Tomado de https://www.cubanet.org/
La versión castrista de los alzados que tuvieron que enfrentar en la década de 1960
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Esa versión no habla de las ejecuciones extrajudiciales y torturas a los alzados por parte de las fuerzas del régimen, de las que abundan los testimonios
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Por Luis Cino Álvarez
La Habana
16 de febrero, 2024
LA HABANA, Cuba.- El castrismo siempre se ha empeñado en mostrar como bandidos y criminales a los alzados que combatieron al régimen en la primera mitad de la década de 1960, principalmente en la serranía del Escambray.
Su accionar ha sido minimizado, pero lo magnifican a su conveniencia cuando en libros, películas o seriales televisivos quieren enaltecer el papel de las fuerzas gubernamentales que los enfrentaron.
Al respecto, recordemos la película El hombre de Maisinicú, dedicada a la glorificación de Alberto Delgado, el agente infiltrado del G2 que en 1964 hizo posible, mediante trampas, la captura de los jefes guerrilleros Julio Emilio Carretero, Maro Borges y Zoila Águila (la Niña de Placetas).
El régimen, que se vio obligado a hacer grandes movilizaciones y varias aparatosas ofensivas (limpias, como fueron oficialmente llamadas), demoró más de seis años en aplastar a las guerrillas anticastristas y fue gracias a la abrumadora superioridad en armamento y número de hombres de las fuerzas gubernamentales.
Solo en la Primera Limpia del Escambray, entre finales de 1960 y los primeros meses de 1961, participaron 70.000 efectivos, entre soldados y milicianos, al mando del comandante Dermidio Escalona.
En dicha limpia, no consiguieron liquidar a las guerrillas, a pesar de que mataron a cientos de alzados y fueron capturados o muertos algunos de sus jefes, como Sinesio Walsh, Plinio Prieto, Porfirio Remberto Ramírez, Ismael Heredia, Nando Lima, Sacarías García, Juan Cajigas, Ismael Rojas y Carlos Duque.
No habiendo conseguido derrotar a los alzados, el 3 de julio de 1962 fue creada la Sección de Lucha contra Bandidos, dirigida por el comandante Juan Almeida.
Para mediados de 1964, los grupos armados que combatían al régimen estaban en una situación desesperada. Cheíto León —el sustituto de Julio Emilio Carretero, quien a su vez había sustituido a Tomás San Gil como jefe de las guerrillas del Escambray— fue muerto en combate el 6 de junio. Varios centenares de alzados habían sido muertos o hechos prisioneros y las líneas de suministros de armas y alimentos estaban cortadas. Aun así, hubo grupos que resistieron el asedio del régimen hasta el primero de octubre de 1966, cuando fue apresado el último alzado, el anciano campesino José Rebozo.
Los primeros alzados datan de 1959, a pocos meses de la instauración del régimen de Fidel Castro. Muchos de ellos habían combatido al régimen de Batista en las filas del Directorio Estudiantil Revolucionario o el Movimiento 26 de Julio. No se sabe con certeza si el primer alzado fue Ramón Trujillo, en la zona del Escambray conocida como La Macagua, o Luis Santana Gallardo (alias Luis Vargas).
Si se tiene en cuenta que ya en 1959 había alzados y que el último de ellos no fue neutralizado hasta 1966, tenemos que la insurgencia anticastrista duró siete años, lo que la convierte en el más prolongado conflicto bélico ocurrido en Cuba luego de la Guerra de los Diez Años (1868-1878).
Y no fue poca la envergadura de lo que fue una verdadera guerra civil. De acuerdo a datos oficiales de los que se hizo eco el periódico Granma el 12 de abril de 2006, entre 1959 y 1965 hubo en las entonces seis provincias, particularmente en las actuales provincias Villa Clara, Sancti Spíritus, Matanzas y Pinar del Río, “un total de 299 bandas de alzados, las que totalizaban 3.995 combatientes”. “Solo en la provincia de Las Villas, y en especial en el Escambray, se detectaron 168 bandas, con un total de 2.000 alzados”, según Granma.
Ecured, también basándose en datos oficiales, sitúa la cantidad de muertos del conflicto entre 549 y 700. Pero esa cantidad no incluye a los varios centenares de alzados muertos en combate, fusilados o ejecutados extrajudicialmente.
La versión oficial acusa a los alzados de haber cometido crímenes y atrocidades contra los simpatizantes del régimen. Pero las fuerzas gubernamentales no se quedaron atrás en cuanto a abusos y atrocidades.
En 1961, cuando en los alrededores de Trinidad, los alzados asesinaron a los alfabetizadores Conrado Benítez y Manuel Ascunce y a varios campesinos colaboradores del ejército, el jefe guerrillero Osvaldo Ramírez advirtió que hechos así no se podían repetir porque desacreditaban y resultaban contraproducentes, ya que el castrismo —como sucedió— los utilizaría como mártires y para enajenarles el favor del campesinado.
Para evitar que ayudaran a los alzados, cientos de familias campesinas fueron sacadas a la fuerza del Escambray y reinstaladas en los llamados pueblos cautivos, Sandino y Briones Montoto, al oeste de Pinar del Río.
Abundan los testimonios referidos a ejecuciones extrajudiciales y torturas por parte de las fuerzas del régimen. Y se conoce de varios casos en que los cadáveres de alzados fueron exhibidos públicamente en los poblados para atemorizar a la población.
La Ley 988 autorizaba la confiscación de las propiedades de los que apoyaran a los alzados y los fusilamientos de los que cometieran “crímenes contra el poder del estado”.
Hubo alzados a los que luego de ser capturados, los mataron en el monte, alegando que habían intentado escapar, o hicieron luego el papeleo para demostrar que habían sido juzgados y condenados a muerte.
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¨El General de Ejército Raúl Castro calificó este largo batallar como una guerra civil; en 1967 expresó que en aquellos encuentros contra el bandidismo perdieron la vida cerca de 500 combatientes revolucionarios, y las operaciones costaron al Estado cubano entre 500 y 800 millones de pesos. Ese fue el balance de la destrucción de 179 bandas y casi 3 600 alzados que asolaron el teritorio nacional a mediados de 1960 y 1965 fundamentalmente. Cien mil hombres rastrearon las antiguas seis provincias del país para aniquilar a unos 200 grupos de alzados. ¨ (pp. 125-126)
Una observación interesante: el Doctor en Ciencias Arnaldo Jiménez de la Cal, oficialista historiador de la ciudad de Matanzas, en su libro Principio y fin del bandidísimo en Matanzas. (1998), que fue Premio 26 de Julio del año 1997, expone en sus datos que de los aproximadamente 600 alzados ( o sea, individuos que participaron en la lucha con el arma en la mano; luego no se tiene en cuenta los suministros, guías, personal de apoyo, etc.) que hubo en la provincia de Matanzas, y que fue aproximadamente el 25% del total que hubo en todo el país, sólo tres habían pertenecido a los cuerpos armados de la anterior República, mientras que más de 90 habían pertenecido a los cuerpos del régimen Castrista: Milicias Nacionales Revolucionarias, Ejército Rebelde, Policía Nacional Revolucionaria, etc..
En ese libro del Dr. Jiménez de la Cal, se citan fragmentos de discursos locales de Fidel Castro donde se dice que fueron errores de la Revolución los que conllevaron a que tantos campesinos se alzaran.
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Sobre la Guerra Civil en Cuba para combatir a la dictadura Castrista en los años 60 del siglo XX que niega tanto la aceptación pasiva del Castrismo como cobardía por parte del pueblo cubano
Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso
13 de abril de 2021
(FRAGMENTO)
En el artículo Datos de una guerra civil del historiador cubano Rafael Rojas (radicado en México y hermano del actual Viceministro de Cultura del Castrismo) se lee: ¨El concepto de guerra civil resulta más apropiado que el de ''contrarrevolución'' a la hora de historiar aquel conflicto. El discurso oficial atribuye a los ''contrarrevolucionarios'' la falsa homogeneidad ideológica, política y social de la propia ''revolución'' y, a la vez, niega la identidad nacionalista de los opositores al comunismo. Cuando el campo intelectual y académico de la isla acepte que aquellas decenas de miles de adversarios al gobierno de Fidel Castro fueron cubanos que deseaban lo mejor para su país y no apátridas y traidores que trabajaron por la destrucción de la isla y su anexión a Estados Unidos, comenzará la verdadera reescritura de la historia contemporánea de Cuba.¨
En efecto: en Cuba en la década de los años 60 del pasado siglo hubo una Guerra Cívil en contra de la tiranía impuesta por el Castrismo; tal es así que hasta el régimen Castrista así lo ha entendido y dicho en ocasiones. En el tomo I del libro Las Reglas del Juego, elaborado por miembros de la Dirección Política del MININT y publicado en 1992 por la Editoral San Luis, editoral del MININT se lee ( sólo teniendo en cuenta a los insurgentes alzados en zonas rurales y no a la oposición urbana de la cual hubo más de 300 organizaciones según ha expresado Fidel Castro) lo siguiente:
¨El General de Ejército Raúl Castro calificó este largo batallar como una guerra civil; en 1967 expresó que en aquellos encuentros contra el bandidismo perdieron la vida cerca de 500 combatientes revolucionarios, y las operaciones costaron al Estado cubano entre 500 y 800 millones de pesos. Ese fue el balance de la destrucción de 179 bandas y casi 3 600 alzados que asolaron el teritorio nacional a mediados de 1960 y 1965 fundamentalmente. Cien mil hombres rastrearon las antiguas seis provincias del país para aniquilar a unos 200 grupos de alzados. ¨ ( pag 125-126)
(Luchadores anticastristas del Escambray. En varios post de este blog Baracutey Cubano se han identificado erróneamente algunos de los fotografiados. Julio M. Lara (dueño de la foto y uno de los fotografiados) muy gentilmente atendió a mi solicitud y me envió el siguiente email: Muy estimado Pedro, ante todo gracia por su elocuente elogio y comentario. Esa foto fue tomada en una reunión de líderes que Evelio (Duque) -tratando de unir todas las fuerzas bajo un liderazgo– realizo, y no fue en Manacal como algunos dicen -fue cerca de Topes de Collantes, en una zona conocida como “Dos Ríos”. Por consiguiente hay algunos que por haber pertenecido a otras columnas no me acuerdo de sus nombres, y otros que si me acuerdo, por el largo tiempo que hace –no me acuerdo de sus nombres aun reconociéndolos. Pero me acuerdo de unos cuantos, empecemos: de pie en la parte posterior, de izquierda a derecha los dos primeros pertenecían a la tropa de Osvaldo Ramírez; seguidos por el matrimonio Tunon (Tuñón) (campesinos de la zona); a continuación Evelio Duque con gorra y Osvaldo Ramírez con sombrero; a la derecha de Osvaldo creo – no estoy seguro era Monguito Pérez, a continuación era uno de nosotros que no recuerdo su nombre, al final el heroico Tomasito San Gil. Arrodillados al frente de izquierda a derecha el primero era Víctor (Chiche) Gámez, el segundo fui yo, el tercero era Ignacio (bigote) Zúñiga, los dos que siguen eran de nuestra tropa pero no recuerdo sus nombres, el sexto era mi amigo, hermano y compañero de toda la guerra Antonio (Tata) Aragón, el ultimo no me acuerdo su nombre. Tomas San Gil, Tata Aragón y yo nos conocíamos de antes de la guerra.
Yo he escrito seis libros en una serie “Exponiendo al Comunismo”, además escribí mi autobiografía “God Satan and Me”, o en castellano “Dios Satanás y Yo”. Si deseas leerlo, con mucho gusto te obsequio y hago llegar una copia.)
En el libro Escambray y la Muerte de la Esperanza del Doctor en Medicina, compositor musical y expreso político que cumplió 16 años en las ergástulas Castristas, se fecha esa foto 24 de octubre de 1960 y se identifican a algunas de las personas de la foto la cual la llevó a cabo Carmelo Gattorno, hoy fallecido, quien fuera Comandante de una de las guerrillas de alzados en el Escambray, pero tengamos muy en cuenta que cuando hizo esas identificaciones habían pasado casi 50 años de la gesta del Escambray Una posible identificación de todos los fotografiados usando ambas identificaciones (a la de Julio M. Lara le doy más credibilidad que a la de Carmelo Gattorno, pues Julio está en la foto y conocía muy bien a Tomás San Gil y a Antonio ¨Tata¨Aragonés con los cuales se equivocaGattorno) es: De pie y de izquierda a derecha, El Curro, El Guajiro, el matrimonio Tuñón, Evelio Duque Miyar, Osvaldo Ramírez García, ¿Monguito Pérez? alias ¨Tierrita¨, Ódieme Pomo, Tomás San Gil; agachados y de izquierda a derecha: Víctor (Chiche) Gámez, Julio M. Lara, Ignacio (bigote) Zúñiga, Alejandro Toledo alias ¨Guititio¨, Luis Zúñiga, Antonio (Tata) Aragón y Francisco Martínez Zúñiga alias ¨Franco¨.
Nunca en contra del gobierno de Fulgencio Batista hubo una oposición violenta tan numerosa a lo largo y ancho de toda la República de Cuba. Hago la observación que quizás las cifras anteriores de alzados en las áreas rurales han sido disminuidas por razones políticas pues otras fuentes oficialistas hablan de aproximadamente 5 000 alzados; un elemento que sirve para medir el alcance de esa guerra civil fue la creación de los llamados ¨pueblos cautivos¨ como fueron, en Pinar del Río: ¨Sandino¨, ¨Briones Montoto¨, ¨López Peña¨ y muchos más en el país en que se encarcelaron bajo un régimen carcelario menor severo a cientos de familias desalojadas de sus casas y de sus tierras en las áreas montañosas del mal llamdo Escambray, pues realmente se le debe llamar macizo montañoso de Guamuhaya, pues el Escambray es un pequeño territorio cercano a la ciudad de Santa Clara en el que no hay ni agua. En esas cifras no se tienen en cuenta tampoco a los cubanos que luchaban en las organizaciones urbanas anticastristas y anticomunistas dentro de Cuba; la punta del iceberg de ellas son aquellas que planearon atentados contra el tirano Fidel Castro. Tampoco se tienen en cuenta a los numerosos cubanos que operaban en infiltraciones y ataques a la dictadura desde el exterior ya estuvieran vincukados a la CIA o a organizaciones independientes, incluyendo a la Brigada de Asalto 2506 con aproximadamente 1500 brigadistas cubanos que era casi la totalidad de los invasores en Bahía de Cochinos. No olvidemos que la dictadura Castrista, em medio de la mal llamada Guerra Fría, estaba financiada, entrenada, armada y asesorada por el campo socialista encabezada por la hoy extinta URSS; dos ejemplos de ello es que el asesor hispano-soviético ¨Angelito¨ (Francisco Ciutat de Miguel) estaba en Cuba desde el 4 de marzo de 1960 y el grupo especial ¨El Molino¨ tenía asesores del campo socialista para combatir a los alzados del Escambray. Otro asesor soviético para la lucha contra los alzados en El Escambray fue ¨Adams¨, cuyo nombre real era Dimitri Pavlovich Abramov.
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Tomado de los archivos de este blog:
EL DUEÑO DEL ESCAMBRAY
Por Guillermo Fariñas
Periodista independiente.
cocofari62@yahoo.es
La Chirusa, Villa Clara, octubre 15 del 2009, (PD) El 23 de febrero de 1982, un grupo cadetes militares de los países socialistas que estudiaban en la ciudad de Tambov, Unión Soviética, fueron invitados a un acto conmemorativo por el Día del Ejercito Rojo. La actividad era en una de las academias moscovitas para oficiales ya graduados. Los organizadores de la conmemoración no escatimaron en servir bebidas etílicas a los rusos o extranjeros, allí presentes, porque según rezaba una máxima tradicional aquel país euro- asiático:” Una fiesta donde no se termine borracho, no puede llamarse fiesta y menos llamarse buena”.
De pronto allí, se rompió la armonía que existía en una de las mesas, pues un retirado Coronel General soviético comenzó a discutir acaloradamente con el coronel del Ministerio del Interior cubano, Antonio Menéndez Tomassevich, el Agregado Militar de esa entidad en la embajada cubana en la extinta nación. Una acalorada polémica surgió entre aquellos dos perdidos borrachos. Versaba sobre quien fue el verdadero artífice de la destrucción, en la primera mitad de la década de los años 60, de las guerrillas anti- castristas en el Escambray, el macizo montañoso del centro de la mayor isla del Mar Caribe.
Según la historiografía oficial, el hoy fallecido General de División Raúl Menéndez Tomassevich fue el máximo responsable, en cuanto a la estrategia y tácticas para la eliminación de los popularmente conocidos “Alzados”. Por lo menos esto es lo que se le asegura al ciudadano cubano de a pie.
( Gral. Tomás Raúl Menéndez Tomassevich )
El coronel Antonio, hermano del general Menéndez Tomassevich, defendió el supuesto papel histórico de su cercano familiar. El polemista era Dimitri Pavlovich Abramov, fundador, junto al famoso Mariscal Blucher, de las Unidades Anti- Bandidos en el incipiente Primer Estado Socialista del Mundo.
El general ruso se ufanó ante los congregados que fue él quien capturó a los últimos guerrilleros blancos de Rusia y logró afianzar el poder de los Soviet. Estos fueron los renombrados “Lobos de Tambov”, una región relativamente cercana a la urbe moscovita, donde en los bosques del territorio homónimo, se combatió hasta 1938.
Después de participar en la Guerra Civil Española, durante toda la Gran Guerra Patria, Abramov asesoró la creación de frentes partisanos en Ucrania y Bielorrusia. A partir de 1945, orientó a los gobiernos de Bulgaria, Checoslovaquia y Hungría, para hacer lo que sabía bien: neutralizar a la perfección guerrillas anticomunistas.
Posterior al triunfo de la Revolución Cubana y tras la muerte en combate del supremo jefe anti- guerrillero, comandante Manuel “Piti” Fajardo, a Abramov se le envió de urgencia de responsable superior soviético tras bambalinas para enseñar a los todavía bisoños comandantes contrainsurgentes isleños.
Abramov estableció un Estado Mayor de avezados asesores soviéticos a los pies de las montañas del Escambray, en el poco notorio poblado de Condado. Allí no podían acceder sin el permiso suyo o de sus más cercanos ayudantes, ni los oficiales de mayor rango cubanos, una cuestión que creó disgustos entre los aliados de armas.
El dominio de Abramov del idioma español desde los sucesos de la península ibérica le sirvieron para hacerse pasar por un hispano- soviético ante las tropas de Lucha Contra Bandidos (LCB) al servicio del castrismo, con el nombre de “Adams”, que los viejos combatientes de aquella contienda entre compatriotas todavía recuerdan con horror.
Adams implantó los métodos usados en la extinta URSS, como fueron matar los animales de corral, bovinos, equinos, porcinos y vacunos, para que la guerrilla no pudiera abastecerse en proteína animal. Fumigó y quemó cultivos, también envenenó los ríos para rendir a los campesinos alzados..
En la discusión en Tambov, Abramov argumentó a su contrincante que personalmente escogió la localización del primer Pueblo Cautivo, creado en el municipio de Cifuentes y que las autoridades isleñas nombraron “Wilfredo Pagés”. En ese sitio reconcentró obligatoriamente a los familiares de los guerrilleros.
Estudió la geografía del archipiélago, dándose cuenta que lo más parecido a la Siberia Rusa era el extremo oeste de la isla en Pinar del Río y ordenó levantar allí tres grandes “pueblos cautivos”, que son “Antonio Briones Montoto”, “Ramón López Peña” y “Sandino”, lo que consideró su jugada maestra, pues dejó a sus perseguidos sin base social futura.
Con reproche, le espetó a la cara al coronel castrista: “Tu hermano, que está ahora de Jefe Militar en Angola, pidió mi retirada de la Asesoría Militar Soviética, porque le he criticado su poca imaginación para capturar a Jonás Zabimvi, pues ese es un guerrillero natural y solo lo pueden apresar sus propios seguidores”.
Concluyó con el menor de los Tomassevich: “Dile a Tomas que sigue comportándose como un buen táctico, pero es el peor estratega al que haya tenido que asesorar en mi vida, porque nunca piensa en el mañana, que ante la historia de Cuba, él limpió al Escambray, pero la historia oculta conoce que yo fui el real dueño del Escambray”.
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Las tempranas relaciones políticas, militares, de Inteligencia y Contrainteligencia con la Unión Soviética y otros países en el marco de la mal llamada Guerra Fría, las invasiones Castristas que partieron tempranamente de Cuba (desde marzo-abril de 1959, a Panamá, Nicaragua, Santo Domingo, Haití, etc.) y otras acciones subversivas. no escapaban a los órganos de Inteligencia de los EE.UU., los cuales tenían informado al Presidente Dwight D. Eisenhower, el cual el 17 de marzo de 1960 aprobó el documento titulado “Un programa de acción encubierta contra el régimen de Castro”,con el objetivo de derrocar a la amenaza que se establecía a 90 millas de las costas de EE.UU. pese a que su gobierno de manera extraordinariamente rápida había reconocido la llegada al poder del nuevo régimen en Cuba.
Tomado de http://www.latinamericanstudies.org/
Escambray: La Guerra Olvidada
(Un Libro Historico De Los Combatientes Anticastristas En Cuba (1960-1966))
Por Enrique G. Encinosa
Le decían El Loco. El apodo le vino por su audacia, por su sangre fría, por la manera temeraria de actuar ante el enemigo. Manolo López López era de Chambas, en el norte de Camagüey. Fue encarcelado cuando era aún menor de edad, acusado de participar en actividades guerrilleras contra el régimen castrista. Lo enviaron a Torrens, una cárcel para menores en La Habana, para cumplir sentencia y recibir adoctrinamiento político.
Pero El Loco nunca cumplió la condena. Con una navaja se abrió una herida en el estómago, al lado del ombligo. Lo llevaron a un hospital, donde le cosieron la herida. Y antes de regresar a Torrens, El Loco amarró una tira de sábanas y se lanzó por una ventana, perdiéndose en la oscuridad de la noche.
Casi desnudo, herido, y sin recursos, Manolito López se las arregló para regresar a Camagüey, donde se alzó de nuevo. Cumplió los 18 años en la manigua. Aprendió sus tácticas guerrilleras de Rolando Martín Amodia y Arnoldo Martínez Andrade, dos ex oficiales del Ejército Rebelde que fueron los pioneros de los alzamientos contra el castrismo en Camagüey. El Loco participó en muchas acciones, incluyendo el asalto a las Minas de Perea, la toma de los poblados de Río y Centeno, y numerosas emboscadas en los llanos de la Provincia. Para febrero de 1962, a pesar de su juventud, era comandante guerrillero, jefe de los alzados en Camagüey.
En los próximos seis meses, Manolito El Loco se convirtió en uno de los jefes guerrilleros más audaces de toda Cuba. Los propios castristas publicaron relatos que demuestran la audacia de Manolito. En Boquerón, la milicia tendió una emboscada a los alzados. 'En el primer combate murió un guerrillero, Justo López Fuentes. Al poco rato, cuando la milicia peinaba el terreno en búsqueda de la guerrilla, se escucharon dos disparos. Dos milicianos se desplomaron. Cuando las tropas castristas llegaron al farallón desde donde los alzados habían disparado, no encontraron guerrilleros, pero sí encontraron colgado de un árbol un pequeño letrero que decía.
«Por cada patriota muerto, la vida de dos milicianos.
»(firmado) Manolito López
»Comandante en Jefe Frente Norte de Camagüey,»
A Manolito El Loco lo buscaron con ganas. Y él, con su locura y su audacia, continuó rompiendo cercos. Mucho triple cerco se cerró sobre campo vacío mientras El Loco y sus hombres cruzaban sembradíos y potreros, evadiendo a los cazadores de las tropas especiales castristas.
Con temeridad, los hombres de El Loco López llevaron a cabo constantes contra-ataques, a pesar de ser continuamente perseguidos y acosados por el ejército castrista. El 29 de junio de 1962, con la milicia pisándole los talones, Manolito y sus hombres detuvieron a un ómnibus en El Chorro. Después de matar a dos milicianos que viajaban en el vehículo, El Loco le prendió candela al autobús.
El 10 de agosto lo cercaron en Los Barriles. En el primer combate, Manolito López fue herido. Una bala le produjo una herida en el cuello y otra le traspasó una mano. Los cazadores tiraron un triple anillo. Por una semana, centenares de soldados rastrearon las piedras y los farallones, pero no encontraron el rastro de los once guerrilleros escondidos.
Oscar Figueredo, uno de los jefes de las tropas especiales se adentró en Un pedregal. Allí estaba El Loco. Recostado a unas piedras, el joven jefe guerrillero apuntó serenamente con su carabina M 1. Apretó el gatillo cuatro veces. Tres plomos dieron en el blanco. Una bala se incrustó en la barriga de Figueredo. Dos plomos más, uno sobre cada tetilla, destrozaron el pecho del oficial castrista. Oscar Figueredo murió instantáneamente.
El nudo de tropas comenzó a estrangular al grupo de alzados. Floro Camacho, el lugarteniente de Manolito, lo ayudó a tratar de escapar. El Loco estaba débil. Con hojas de savia se había tapado la herida en el cuello, y la herida de la mano estaba infestada. El Loco sabía que su hora había llegado. Con aplomo, el jefe guerrillero de 19 años de edad le cedió el mando de la guerrilla a Floro Camacho, parapetándose después en unas piedras, para cubrirle la retirada a sus hombres.
Atrajo fuego enemigo sobre sí para salvar a sus hombres. Desde las piedras, disparó con su carabina M I y su pistola calibre .45, para confundir, para que los castristas pensaran que había más de un alzado atrincherado, peleando. Lo rodearon. Le dispararon en cruce de fuego y las balas partieron gajos, reventaron piedras.
Desde el pedregal, El Loco gritó que se rendía, que se le habían acabado las balas. Varios cazadores de las tropas especiales se pararon para ir a capturarlo, pero fueron dispersados por una lluvia de balas. Era un truco. El Loco no iba a rendirse.
La balacera continuó. Desde su escondite, entre piedras comidas por las balas, Manolito El Loco lanzó granadas hacia el nudo de hombres uniformados que cada momento se acercaban más. Mientras el joven alzado se desangraba en el pedregal, Floro Camacho y los otros alzados cruzaban el anillo de tropas que se extendía por varios kilómetros.
Dos cazadores lograron acercarse al guerrillero. Dos ametralladoras vaciaron sus peines sobre las espaldas del muchacho de Chambas. El Loco se retorció entre las piedras y quedó inmóvil.
Tomado de https://www.youtube.com/
Streamed live on Aug 12, 2023
IMHCT y Plantados invitan a la conferencia "El Año del Cuero Duro".
Esta conferencia conmemora el 60 aniversario de un año difícil para la resistencia cubana que la historia recoge como el "Año del Cuero Duro". 1963 fue el año más espinoso para nuestros heroicos patriotas cubanos que operaron en las montañas y llanos de Cuba durante años en contra del totalitarismo que se adueño de la isla.
Conferencia sobre "El Año del Cuero Duro"
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Al filo del Machete
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Desplazados y Pueblos Cautivos
***********Tomado de https://www.facebook.com/zoe.valdes
Verdades incómodas de un mito.
Por Ramón Muñoz Yanes.
En 1973 se rueda un filme dirigido por Manuel Pérez, que se estrenaría un año más tarde y que marcaría espacio propio en la cinematografía cubana posterior a 1959. Entre los protagónicos, Sergio Corrieri, Reinaldo Miravalles, Adolfo Llauradó y Raúl Pomares, me refiero al Hombre de Maisinicú.
El filme narra las peripecias y éxitos hasta la muerte, de un agente de la Seguridad del Estado, Alberto Delgado y Delgado. El agente infiltrado entre los alzados del Escambray, fue la pieza esencial para la captura y posterior fusilamiento de dos grandes grupos de alzados, capitaneados por Maro Borges y Julio Emilio Carretero.
En el filme se ocultan detalles interesantes y que han visto la luz, muchos años más tarde. Tras el paso de los años hay preguntas que hacerse de indudable lógica.
1. ¿De dónde era Alberto Delgado y Delgado?
2. ¿Cómo pudo infiltrarse un agente del G-2 entre las filas más altas de los alzados?
3. ¿Cómo sorteó la entrevista con la madre de Tomás San Gil, Benilde Díaz, una mujer con experiencia de años colaborando con la insurrección armada y con el recelo lógico de la clandestinidad, más aún en pleno luto por la reciente muerte de su hijo en combate?
Durante años, se ocultó la procedencia real de Alberto Delgado y Delgado, señalándose que a pesar de haber nacido en las proximidades de Trinidad, se había trasladado desde muy joven a Camagüey. La realidad es otra, pero mostrarla en el filme, haría cambiar la opinión del espectador.
Alberto Delgado y Maro Borges, fueron íntimos amigos de la infancia y la adolescencia. Años más tarde, la propia madre de Maro Borges, dejó constancia verbal a testigos de que su hijo y Alberto Delgado eran como hermanos. Nacido en Caracusey, a unos kilómetros de Trinidad, el posterior agente del G-2 no sólo traiciona al amigo de su infancia, sino a muchos conocidos de su juventud alzados en El Escambray. Este es un punto de inflexión en la historia que explica el motivo principal de la gran confianza depositada en él, por los más altos mando de la guerrilla del Escambray.
El deseo de Alberto de complicar a todos los que conducía a la detención era persistente. Narra Amador Acosta, uno de los sobrevivientes de la guerra campesina, bien documentado en el libro de Enrique G. Encinosa, Escambray La Guerra Olvidada, que camino de la costa la tropa detuvo a un joven y que Alberto insistía que había que ejecutarlo para no dejar testigos, a lo que la tropa se negó de plano, tal era la catadura moral de este individuo.
Tampoco su final fue heroico. A pesar de que Cheíto León había establecido una contraseña secreta, con uno de los miembros de la tropa de Carretero anteriormente capturada, cierto es que la contraseña oficial fue dada por Radio Swan por la propia Seguridad del Estado. Cheíto León podía sospechar, pero no estaba seguro como para ejecutarlo, lo que coincide con testigos de los hechos, que afirman que Alberto Delgado si confesó y que imploró, señalando que se había prestado para la delación tras una detención anterior por conspiración y que no quería morir. Esto apoya la tesis de que la confesión fue decisiva, para su ejecución por la tropa de Cheíto León a la orilla del río Guayrabo próximo a la finca Masinicú, que es el nombre real y no el de Maisinicú usado en el filme.
El balance de la delación de Alberto Delgado y Delgado fue de 18 cubanos condenados a treinta años de prisión y 12 fusilados, entre los que se encontraban varios conocidos suyos.
La historia y la verdad no perdonan, el falso barniz de algunos no soporta el peso de la realidad.
R.Muñoz.
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Amador Acosta, uno de los sobrevivientes de la guerra campesina, era capitán en la guerrilla de Maro en aquel momento. Su versión de lo sucedido es muy diferente a la de la trama en la película castrista.
Acosta nos dijo: «Cerca de Jatibonico nos encontramos con un muchacho, y lo tomamos prisionero. Delgado quería matarlo, para así implicarnos a todos en un asesinato. Nosotros estábamos opuestos pues el muchacho aparentaba estar de nuestra parte. Delgado le empezó a dar cranque a Raúl Morel, el segundo de Maro, para que matara al muchacho. Raúl y su familia habían sufrido mucho, y no había que darle mucha cuerda. Delgado se dió cuenta de este detalle y le insistió a Raúl para que hiciéramos algo con el muchacho. Yo, dirigiéndome a Delgado, le dije: -'Mire, si aquí tenemos que matar a uno o a cien hombres, lo hacemos y se acabó. Pero esto, no es un asunto de usted. No se meta'. Pero Delgado me ignoró, y siguió jodiendo con el asunto. Yo rastrillé el Garand y le apuntándole al pecho, le dije: -'Si lo que tú quieres es ver a un muerto, entonces ponte espejuelos, que el muerto vas a ser tú.- Entonces se calmó y al muchacho lo dejamos que se fuera.»
Al llegar a las cercanías de Morón, Alberto Delgado fue al pueblo a coordinar contactos. Aunque en la película mencionan al Teniente Candelario Rubiel como el alzado que lo acompañó al pueblo, el guerrillero fue realmente Amador Acosta, vestido de civil y armado de una pistola. En la ciudad de Morón, ambos hombres se entrevistaron con Sánchez, el misterioso contacto clandestino de Delgado, quien era en realidad un agente de Seguridad del Estado. Sánchez les prometió un camión para trasladar a los alzados de Morón a Punta Alegre, desde donde serian transportados en el bote de un pescador, a un islote .
El cuatro de febrero de 1964, la guerrilla de Maro Borges fue recogida en un cayo por un barco pintado de blanco, con tripulantes rubios_ que hablaban inglés. Confiados en que estaban a salvo, los guerrilleros comieron emparedados y tomaron las cervezas que estos aparentes tripulantes norteamericanos les ofrecían. Inocentemente, entregaron las armas y se les dijo que bajaran al pañol del barco para recibir un exámen médico. Uno a uno, estos hombres fueron atacados por los agentes de Seguridad del Estado, que se encontraban allí escondidos. El viaje que esperaban concluyera en Miami, sólo los llevó a una celda en Villa Marista donde se encuentran las oficinas de Seguridad del Estado en la Habana.
Mientras esto sucedía, Delgado, de regreso al Escambray, comenzó a preparar otra trampa, esta vez para el Comandante Julio Emilio Carretero. En los preparativos para su fuga, y como ignoraba la suerte corrida por Maro Borges y su grupo, Carretero acordó que llegando a Miami, le enviaría un mensaje a su Lugarteniente José Cheito León. Carretero se proponía utilizar la onda de Radio Swam, en el programa del periodista Luis Conte Agüero. La clave sería transmitida por tres días consecutivos, garantizándole a Cheito León que la ruta vía-Delgado era segura. Al oir esto, Delgado no se inmutó. El infiltrado sabía que la Seguridad del Estado podía interferir las transmisiónes de Conte Agüero y sobreponer otras transmisiónes con la clave adecuada. Lo que Delgado no sabía, era que uno de los guerrilleros de Carretero había establecido una segunda clave privada entre él y un familiar en Trinidad. La segunda clave, una llamada de teléfono desde Miami, indicaría que la ruta era segura. Ese mensaje teléfonico que nunca llegó seria el principio del fin para Alberto Delgado.
El 9 de marzo de 1964, Carretero cayó en la trampa castrista con catorce de sus hombres y Zoila Aguila, La Niña de Placetas, la única mujer que dirigió una guerrilla en combate.
El balance siniestro de la misión del infiltrado castrista Alberto Delgado y Delgado, conocido como El Hambre de Maisinicú fue el siguiente: más de treinta guerrilleros fueron llevados a juicio en La Habana, dieciocho hombres -entre ellos Amador Acosta, y una mujer, Zoila Aguila Almeida (La Niña de Placetas)-, fueron sentenciados a largas condenas carcelarias, doce hombres incluyendo a los Comandantes Maro Borges y Julio Emilio Carretero, fueron condenados a morir fusilados. En el breve juicio, Maro declaró sus sentimientos hacia el sistema en una forma burda, pero muy clara: «¡Yo me cago en la Revolución y me limpio el culo con Fidel Castro!» dijo el jefe guerrillero.
El 22 de junio de 1964, en los fosos de la Fortaleza de La Cabaña, doce hombres se encararon al paredón de fusilamiento: Maro Borges, Irenio Borges, Raúl Morel, Macho Jiménez, Andrés Oramas, Toniás García Valle, Julio Emilio Carretero, Cuco Cedeño, Blas Ortega, Valentín Hernández, Manolo Munsó La Guardia y Benito Rodríguez Pedraja. Parados juntos, en la oscuridad de la noche, iluminados por la luz blanca de reflectores, los doce hombres cantaron el Himno Nacional mientras los rifles FAL disparaban, y los plomos destrozaban sus cuerpos.
Mientras tanto, en el Escambray, Cheíto León esperaba el mensaje radial. La primera clave fue dada, pero la segunda clave, la llamada telefónica, la que El Hombre de Maisinicú desconocía, nunca llegó. Che [lo, desconfiado como todo buen alzado, comenzó a tener dudas de Alberto Delgado.
El Comandante José Cheíto León Jiménez, que había asumido el mando de los pocos grupos que aún quedaban en el Escambray, se había ganado sus galones --al igual que todos los otros jefes guerrilleros- por sus méritos. Era un hombre joven, de 26 años, fuerte y afable, Cheíto había sido educado en Trinidad. Estaba trabajando como camionero, cuando decidió alzarse para combatir al comunismo. Él y su hermano Berardo habían reclutado diecinueve hombres de la zona, que se irían con ellos dos. Conscientes de que carecían de armamento y de experiencia militar, los veinte y un hombres se enlistaron en un batallón de milicia. Después de varias semanas de entrenamiento básico, los nuevos reclutas desertaron en abril de 1961 y se alzaron, llevándose con ellos los rifles checos M52. Con tres años de experiencia en el combate, Cheíto León era, a pesar de su juventud, un veterano curtido en docenas de encuentros contra fuerzas siempre superiores.
Con la sospecha escondida en lo más profundo de su pensamiento, Cheíto León se reunió con Alberto Delgado a la orilla de un río próximo a la finca Maisinicu. Delgado, cínicamente había mandado a matar a una res de la finca para festejar el viaje de la gruerrilla a Miami. Cheíto fingiéndole amistad, celebró junto a él, hasta que no pudo contenerse más, confrontó al traidor. En la panfletaria película castrista, Delgado murió valientemente y desafiante. Pero en la realidad -contado por los sobrevivientes- no fue así. Al ser emplazado por Cheito León, Delgado le negó repetidamente ser agente castrista. Después, llorando, declaró que había sido obligado a ayudar a la Seguridad del Estado cuando él había sido descubierto conspirando. En sus últimos momentos le pidió clemencia, aludiendo que él era un padre de familia. Cheíto León ignoró los gritos del traidor, también Carretero era un padre de familia y Delgado los había entregado miserablemente. Alberto Delgado fue ajusticiado. Al día siguiente su cuerpo colgado de una guásima, fue descubierto por campesinos de la zona.
Una vez desenmascarada la infiltración de Delgado, la Seguridad del Estado lanzó una redada, arrestando a toda persona que había tenido contacto con El Hombre de Maisinicú. Dos empleados de la finca -- Varela y Pepe Yoyo----, fueron fusilados, Siripio Hernández, otro empleado fue condenado al presidio político. Dos cuñados de Alberto Delgado, José y Alberto Nodal, recibieron condenas carcelarias por haber estado involucrados en la línea de suministros a los alzados.
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