recordemos la expulsión de más de un centenar de clérigos en los años iniciales de su dictadura, así como la desmedida persecución hacia aquellos que siguieron visitando los sagrados templos, los que comenzaron a ser vigilados por multitudes de agentes encubiertos, algo similar a lo que hizo el estalinismo marxista en la ya extinta URSS cuando se intentó asfixiar a la Iglesia Ortodoxa Rusa, la modalidad de Cristianismo más extendido en aquel país.
Así las cosas, en Cuba se fue apagando la llama de la fe cristiana. La represión ejercida por el comunismo frenaba todo posible progreso religioso, o al menos, el poder mantener lo existente. La nacionalización masiva de todo condujo a un tipo de enseñanza estatal desprovista de cualquier vestigio de religiosidad, para en su lugar, imponer un adoctrinamiento masivo desde los primeros años de la vida. La veneración a Dios, a Cristo, a Santos y Ángeles se sustituyó por el culto a la personalidad de Fidel Castro y sus revoltosos barbudos. De las casas de los cubanos desaparecieron las tradicionales imágenes del Sagrado Corazón de Jesús toda vez que fueron cambiadas por sendas fotos de aquel que se convirtió en el dueño absoluto de Cuba y de los cubanos.
El nacimiento, como representación del momento de la llegada al mundo del Cristo-Redentor, dejó de exponerse en los comercios, los parques y hasta en los hogares de los cubanos. La tradicional Noche Buena se fue olvidando, ya no solo por la imposición castrista de abolir toda alegoría de carácter religioso, sino porque cada vez resultaba más difícil la adquisición de los alimentos con que comúnmente los cubanos se reunían en familia en una humilde cena.
La fantasía de los reyes magos, algo que se dedica de modo especial a los niños – su significado como símbolo de la expresión manifestada del carácter divino de Jesús (como estrella naciente que guió a los magos del lejano oriente) va mucho más allá de lo que la tradición nos intenta mostrar–, y que sigue en orden secuencial a los días festivos de la Navidad, también fue abolida y considerada rezago de un pasado que el cruel comandante se empeñó en hacer desaparecer por la fuerza. Las carencias y la ausencia de juguetes para obsequios, unido a la forzada desaparición de la celebración, hicieron que la Epifanía o Día de Reyes solo quedara en el recuerdo de aquellos que permanecieron fieles a la fe cristiana, aunque fueran discriminados y llevados a la marginación y el ostracismo en muchos casos.
Pero lo que resulta más insólito dentro de las atrocidades del castrismo en relación con estos acontecimientos religiosos, es la idea de cambiar el sentido a la festividad del Año Nuevo, algo que la Iglesia Católica considera de una importancia extraordinaria, y que no puede verse como un hecho aislado y descontextualizado de la etapa navideña.
Entre Navidad y la Epifanía o Día de Reyes se interpone el día de Año Nuevo, lo que representa la reafirmación del nacimiento místico y la posibilidad de que los hombres puedan emprender una nueva etapa, esto es, dejar lo viejo, lo precedente, de lo que solo asumiremos la esencia de su positividad, para enfrentarnos a un nuevo momento que nos dará la posibilidad de asumir nuevos proyectos en la vida. En el sentido filosófico-religioso se trata de una renovación cíclica que experimentan todas las criaturas, y que no solo es aplicable al hombre, sino a todo el universo en su acepción macrocósmica.
No obstante, el régimen comunista cubano inmerso en su acérrimo materialismo marxista desvirtuó el sentido de este día. Por desgracia la infausta fecha considerada como el día del “triunfo” de la revolución de Castro y sus rebeldes barbudos coincidió con el día de año nuevo, suficiente como para hacer una obligada transmutación, y en vez de esperar el nuevo año desde una perspectiva más coherente y lógica, matizada por los aires vigentes del espíritu navideño, se impuso una solemne velada en espera del nuevo aniversario de lo que los anquilosados comunistas han considerado una revolución para la historia de Cuba.
De esta forma, en la isla fueron exterminadas la misa de media noche o de gallo, la Navidad cristiana, la celebración familiar de la Noche Buena, la espera del Año Nuevo en su verdadero sentido trascendental y no en relación con el considerado triunfo del castrismo, los decorados de las casas, calles y establecimientos con los adornos que hacen alusión a la etapa navideña, las costumbres de intercambiar regalos; en fin, todo aquello que tuviera que ver con una de las más importantes festividades del mundo de la cristiandad; y aunque en el presente se pretende revitalizar el sentido de la religiosidad – en la última década la religión se volvió a reinsertar en la vida de los cubanos, aunque las instituciones religiosas permanecen bajo un estricto control por parte de agentes de la Seguridad del Estado Cubano que de manera encubierta se encargan de vigilar todo el acontecer de la nación–, existe un vacío de varias décadas como consecuencia directa de un materialismo brutal que acabó con la fe de grandes sectores poblaciones de una nación que fue eminentemente religiosa, pero que hoy, independientemente del esfuerzo y de las buenas intenciones de aquellos que intentaron mantener la fe, yace inmersa en una mezcla de materialismo impuesto, ateísmo forzado y fanatismo pseudoreligioso, pues como bien expresó José Martí:
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