EN EXCLUSIVA
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Mis fuentes en Cuba, situadas en los supremos niveles del gobierno, me han hecho llegar dispersas aunque valiosas noticias sobre la (mala) salud de Fidel Castro y, principalmente, del ambiente de franca confusión que impera en su entorno y buena parte de la población. En realidad, se trata de un cúmulo de anécdotas, comentarios y rumores que contribuyen a formar la intrahistoria, es decir, los hechos que ocurren al margen de los grandes acontecimientos como deriva íntima e iluminadora de la historia con mayúsculas.
Como ya sabemos, Fidel yace en su lecho de muerte. (No en su leche de muerte, como aseguró Hugo Chávez.) Dos peritonitis, al menos tres operaciones fallidas, recaídas infecciosas y una aguda crisis biliar probablemente lo hayan dejado en estado de coma. Nadie se hace ilusiones. En la escabrosa gramática de sus 80 años, coma equivale a punto final.
Tristemente, el machismo sigue siendo un influyente factor de la cultura popular cubana. De ahí que la región anal y su periferia glútea sean tabú entre los varones heterosexuales. Decía uno de mis maestros de secundaria: ''Los hombres no tienen c. . .'' De modo que a Fidel, nuestro autoproclamado Macho en Jefe, le ha tocado en suerte una dolencia que duele, también, en la moral insular. Se entiende pues que la prensa oficial no haya dicho ni pío (la circunstancia invita a sustituir la í por e) sobre el deteriorado estado de su principal paciente.
Sin embargo, la prisa, así como la novedad del trance, han facilitado algunos deslices semánticos en el lenguaje oficial que demandarán un posterior esfuerzo esclarecedor (más bien purgativo) de los futuros historiadores. Algunos compañeros, en su afán de suavizar con eufemismos o inocentes expresiones coloquiales un padecimiento presumiblemente canceroso, han redactado frases de equívoca resonancia sexual. Por ejemplo, impulsada por su celo en proteger a Fidel de cualquier manipulación enemiga a través del personal médico, la Seguridad del Estado ha ordenado poner bajo estricta vigilancia a todo aquel ``que le haya tocado las nalgas al Comandante''.
Según las fuentes, se vivieron horas dramáticas antes de que el mismo Fidel tomara la decisión sobre el procedimiento quirúrgico a seguir. Sus médicos proponían una ileostomía: apertura de un provisional ano artificial en el estómago, a fin de que los fluidos no afectaran la cicatrización. Renuente a llevar por unos meses una bolsa de plástico para evacuar sus heces, el enfermo optó por la peligrosa remoción de sendas partes del intestino grueso y el recto con el posterior empalme del colón transverso con el recto. Cuentan que su adulador canciller, Felipe Pérez Roque, fue invitado a abandonar el histórico cónclave después de que tratara de animar los sombríos ánimos con nerviosa y rimada combatividad revolucionaria: ``¡Así, Comandante, así, como el empalme de Banes a Mayarí!''
Problemas de cicatrización condujeron a un infeliz desempalme. Con el abdomen inundado por líquidos gástricos y heces fecales, el paciente sufrió una segunda peritonitis, aconsejándose la apertura del ano artificial. Luego, una crisis biliar obligó a la tercera perforación con el implante de una inútil prótesis coreana y otra española. De hecho, era prácticamente imposible asegurar su limpieza personal. Braceando en el crudo oleaje de sus detritus, el viejo dictador deliraba en voz alta. Se le escuchó ordenar a Silvio que matara a Camilo en Bolivia y al general Ochoa que sedujera a la abuelita de Elián. La crisis parecía salirse de las manos, cuando su hermano Raúl, fiel a su fama de militar pragmático, acudió con una solución tan radical como efectiva. Ahora, cada vez que Fidel hace popo lo pasan por un car wash.
Otros rumores indican que el babalao de palacio ha caído en desgracia, víctima de una terrible errata. Aparentemente, Fidel quería que los poderosos dioses del panteón afrocubano le concedieran el don de poseer ''un fuego atroz'' para derrotar al imperialismo. Pero, a la hora de oficiar sus enérgicos conjuros, el babalao clamó irresponsablemente por ``un fuego atrás''.
Por último, la dirección del Partido Comunista de Cuba rogó al distinguido escritor Miguel Barnet que colaborara con el equipo facultativo en la redacción de la hoja clínica del Máximo Líder. Dado su inconmensurable valor histórico, los dirigentes de la isla se han esmerado para que los informes médicos no sólo sean de un singular interés científico, sino también literario. Que sirva a las futuras generaciones como tesis definitoria de la mencionada patología y canon de la poesía elegíaca de inspiración marxista-leninista.
La pluma de Barnet ha brillado en todo su esplendor al acuñar los términos que describen de manera comprensible, amena e ideológicamente correcta los tres anos de Fidel. Veamos. El ano de nacimiento, con ocho décadas de uso intensivo y hoy temporalmente desconectado, ha sido bautizado como Ano de la Reserva Estratégica del Comandante en Jefe. Al segundo ano, motivo de intensa discusión entre los médicos y el dictador, se le señala como Ano de la Batalla de Ideas. Y al ano de las prótesis, que libera litros de proteínas, heces e iones, se le llama Combinado Antiimperialista Coreano-hispano-cubano del Ano (CACA).
Espero que mis informantes en La Habana no tarden en enviar nuevas confidencias sobre la evolución (mejor digamos involución) de Fidel, cuyo debilitado organismo ya sólo acepta una astringente solución intravenosa de guayabas verdes.
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