BARACUTEY CUBANO

Cultura y transición cubana

Por Belkis Cuza Male

Aprincipios de 1968, al cumplirse el centenario de Gertrudis Gómez de Avellaneda, el poeta Nicolás Guillén me llamó a su despacho de la Unión de Escritores y me informó que había sido escogida junto a otras tres personas para formar parte del comité que iría a Sevilla a buscar los restos de la poetisa cubana. Creo que nadie se asombró más que yo de esa decisión suya, basada de seguro en el hecho de haber escrito una biografía de Tula, que aún permanece inédita. Pero nadie fue a Sevilla y los restos de la Avellaneda nunca fueron trasladados a Cuba, quizás porque su destino sea descansar en su otra patria, aquella donde fue grande entre las grandes.

Belkis Cuza Malé y su biznieto Xavier -->

Me llama la atención el hecho de que muchos escritores y artistas cubanos hayan muerto fuera de su patria y sus restos estén aún dispersos en países y tumbas casi desconocidas. Y no estoy hablando, por supuesto, de los que han fallecido en el exilio del castrismo. Sino de los que como Gertrudis Gómez de Avellaneda, José María Heredia (los dos, el cubano y el francés), la condesa de Merlín, Juana Borrero y muchos otros permanecen lejos de la patria que ellos no dejaron de reclamar como suya. En cuanto a los artistas e intelectuales muertos en el exilio, la lista es infinita y habría que incluirlos en ese proceso casi fantasmal del que se habla a todas horas y que se ha dado en llamar ``la transición cubana''.

De ésa precisamente quiero hablar. De esa palabreja que ya hiere mis oídos: transición cubana. No dudo que vaya a existir algo de esa naturaleza: a rey muerto, rey puesto, dice el refrán. Pero, ¿quién será ese rey puesto? Nadie lo sabe y por supuesto ninguno de esos politólogos cubanos que se pasan el tiempo en reuniones que, más que servir de algo, parecerían servir a ellos mismos. No sólo para matar el tiempo en el tedio del exilio, sino para cosechar prestigio y rangos académicos, que luego sin duda han de hacerse valer en una Cuba en transición. Pero si no fuera por esos discursos y ensayos sobre las probables transiciones a la muerte del terrible Fidel Castro, ¿cómo podríamos imaginarnos ese momento inevitable?, señalan algunos. Nada mejor que fraguarla en vida todavía del tirano, cuando aún no hay asomo de nada, aunque en las cocinas de ese gran infierno que es la Cuba de hoy se estén aderezando también otras fórmulas para implementar la ''transición''. Es decir, el ''rey puesto'' que ha de venir a sustituir a todos los aspirantes, incluidos los politólogos del exilio y los agazapados de la isla que no logren el poder.

Pero hay otra transición a la cual quiero referirme, y también ésa ya la vienen formulando y estableciendo ciertos sectores del exilio, con poder y dinero, pues intentan desde ahora pintar el futuro panorama de la cultura cubana de un modo muy novedoso. Es decir, salvar a los escritores y artistas oficialistas, a los que han estado agarrados al poder como chinches, incapaces de levantar sus voces para denunciar los horrores del régimen contra los escritores y periodistas disidentes presos.

Sí, el panorama está más que claro para mí. Se trata de darle vida (más que virtual, real) a toda esa canalla de la Unión de Escritores de Cuba (UNEAC), de la Casa de las Américas y de otros sitios de cultura como universidades y editoriales estatales (que otras no hay). Y de paso salvar las instituciones ''culturales'' creadas durante la revolución castrista.

En la medida en que sus nombres se realcen acá, y se les permita publicar junto a los escritores del exilio, se les dé una categoría que no tienen, se promocionen sus web sites (mientras en Cuba nadie puede usar la internet y haya alguien como Guillermo Fariñas en interminable huelga de hambre, muriendo inútilmente por el derecho de los demás), es claro que el propósito es mantenerlos vivos y con prestigio, más allá de toda idea política, como figuras de renombre de la intelectualidad cubana.

No es que yo esté en contra de los escritores y artistas que viven hoy en la isla. No, de ningún modo. Estoy en contra de promocionar a los oficiales de la cultura cubana, a los que se hacen los bobos y dicen no ser políticos, sino escritores, mientras siguen propagando el horrible veneno de la tiranía; mientras le dan vida al fantasma de Fidel Castro. No sólo son amanuenses del dictador, sino que reciben excelente paga. No dudo que ahora esté incluida, entre los premios a la lealtad, la promesa de que también serán reciclados una vez que comience la llamada ''transición cubana''. Por el momento, disponen de contactos en el extranjero, se les publica y promueve sus libros; se les premia; se escriben reseñas sobre sus obras y entrevistas con ellos. Hacen cine en España y otros sitios, se codean con la ''intelectualidad'' de izquierda (y de derecha) de este planeta. De modo que cuando llegue la hora ellos serán también los que --esgrimiendo un derecho de permanencia en la isla-- escribirán la historia y contarán como verdad la mentira de sus vidas y del sistema.

No dudo, por supuesto, que sean también los primeros en convertise en acusadores del tirano durante la fiesta de la transición cubana.

Dudas no tengo. Salvar a esa gente, de modo que sean útiles también a ''generales y doctores'', nunca a la verdad, ni a la cultura cubana, parece ser labor de algunos en el exilio. ¿Lo lograrán?

belkisbell@aol.com

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Tomado de

http://belkiscuzamale.blogspot.com/2006/06/tania-diaz-castro-amiga-belkis-cuza.html