Algo se mueve
Por Víctor Llano
Los únicos extranjeros que podrán decidir algo en la Isla son los estadounidenses. Si bien no impidieron la barbarie, al menos, permitieron que dos millones de sus víctimas pudieran vivir y prosperar en su país. Según aseguró Raúl Castro ante un buen número de generales, sólo el Partido Comunista Cubano podría asumir el liderazgo de la mafia después de que su hermano "muera o deje el poder". El heredero del Máximo Líder no debe confiar mucho en la salud de su mentor. Sólo así se entiende que valorase la posibilidad de que dejara el poder antes de dejar de respirar. En cualquier caso, el hermanísimo se esconde tras el PCC para tratar de desmovilizar a los jefes de un ejército que son conscientes de que muy pronto tendrán que decidir entre dejar hacer o pasar a la acción.
Ya es tarde para volver atrás. "Santa Rita Rita Rita, lo que se da no se quita". Los generales que nombró Raúl Castro no renunciarán al poder sólo porque una asamblea de esclavos se lo pida. Los milicos fascistas que en Cuba garantizan la represión y los burdeles, saben que tienen la sartén por el mango y el mango también. Serán ellos los únicos que estarán en disposición de pactar con los estadounidenses cuando, como dice Raúl Castro, el coma-andante "muera o deje el poder".
Sólo los militares podrán evitar que cientos de miles de desesperados balseros traten de alcanzar las playas de Florida. Es probable que a cambio de tiempo ya hayan llegado a un acuerdo con la potencia enemiga y garantizado la seguridad de sus costas. Por desgracia, respecto a Cuba, no otra cosa preocupa al Gobierno de Bush. Y nadie puede reprochárselo. Dicen que la caridad bien entendida comienza por uno mismo. Lo que sí podemos reprocharle es que trate de entretenernos con buenas palabras. Si le hubiera importado la suerte de los cubanos, hace ya mucho tiempo que se hubiera detenido en el presente y renunciado a prometer un futuro que están muy lejos de garantizar. ¿Por qué hemos de creerle? ¿Por qué iba a hacer mañana lo que no hizo ayer?
Y lo peor es que a los rehenes de la tiranía no les queda otra que esperar por lo que les pueda llegar del norte. A pesar de que fueron muchas las promesas que quedaron en nada, sólo pueden mirar a Estados Unidos. Con Zapatero a la cabeza, la madre patria se convirtió en madrastra mala y trabaja en Europa para garantizar un futuro a los herederos de la barbarie comunista. El presidente por accidente pretende que después del esperado velorio los cubanos le puedan considerar un interlocutor válido. Pierde el tiempo. Las víctimas de Castro saben lo que hizo el último verano. Pactar con los verdugos y despreciar el dolor y la memoria de sus víctimas. En Cuba no lo conseguirá. Los únicos extranjeros que podrán decidir algo en la Isla son los estadounidenses. Si bien no impidieron la barbarie, al menos, permitieron que dos millones de sus víctimas pudieran vivir y prosperar en su país.
Por Víctor Llano
Los únicos extranjeros que podrán decidir algo en la Isla son los estadounidenses. Si bien no impidieron la barbarie, al menos, permitieron que dos millones de sus víctimas pudieran vivir y prosperar en su país. Según aseguró Raúl Castro ante un buen número de generales, sólo el Partido Comunista Cubano podría asumir el liderazgo de la mafia después de que su hermano "muera o deje el poder". El heredero del Máximo Líder no debe confiar mucho en la salud de su mentor. Sólo así se entiende que valorase la posibilidad de que dejara el poder antes de dejar de respirar. En cualquier caso, el hermanísimo se esconde tras el PCC para tratar de desmovilizar a los jefes de un ejército que son conscientes de que muy pronto tendrán que decidir entre dejar hacer o pasar a la acción.
Ya es tarde para volver atrás. "Santa Rita Rita Rita, lo que se da no se quita". Los generales que nombró Raúl Castro no renunciarán al poder sólo porque una asamblea de esclavos se lo pida. Los milicos fascistas que en Cuba garantizan la represión y los burdeles, saben que tienen la sartén por el mango y el mango también. Serán ellos los únicos que estarán en disposición de pactar con los estadounidenses cuando, como dice Raúl Castro, el coma-andante "muera o deje el poder".
Sólo los militares podrán evitar que cientos de miles de desesperados balseros traten de alcanzar las playas de Florida. Es probable que a cambio de tiempo ya hayan llegado a un acuerdo con la potencia enemiga y garantizado la seguridad de sus costas. Por desgracia, respecto a Cuba, no otra cosa preocupa al Gobierno de Bush. Y nadie puede reprochárselo. Dicen que la caridad bien entendida comienza por uno mismo. Lo que sí podemos reprocharle es que trate de entretenernos con buenas palabras. Si le hubiera importado la suerte de los cubanos, hace ya mucho tiempo que se hubiera detenido en el presente y renunciado a prometer un futuro que están muy lejos de garantizar. ¿Por qué hemos de creerle? ¿Por qué iba a hacer mañana lo que no hizo ayer?
Y lo peor es que a los rehenes de la tiranía no les queda otra que esperar por lo que les pueda llegar del norte. A pesar de que fueron muchas las promesas que quedaron en nada, sólo pueden mirar a Estados Unidos. Con Zapatero a la cabeza, la madre patria se convirtió en madrastra mala y trabaja en Europa para garantizar un futuro a los herederos de la barbarie comunista. El presidente por accidente pretende que después del esperado velorio los cubanos le puedan considerar un interlocutor válido. Pierde el tiempo. Las víctimas de Castro saben lo que hizo el último verano. Pactar con los verdugos y despreciar el dolor y la memoria de sus víctimas. En Cuba no lo conseguirá. Los únicos extranjeros que podrán decidir algo en la Isla son los estadounidenses. Si bien no impidieron la barbarie, al menos, permitieron que dos millones de sus víctimas pudieran vivir y prosperar en su país.
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