viernes, febrero 17, 2006

LA INGENUIDAD DE LOS PAPAS.

Nota del Bloggista Es indudable que la Iglesia cubana y la Iglesia del Vaticano no supieron negociar satisfactoriamente con la tiranía cubana la visita de Juan Pablo II a Cuba en 1998: dieron mucho por muy poco. No obstante, no es misión de la Iglesia acabar con las tiranías; eso le corresponde a los pueblos: la Iglesia puede anunciar el Evangelio y proclamar que la Verdad nos hará libre, pero hasta que no sepamos vivir con la libertad interior de los Hijos de Dios, aunque no se sea creyente, no seremos capaces de transgredir las reglas opresivas de ese sistema y con ello trabajar en su destrucción. La Iglesia es Santa por su fundador, Cristo Jesús, pero es pecadora por los que la integramos: Papa, Obispos, sacerdotes, monjas, monjes, laicos, etc.. La actitud de los diferentes Papas, Nuncios Apostólico, los diferentes Obispos y sacerdotes, etc., incluyéndonos también a nosotros los laicos, no ha sido la misma por igual en estos 47 años y en ella han estado presente nuestra pobreza y flaquezas humanas como personas no divinas que somos pero también han habido, y hay, grandes aciertos.
Nosotros los cubanos, como dijo Juan Pablo II, debemos ser los protagonistas de nuestra historia personal y nacional; si no lo somos, no recibiremos "un halón de oreja" en nuestra visita "AdLimina" por no tomar las decisiones y posiciones que se deben de tomar, ni tampoco se nos recordará que si nos toca la cruz del martirio eso es parte de nuestra condición de cristiano pero sí llevaremos ( y llevamos desde hace casi medio siglo ) en nuestros pecados como peblo, nuestra penitencia.
Una observación sobre un error que en más de una ocasión he leido: La silueta del Che Guevara ha estado siempre después de 1967 en la fachada de uno de los edificios jimaguas del Ministerio del Interior que hay en la Plaza Cívica José Martí, mal llamada por el régimen Plaza de la Revolución José Martí; la imagen del Corazón de Jesús se armó en la fachada de la Biblioteca Nacional José Martí. Yo estuve allí
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Tomado de Cuba, Democracia y Vida.org

LA INGENUIDAD DE LOS PAPAS.
Por: Iliana Curra.

16-02-2006


Estoy tratando de convencerme a mí misma de que hay mucha ingenuidad en el Vaticano. Que pedirle a Cuba que se abra al mundo es la pretensión real de quienes desean lo mejor para ese pueblo que lleva casi cincuenta años sometido por la bota de un guerrillero reciclado. Que hablar de aperturas y abrir los corazones en un sistema ateo y materialista al extremo, es como escribir en el hielo un mensaje de paz que nadie llegaría a leer.

Quiero pensar que, es ingenuidad creer en la convivencia y la confianza entre los cubanos, cuando es el propio sistema quien provoca la desconfianza y el terror, induciendo al camino de la simulación como técnica de sobrevivencia. Que las diferencias que menciona el Papa Benedicto XVI de modos de pensar o creencias, son fruto de una bondad cristiana que, quizás, no le permita penetrar en el siniestro mundo del ateísmo comunista donde creer ha sido un delito criminal por varias décadas hasta que, simplemente, al régimen le convino lo contrario. Y que pensar diferente le ha estado costando al cubano vivir entre los barrotes de celdas inmundas y pateaduras sistemáticas. Pues, justamente pensar es el fruto prohibido en la perversidad de un sistema que conculca hasta el derecho a la libertad de pensamiento.

Ya la visita a Cuba del Papa Juan Pablo II demostró que los tiranos no se eliminan con frases cristianas, ni alfombras a sus pies. Los presos siguieron encerrados, a excepción de algunos que el tirano “ofrendó” como regalo, y la enorme valla del Corazón de Jesús que sustituyera a la del terrorista argentino, Ernesto “Ché” Guevara en la plaza cívica (ahora de la revolución), fue cambiada nuevamente cuando apenas el Sumo Pontífice puso sus pies en el avión. ¡Pura fachada de un régimen acostumbrado a mentirles a todos!

Hoy en Cuba todo sigue igual. Más bien, peor. Más encarcelamientos. Actos de repudios a diario, menos esperanzas en el mañana, más miseria material y espiritual, más deseos de abandonar la isla, más temores en la población y el mismo asedio y vigilancia a las iglesias católicas. Todavía se espera por el permiso gubernamental para abrir escuelas religiosas, así como tener acceso a la radio y la televisión que, valga la aclaración, es propiedad del régimen.

No sé si el Papa Benedicto XVI seguirá el camino de Juan Pablo II. Si el Vaticano permitirá nuevamente que los matones de Castro pongan sus botas ensangrentadas en su sede en Roma con sus armas cargadas en la cintura, o si algún día pedirán perdón al pueblo cubano por haber consentido la entrada violenta a su sede en La Habana de los esbirros castristas para arrestar a los hermanos García Marín que, con apenas 19, 21 y 25 años, fueron fusilados al otro día del falso juicio.

Solo espero que algún día le den el trato merecido a Castro, como hiciera el Papa Juan Pablo II al General Augusto Pinochet, al que no quiso saludar durante su visita a Chile porque había sido un dictador, mientras que a Fidel Castro le daba la mano y caminaba junto a él siendo todavía un dictador en el poder.

Pero el tiempo siempre dice la última palabra y, Dios, que todo lo puede, será quién determine si todo esto que está sucediendo con Cuba es por la ingenuidad de algunos o por la perversidad de otros.

No obstante, los cubanos no olvidaremos jamás la actitud de quienes están de nuestro lado, pero, sobre todo, de quienes hacen que el sufrimiento no termine para ese pueblo, que más que promesas, lo que necesita son acciones.

Ileana Curra.
Escritora cubana y colaboradora de CDV.