martes, noviembre 08, 2005

DEMOLICION DE MAO

Por Marcos Aguinis

Demolición de Mao

La investigación de diez años arrojó como fruto un libro que sacude los cimientos del gran mito que aún se intenta mantener en pie: la obra y vida de Mao Tse-tung, cuya imagen preside la plaza de Tiananmen.
Se trata de un mito más potente y rocoso que el que se creó en torno a Stalin, porque sobre la figura de Mao se sostiene el régimen que gobierna China, pese a las revolucionarias reformas en la economía y el estilo de vida que han lanzado al país hacia un futuro impredecible.
El impresionante libro se titula Mao, la historia desconocida . Fue elogiado primero en Gran Bretaña y ahora en los Estados Unidos. Es curioso que las manifestaciones más laudatorias provengan de la izquierda, pero una izquierda que se esmera en ser racional e informada, que por momentos parece harta de haber sostenido ídolos brutales. The Guardian, por ejemplo, afirma: "El detalle y la documentación de la obra resultan asombrosos. La historia que cuentamesmeriza por su horror; es la biografía más reveladora de los últimos tiempos. Pocos libros están destinados a cambiar la historia, pero éste es uno de ellos". The New York Times le ha dedicado la tapa de su Book Review y afirma, entre otras frases encomiásticas, que "estabiografía metódica destruye cada pilar que podría reclamar Mao en materia de simpatía y legitimidad".
Hace unas siete décadas, Edgar Snow publicó Estrella roja sobre China , obra que contribuyó de modo decisivo a instalarlo en un sitial luminoso, mientras ahora esta nueva obra se encarga de enterrarlo con una lápida grotesca. Como era de esperar, la sísmica biografía fue de inmediato prohibida en China, así como cualquier comentario sobre su contenido.
Por cierto que fui a comprarla enseguida y me sumergí en una lectura apasionante. La escribió Jung Chang, una mujer que nació hace cincuenta años en la provincia de Sichuan. Cuando adolescente había sido Guardia Roja y luego recorrió diversos trabajos: campesina, obrera del acero, electricista, estudiante de inglés y profesora de lenguas en la Universidad de Sichuan. En 1978 pudo viajar al Reino Unido y fue la primera ciudadana de China Popular que obtuvo eldoctorado en una universidad británica. Se casó con el historiador inglés Jon Halliday, con quien realizó copiosas investigaciones en diversos países, entrevistó centenares de personas y escribió este libro que estremece del principio al final. Nicholas D. Kristof, experto en asuntos chinos, afirma con ironía que si Mao Tse-tung hubiese tenido de veras la omnisciencia que se le atribuía, debió haber buscado a esa mujer cuando joven, asesinarla y limpiar de la tierra a todos sus parientes hasta el noveno grado.
Las páginas no sólo son concisas, sino que aportan ajustadas descripciones que otorgan vida a episodios y personajes. Mao no sólo fue sanguinario, insensible, arbitrario y despótico, sino ungigantesco fraude. Quizás esto último constituya la más escandalosa de todas las revelaciones. Ha sido tan intensa la propaganda sobre sus méritos que hasta el día de hoy algunos lo veneran con urnas religiosas.
Nuevos documentos obtenidos en Rusia demuestran que ni siquiera fue el fundador del Partido Comunista de China.Varias páginas se ocupan de mencionar las actividades de personalidades enviadas por la flamante URSS y muestran cómo el núcleo inicial de esa formación política estuvo constituido en un 94% por funcionarios rusos, ningún campesino y ningún obrero. Mao no tenía relevancia y ni siquiera contaba con una buena formación marxista en ese momento. Pero comprendió que su futuro dependía de la simpatía rusa y no lo inhibió el pudor para exagerar su entusiasmo por cada medida que tomaba el gobierno liderado por Lenin y luego Stalin.
Su ascenso estuvo asociado a innumerables asesinatos, seguidos más adelante por las purgas que fueron rodeándolo de un terror que impedía el menor disenso. Ni siquiera le importó el asesinato de su segunda esposa, a los 29 años, y madre de sus tres primeros hijos. Las requisas que se efectuaron en el hogar de entonces permitieron exhumar cartas de aquella mujer, donde gritaba su amor y su espanto. En una de ellas dice: "¡Mata, mata, mata! Era lo único que escuchaban mis oídos. ¿Por qué los seres humanos son tan malos? ¿Por qué tan crueles?".
Uno de los mitos dorados recala en la Larga Marcha. Fue un ímprobo recorrido por el noroeste del país que le permitió a Mao reclutar y entrenar gente para luego conquistar el poder. Abundan anécdotas sobre su coraje e inteligencia para esquivar las persecuciones delgeneralísimo Chiang Kai-shek. Pero los documentos muestran otra cosa: la Larga Marcha pudo hacerse con éxito porque el generalísimo lo permitió en forma deliberada. Chiang quería enviar su propio ejército hacia las inestables provincias del sur, pero temía que los comunistasse aliasen con los señores de la región; en consecuencia, los canalizó hacia el despreocupante norte. Más pruebas añaden que Mao ni siquiera caminó durante la marcha, sino que se hizo transportar con bastante confort. El mismo lo narró décadas después: "Yo me permitía reposar en literas. ¿Qué hacía? Pues me dedicaba a leer".
Se relata como ejemplo de valentía el cruce del puente Dadu bajo fuego enemigo, una suerte de ataque suicida. Pero los autores desmontan la fábula y exponen evidencias de que los veintidós hombres que habrían llevado a cabo la acción sobrevivieron y fueron premiados másadelante. Hasta agregan una humorística cita de Chou En-lai, quien se habría quejado de haber perdido una yegua durante el cruce del puente.
Una vez tomado el poder, tras un corto período de armonía institucional hipócrita, Mao se dedicó a una feroz caza de "contrarrevolucionarios", que incluía a sus rivales. Cualquier sospechoso era calificado de "bandido", "enemigo de clase" o "espía". Mao se quejó por la lentitud de algunos juicios y ejecuciones. Una de sus órdenes decía: "Quiero arrestos masivos y asesinatos masivos". Criticó en particular a una provincia por exceso de prudencia y, cuando más adelante le hicieron llegar las cifras de ejecuciones, exclamó: "¡Esto me hace sentir muy complacido!".
Su vínculo con Stalin fue una pulseada entre dos tiranos que se disputaban el dominio del mundo.
Asombra enterarse de los esfuerzos de Ho Chi-min para conseguir apoyo comunista en Indochina y cómo Stalin finalmente accedió a que Mao lo hiciera, pero sin permitirle constituir el Cominform de Asia, es decir, que se ocupara de algo menor. Luego entró a tallar Kim Il Sung, dictador de Corea del Norte, que anhelaba tomar el resto de lapenínsula. Mao lo apoyó ante Stalin, para así ampliar su propio poder y usar esa guerra para terminar con los últimos grupos nacionalistas que quedaban en su territorio. Incluso ofreció a Kim Il Sung enviarle soldados chinos con uniforme coreano desde el primer día, asunto quehasta ahora no se había confirmado.
Se calcula que Mao Tse-tung fue responsable por la muerte de 76 millones de personas y dijo que para lograr sus objetivos no le importaba que muriese la mitad de su país. Superó la crueldad de Pol Pot y quebró el handicap de Hitler y Stalin. Para conseguir semejante triunfo, había que tomar medidas extraordinarias. Y ese monstruo lo hizo, arropado por la impunidad que le proveía el sistema. Sus sueños megalomaníacos lo llevaron a imponer medidas desastrosas que nadie podía cuestionar. Es difícil resistirse a describir la serie de exigencias insensatas que descargó sobre el pueblo chino, porque merecen integrar una antología del realismo mágico. Sólo me referiré a dos muy conocidas.
Una mañana despertó con la idea de liquidar una de las cuatro grandes plagas del país, que eran las ratas, las moscas, los mosquitos y... los gorriones. Ordenó movilizar toda la población para exterminar a esos pájaros que se comían los granos e impedían la multiplicación de las cosechas. En la matanza cayeron otros pájaros también, claro. Era un honor llevar largos collares de alambre con gorriones colgando como trofeos. Los científicos que hicieron llegar advertencias sobre el despropósito fueron fusilados. Mao ganó la guerra, porque limpió elpaís de gorriones, pero el desequilibrio ecológico fue tan grande que aumentaron las demás pestes a las que los gorriones, precisamente, se ocupaban de frenar. Las cosechas decayeron y aumentó la hambruna. Un mensaje top secret enviado después a Moscú solicitaba que, "en nombre del internacionalismo socialista, se envíen con urgencia doscientos mil gorriones del lejano este soviético lo antes posible".
Otro fiasco sensacional fue la orden de hacer acero. Su arrogancia lo llevó a afirmar en Moscú delante de otros líderes comunistas, en 1957, que superaría a Gran Bretaña en quince años, lapso que luego redujo a tres. Estaba seguro, además, que superaría a los Estados Unidos endiez años. Para semejante objetivo exigió el abandono de otras industrias, como las vinculadas al carbón y demás que no tuviesen relación con el acero. La producción ingresó en una prisa tan despiadada que generó la muerte de 30.000 trabajadores subalimentados y sometidos a horarios donde casi no quedaban horas para dormir. No conforme, ordenó la construcción de hornos caseros, donde fueron involucrados 90 millones de personas. Khruschev se mofó de lainiciativa llamándolos "hornos samovar", porque el acero que producían era impresentable. Mientras tanto, la población fue forzada a donar cada objeto que tuviese algo de hierro; de esa forma se destruyeron millones de instrumentos de labranza. Fue otro gigantesco desperdiciode recursos.
De Mao, sin embargo, se rescata que unificó el país, dio absoluta igualdad a las mujeres y puso, de alguna forma, las bases de su actual despegue. Pero la angustiosa pregunta es ésta: ¿no se pudo haber logrado lo mismo con menos crueldad, sacrificio y sangre? Por desgracia, en América latina hay muchos que todavía tienen legañas en los párpados, admiran su persona y –esto sería lo peor– sus métodos e ilusiones.
Nota del Autor del blog: a la derecha un único manifestante detiene el 5 de junio de 1989 a los tanques; desconozco si fue antes o después de la masacre producida en esa Plaza de Tiananmen.

LA NACION, Noviembre 04, 2005
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LA POLITICA EXTERIOR DE LA SANTA SEDE

Benedicto XVI busca reanudar las relaciones diplomáticas con China
Así lo sugirió, aunque sin nombrar a Beijing, al saludar al cuerpo de embajadores ante el Vaticano. El Papa también dio a entender que incluso pretende establecer vínculos con Vietnam y Arabia Saudita.
Julio Algañaraz.
EL VATICANO CORRESPONSAL
jalganaraz@clarin.com

El Papa Joseph Ratzinger recibió ayer a los 174 embajadores acreditados ante la sede apostólica —entre ellos al embajador argentino, Carlos Custer, con quien mantuvo un breve diálogo— y, en su primer discurso al cuerpo diplomático, lanzó un claro mensaje a China invitándola a establecer relaciones bilaterales. Benedicto XVI no nombró a China pero su referencia fue muy clara y alienta las versiones de que están en curso intensas negociaciones secretas entre el Vaticano y Beijing para superar un conflicto que envenena desde hace medio siglo la relación de la Santa Sede con la nación más poblada del mundo.Hablando en francés, el idioma diplomático del Vaticano, Ratzinger mantuvo un lenguaje alusivo pero sus intenciones aparecían claras. Los informadores añadieron a otros dos países que no mantienen relaciones diplomáticas con la sede apostólica: Vietnam y Arabia Saudita.Al saludar personalmente al pontífice al final de la audiencia, el embajador argentino dijo al Papa que "el pueblo y el gobierno argentinos, particularmente el presidente Kirchner, le desean un exitoso pontificado. Argentina quiere mantener e incrementar nuestras relaciones". En castellano, Benedicto XVI le agradeció "sus cálidas palabras" y le pidió que "trasmita un muy cordial saludo para el pueblo argentino y su gobierno" (Ver pág. 9).En su encuentro con los embajadores, el Papa lanzó un mensaje a las naciones "con las cuales la Santa Sede no tiene aún relaciones diplomáticas". "Algunas de ellas se sumaron en ocasión de la muerte de mi predecesor y de mi elección. Aprecio tales gestos y deseo hoy expresarles mi gratitud y dirigir un saludo deferente a las autoridades civiles de estos países, manifestando el deseo de verlos lo antes posible en la Sede Apostólica", dijo Benedicto XVI.En abril, un funcionario chino expresó sus condolencias por la muerte de Juan Pablo II aunque las autoridades chinas ignoraron en la prensa, que tienen totalmente bajo su control, lo que estaba pasando en Roma en los multitudinarios funerales. A fines de ese mes, el primer ministro chino, Wen Jiaobao, puso las condiciones de Beijing: que el Vaticano rompa relaciones con el gobierno de la isla de Formosa, que "no se inmiscuya en los asuntos internos de China" y que reconozca "que hay una sola China en el mundo".Tras la victoria de los comunistas de Mao Zedong en 1949 y el nacimiento de la República Popular China, Beijing rompió las relaciones diplomáticas con la Santa Sede en 1951 porque el Vaticano reconocía al gobierno nacionalista de Formosa.Actualmente la Santa Sede es el único Estado europeo que mantiene relaciones con Taiwan. Hace unos días, el secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano, dijo que "bastaba una noche" para trasladar la sede diplomática vaticana de Formosa a Beijing.Ayer, el papa Ratzinger puso él también sus condiciones a Beijing. Dijo que "la Iglesia no pide ningún privilegio para ella misma sino únicamente las condiciones legítimas de libertad y de acción en su misión". Y agregó: "La Iglesia no cesa de proclamar y defender los derechos humanos fundamentales, que desgraciadamente todavía son violados en diferentes partes de la Tierra".El conflicto entre China y el Vaticano es profundo y complejo. El régimen comunista teme hoy que el proselitismo católico y el pluralismo religioso impulse también la democratización del gigante de 1.300 millones de habitantes que está destinado a convertirse este siglo, considerado el "siglo chino", en la principal potencia económica del planeta.En China, hay unos 20 millones de católicos. Existe una "Iglesia patriótica" autónoma y otra en comunión con el Papa, que ha sido muy perseguida por el régimen. Actualmente hay 120 obispos, de los cuales 46 han sido nombrados por el Vaticano. De los 2.740 sacerdotes, sólo un millar están en comunión con Roma, así como 1.700 de las 5.200 monjas. Pero entre los seminaristas, 800 responden al Papa y 580 son de la "Iglesia patriótica", entre cuyos miembros laicos y religiosos crecen las ganas de buscar un arreglo para reunificar las estructuras católicas en China.