miércoles, febrero 22, 2006

LAJUVENTUD CUBANA

La juventud cubana

Por Adela Soto Álvarez

No es fácil abordar un tema tan complicado como lo es la juventud cubana, pero cuando analizamos la pérdida de valores éticos de nuestra sociedad y comparamos la inmensa crisis general en que vivimos, su magnitud nos aplasta. Entonces es cuando reflexionamos sobre el verdadero significado de esa palabra, y nos damos cuenta que su distorsión es alarmante, y que merece un análisis bien profundo
Lógicamente sería muy cómodo dar respuesta remitiéndonos a su etimología, pero en este caso es honesto especificar sus pros y sus contra, por lo que también tenemos que retomar experiencias y realidades para no fragmentar el contexto discursivo que merece el tema y poder hacer una amplia panorámica de este tramo de la vida del hombre.
Comenzaría por decir que la juventud en Cuba, transita llena de miedos, impotencias, odios, desigualdades, represiones, sofismas, desesperanzas y sin autoestima e identidad, y donde la evasión y la melancolía no son solamente su dardo punzante, sino también su arma letal.
El promocionado Hombre nuevo, a través del propio proceso histórico no solamente es una utopía, sino que ha engendrado un nuevo híbrido de robot con zombis, sin más ideología que la marxista.
Esta doctrina impuesta que muchos aceptan o fingen aceptar, más por temor que por convencimiento propio, los va dejando sin espiritualidad y así se les ve aferrados a un dogma artificial, manipulados por el gobierno de Castro, como los más conscientes políticamente, sin darse cuenta que son usados y manipulaos para encumbrar protagonismos, por eso siempre van al frente de cualquier acto de reafirmación ideológica.
Y es natural que muchos lo hagan, pues están seguros que de lo contrario perderían la especialidad universitaria y sus vidas fueran más drásticas.
La mayoría de estos jóvenes han nacido y crecido bajo el impacto de las transformaciones económicas, la violencia doméstica, las divisiones de clase, y el escepticismo, por eso malviven sin paz, con innumerables carencias espirituales y materiales.
Un bajo por ciento hace todo lo posible por sobrevivir en el camino correcto, y a pesar de la realidad, intentan conservar sus valores éticos y estéticos, y no permiten que el mal penetre.
Algunos buscan la salvación a través de la práctica religiosas en organizaciones católicas, protestantes, africanas o en las ciencias ocultas. El resto se asfixia dentro de la rebeldía incontrolable y la violencia, y creen calmarla ahogando la impotencia en el alcohol, la droga, el robo, la prostitución o cualquier acto indebido de la soberbia sublimada.
La desesperanza y la frivolidad de estos jóvenes se pueden palpar en cualquier lugar de la isla y no sólo en las zonas marginales, sino en barriadas selectas, donde reside la alta jerarquía política.
Así se ven en las equinas de la perdición, apostando a la suerte, o haciendo cabriolas en el aire, satisfaciendo sus más mínimas carencias con la mirada perdida en el horizonte de la inmadurez, sin encontrar antídoto para su incurable mal.
Yo diría que la juventud cubana no es más que un barco a la deriva, sin timonel, ahogada en la rutina callejera, y dedicada por falta de opciones a ser protagonista de las peores desventuras, entre ellas los actos peligrosos y sancionables, los que le permiten elevar la autoestima perdida y sentirse alguien, aunque sean un delincuente más, pero seres humanos.
Por eso aumenta cada día el índice de asesinatos, estupro, robos, asaltos, jineterismo y vandalismo entre otros, perpetrado por jóvenes nacidos bajo el supuesto socialismo, inmune e intocable que impera en la isla caribeña.
La mayoría de estos jóvenes viven bajo rigurosos esquemas de rencor, agresividad, egoísmos y temores domiciliarios, como resultado de los malos métodos que les aplican desde muy tempranas edades en el hogar y en los centros educacionales, y por los diferentes medios de difusión masiva, más dedicados a engendrar el odio que a perdonar y a creer en el hombre.
Estos mecanismos no sólo han provocado la alta pérdida de valores que reina en las calles del país, sino que han sido el motor impulsor de las falsas concepciones que tienen sobre el futuro y los cambios sociales.
El régimen cubano no ha valorado, o no quiere valorar lo fatal que resulta para la supervivencia y el desarrollo de los jóvenes reducir lo espiritual a lo político y a lo material, sin sólidas convicciones, y carentes de todo tipo de conocimientos generales.
Por eso un alto por ciento se suma a la esperanza de alcanzar el sueño anhelado ante tanta desigualdad social, seguros de que el futuro sólo existe fuera de la isla y con la tenencia de divisas.
Por estas mismas razones arriesgan sus vidas en diferentes aventuras marítimas. Lo mismo en embarcaciones sin condiciones, ni seguridad, que los saquen del laberinto, con turistas o traficantes de sexo barato, y cuando menos aferrados a la suerte del sorteo para emigrar, con el único objetivo de encontrar la libertad que les usurpan.
Luego de analizar estas realidades sobre la juventud cubana, podemos asegurar que el formalismo y la abulia son las únicas opciones que tienen los jóvenes en la isla, ante los innumerables problemas existenciales que enfrentan.
Las palabrerías y el fanatismo no son buenos ejemplos para las actuales o nuevas generaciones, ni siquiera para los tupidos y ciegos de espíritu.
Se conoce que en una encuentra realizada entre jóvenes de 14 a 25 años, sobre la problemática cubana y qué necesitan para ser felices, reveló que solamente el 30 por ciento precisa y valora los componentes espirituales, el resto se inclina con mayor énfasis a lo material, llegándose a la conclusión que para un joven cubano dólares es sinónimo de futuro y la felicidad, es como la línea del horizonte que cuando se trata de alcanzar se hace cada vez más distante y huidiza.