lunes, junio 12, 2006

EVO MORALES, LAS NARANJAS Y LAS HOJAS DE COCA

Tomado de diariovasco.com


Evo, las naranjas y las hojas de coca
«Los viajeros que llegan a los aeropuertos bolivarianos reciben el obsequio de una infusión de hojas de coca».


Por Miguel Chavarría


Cuenta Evo Morales de sus años infantiles, que una vez en la comarca en que vivía su familia hubo gran escasez de maíz, que allí es producto primario para la alimentación humana. Así que tuvo que emprender, acompañando a su padre, un largo viaje hasta los valles lejanos en que el grano era abundante. Bolivia es un país de grande extensión y de complicada orografía, así que el viaje se prolongó por varias semanas.


La llama es ciertamente un animal de carga, pero de poca carga y, además, sumamente pelma. Así que el padre y el niño iban al pasito de las llamas que al regreso les servirían para transportar el maíz.


Un día de tantos de su prolongado viaje, llegaron los dos arrieros al cruce de una carretera. Siguieron por ella. Un autobús de viajeros los adelantó. Evo, que entonces tenía 10 años, aún recuerda que algunos pasajeros del autobús tiraron a la carretera mondaduras y restos de naranja que les sobraban de su merienda. Evo recogió los restos y se los comió. No por hambre, aclara, sino porque las naranjas eran en su pueblo un supremo lujo. Algún día pensó, seré como esos viajeros del autobús que tienen naranjas en abundancia; pero el tirar los restos por la ventana le pareció, y le parece, un derroche increíble.


Evo -por San Evodio de Antioquia, uno de los 72 discípulos de Cristo, cuya fiesta se celebra el 6 de mayo, y que fue martirizado hacia el año 67-, no es hijo de un hombre pobre o marginado. Todo es relativo; la riqueza también. El padre de Evo era, a su forma, un aldeano acomodado. La pequeña plantación de coca que laboraban ellos mismos, daba a los miembros de la familia Morales los medios suficientes para vivir con austeridad. Precisamente la clase de vida que estaba al alcance de un pequeño agricultor en una región aislada de un país pobre, de un Estado artificial como hijo del capricho de un Libertador implacable, sin costas al mar, extenso, montañoso, escaso de comunicaciones y carente de integración social. Este es el medio social y material del hombre que ha llegado a la presidencia de su país tras una vida fogueada en la lucha sindical.

Evo Morales --->

Evo, nacido en una familia de cocaleros tiene también esa dedicación. Entre los problemas de Bolivia, que son muchos, está el cultivo de la coca ( Erytroxylon coca),un arbusto de hojas brillantes y lisas, de flores pequeñas y blancas y que medra en terrenos de ladera y zonas de alta humedad atmosférica. La hoja de este arbusto es rica en una serie de alcaloides como la cocaína, la cinomacocaína, la alocinamilcocaina, la benzoilecgomina y la tropococaína; contiene, además, salicilato de metilo, un aldehido y un aceite esencial conocido con el nombre de higrina. La hoja de coca se recoge, según qué zonas geográficas, cada cuatro meses. Su cosecha debe hacerse con sumo cuidado cortando la delicada hoja, que tiene un tacto suavísimo, presionando con las uñas del pulgar y del índice a la altura del pecíolo.


El consumo natural de la hoja de coca, acompañada de cenizas de caracol y masticada sin tragarla, al uso indígena; o en infusión al estilo de té, tal como la consume el resto de la población, está vinculado al trabajo o a épocas de labores especialmente intensas. Las agotadoras campañas electorales de algún político conocido, como el venezolano Carlos Andrés Pérez, han estado ligadas al consumo de infusiones de esta clase. Las grandes hazañas de los primeros exploradores y conquistadores castellanos, así como las de los Libertadores, con sus desplazamientos maratonianos por terrenos de altura que se encuentran entre los más fragosos del mundo, no pueden divorciarse del empleo de la hoja de coca en su versión natural. Los viajeros que llegan a los aeropuertos bolivianos reciben el obsequio de una infusión de hojas de coca, signo de hospitalidad y a la vez preventivo eficacísimo del mal de altura. Se comprende, pues, que el consumo de la hoja de coca no sea considerado vicioso ni delictivo en los países andinos. Muchos visitantes que durante la Exposición Universal de Sevilla acudieron al pabellón boliviano en los primeros días, recuerdan con agrado el efecto defatigante de una tacita de te de coca y no por eso salieron de allí mas viciosos o menos virtuosos de lo que eran antes de tal experiencia.


En sus diversas variedades, el arbusto de la coca estaba extendido en tiempos de la conquista hasta la región que hoy ocupa Nicaragua. Los años de sequías prolongadas a finales del siglo XIX, la mestización generalizada que convirtió a la coca en cosa de indios y la introducción de nuevos y ricos cultivos hizo que el de la coca fuera desapareciendo de las feraces tierras de la América Central. Hoy, la planta está extendida por toda la América del Sur, desde el límite con Centroamérica hasta Jujuy y Salta en la Argentina. Se conocen las variedades Erytroxylon popayanense, E. novogranatense, E.hondense, E. Areolatum. La Paullina cupana, llamada en algunos países coca de los pobres, que no es un Erytroxylon, es comercializada mundialmente por firmas alemanas y se emplea, mezclada con productos hormonales y vitaminas, en la confección de ciertos bebistrajos de gran consumo en España y resto de Europa, en los Estados Unidos y en el Japón.


Entonces, ¿dónde está el problema? Pues está más cerca de nosotros que de Evo. En nuestras salas de fiesta. En ciertos bares y pubes de moda. En los puticlubes, en las esquinas no necesariamente oscuras de algunos barrios. En los niñatos y en los ejecutivos no tan niñatos que buscan estímulo para sus rijos decaídos o ávidos. En las organizaciones delincuenciales que bajo la apariencia de empresas legalmente establecidas, extraen en sus laboratorios el principio activo, la cocaína. En los grandes traficantes que introducen dicha mercancía. En los intermediarios que la adulteran para obtener aún más ganancias. En los guardianes de la ley corruptos. En los jueces venales. En los padres de familia ausentes de sus hogares, quizá ellos mismos enganchados a alguna de las ramas del frondoso árbol de la drogadicción. En las leyes permisivas o torpes. En el desprecio a las conductas responsables convertido en actitud que se considera normal. En los sistemas supuestamente educativos que produce especímenes humanos incapaces de controlarse a sí mismos.


El ansia de cocaína que padece la población de los países europeos y Norteamérica ha convertido la persecución del tráfico de este producto en un deber de los gobiernos. Al parecer en esto han perdido los Gobiernos el sentido de representación popular, que no obstante recuperan a la hora de permitir el blanqueo del dinero de la droga en sus sitios off shore como Caiman Islands, Gibraltar, la isla de Man, Bahamas etc. Pero sería demasiado pedir que la Agencia antidrogas de los Estados Unidos, atacara la cocainomanía de la juventud norteamericana en los bancos y negocios donde se blanquea el dinero negro. En vez de eso, se ataca lo que considera la raíz del mal: las lejanas plantaciones de coca de la América del Sur; a tal fin, los sembrados son destruídos con defoliantes que dañan el entorno natural y dejan en la miseria a los campesinos cocaleros. Así gana también la industria química que produce los defoliantes. La China ha ofrecido comprar a Bolivia su entera cosecha de hojas de coca ya envasada para infusiones. Es una propuesta atractiva que sacaría de apuros a los agricultores bolivianos y daría lugar a una industria alimentaria como la de Inglaterra con sus variados tés. Los chinos quieren sustituir con la hoja de coca -no con la cocaína-, las importaciones rusas de hojas del Eleuterococus senticosus, a las que se atribuyen propiedades adaptógenas, es decir, poder de devolver a sus valores normales las constantes fisiológicas alteradas por enfermedades o esfuerzos físicos excesivos. La antigua Unión Soviética empleó el Eleuterococo en la convalecencia de los astronuatas y en la preparación de deportistas de élite. Así que el nuevo planteamiento está muy lejos de aquellas mondas y sobras de naranjas como las que siendo niño comió Evo Morales con ocasión del largo viaje para comprar maíz. Se trata ahora de un planteamiento que afecta a todo un país y, en cierta medida, a una parte importante del continente suramericano.