ESPAÑA, LUÍS POSADA CARRILES Y EL AMARILLEO DE LOS ÁNGELES
Por Wenceslao Cruz
Una editorial del diario norteamericano Los Ángeles Times pide que Madrid actúe como interlocutor para determinar donde se juzgará a Luís Posada Carriles, un guerrero incansable contra la dictadura cubana, que está retenido por entrada ilegal en los Estados Unidos, y donde se le ha negado la extradición a Cuba o Venezuela.
La editorial emite condena sin previo juicio, y da por hecho que las acusaciones de la dictadura contra el anticastrista son ciertas, pese haberlas negado, en diferentes ocasiones, el propio Posada Carriles. Cuba, considerada por el gobierno norteamericano un Estado terrorista, ha acusado de forma recurrente a Posada de ser el autor intelectual de la voladura en pleno vuelo de un avión de pasajeros cubano.
Un atentado execrable que aún no ha sido aclarado y donde se manejan varias hipótesis sobre la verdadera autoría, entre ellas una versión muy diferente a la que sostiene la propia dictadura y es la que fue un complot para destruir a la molesta oposición del Dr. Bosch y Luis Posada, la más creíble y con mayor cantidad de pruebas, pese a ser la más omitida por la prensa.
Hasta ahora, el único que ha reconocido haber participado en dicho atentado es Ricardo Morales Navarrete, apodado “el Mono”, quien en declaración jurada en Miami aseguró haber recibido 18.000 dólares de la DGI (Dirección General de Inteligencia) castrista. Morales Navarrete murió a balazos en un bar de Key Byscaine. Un interesante artículo de Hugo J. Byrne “Castro’s «Monkey» Business” da detalles más precisos sobre esta implicación de la dictadura en el crimen de Barbados.
Para Los Angeles Times “Madrid es un interlocutor con credibilidad entre Washington y América Latina, y las cortes españolas tienen una tradición reciente -gracias a la acción del magistrado Baltazar Garzón con el ex dictador chileno Augusto Pinochet- de asumir con tenacidad los casos de jurisdicción universal”.
Lo de la credibilidad del actual gobierno de Rodríguez Zapatero, para Washington y para América Latina, no deja de ser revelador, pues parecía todo lo contrario, dada la alineación de España con el eje desestabilizador de la región. Aunque en relación a América Latina, eso es cierto, la credibilidad está siendo proporcional a los regalos que obsequia el presidente, como condonaciones de deudas y envíos de cientos de ambulancias.
En cuanto a la “tenacidad” en los casos de jurisdicción internacional del Sr. Garzón, y pese a reconocer los crímenes de Castro en diversas y casi siempre privadas ocasiones, parece actuar sólo contra ciertos dictadores. Al encausamiento de Castro, hasta ahora, le ha buscado una y mil justificaciones distintas para no efectuarlo.
Y para más perplejidad aún, el editorial del diario norteamericano señala que “es hora de llevar ante los tribunales al terrorista cubano Luís Posada Carriles. El titubeo por parte de Estados Unidos abre la puerta a que la nación sea señalada de hipócrita en su guerra contra el terrorismo”.
La sensación precisamente que podría estar dando los Estados Unidos es de hipócritas cuando aún retienen en una cárcel a Posada Carriles, o cuando la justicia norteamericana decide encarcelar a Santiago Álvarez y a Osvaldo Mitat, pese a que efectivamente en el caso de estos últimos se infringió la ley por posesión ilícita de armas, pero que en un contexto más amplio de justicia, su actuación pudiera ser justificable y hasta receptora de un perdón.
Pese a que el uso de la fuerza para alcanzar la democracia en Cuba ha dejado paso a la lucha pacifica de la disidencia y de la mayor parte del exilio, no deja de contrastar el tratamiento que la prensa norteamericana e internacional dedicó en su día a un Fidel Castro en la Sierra Maestra, desde donde dirigía secuestros, cometía asesinatos selectivos, y no tan selectivos (como cuando ponía bombas en Cabarets o Cines) y el tratamiento actual a quienes han estimado, como el jesuita Juan de Mariana, que el tiranicidio está justificado.
¿Quién ha de dar la legitimidad en una lucha contra un tirano? ¿Acaso un gobierno que te entrena y luego te abandona, para más tarde cambiarte por compotas y caer víctimas nuevamente de la publicidad engañosa y aberrante de una de las peores dictaduras?
¿O los secuaces camuflados por todo el orbe que comparten, comprenden y justifican a un asesino al que llaman “líder” de una supuesta ideología, ideología que se ha demostrado eficaz como herramienta o coartada para mantenerse en el poder?
Siempre se ha dicho que los que transgreden las normas y las leyes son los precursores de los cambios, han sido apóstoles, han sido héroes, pero también, como en el caso de Castro, pueden convertirse en tiranos. Yo estimo que hay leyes y normas injustas, esas son las que hay que transgredir y las leyes de una tiranía cumplen esa premisa. Si la guerra que se hizo contra Batista somos capaces de justificarla, pese a los métodos violentos que se emplearon ¿Por qué se condena y hasta se tiene miedo interceder por quienes luchan o han luchado contra una dictadura cien veces peor?
Todo lo que se haga para acabar con un tirano que lleva décadas asesinando y provocando, directa o indirectamente, decenas de miles de muertos, merece aprobación. El tiranicidio mejor que el sufrimiento de todo un pueblo.
¿Seré acaso considerado, por algunos: terrorista, intransigente, mafioso, etc., por sólo pensar esto?
Probablemente, pero me alegra ser considerado así, por quienes van a ir a homenajear al peor tirano de la historia de América, por los que se sientan a su mesa, lo invitan a cumbres, por todos esos que le dan tratamiento de Jefe de Estado, por todos los que le llaman presidente y “líder carismático”.
Al ataque y la perfidia de los excrementos producidos durante tantos años por ese régimen sólo hay que contrarrestarles tapándonos la nariz con la moral y el convencimiento de que estamos no sólo defendiendo la justicia, sino la libertad y nuestra democracia futura.
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