CRONICA DEL DOMINGO DE RAUL RIVERO: GUANTANAMO Y LA FILOSOFIA DE LOS COMPLICES
Guantánamo y la filosofía de los cómplices
CRONICA DE DOMINGO
M adrid -- Hace unos días, uno de los candidatos a la presidencia del Ecuador, de paso por España a la búsqueda de andamios y aquiescencias, le dijo a un periodista amigo mío que, de encaramarse en la silla del poder, jamás votaría contra Fidel Castro en los debates de derechos humanos en Naciones Unidas.
No --se explicaba el gran demócrata desde su corbata de seda--, no, porque lo que están haciendo los americanos en Guantánamo es mucho peor, es incomparable con la situación de los derechos humanos en la isla.
Mi amigo se quedó paralizado y le preguntó al candidato presidencial: ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? Entonces, el grave político y eventual líder de una de nuestras pobres naciones, encendió un Marlboro y cambió el tema.
Esa filosofía en los cristales de los Ray Ban de muchos personajes del mundo y sus odios, rechazos, complejos, traumas, envidias (la envidia, lo saben los mediocres, es admirar con rabia) o quizás sus naturales divergencias con Estados Unidos, empaña, anula sus puntos de vista a la hora de evaluar la realidad cubana.
Foto tomada clandestinamente en la Cárcel de Boniato, cerca de Santiago de Cuba --->
Son dos universos tan diferentes que tratar de compararlos es una estupidez. O una muestra de ignorancia o de oportunismo frente el tema cubano. O una posición cómoda, pervertida, despiadada y cobarde para no tener que pronunciarse contra el régimen que tiene a un país estancado en la miseria, borró todas las libertades de la nación y mantiene a más de 300 presos políticos en condiciones que hacen estremecer de satisfacción el polvo envilecido de Pepe Stalin y de Adolfito Hitler.
Ese modo de ver la vida convierte a muchos de esos proclamados demócratas y hombres libres en esclavos. Esclavos de sus ponzoñas interiores, sus resentimientos, sus rencores. Los hace también cómplices de los gerentes del holocausto del pueblo cubano. El uso premeditado y cínico de orejeras y visores los descalifica como políticos, al menos como políticos honestos.
En ese carrusel de hipocresía y necedades viajan también camadas de distinguidos funcionarios de organismos internacionales. Hombres que a la hora de mirar hacia Cuba dejan el telescopio fijo en la base naval de Guantánamo y, si acaso se les desvía, admiten un vistazo a Varadero y otro a los salones de protocolo, a los mecanismos gubernamentales de propaganda que son más agradables que la verdad.
Todos están al borde de las lágrimas porque un grupo de presuntos talibanes y terroristas se hallan encarcelados sin juicio bajo investigación. Pero, ¿cuál es la diferencia real entre la ausencia de juicio y los circos romanos que hace 50 años se celebran en Cuba contra la oposición?
< -- Foto tomada de los presuntos terroristas tomadas por la prensa internacional en el campamento delta de la Base de Guantánamo
¿Qué garantía de justicia les da esos preocupados capitanes de la legalidad un sistema judicial controlado por la policía política que te arresta, te juzga y te designa como abogado defensor a otro sumiso asalariado del estado totalitario? Ese teatro donde unos bufones se ponen unas togas raídas, unos trajecitos búlgaros color mono eyaculando y leen los informes de la policía que incluyen ya los años de condena, ¿tiene credibilidad, le merece respeto a los escandalizados paladines ciegos? Sin juicios verdaderos están condenados a 20 y hasta 30 años, decenas de periodistas, poetas, bibliotecarios y activistas de derechos humanos en la tierra que se extiende al oeste de Guantánamo.
Celda tapiada de una cárcel cubana; foto tomada clandestinamente --->
Todo prisionero tiene derecho a un juicio con garantías plenas. Los presos políticos cubanos están en la cárcel, entre otras cosas, por luchar por una democracia con justicia y leyes y por desterrar la arbitrariedad. Cuando esas juntas de notables se concentran en sus asuntos con Estados Unidos y mezclan en sus observaciones y críticas el problema de los derechos humanos en Cuba para vadear el fango de la dictadura, están, de alguna manera, cerca de las llaves de los calabozos donde están encerrados, enfermos y hambreados, centenares de demócratas verdaderos.
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