jueves, noviembre 23, 2006

LA AUTOCRÍTICA DEL HERALD

La autocrítica del Herald, por Alberto Muller


Por Alberto Muller



(Publicado por Diario Las Américas en su edición del martes 21 de noviembre, 2006)


La conmoción producida en Miami por los despidos y el posterior reintegro de los periodistas, la renuncia de Jesús Díaz, el insulto resonante de Tom Fielder a los cubanos y el hecho insólito de que el contenido del reportaje de Oscar Corral se publicase primero en los medios oficiales del castrismo en La Habana, que en la propia plana regular de The Miami Herald, ha dejado definitivamente una interrogante llena de sospechas, de complicidad y de discriminación dentro de la comunidad cubana de Miami.

Ahora leemos de la mano de un periodista respetable, como Clark Hoyt, la autocrítica oficial del Herald ante todos estos eventos incongruentes. Interesante y de por sí curioso, que el Herald se critique a si mismo por algo que hizo en forma incorrecta. O dicho en términos más acérrimos y realistas, que McClatchy Corporation tenga el valor de develar lo que podría denominarse una lucha interna de los directivos del Herald (The Miami) versus el Herald (El Nuevo).

Pero debemos decir sin temor alguno y sin dobleces, que la autocrítica del colega Hoyt, no sólo se queda a medio camino, sino que padece de lagunas en el proceso analítico y tiene conclusiones injustas con los periodistas involucrados. Vayamos por parte:

Primero dice Hoyt que el reportaje de Corral, fue “preciso”, desde el punto de vista factual, porque los periodistas que reciben pagos por aparecer en medios de difusión gubernamentales, se colocan en una “posición comprometida”. Y al final de la misma autocrítica, ya para concluir su evaluación, Hoyt afirma que el artículo de Corral fue “torpe y parcializado”.

En que quedamos, son peras o manzanas. Si de verdad el reportaje de Corral fue “torpe y parcializado”, y en gran medida coincidimos en esta observación con Hoyt, es contradictorio y forzado que pueda ser preciso. Las torpezas y las parcializaciones son casi siempre rudas, imprecisas e injustas.

Lo curioso en este punto de la “torpeza”, es que la publicación del reportaje no es únicamente una torpeza individualizada del periodista que lo firma, sino también una torpeza de sus superiores en The Miami Herald, que lo autorizan. Y esto no se ha aclarado con suficiente transparencia.

Pero profundicemos en otro matiz del reportaje, pues esta es una vieja polémica en el escenario de la ética del periodismo, que el colega Hoyt conoce perfectamente: cualquier colaboración periodística, ya sea en un medio oficial o privado, no tiene por qué violar ninguna “confianza pública”, si la información de esos profesionales del periodismo, se ajusta a la verdad del hecho acontecido.

Comparar el caso de los periodistas de El Nuevo Herald, Wilfredo Cancio, Pablo Alfonso y Olga O’Connor, periodistas los tres de reconocida honorabilidad, con el periodista Armstrong Williams que salió a defender por dinero un plan educacional de la Casa Blanca, más que una “exageración”, como afirma Hoyt, es una canallada sucia entre supuestos colegas de la misma empresa periodística.

Periodistas de mucho prestigio en la historia del periodismo han colaborado con empresas que reciben dineros públicos para realizar su trabajo periodístico, como: Radio Europa Libre, la Voz de las Américas, PBS, la Agencia EFE y Radio Martí, por mencionar unas pocas, pues la lista es larga y voluminosa.

Cuando Jayson Blair fue expulsado del New York Times por sus reportajes mentirosos y llenos de plagios fue precisamente por violar el principio ético de ser fiel con la verdad del hecho. Y su expulsión no tuvo ninguna relación con el pago que recibía del New York Times, como una empresa privada.

El respeto por la verdad del hecho es el fundamento básico en casi todos los Códigos de Ética en el mundo. Sin embargo, aceptemos que McClatchy Corporation, los nuevos dueños de The Miami Herald, consideran que existe un conflicto de interés porque sus periodistas laboren en otra entidad noticiosa.

Cualquier medio privado tiene el derecho de tener este punto de vista reglamentario de exclusividad. Y los periodistas que laboran en esa empresa, por lealtad, tienen que aceptarlo. Un periodista no debe transgredir las reglas de su empresa y éste es otro principio ético.

Pero implicar falta de ética periodística, por trabajar en Radio Martí, cuyo objetivo principal es abrir un espacio informativo en un país oprimido por una dictadura comunista totalitaria, es un error de proporciones mayúsculas, por no decir una injusticia cerril.

En otro aspecto interesante de la autocrítica del Herald se reconoce que desde el año 2002 se sabía públicamente que algunos periodistas de El Nuevo Herald colaboraban en Radio Martí, por lo que se pregunta: ¿por qué la gerencia del Herald no investigó y reaccionó en el 2002 y reacciona en el 2006?

Preguntas todas que dejan muy mal parados a algunos directivos actuales de The Miami Herald, pues ellos sabían desde hace cuatro años, que los periodistas involucrados de El Nuevo Herald estaban autorizados a colaborar con Radio Martí por Carlos Castañeda, ese insigne maestro del periodismo americano y de la ética del periodista.

Leamos esto con detenimiento. Otra falla grave del reportaje sobre Radio Martí, según Hoyt, es que “se mandó a la imprenta antes de que el reportero y sus editores tuvieran tiempo de hurgar en cada ángulo relevante”. Qué observación más aguda. Pero inmediatamente el mismo analista justifica la falla de publicarse en forma apresurada, porque, según Corral, el director de Radio Martí le había dicho que otros medios estaban investigando el asunto.

Y este argumento del párrafo anterior de la autocrítica, con el mayor respeto que merece el historial de excelencia del colega Hoyt, nos resulta risible, débil e inaceptable.

Justificar que el reportaje se publicó sin ser revisado en todos sus ángulos y omitiendo el balance que requiere la ética periodística, por lo que dijo entonces Pedro Roig, el director de Radio Martí, que fue la verdad de la conversación y la verdad no debe ocultarse, es muy superficial. Lo que exige la ética periodística hay que cumplirla sin justificaciones racionalizantes o circunstanciales. Un reportaje que no ha sido revisado y carece de respeto con la verdad, no debe publicarse nunca. Y esto hay que decirlo así, sin rodeos ni ambivalencias.

Otro hecho de suma gravedad en el reportaje en cuestión, publicado en primera plana y con fotos acusatorias, que más parecían fotos de un reportaje policial, y que Hoyt menciona con acierto, es que el reportero nunca se preocupó en publicar la opinión de las personas involucradas en su relato acusatorio.

Y esto es una violación ética grosera de este género periodístico, que implica que ni Corral ni sus superiores, se preocuparon por el balance y la justeza del reportaje. Tal vez esta sea la violación ética más grave de todo este rollo del Herald (The Miami) versus el Herald (El Nuevo), que involucra directamente a la comunidad cubana de la ciudad.

Pienso que la opinión pública miamense no va a agradecer en toda su dimensión el esfuerzo analítico de Clark Hoyt y la responsabilidad que asume David Landsberg, como nuevo editor de The Miami Herald, porque quedan cosas muy sensibles y sospechosas por aclarar.

albmul@bellsouth.net

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Carta de renuncia

El valor de las palabras



Por Pablo Alfonso



El pasado 8 de octubre, cuando fui restituido como periodista en El Nuevo Herald, luego del abrupto despido ocasionado por el articulo publicado un mes antes en The Miami Herald bajo el titulo de “10 Miami Journalists take US pay’’, escribi lo siguiente:

“Miami Herald Media Company debe tener la grandeza de espíritu suficiente para reconocer en un editorial que el artículo escrito contra nosotros fue ‘’abominable, feo y de una ligereza increíble’’, reconocer en blanco y negro que, si la empresa acepta nuestro regreso al trabajo, no es sólo porque se violaron normas y procedimientos administrativos y se cometieron errores de dirección, sino que, además de eso, somos profesionales, de entera reputación y credibilidad. De lo contrario la empresa no hubiera aceptado nuestro retorno.

Eso, que se admite hoy en privado, yo quiero que se reconozca en público. No es un problema de altanería. Es que nuestra reputación fue enjuiciada a la luz pública y debe en justicia ser aclarada en ese mismo contexto.

Con esos criterios en nuestra mente, en horas de la tarde del viernes el presidente y editor de Miami Herald Media Company, David Landsberg, nos recibió en su despacho para conversar del tema. Asistimos el colega Wilfredo Cancio y yo. Estaban presentes en la conversación Vanaver y Beatty.

Aceptamos el compromiso de estos ejecutivos, su palabra de honor, de que en los días por venir esas necesarias aclaraciones serían claramente establecidas. Nos pidieron unas semanas, un voto de confianza. Ese voto de confianza está otorgado.”

Regrese al trabajo bajo esa premisa. Espere que la palabra comprometida fuera cumplida.

Luego de la publicacion del informe del senor Clark Hoyt y de la nota introductoria escrita por el senor David Landsberg, Publisher de The Miami Herald Company, el domingo 19 de noviembre, no hay nada mas que esperar.

No tengo nada que cuestionar sobre el informe de Mr.Hoyt. Acaso alguna que otra precision que no encuentro en el mismo, asi como tampoco una valoracion del por que se filtraron (y se siguen filtrando) fuera de la redaccion de The Miami Herald, reportajes especiales que llegan antes a las manos de la prensa castrista, que a las manos de los lectores del diario.

De cualquier forma las valoraciones de su relato en torno al infausto articulo en cuestion, son sus apreciaciones y valoraciones, no tienen nada que ver con lo que habia pedido a los tres ejecutivos de Miami Herald Media Company, como condicion para retornar a mi posicion.

En consecuencia he presentado mi renuncia a la direccion de The Miami Herald/El Nuevo Herald en la noche del sabado.

Para quienes practicamos el oficio de periodistas las palabras son elementales herramientas de trabajo. Quizas por “deformacion profesional” a veces nos acostumbramos a usarlas bajo esa condicion. Sin embargo, las palabras, tienen un valor intrinseco por si mismas. Ese valor es aun mas esencial cuando se otorgan como compromiso, como garantia personal. Yo le di credito a las mias y las respaldo ahora.

Gracias a los colegas y lectores que han tenido la paciencia de acudir a las que he escrito en este periodico a lo largo de los anos.

Pablo Alfonso,

Miami, noviembre 19,2006