viernes, octubre 20, 2006

ESCLAVOS DEL PASADO

Esclavos del pasado



Por Alejandro Armengol, Miami

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La trampa del diablo: ¿Confunden algunos exiliados el oficio de informar con la tarea de simpatizar?
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Junto a sus esperanzas de futuro, todo exiliado lleva también su cuota de pasado. En Miami no hubo urgencia en imponer un límite al recuerdo y un cupo a la nostalgia. Nada grave si se compara con la falta de barreras contra la intolerancia y los prejuicios.

Apenas molesta escuchar algunas falsedades sobre "la Cuba de ayer", cuando al mismo tiempo se oye un discurso amenazador, que intenta imponer un punto de vista caduco y vencido. Hubiera sido mejor un cartel preventivo: "exiliado cubano, guarda en tu pasaporte de origen todo el rencor, declara en la aduana las injusticias sufridas y deja en la maleta las frustraciones". Al menos, no viviríamos en esta ciudad esclavos del pasado.

Aquí muchos siguen bajo un gobierno que no debía pertenecerles. No han podido sacarse los clavos del castrismo, pero quieren que los demás carguen la cruz por ellos: a confesar la fe en la "lucha anticomunista" o arriesgarse a ser azotado en la plaza. Inquisición radial, centuriones de esquina, cruzados de café con leche, apóstoles de la ignorancia. Irse de la Isla para continuar con una comparación inútil y absurda: responder al mal con el desatino y a la represión con la intransigencia. Empeñarse en la violencia con la excusa de lo perdido.

El automóvil domina la ciudad. Sin éste la vida es imposible. Un ponche o una rotura son causa de desamparo. La aguja que indica el nivel de combustible en el tanque define el destino. Llegar al sur de la Florida no es más que el inicio de un viaje: salir adelante económicamente, mejorar el nivel de vida y enviar fotos y vídeos que muestren los colores del recorrido. Las sombras se guardan a este lado del Estrecho de la Florida. Las concesiones a una moral gastada, el inclinar la cabeza frente a las injusticias y el acatar las normas de los poderosos se ocultan tras las ventanillas. El aire acondicionado en el interior del vehículo nos salva de ahogarnos.

Actitudes a conveniencia

En Miami hay quienes imponen conceptos y distribuyen etiquetas. Para ellos, el terrorismo no es una definición. Tienen un diccionario particular que esgrimen a conveniencia y se escudan en el papel de víctimas para lanzar una cacería de brujas. La realidad es una ficción y las obras de ficción ejemplos reales, que utilizan en escritos y arengas para proponer tácticas ridículas. Atacan a quien entrevista a un funcionario cubano, porque consideran que al enemigo no se le puede otorgar el derecho a la palabra.

Edmundo García. ¿Apostar por el periodismo objetivo o nadar con la corriente? (UNIVISIÓN)

Lo sabe todo aquel que ha llamado terrorista a Luis Posada Carriles o hecho una caricatura en su contra. Lo conoce Edmundo García, quien de forma respetuosa, objetiva y firme entrevistó a Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional cubana, para la televisión de esta ciudad.

Quienes mantienen una actitud bélica —al resguardo de una cómoda cabina radial—, consideran que el periodista no es un profesional encargado de divulgar hechos y opiniones —esté o no de acuerdo con ellas—, sino un "refutador" de barricada. Confunden el oficio de informar —que no excluye conocer lo que dice el otro, aunque el otro diga poco y lo diga mal— con la tarea de simpatizar. Más de un mediocre en esta ciudad ha escalado posiciones en la prensa, gracias a una actitud complaciente hacia los centros de poder del exilio y alguna que otra bravuconada frente a un funcionario de paso.

No se discute el derecho y el deber de dar una respuesta a la opinión de un representante del gobierno cubano. De lo que se trata es de no impedir la voz del contrario. Justificar esta actitud mediante la comparación —si en Cuba es así, pues aquí vamos a darle de su misma medicina— es caer en una trampa del diablo: defender los extremos con igual actitud y puntos de vista antagónicos.

Más de un ex militante castrista ha seguido el rumbo fácil del oportunismo anticastrista. A falta de un ejército para combatir, practicar un ejercicio en paralelo. Decretar el silencio es hundirse en las redes del enemigo.

Qué mejor metáfora para el exilio cubano que la del automóvil. La carrocería brillante, todo un triunfo económico. El motor poderoso evidencia el avance político. ¿Y la ideología? Encerrada en la caja de transmisión y trabada en la reversa. Marchamos hacia atrás sin freno, imposibilitados de ver los baches del camino por el espejo retrovisor.